El Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información se celebró el pasado 17 de mayo y su objetivo fue incrementar las oportunidades que ofrece el uso de Internet y otras Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) a las sociedades y economías, y, en consecuencia, a reducir la brecha digital. Esta brecha, a su vez, se manifiesta de diferentes maneras: una de ellas es la que pone en desventaja a adultos mayores con respecto al resto de la sociedad.
Pero antes de entrar en esta materia, hagamos un poco de historia. El Día de Internet cobró mayor relevancia desde noviembre de 2005, cuando en la II Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, se aprobó sugerir a la Asamblea General de Naciones Unidas declarar el 17 de mayo como fecha especialmente dedicada a recordar este tema. En estos años, hemos visto el vertiginoso avance tecnológico y su impacto en áreas como la industria, comunicaciones, educación, salud y cultura. La transformación digital es irreversible. En todos los aspectos de la vida, las telecomunicaciones juegan un rol preponderante: desde el intercambio de mensajes entre familiares hasta el procesamiento de grandes cantidades de datos para la implementación de servicios públicos y privados.
De acuerdo a estudios de la Cepal, en sociedades latinoamericanas existe un importante porcentaje de adultos mayores que usan internet para mantener vínculos sociales e interpersonales, sin tener que salir de casa. Mensajería, video llamadas, tareas administrativas, etc., es un aliciente para adultos mayores con problemas de movilidad o audición y contribuye a la tranquilidad de sus entornos. No obstante, no todos pueden acceder al mundo digital con la misma facilidad, ni tienen el mismo nivel de acceso pues este estudio revela también que un 54% de las personas mayores de 66 años de la región está imposibilitada de pertenecer a este hiperconectado universo.
En este contexto, Naciones Unidas llama a colaborar con lo que se ha denominado un “envejecimiento saludable” de la población. No cabe duda de que la promoción y el acceso a los medios digitales entre adultos mayores es trascendental para impulsar la cultura del envejecimiento activo. Sin embargo, el uso de tecnologías digitales en el mundo moderno todavía distingue a personas mayores de grupos etarios más jóvenes. Los digitalmente excluidos se enfrentan, además, a otros desafíos enormes como la pobreza, el limitado acceso a servicios básicos o la educación y ni qué decir de conocimientos digitales.
Es primordial generar políticas de sensibilización que unan esfuerzos entre el sector privado y académicos, pero más importante aún es convocar a los gobiernos a desarrollar políticas de inclusión digital para adultos mayores. Buenos Aires instaló “Postas Digitales” de capacitación para adultos mayores, que concede un primer acercamiento a la computadora o a navegar por Internet. Chile, por su parte, destacó por su programa “Plaza Digital Ciudadana”, con capacitaciones para adultos mayores en trámites en línea o Perú, que, en un esfuerzo conjunto de sectores, impulsó la campaña de “Alfabetización Digital”, exclusivamente para este grupo de la sociedad.
Recordar a nuestros mayores es nuestro deber todo el año, pero este mes tal vez sea la oportunidad ideal para empezar a pensar más seriamente en su relación con las tecnologías digitales. Celebremos los avances tecnológicos, pero también reflexionemos sobre el rumbo que tomamos como ciudadanos y la cultura inclusiva que necesitamos en el ámbito digital. Los medios digitales no son un simple pasatiempo para las personas mayores, son un importantísimo medio de conexión, de educación y contribuyen a combatir la soledad.
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