jueves, 31 de marzo de 2022

Los asesores de Putin están demasiado asustados para decirle la verdad


Los asesores del presidente ruso, Vladimir Putin, no le están dando toda la información sobre lo mal que va la guerra en Ucrania, indicó el miércoles la Casa Blanca.

Según Estados Unidos, los asesores tampoco le están informando sobre el impacto total que están teniendo las sanciones de Occidente en la economía rusa.

"Tenemos información de que Putin se ha sentido engañado por el ejército ruso, lo que ha resultado en una tensión persistente entre Putin y su liderazgo militar", les dijo a los periodistas la portavoz de la Casa Blanca, Kate Bedingfield.

"Creemos que Putin está siendo mal informado por sus asesores sobre el mal desempeño del ejército ruso y sobre cómo la economía rusa está quedando paralizada por las sanciones.

"Porque sus principales asesores tienen demasiado miedo de decirle la verdad", agregó Bedingfield.

En respuesta a las declaraciones de la Casa Blanca, el Kremlin dijo que Estados Unidos tiene un "malentendido total" de la situación.

El principal portavoz de Putin, Dimitri Peskov, dijo a los periodistas: "Simplemente no entienden lo que está pasando en el Kremlin, no entienden al presidente Putin, no entienden cómo se toman las decisiones y no entienden el estilo de nuestro trabajo".

Peskov agregó que esto es "preocupante", porque "ese total malentendido conduce a decisiones equivocadas que tienen malas consecuencias".

Pero funcionarios de inteligencia de EE.UU. creen que los asesores de Putin pueden tener miedo a dar malas noticias a un líder que en el pasado ha estado dispuesto a tomar medidas extremas contra quienes disienten dentro del sistema ruso.

"Uno de los talones de Aquiles de las autocracias es que no tenemos personas en esos sistemas que le digan la verdad, o que tengan capacidad de hacerlo, a quien ocupa el poder. Y creo que eso es algo que estamos viendo en Rusia", dijo el miércoles el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, a los periodistas durante una visita a Argel.

Por su parte, el portavoz del Pentágono, John Kirby, calificó de "inquietante" que Putin "no comprenda completamente el grado en que sus fuerzas están fallando" hasta ahora en Ucrania.

"Un resultado de eso podría ser un esfuerzo no tan fiel para negociar algún tipo de acuerdo aquí", indicó Kirby.

"Si no está completamente informado de lo mal que lo está haciendo, ¿cómo van a llegar sus negociadores a un acuerdo duradero?", agregó.

Reubicación de fuerzas

Sobre el terreno, funcionarios estadounidenses y ucranianos aseguran que Rusia continúa reubicando fuerzas fuera de Kiev, probablemente como parte de su esfuerzo por volver a centrarse en las regiones orientales.

Según el Ministerio de Defensa británico, Rusia tiene problemas para sostener operaciones en diversas áreas, por lo que ha decidido aparentemente centrarse en el este, en la región del Donbás, y abandonar el objetivo de rodear y controlar Kiev, la capital.

La inteligencia británica dice además que las tropas rusas en Ucrania están desmoralizadas, carecen de equipo y se niegan a cumplir las órdenes.

Según Jeremy Fleming, jefe de la agencia de ciberinteligencia de Reino Unido, GCHQ, el anuncio de Rusia el martes de que reduciría sus operaciones alrededor de Kiev y Chernígov se suma a las indicaciones de que Rusia "ha juzgado muy mal la situación" y se ha visto obligada a "repensar significativamente" su estrategia.

"Hemos visto soldados rusos, sin armas ni moral, negándose a cumplir órdenes, saboteando su propio equipo e incluso derribando accidentalmente su propio avión", señaló Fleming en un discurso en la Universidad Nacional de Australia en Canberra.

"Y aunque los asesores de Putin tienen miedo de decirle la verdad, lo que está pasando y el alcance de estos errores de juicio deben ser muy claros para el régimen".

Nuevo desafío

La aparente interrupción de la comunicación dentro del Kremlin es un nuevo desafío para los políticos ucranianos, europeos y estadounidenses que buscan poner fin al conflicto.

Los líderes de los equipos de negociación de Ucrania y Rusia ofrecieron una imagen mixta de las conversaciones el miércoles, diciendo que habían logrado avances durante las conversaciones en Estambul el martes, pero que todavía había desacuerdos sobre temas clave.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, caracterizó las conversaciones como "solo palabras, sin detalles aún", luego de una evaluación igualmente pesimista que la de Rusia.

Las conversaciones de paz deben reiniciarse el 1 de abril, según el negociador ucraniano David Arakhamia.

Pero en una publicación en redes sociales citada por Reuters, Arakhamia señaló que Ucrania propuso que los líderes de ambos países se reunieran y que Rusia se negó, diciendo que se necesitaba llevar a cabo más trabajo para redactar el borrador de un tratado.

Imagen: The San Diego Union-Tribune

Fuente: BBC

miércoles, 30 de marzo de 2022

Cuando la literatura ayudó a crear el concepto de Estado


La historia literaria heredada del siglo XIX nos acostumbró a pensar la literatura como un acontecimiento surgido en el desarrollo progresivo de una lengua y una cultura, y registró desde las primeras minucias vernáculas hasta las grandes obras y autores canonizados.

La idealización de esta operación hizo que la nación pareciese una consecuencia espontánea y necesaria del desarrollo histórico de la vida en común. La literatura se creyó una manifestación inmediata del espíritu colectivo y popular encarnada en una lengua.

Las políticas de Estado en la construcción de la nación

Sin embargo, la investigación histórica de Ernest Gellner, Benedict Anderson y Eric Hobsbawm ha demostrado hasta qué punto ese relato fue resultado de una construcción artificial e imaginada.

Gracias a ellos, hoy sabemos que las lenguas y culturas nacionales no habrían existido sin la intervención masiva y sostenida de las políticas educativas del Estado moderno. Estas, a través de la escuela pública y obligatoria, estandarizaron y centralizaron las formas de hablar y convivir de poblaciones muy diferentes entre sí. Dichas políticas no siempre fueron completamente exitosas y a veces hasta debieron recurrir a la represión violenta –simbólica e incluso física– para cumplir sus objetivos.

¿Cómo participó la literatura de estos procesos? Su difusión, promoción e institucionalización interesadas por parte del Estado la convirtieron en un ideal de expresión a través del idioma. Su lectura en la página impresa contribuyó a unificar y estandarizar las variedades lingüísticas presentes en un territorio.

También sirvió para representar como articulados y conmensurables modos de vida muy diferentes y separados entre sí, pero territorialmente definidos como partes de la misma nación. Por ejemplo, en la trama de una novela del siglo XIX, las costumbres del campo y las de la ciudad; las de las clases populares y las de las élites; las de la capital y las de las provincias; las de los nativos y las de los migrantes; o las de los hombres y las de las mujeres.

Por ejemplo, los personajes de Balzac se mueven, para triunfar o morir en el intento, entre la provincia y París. Al hacerlo, testimonian los contrastes entre ambos mundos pero, al mismo tiempo, los muestran conectables, unidos como parte un vasto conjunto, al que el autor denominó “comedia humana”, aunque sea singularmente francesa y decimonónica.

Pérez Galdós, en sus Novelas Contemporáneas, hizo de Madrid un tejido de recorridos y encuentros entre la aristocracia, la alta y la pequeña burguesía, el funcionariado, los comerciantes y lo que llamaba el cuarto estado. Los narró desde un registro lingüístico y literario unificado y coherente, un punto de vista abarcador y movedizo que los integró en una sola historia, sin tratarlos como personajes nobles y serios, o bien bajos y cómicos.

Pero, sobre todo, la literatura moderna introdujo entre su público lector una apreciación estética de la ficción que fomentó una mayor conciencia de y confianza en la representación como tal, como han sostenido David Lloyd y Paul Thomas en su libro Culture and the State.

Es decir, una novela, con un autor reconocible y encerrada entre las tapas de un libro, se presta menos a las confusiones entre hecho y ficción, entre información e invención, que hoy nos parecen tan evidentes en los relatos mitológicos de la antigüedad o en los cantares de gesta de la Edad Media.

Al contrario, la lectura habitual de literatura moderna refuerza la distinción: la historia de una novela no forma parte del conjunto de intercambios discursivos orales habituales, está contenida y delimitada en el libro; su comienzo y final absolutos la clausuran como obra frente al mundo de la vida, pero, al mismo tiempo, ella se refiere a él con total evidencia. Y, sobre todo, la obra aspira a resolverse en un sentido único y propio al que cada lector, mucho más individualizado que el público del relato tradicional, debe esforzarse por acceder interpretativamente. Todo esto contribuye a que la obra literaria moderna se conciba como representación autónoma y singular de la realidad, bien reconocible como tal.

La literatura moderna contribuye a la interiorización y a la institucionalización social de la representación y, de este modo, al establecimiento de la infraestructura ideológica de las políticas del Estado moderno. Se vuelve así más verosímil que una persona cualquiera, como usted o como yo, con diversos intereses y pasiones personales, pueda convertirse en representante de la voluntad general, por ejemplo, en funcionario del Estado.

Si el conjunto de la vida social puede ser abarcado por el discurso en una obra con sentido escrita por un autor, es perfectamente imaginable que el bienestar general también pueda estar en nuestras manos, a pesar de todos nuestros sesgos privados.

Individuos y ciudadanos

La ciudadanía moderna basada en la política parlamentaria dependió de que la población se pensara a sí misma como un conjunto de sujetos individuales con derechos y obligaciones. Si hay algo generalizable en la manera en que nos formamos y convertimos en sujetos que incluso se puede describir en las constituciones políticas, entonces la suma de nuestras decisiones públicas (de nuestros votos, por ejemplo) encarna, efectivamente, la voluntad general de un pueblo.

Claro que esto implicó que estos sujetos individuales debieron comenzar a ser capaces de diferenciar en sí mismos, entre sus experiencias e intereses personales, aquello capaz de vincularlos a ese gran mundo de interacciones sociales públicas que los obligaba y habilitaba al mismo tiempo.

Esta separación moderna de lo público y privado ha sido objeto de importantes estudios de filósofos (Habermas, Pardo), sociólogos (Elias, Sennett) e historiadores (Ariès).

La ficción literaria moderna inaugura, participa y vive de este conflicto entre los tipos de motivos que usamos para justificar nuestras conductas privadas y aquellos que movilizan las políticas públicas.

Esta diferencia justifica la aparición de un interés general, competencia exclusiva y primordial del Estado. Este debió encargarse de conseguir aquello que trasciende los intereses privados de cada individuo: el bienestar general. Es un objetivo a lograr, una ficción vinculante que nos moviliza colectivamente y que sería la nación.

Gracias a la literatura moderna, los intereses generales se pueden relacionar con nuestros mundos privados. En las desilusiones de los antihéroes novelescos, desde Lucien de Rubempré e Isidora Rufete al narrador de En busca del tiempo perdido, pueden leerse, en filigrana, instrucciones para resolver las contradicciones entre las pasiones privadas y las virtudes públicas modernas.

En las conductas del poeta provinciano que se hace periodista y se hunde por sus pretensiones aristocráticas, de la presunta heredera que concluye en lo más bajo solo por exceso de imaginación, y del joven obnubilado por los fastos de los grandes salones que termina rechazándolos para escribir una gran obra puramente artística debe haber algo –y al lector corresponde averiguarlo/interpretarlo– que explique por qué es importante que nuestras vidas incorporen una conciencia clara de los asuntos públicos, como la que ellos no tuvieron. O, si la tuvieron, fue solo en parte, aunque, sin dudas, quien sí la posee es el novelista. Nuestras interacciones y lazos sociales se cargan, gracias a la novela, de un sentido profundo que los pone bajo la responsabilidad del Estado y nos hace responsables ante él.

Ese sentido es el de las creencias compartidas sobre la organización de la vida en sociedad. Es lo que esperamos de ella más allá de los intereses particulares de cada uno, pero sin abandonarlos. La literatura moderna es un verdadero laboratorio de ficcionalización que pone en contacto los principios generales que pueden guiar la vida en sociedad con las más extrañas pasiones privadas. Así, la literatura sirve formalmente al Estado aunque, temáticamente, pueda abogar por la revolución más radical: impone a un público de lectores individuales una conciencia del interés general, sea este el que sea.

Literatura después del bienestar general

¿Qué puede suceder, entonces, cuando los estados-nación encuentran competidores a la hora de administrar, divulgar y promover las ficciones rectoras de la vida en común? Sucedió, en el momento histórico del nacimiento del Estado moderno, con la Iglesia, con los códigos nobiliarios, con las organizaciones comunitarias campesinas y luego con el autonomismo obrero, que propusieron maneras muy diferentes de otorgar sentido a la existencia. Hoy ocurre con las culturas corporativas y, sobre todo, con las infraestructuras digitales que habilitan la circulación de sentido y valor más allá de cualquier garantía provista por el estado-nación, desde las redes sociales y el entretenimiento de plataformas globales hasta las criptomonedas.

¿Qué le pasa a la literatura cuando la imaginación de un bienestar que sea general resulta tan radicalmente impugnada? Se refugia en mundos privados que definen de manera puramente negativa ese bienestar, excluyendo cualquier instancia de generalidad para pensar lo social, o bien se diluye alegremente entre un conjunto de medios y discursos cambiantes y proliferantes en los que la generalidad resulta inaccesible como resultado de su velocidad, su cantidad y su diversidad. Y se regodea en ello. Corresponde al lector –en este caso, al de este artículo– identificar estas actitudes con esta o aquella obra particular.

¿Tiene la literatura todavía algo que decir y, sobre todo, que hacer ante los retos impuestos a la ciudadanía por el debilitamiento de las funciones tradicionales de legitimación de lo público por parte del Estado?

Fuente: Infobae

martes, 29 de marzo de 2022

El fascinante caso de la relación entre el acceso a internet y la mortalidad por Covid


Es sin duda una conclusión sorprendente, y que de hecho, podría llegar incluso a afectar políticas de uso de fondos públicos: un estudio de la Universidad de Chicago, recientemente publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA), afirma la existencia de una correlación significativa entre la mortalidad por COVID-19 durante la pandemia, y el acceso a internet, en particular, la banda ancha.

Dado que, evidentemente, internet no tiene ningún tipo de efecto antiviral ni afecta de ninguna manera a nuestro sistema respiratorio, la conclusión inmediata sería que el acceso a internet, como variable, está actuando como un factor que recoge los efectos de otras, tales como edad, estatus socioeconómico, nivel de educación, etc. Esto explicaría claramente cómo, por ejemplo, la mortalidad ha tendido a ser mayor entre personas de edad más avanzada, en las que el uso de internet es menos habitual, o entre personas con menor poder adquisitivo, incapaces de protegerse adecuadamente por no poder confinarse o acceder adecuadamente a medios como mascarillas, etc.

Sin embargo, la correlación se mantiene cuando el estudio introduce esas y otras variables relacionadas como control, es decir, que existe algún otro factor relacionado con la disponibilidad de conexión a internet que no está relacionada con las variables habituales utilizadas en el estudio de la desigualdad –estatus socioeconómico, nivel de educación, edad, discapacidades, carga de alquiler, cobertura de seguro médico o estatus migratorio. Es decir, que la falta de acceso a internet es una variable que tiende a predecir desigualdad es evidente, pero que la correlación con una mayor mortalidad se mantenga incluso tras descontar el efecto de esas variables resulta, como mínimo, interesante.

Aparentemente, la posibilidad de acceder a información de mejor calidad, de buscar información sobre riesgos para la salud o a servicios de consultas de telemedicina se convierten en determinantes sociales de la salud, hasta el punto de llevar a considerar el acceso a internet de banda ancha como un importante factor de salud pública. En ese sentido, y aunque ese vínculo pudiese ser considerado como probable en función de las tasas de mortalidad habituales en distintos estratos de la sociedad, la pandemia ofrece una oportunidad para acelerar nuestro entendimiento acerca de cómo el acceso a internet de banda ancha puede relacionarse con la salud, porque tiende a exacerbar muchas de las desigualdades socioeconómicas existentes que son subyacentes a las desigualdades de salud. Básicamente, que la ignorancia mata, pero evidenciado de una manera mucho más determinante que lo que sabíamos hasta ahora.

Obviamente, no existe ninguna evidencia de que incrementar el nivel de acceso a internet vaya a traducirse mágicamente en un mejor nivel de salud pública o en una protección contra enfermedades: muy probablemente, si tan solo repartiésemos conexiones en barrios o en colectivos desfavorecidos en función de programas de mejoras de infraestructuras, es posible que ese efecto no se tradujese en ningún cambio efectivo. Sin embargo, y dado que lo que parece tener efecto es el acceso a más información de calidad o de contraste con respecto a la que se recibe cuando se carece de acceso a internet, las políticas destinadas no solo a la provisión de la infraestructura, sino también a proveer de la educación adecuada para un uso adecuado de la misma sí podrían tener un efecto positivo sobre la salud pública.

En la práctica, disponer de acceso a internet de banda ancha no solo es una forma de proveer acceso potencial a más información, sino también de posibilitar otros medios para la mejora de las variables relacionadas con la desigualdad, desde el acceso a educación a muchas otras posibilidades. Para los expertos en políticas de salud pública, un factor muy interesante que sin duda merece mucho más estudio.

Fuente: Enrique Dans

Memorias futuras de nuestra generación


Miro por la ventana mientras cae una lluvia cerrada y constante. Es marzo y esa lluvia es una anomalía folclórica en Ciudad de México, que parece diseñada para desafiar cualquier ponderación, incluso las climáticas. Por la calle caminan tres amigos y escucho que uno de ellos pregunta: “¿No hay una app para detener la lluvia? No mames, salí pensando que era primavera”. Los otros sonríen y yo con ellos.

Somos esto: una generación que se vincula mal con el entorno pero que se entiende bien con la inteligencia digital, con la hiperracionalización, con los símbolos encriptados en pantallas que muestran el mundo al alcance de nuestro celular y al que subimos como si fuera el faro único desde el que se contemplan todos los horizontes.

No hace mucho me preguntaba cómo seremos recordados: ¿Quizá como la generación COVID-19 y, al mismo tiempo, antivacunas? ¿O la de las mil contraseñas y los pocos arraigos? ¿Los que acumulamos cajas de Amazon y de comida a domicilio en la puerta del departamento de nuestro barrio gentrificado? ¿Los que dejamos millones de cubrebocas flotando en los océanos? ¿Los que amamos a los perros como a nosotros mismos, pero al prójimo no tanto? ¿Los que comemos vegano mientras observamos el espectáculo de la guerra —dentro y fuera de nuestro país — en videos breves e impresionantes de los que nos olvidamos pronto?

No hay momento histórico que escape a las taras generacionales, tampoco al orgullo de los logros. Si preguntáramos a nuestros padres y abuelos de qué se enorgullecen y de qué se avergüenzan como generación, tal vez nos sorprenderíamos: ¿Los movimientos estudiantiles? ¿El amor libre? ¿La obsesión con la hipoteca inmobiliaria, el triunfo materializado en créditos abusivos para comprar un auto? ¿Aquel machismo setentero que priorizó todas las causas sociales antes que el feminismo? En el libro ¿Será que soy feminista? la escritora Alma Guillermoprieto cuenta que, cuando las mujeres intentaban poner sobre la mesa los temas de género, los compañeros universitarios les respondían: “Compañera, estamos discutiendo la revolución”.

Pienso en nosotros y nuestras razones de orgullo, que no son menores: cada vez hay más cabida para las personas que no se identifican con un género binario y, a pulso cotidiano, vamos modificando un lenguaje rígido, masculinizado y excluyente; las mujeres hemos avanzado hacia la despenalización del aborto; y tenemos una mayor conciencia del cambio climático. Pese a todo, el mundo da cuenta una y otra vez de que no es precisamente ese lugar ultramoderno y civilizado que nos relatamos desde el privilegio del faro digitalizado.

Mientras observaba las fotografías de los jefes de Estado europeos que se reunieron el 10 de marzo en Versalles para discutir sobre la invasión rusa, bajo una pátina fastuosa que no deja de causar pudor comparada con las escenas devastadoras de Ucrania, recordé este poema de Lawrence Ferlinghetti: El mundo es un lugar hermoso / donde nacer/ si no te importa que alguna gente muera / todo el rato / o pase hambre mortal / parte del tiempo / lo cual no es la mitad de malo / si no eres tú.

Y nosotros, que no fuimos a Versalles, también contemplamos esa guerra desde el lujo faraónico de la desconexión emocional, por más conectados a la red que vivamos. Esa paradoja y la confusión, la falta de discernimiento entre consumir información o consumir entretenimiento en las redes sociales está cobrando una alta factura: la indolencia sistémica. Son ya 15 años de Twitter y 18 años de Facebook. ¿Cómo ha transformado nuestros procesos cognitivos y emocionales acudir a ellas para discutir, para informarnos y desinformarnos? ¿O para pasar, esquizofrénicos, del horror de la guerra a la risa con el meme graciosísimo que viene justo debajo del video sanguinario?

La lectura de la guerra también pasa por las redes y la clase social. Como la imagen de restos de masa encefálica en las paredes de una casa en el pueblo de San José de Gracia, en Michoacán, después de la ejecución espeluznante de al menos 11 personas a las que no consideramos iguales porque “andan en malos pasos” —como dicen las autoridades mexicanas— y pertenecen a un segmento social con el que no nos identificamos; o la de la estación de trenes de Kiev, en Ucrania, donde se han separado tantas familias en medio del llanto, pero desde Twitter es solo Europa siendo Europa. Nuestra indignación es episódica, de trending topic, de superioridad moral porque la sentimos lejana a nuestra identidad y entorno.

Oh, el mundo es un lugar hermoso / donde nacer / si no te importan / unas pocas almas muertas / en los pisos más altos / o una bomba o dos / de vez en cuando / en tu carita respingona.

En esta generación somos también los que no tenemos hijos: la tasa de fecundidad ha disminuido drásticamente en México y el mundo. En algunos casos incluso por debajo del nivel de reemplazo poblacional. ¿Cómo nos definirá ese hecho? Por más proyecciones que existan, no lo sabremos hasta que el tiempo —ese que nos parece demasiado cuando un sitio web tarda más de 10 segundos en descargar o un Uber tarda más de cinco minutos en llegar— nos lo diga.

Y sí, este mundo es un lugar hermoso para vivir si no nos importan las inconveniencias / como que nuestra sociedad Marca Registrada / sea presa de sus hombres de la distinción / y sus hombres de la extinción / y sus curas / y otros patrulleros / y sus segregaciones varias / e investigaciones del congreso / y otros estreñimientos / de los que nuestra tonta carne / es heredera.

A las variables para el vértigo que propone Ferlinghetti hay que sumar dos años de pandemia, que nos entrenaron para relacionarnos a través del Zoom con seres unidimensionales, estimulados por la luz de la pantalla, con los oídos masacrados por los audífonos. Hoy nos causa sorpresa ser convocados para estar presentes: “¡Es presencial!”, alcanzo a leer en las notificaciones de WhatsApp que me están urgiendo a un chat grupal para coordinar una reunión. ¡Es presencial! Había que llegar a 2022 para que nos sorprendiera que, a veces, vivir implique llevar el cuerpo a algún sitio.

Me quejo, claro, como la más llorona e hipócrita de los posmodernos mientras espero ansiosa mi pedido de Uber Eats, porque tengo hambre y hoy no hubo tiempo para preparar algo pues soy ultraproductiva y me autoasedio bajo el bombardeo del “tengo mucho trabajo”. Porque aprendí que tener trabajo era triunfar. Así que aquí estoy, triunfando.

Fuente: Post Opinion

lunes, 28 de marzo de 2022

Vladímir Putin, un fenómeno editorial


Como esos centrales de la vieja escuela, la industria editorial no siempre tiene suficiente cintura para reaccionar ante los regates de la actualidad, pero cuando la jugada tiene continuidad y puede anticiparse, la contundencia está garantizada.

Así, la eternización de Vladímir Putin (San Petersburgo 1952) al frente de Rusia, ya sea como primer ministro (1999 y 2008-2012) o como presidente (1999-2008 y 2012-presente), y su conversión, incluso antes de la invasión de Ucrania, en el enemigo número uno del bloque occidental anuncian una cascada de novedades sobre su figura y trayectoria.

Desde el segundo mandato presidencial

De hecho, ya en 2004, coincidiendo con su segundo mandato presidencial y la constatación de que no se trataba de un simple paréntesis, llegaron al mercado algunas pioneras aproximaciones para tratar de explicar cómo ese gris exagente del KGB se había convertido primero en el hombre de confianza del presidente Boris Yeltsin y finalmente en el nuevo zar del gigante euroasiático.

Entre aquellos títulos iniciáticos encontrábamos desde Putin: Russia’s Choice, del rusófilo politólogo británico Richard Sakwa, a la denuncia de la desaparecida periodista Anna Politkóvskaya, La Rusia de Putin (en Debate al año siguiente), pasando por el Putin’s Progress del corrupto Lord laborista Peter Truscott, entre otros.

De las obras posteriores, también son reseñables el negativo retrato de 2012 firmado por Masha Gessen (recuperado urgentemente por Debate este febrero), la biografía del alemán Hubert Seipel de 2015, traducida dos años después por Almuzara; o el Putin v. People de Samuel A. Greene y Graeme B. Robertson de 2019.

Desfasados por la actualidad

Sin embargo, buena parte de esta bibliografía ha quedado desfasada por el paso del tiempo y resulta insuficiente para interpretar la actualidad de estos días. Para responder a esta urgencia, muchos sellos españoles y catalanes han ido a buscar a referentes locales con obras previas sobre el mundo ruso-soviético.

Es el caso de Putin trenta anys després del final de l'URSS firmado por Llibert Ferri, decano de los corresponsales catalanes tras el antiguo telón de acero, donde se buscan las raíces históricas del ascenso del presidente ruso y se advierte respecto de su peligrosidad, sin evidentemente prever la actual escalada bélica.

Ya con la campaña militar en marcha, otros dos veteranos han ofrecido su particular mirada sobre la actualidad: Rafael Poch-de-Feliu en una recopilación de sus artículos más recientes bajo el título La invasión de Ucrania; y Carlos Taibo en una actualización y ampliación de su previo Rusia frente a Ucrania.

A nivel internacional, el florecimiento ha sido aún más ingente, justificado por la evolución y actualidad de Putin y por su conversión en icono del autoritarismo. De entre la diversidad de obras recientemente anunciadas o publicadas y sin ánimo de exhaustividad, sí pueden escogerse algunos títulos por su relevancia y/o aportaciones.

En primer lugar, difícilmente nadie podrá superar la minuciosa biografía firmada por el periodista británico Philip Short. Este experimentado biógrafo –tiene obras previas dedicadas a Pol Pot, François Mitterrand o Mao, esta última la única traducida al castellano– ha aprovechado el conocimiento acumulado a lo largo de sus años como corresponsal internacional, incluido Moscú para la BBC entre 1974 y 1976, así como un trabajo de documentación que se ha alargado durante seis años.

Las dos obsesiones del régimen

Pero biografiar a personajes aún vivos y activos tiene sus peajes y difícilmente Short podrá incluir el desenlace del actual conflicto y, sobre todo, los años finales del autócrata.

Estas carencias lógicas no desmerecen una aproximación que sitúa en la idealización de sus años y experiencias como agente de la KGB y en la nostalgia del “homo sovieticus” buena parte de las claves interpretativas del Putin individuo. Seguramente, pocas imágenes más reveladoras que la de la huida desde Dresde en el coche familiar, con una lavadora de segunda mano sobre la baca.

En cambio, para descodificar al Putin presidente, Short pone el acento en las conexiones entre los antiguos miembros de los servicios secretos y los nuevos oligarcas con proyección internacional, donde a menudo cuesta distinguir dónde comienzan unos y terminan otros. Eso sí, todos ellos se encuentran alineados para alcanzar las dos obsesiones del régimen: resarcirse de los agravios exteriores –reales o inventados– y rehacer las glorias –tuneadas o imaginadas– imperiales.

Precisamente, Los hombres de Putin, de la corresponsal Catherine Belton, se centra en estos círculos opacos de poder y riqueza para explicar los últimos treinta años de la política rusa.

Considerado el libro del año el pasado 2021 por las grandes cabeceras anglosajonas, resulta especialmente interesante y preocupante el análisis de cómo el (sucio) dinero ruso ha inundado Londres y Washington. Mientras que quizás los vínculos con Trump han merecido mayor cobertura, los lazos con la capital londinense, más allá de la chapucera y cruel eliminación de destacados refugiados, impacta por la profundidad de las influencias económicas y políticas. Pero también por la nómina de artistas invitados, como el caso de Román Abramóvich, descrito como el hombre de paja de los intereses de Putin en la City.

Por si existía alguna duda sobre la falsa independencia de los magnates rusos, el ex máximo responsable de la petrolera Yukos, Mijaíl Jodorkovski, se encarga de desvanecerlos en su autobiógráfico The Russian Conundrum, anunciado para junio y escrito a cuatro manos con el políglota corresponsal Martin Sixsmith, con la voluntad de sumarse a la desacreditación de Putin y, de paso, vindicarse de cara a posibles tiempos mejores.

También escrito a cuatro manos pero mucho más interesante se presenta Spin Dictators, previsto para la primavera, del reconocido economista ruso –y víctima de las persecuciones de Putin– Sergei Guriev y del politólogo estadounidense Daniel Treisman.

En él, sus autores nos recuerdan cómo los autócratas del siglo XXI ya no necesitan actuar como monstruos de terror y violencia, sino que les basta con el control y concentración de las palancas del poder y de los medios de comunicación.

Tras la senda iniciada años atrás por Lee Kuan Yew en Singapur, Putin sobresale como un alumno aventajado en la puesta en práctica de estrategias que combinan el potencial de la modernización en beneficio propio (ya no practican la autarquía), de la manipulación sofisticada (ya no grosera) y de la explotación de las debilidades democráticas (ya no el combate directo).

En esta misma línea de original estudio comparativo sobresale otro título anunciado también para las próximas semanas y que tendrá versión castellana en Crítica: The Age of The Strongman. Este análisis sobre “cómo el culto al líder amenaza la democracia en todo el mundo” viene avalado por la firma de Gideon Rachman quien, a sus orígenes cosmopolitas y su formación como historiador en Cambridge, suma una trayectoria profesional envidiable como periodista en el servicio mundial de la BBC, reportero en Washington, miembro durante 15 años de la plantilla de The Economist (con cargos en América, Asia y Europa) y referente en los últimos tiempos en el Financial Times.

Autócratas y contramodelos

Con este capital acumulado, construye un libro brillante que viaja por el mundo entero para diseccionar el concepto de hombre fuerte. Después de reprochar a la comunidad internacional sus repetidos errores de cálculo (“Esta tendencia inicial de los comentaristas occidentales a confundir a los líderes fuertes con los reformistas liberales es una especie de patrón”), Rachman despliega unos primeros diez capítulos donde traza breves biografías de diferentes autócratas –Bolsonaro, Erdogan, Bin Salman, Xi Jinping, Orban, Modi…–, tan implacables como bien informadas gracias a las entrevistas e incluso conocimiento directo previos.

Caracterizado el perfil, Rachman todavía tiene tiempo para comentar los posibles contramodelos representados por Macron, Trudeau o Ardern; para denunciar la batalla ideológica personificada por el bien (George Soros) y el mal (Steve Bannon); y para abrir la puerta a una posible –y voluntariosa– corrección de rumbo a partir de la presidencia de Joe Biden.

Por desgracia, uno de esos hombres fuertes, Vladímir Putin –precisamente quien abre el libro– puede acabar condicionando tanto el arriesgado pronóstico de futuro, como la esperanzada mirada que sustenta.

Fuente: The Conversation

domingo, 27 de marzo de 2022

El insólito error de las tropas rusas que frustró los deseos de Putin de una invasión rápida a Ucrania


Las tropas rusas en Ucrania han confiado, con sorprendente frecuencia, en dispositivos de comunicación no seguros, como teléfonos inteligentes y radios de pulsar para hablar, dejando a las unidades vulnerables a los objetivos, y subrayando aún más las deficiencias de mando y control que han llegado a definir la invasión de un mes de Moscú, dicen los observadores.

“Estamos viendo que utilizan mucho más las comunicaciones no clasificadas porque su capacidad de comunicaciones clasificadas... por una u otra razón, no es tan fuerte como debería ser”, dijo a los periodistas en una reciente sesión informativa un alto funcionario de defensa estadounidense, que habló bajo condición de anonimato según los términos establecidos por el Pentágono.

Los militares rusos poseen equipos modernos capaces de realizar transmisiones seguras, pero las tropas en el campo de batalla han recurrido a líneas más sencillas de utilizar pero menos seguras debido a una disciplina desigual entre las filas, a una aparente falta de planificación para llevar a cabo una lucha sostenida a larga distancia y a los ataques rusos a la infraestructura de comunicaciones de Ucrania, en la que también se ha apoyado, dicen los expertos.

Un funcionario de los servicios de inteligencia europeos, que habló bajo condición de anonimato para discutir las evaluaciones de la OTAN en el campo de batalla, dijo que desde que comenzó la invasión a finales de febrero, ha habido múltiples casos de comandantes rusos que confiscaron los teléfonos personales de sus subordinados por temor a que revelaran involuntariamente la ubicación de una unidad.

Del mismo modo, los civiles ucranianos han denunciado el robo de sus teléfonos por parte de las tropas rusas, que los utilizan para hablar entre ellos y con su familia en su país, dijo este funcionario. Esas llamadas, señaló el funcionario, han revelado las frustraciones de las tropas y el descenso de la moral, ya que el ejército ucraniano ha obstaculizado el avance de Rusia en torno a ciudades clave, matando a miles de rusos en el proceso.

El Pentágono dijo el viernes que sus últimos datos de inteligencia mostraban que las fuerzas rusas habían perdido el control total de Kherson, una ciudad portuaria a lo largo del Mar Negro, a medida que Ucrania amplía sus operaciones ofensivas en la parte clave del país y Rusia parece haber cambiado su énfasis a la región separatista de Donbas en el este. Las fuerzas ucranianas también han hecho retroceder los avances rusos en las afueras de la ciudad septentrional de Chernihiv, con otras ofensivas en curso en los suburbios occidentales de Kiev, la capital, dijo el alto funcionario de defensa estadounidense.

Hay pruebas de que Estados Unidos y otros países de la OTAN han proporcionado a las fuerzas ucranianas equipos de guerra electrónica capaces de interrumpir las transmisiones rusas y permitirles apuntar a los puestos de mando rusos, dijo Kostas Tigkos, un experto militar ruso de la empresa de análisis de defensa Janes Group. Al destruir los nodos de comunicación de Rusia, los ucranianos podrían presionar a sus adversarios para que utilicen equipos menos seguros, dijo, aumentando la probabilidad de que sus conversaciones sean interceptadas o sus posiciones trianguladas.

Aunque el ejército ruso ha revisado su tecnología militar en las últimas dos décadas, con cierto énfasis en la modernización de su hardware de comunicaciones, Tigkos dijo que el equipo es sólo una parte de la ecuación. “Una cosa es desarrollar una buena radio que funcione bien. Otra cosa es desplegar esa radio, construir una red y llevar a cabo una compleja operación militar con miles de piezas móviles, y hacer que funcionen juntas como una sinfonía.”

Las transmisiones militares rusas a través de líneas no seguras han sido tan frecuentes, dicen los analistas, que los entusiastas de la radioafición las han sintonizado en línea utilizando sitios como Web SDR. Algunas conversaciones han revelado las frustraciones de las tropas. En una transmisión del 5 de marzo, un miembro del servicio ruso se identifica como “Blacksmith”, en lugar de un indicativo de llamada. “¡No digas los apellidos en el aire!”, responde otro. La transmisión fue proporcionada a The Washington Post por Shadow Break International, una consultora de inteligencia de código abierto con sede en Gran Bretaña.

En otra discusión, los soldados rusos parecen confundirse al confundir sus indicativos. Uno se identifica como “Exchange”. Otro dice entonces que, de hecho, ese es su indicativo. “¡Te has confundido!”, explica uno de ellos.

Los comandantes rusos también han mostrado dificultades para orquestar las comunicaciones en un campo de batalla tan vasto y dinámico, dicen los analistas. Sus fuerzas se extienden por toda Ucrania, el país más grande de Europa fuera de Rusia, lo que supone un reto para los planificadores militares que deben coordinar los sitios de transmisión móviles y asegurarse de que las radios funcionan en frecuencias que deben cambiarse constantemente.

Al mismo tiempo, los analistas militares han advertido de que no se deben hacer generalizaciones sobre el rendimiento de las comunicaciones de los rusos. Algunas unidades, dicen, pueden estar mejor equipadas y disciplinadas que otras.

Las fotos de los equipos rusos capturados por las fuerzas ucranianas muestran radios sofisticadas y seguras, dijo Sam Bendett, un experto en tecnología militar rusa del Centro de Análisis Navales en Arlington, Virginia. Otras imágenes muestran equipos de uso corriente. Es posible que algunos miembros del personal ruso utilicen estas radios para mezclarse en el amplio espectro de frecuencias civiles -como una aguja en un pajar, dijo Bendett- en lugar de las frecuencias militares, que son más limitadas y detectables con el equipo adecuado.

Hay pruebas anecdóticas de que las comunicaciones no seguras de Rusia han provocado pérdidas en el campo de batalla. Un general ruso murió supuestamente en un ataque aéreo después de que su teléfono móvil fuera detectado por los ucranianos, según informó el New York Times a principios de este mes.

En otro caso, compartido por el Ministerio de Defensa ucraniano, se escuchó a dos oficiales de inteligencia rusos discutir por una frecuencia abierta la muerte de un oficial superior. Cuando uno de ellos pidió hablar por una línea cifrada, el otro dijo que no funcionaba.

“No podemos ponernos en contacto con nadie en absoluto”, dijo el funcionario, lamentando su teléfono inoperativo, llamado Era. El dispositivo, de fabricación rusa, depende de una red celular para funcionar, pero los intensos bombardeos han destruido las torres de telefonía móvil en muchas partes del país, lo que a su vez limita la capacidad de los rusos para utilizar teléfonos seguros, dijo Tigkos, el analista de Janes Group.

También es probable que los altos mandos rusos, con experiencia en la lucha contra fuerzas menos capaces en otros escenarios, hayan caído en la complacencia y se hayan visto sorprendidos por la determinación de las fuerzas ucranianas. Los comandantes rusos han rotado por Siria durante años, donde las radios y los teléfonos móviles podían utilizarse sin preocuparse por las interferencias o el seguimiento, señaló Bendett, del Centro de Análisis Navales.

“Parece probable”, dijo, “que algunos oficiales adquirieron malos hábitos que pensaron que funcionarían en Ucrania”.

Imagen: Aplicantes

Fuente: Washington Post

El comunicador en jefe


En un vídeo dirigido a la nación esta semana, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenski acercó su teléfono celular a la cámara y puso en marcha una aplicación con temporizador mientras sonaba una sirena antiaérea. Ouioooooouuuuuuuuuu. “Duró 20 segundos”, dijo Zelenski, después de que el ulular disminuyera. “Y lo escuchamos durante horas, días, semanas. Nuestra gente... agarra a sus hijos, ayuda a los ancianos y va a los refugios... para sobrevivir, de los misiles rusos, de las bombas”. Escenografía sencilla, mensaje contundente.

Sentado en su escritorio, sin afeitar y con su ya característica camiseta verde, Zelenski había recordado en pocas frases a 44 millones de ucranianos que estaba pasando por lo mismo que ellos, al tiempo que renovaba la presión sobre la OTAN para que impusiera una zona de exclusión aérea.

Es un mago de la lectura de audiencias. A cada una le entrega las palabras justas para conmoverlas. En general, conquista por su sencillez y empatía. A los estadounidenses les recuerda lo que fue para ellos Pearl Harbor o el 11/S para que entiendan por lo que están pasando los ucranianos. A los británicos les habla de los bombardeos nazis y el “sangre, sudor y lágrimas” de Churchill. A los israelíes les recuerda que Golda Meir había nacido en Kiev y que muchos de los que construyeron ese Estado fueron ucranianos.

Las guerras se ganan tanto por la superioridad bélica como por la propaganda. Zelenski ya ganó esta confrontación a Putin y por lejos. Escenificó al David que derrota al todopoderoso Goliat que viene a atacarlo. Su capacidad de comunicación es extraordinaria, su manejo de las cámaras y las redes sociales sublime. “Sin duda ya es uno de los mejores comunicadores en tiempos de guerra de la Historia”, asegura el experto en el tema, Leonardo Trevisan, de la Pontificia Universidad de Católica de San Pablo.

Sus índices de aprobación dentro de Ucrania se dispararon a medida que la invasión rusa entra en su segundo mes. La exitosa resistencia se logró en gran medida por su discurso dando aliento a sus compatriotas. Logró reunir a la nación en torno a la bandera mientras miles de civiles tomaban las armas. Fuera de Ucrania es tan o más popular aún. Lo elogian los máximos líderes y la gente que se pega al televisor cada vez que aparece. Se lo ve cercano y auténtico.

Sí, fue actor y sabe cómo manejarse con las cámaras. Tienen 44 años y conoce perfectamente cómo moverse en las redes sociales. Fue un productor acostumbrado a convencer. Es un abogado acostumbrado a litigar. También se preocupó particularmente de sus discursos desde que se lanzó a la política. Iuliia Mendel, la portavoz de Zelenski durante los dos primeros años de su presidencia (2019/21), le dijo a la agencia Reuters que “siempre puso mucho tiempo y esfuerzo en sus mensajes. No es algo que surgió con la guerra”. Y de acuerdo a Mendel es muy versátil y capaz de cambiar un discurso dejando de lado lo que tiene escrito para hablar directamente a la audiencia. “Ahora puede simplemente agarrar su teléfono y hacer un vídeo selfie, sin importarle mucho la iluminación o que no se haya afeitado”, agregó la joven ex funcionaria.

El entorno más informal lo acercó a la gente, “porque cuando todo el mundo está sufriendo tanto sería muy extraño que intentara parecer oficial, con traje y corbata como si estuviera de visita en la Casa Blanca”, según Mendel. Mientras perfecciona su papel como rostro de la resistencia ucraniana vestido de fajina y sin ningún oropel militar, con la misma camiseta verde militar y el rostro cansado por días sin dormir, lanzó discursos apasionados en una “gira” virtual por los parlamentos del mundo para intentar evitar que se disipe la indignación internacional contra Moscú. “Sabe que tiene que seguir encontrando nuevas formas de mantener la invasión rusa en el centro del debate público mundial y en sus términos. Y creo que eso es lo que ha hecho muy bien hasta ahora, pero es más difícil cuanto más tiempo pasa”, opinó Alastair Campbell, que fue portavoz del ex primer ministro británico Tony Blair, en una nota del Telegraph.

Volodímir Oleksándrovich Zelenski (en ucraniano, Володи́мир Олекса́ндрович Зеле́нський), nació en la ciudad ucraniana de Krivói Rog, en enero de 1978, cuando todavía estaba bajo la Unión Soviética. Estudió derecho, pero dejó la carrera para convertirse en actor, guionista, productor y director de cine y televisión. Creó una productora, Kvartal 95, que diseñó una exitosa serie de televisión llamada “Servidor del pueblo”, en la que Zelenski tenía el papel de presidente de Ucrania. El personaje que ironizaba sobre la clase política ucraniana, la corrupción y la mentalidad soviética se hizo muy popular. En marzo de 2018, un poco en broma un poco en serio, se armó a su alrededor un partido político antisistema con el mismo nombre de su empresa, Kvartal95.

Anunció su candidatura para las elecciones presidenciales en la noche del 31 de diciembre de 2018. Usó la víspera del Año Nuevo para opacar y burlarse del discurso de fin de año del presidente Petró Poroshenko. Terminó ganándole las elecciones en la segunda vuelta por el 73,22%. En mayo de 2019 se convirtió en el sexto presidente ucraniano desde la independencia en 1991. En los siguientes dos años se dedicó a intentar limpiar el aparato de Estado sin mucho éxito. El parlamento continuaba dominado por la antigua política que le impidió cualquier reforma. La guerra del Donbás tampoco iba bien. A fines del 2021 ya había 14.000 muertos por los enfrentamientos. Su popularidad estaba cayendo a velocidad de crucero.

Con la amenaza de Putin, que comenzó hace un año a acumular tropas y tanques en la frontera ucraniana, Zelenski encontró un espacio donde moverse con mayor habilidad. Aunque no faltaron las críticas. Bajo la ley marcial, su consejo de seguridad y defensa prohibió temporalmente los partidos políticos afines a Rusia, uno de los cuales tiene un número considerable de escaños en el parlamento y que siempre lo acusó de querer silenciar a la oposición. También cerró de hecho los canales de televisión privados al unificar la cobertura en una sola emisora estatal que transmite en cadena.

También lo acusan de haberse encerrado en un círculo mayoritariamente integrado por ex amigos de la época de la televisión. Kyrylo Tymoshenko, ahora subdirector de la oficina de Zelenski, fundó una empresa que producía anuncios para la campaña política. En su entorno en Kiev también se encuentran su poderoso jefe de gabinete Andriy Yermak, el primer ministro Denys Shmygal, el asesor cercano Mykhailo Podolyak y David Arakhamia, que encabeza la facción del partido presidencial en el parlamento.

Todos son tan hábiles como él para el manejo de la comunicación. Un vídeo en el que presentó a su equipo al principio del conflicto fue visto casi 15 millones de veces en Instagram. Según el grupo de investigación Rating, el índice de aprobación del presidente en Ucrania se ha triplicado hasta el 91% desde diciembre, mientras que el 93% de los ucranianos cree que ganarán la guerra.

A nivel global, también conquistó a una enorme audiencia que lo llena de elogios. El historiador británico Andrew Roberts lo comparó con Winston Churchill en una nota que publicó en el flemático The Times. Harvard Political Review dijo que Zelenski “aprovechó el poder de las redes sociales para convertirse en el primer líder verdaderamente en línea de la historia en tiempos de guerra”. Deutsche Welle, Der Spiegel, USA Today, BBC News y The Guardian lo trataron de “héroe global”.

Desde que comenzó la invasión, el 24 de febrero, Zelenski fue blanco de varios intentos de asesinato; tres fueron desbaratados gracias a las advertencias de empleados rusos del servicio secreto, el FSB, que se oponen a la guerra. Dos de esos intentos fueron llevados a cabo por los paramilitares rusos del Grupo Wagner y el tercero por los kadyrovitas, la guardia personal del líder checheno Ramzan Kadyrov.

Todo esto agrandó la figura de Zelenski. Aunque sabe que sigue siendo el blanco más buscado de los mercenarios rusos. Dicen que Putin puso varios millones de dólares por su cabeza. Zelenski se defiende con la que es su arma más poderosa, su imagen y su conexión con los ucranianos y el resto del mundo a través de las redes sociales.

Fuente: Infobae

viernes, 25 de marzo de 2022

Memes, palabras, guerra, espías, crímenes... 5 temas interconectados


1. ¿Estamos preparados para ver memes de nuestra muerte?

“No estoy preparado para empezar a ver contenido sobre cómo sobrevivir a un ataque nuclear”. Yo tampoco.

La frase es de Ryan Broderick, copresentador de un podcast llamado The Content Mines. La palabra clave en esa frase es precisamente “contenido”. “Contenido” no es solo información, documentales, vídeos, posts. Es todo lo que se produce en internet para ser consumido: desde un tuit a un vídeo de Youtube de 3 horas, pasando por una foto en Tumblr o un TikTok. Todo es contenido.

En el título pongo “memes” porque “contenido” es demasiado amplio. Pero en realidad me refiero a “contenido”. Con la invasión en Ucrania el fantasma remoto del uso de armas nucleares más pequeñas y dirigidas que Hiroshima se ha vuelto plausible. Esa terrible ventana de oportunidad ha provocado la llegada de contenido sobre cómo sobrevivir a un ataque nuclear. El objetivo del contenido es obviamente que le prestes atención.

No me veo después de dos años de pandemia (yo mismo escribí en marzo de 2020 sobre los “preppers” que almacenaban comida en casa, un contenido típicamente catastrofista) haciendo cálculos mentales sobre dónde debo llevar a mis hijos si sobrevuela los Pirineos una bomba nuclear. Quizá voy tarde: he oído un caso de familia que ha sacado pasaporte a sus hijos pequeños por si deben huir.

Pero aquí hablo de internet. El tema de esta newsletter hoy es cómo el contenido sobre mi muerte se va a colar en mi atención aunque me resista. Y cómo eso es una novedad de nuestra era y no sabemos sus implicaciones o ni siquiera si tendrá. Es simplemente una característica más de internet.

El episodio donde Broderick dice esa frase va de algo que llaman “disonancia estructural”. Se lo han inventado dos periodistas, no tiene nada de serio, pero describe un fenómeno evidente. Así lo describe Broderick en una buena frase elaborada: “Es la extrañeza inherente de ver las costuras de la vida real a través de la estructura trivializadora de internet”. En Twitter tiene el nombre más habitual de “demolición del contexto” [context collapse]:

En internet está todo en cajas o presentaciones indistintas. En la misma plataforma que uso para discutir con mi pareja (WhatsApp), veo memes del Barça-Madrid, el Washington Post la usa para gestionar su equipo de reporteros en Ucrania y es probable que soldados tomen decisiones de vida o muerte en ella, todo bajo el mismo formato.

Yo mismo cuando uso WhatsApp y veo mis chats uno justo encima de otro y que gestiono con segundos de diferencia, pienso qué drama humano ligeramente tóxico provocarían si se vieran entre sí. O si alguien pudiera sacar la cabeza virtual y mirar qué dice el chat vecino.

En redes, mientras miro opiniones de Motomami o elXokas veo refugiados, sanciones y rublos por gas. Todo tiene el mismo fondo, la misma aspiración y está pensado para erizar mi curiosidad o emoción. Todo es un cúmulo, nada está compartimentado.

En The Content Mines defienden que esto no ha pasado igual en otras épocas. Por ejemplo, con la hambruna en Etiopía de los 80. Aquello estaba circunscrito a los telediarios, a los periódicos y allí se quedaba cuando terminaban y apagabas la tele. Uno seguía con su vida. Podemos imaginar qué ocurriría hoy en redes. De nuevo, no sé las consecuencias ni implicaciones de este cambio.

En 2019 el escritor estadounidense de ciencia ficción William Gibson explicó cómo había vivido el 11-S desde Vancouver (Canadá): “Estaba en mi oficina en el sótano, en una web de relojes a la que dedicaba mucho tiempo. Alguien escribió: ‘Avión impacta contra el World Trade Center’. Fui a Google y no había nada. Fui a hacerme café y cuando volví: ‘Impacto de un segundo avión. No fue un accidente’”. Era una página sobre relojes. El contenido nos persigue. A continuación el periodista cita un párrafo de la siguiente novela de Gibson donde un personaje dice:

No tenemos futuro. No en el sentido de que nuestros abuelos tenían un futuro, o pensaban que lo tenían. Para nosotros, por supuesto, las cosas pueden cambiar tan abrupta, violenta, profundamente, que futuros como el de nuestros abuelos no tienen un "ahora" suficiente para sostenerse. No tenemos futuros porque nuestro presente es demasiado volátil. Sólo tenemos gestión de riesgos. El giro de los escenarios de un momento dado.

Esa falta de pie en el “ahora” hace que cualquier cambio en el modo en que consumimos contenido o realidad tenga impacto. Esta semana Instagram ha anunciado un pequeño cambio: ha introducido el feed cronológico. Hace unos días Twitter pretendió suprimir ese feed y les salió mal. La diferencia entre el feed cronológico y algorítmico es el orden en que vemos los mensajes: en el cronológico aparecen por orden de publicación y en el algorítmico por orden del que más nos puede interesar, según unos criterios que solo sabe la plataforma.

Lo he dicho otras veces: el algorítmico es droga. Sabe lo que cada usuario quiere y se lo da, junto a un menú de lo más viral de la plataforma. Es como portadas de Interviú, El Caso, Marca, Vanity Fair y Pronto una tras otras hasta el infinito. Es difícil levantar la vista según el interés.

Ese tipo de feed es el que nos lleva una vez tras otra a una red: siempre hay algo interesante, sea un meme, un gol, una bomba, una tragedia, un post viral o una broma. Todo es contenido listo para ser ingerido. En esefeedsin embargo puedes ver noticias de Ucrania que pasaron hace dos días o tendencias terribles en Corea del Sur sobre covid que igual era mejor no ver hasta que lleguen más cerca. O cuando sean digeribles.

Con el feed cronológico ocurre algo más difícil de sentir hoy: es aburrido, hay fotos o tuits sosos. Las redes saben que entramos menos y por tanto vemos menos anuncios en el cronológico, por eso intentan que el algorítmico esté activado por defecto. Para este mundo donde desactivar el cerebro es complicado, el cronológico es una pequeña salvación para cada usuario. Yo no la cumplo, de momento. Estoy en modo algorítmico, quizá por eso no estaba preparado para contenido sobre una guerra nuclear. Voy un poco saturado de viralidad loca. "Todo pasa demasiado", como dice este tuit legendario de 2012.

¿Estamos preparados para ver memes de nuestra muerte?
Ese contenido se vuelve fácilmente absurdo o reemplazable porque no es fácil vivir con la soga al cuello siempre. Aunque ocurra. Por eso se viraliza una famosa congresista trumpista diciendo que el problema de una guerra “provocaría escasez de alimentos”. Al menos te ríes. Pero no deja de ser un contenido quizá innecesario. Prefiero no darle vueltas a qué haré si sobrevivo a un apocalipsis.

2. El peso de las palabras

Una de las consecuencias de esta disonancia estructural cuando estamos en redes sociales es el doomscrolling. Intenté traducirla hace unos meses en un artículo sobre la utilidad del inglés en conceptos que sabemos que son, pero no tenemos palabra. Veo que luego ha salido más veces en el periódico. “Doomscrolling” es bajar en la cronología de una red para buscar esperanza cuando solo surgen malas noticias.

Este jueves me ha escrito un amigo con una pregunta parecida: “Me pregunta uno que si hay un término para definir a la gente que es muchísimo más fea IRL [en la vida real] que en la foto que ponen en Twitter. Es gente que va a un evento y se encuentran con alguien y tienen que mirar tres veces la foto de Twitter y a la persona para reconocerlos”. Lo primero que he pensado es: pues flipa en Instagram o Tinder. Pero lo segundo es: ni idea. He mirado un poco y Facetune es una de las apps que se usa para añadir filtros a cara y es probable que en inglés lo usen como verbo. Pero poco más.

Todo esto viene a cuento porque en Reino Unido está camino del Parlamento una ley para que las plataformas tengan más control sobre el contenido “dañino” que publican. Quedan las enmiendas y será un tema pronto para el periódico, no para la newsletter, porque toca aspectos sensibles de la legislación de internet.

Uno de ellos es penas para quien manda fotopollas sin aviso. En inglés tienen desde 2010 una palabra que no conocía para esa acción (no para la fotopolla): cyberflashing. Es claramente la traducción de ciberexhibicionismo, aunque no sé si el concepto entraría con facilidad en una ley española.

3. La importancia (temporal) de una guerra

Ya he hablado aquí del impacto del interés por la invasión de Ucrania. Mi compañero Javi Salas, que escribe cada sábado la maravillosa newsletter de Ciencia, me recuerda este artículo de la investigadora de Stanford Renée di Resta ha escrito un artículo con algunos datos sobre cómo cuando un país grande invade a otro pequeño en el corazón de Europa a la gente le interesa más que la última batalla cultural nacional. No es sorprendente, pero la confirmación es interesante.

“Gran parte de lo que parece una polarización insalvable en redes puede ser producto del aburrimiento, la distracción y el hastío; cuando sucede algo real, la gente le presta atención. Actualizamos nuestras redes sin cesar, buscando nueva información y compartiéndola. Y cuando comenzó una guerra de tiros, los usuarios buscaron expertos y medios acreditados”, escribe.

Di Resta saca datos de Facebook, Google Trends e impresiones de Twitter. Pareció que el ambiente se hubiera congelado: de repente lo importante era lo interesante.

Irá decayendo pero demostró, como dice Di Resta, que a pesar de todo los usuarios tenemos cierto poder para elegir qué nos interesa.

4. Un anuncio para un espía

Este párrafo es uno de las más maravillosas en la historia del espionaje y la tecnología recientes:

Un reportero del Washington Post de pie junto a los muros de piedra de la embajada el miércoles por la mañana recibió el anuncio en su cuenta de Facebook. Pero los anuncios no aparecieron en su cronología cuando el reportero cruzó al otro lado de Wisconsin Avenue, en el vecindario Glover Park de Washington.

El periodista estaba de pie junto a la embajada rusa y los anuncios en Facebook, Twitter y Google son para reclutar espías rusos. Los pone directamente el FBI, sin ningún reparo. El texto en ruso del anuncio recurre a la reprimenda que Vladimir Putin dio en público al jefe de la CIA rusa, el SVR: “Hable claro, Sergey Yevgenyevich”, le dijo. El FBI recuerda a los espías cómo Putin humilló a su jefe. Sigue el texto del anuncio: “Hablad claro. Estamos preparados para escuchar”. Luego añaden: “La información proporcionada al FBI por el público es el medio más eficaz para combatir las amenazas. Si tienes información que podría ayudar al FBI, contáctanos”.

El Post habla en su titular de "troleo" por lo evidente de la táctica y cita a un ex espía que destaca la brillantez del anuncio no solo por si cayera alguien en las redes del FBI, sino por la obsesión de los agentes rusos de contraespionaje y que les mantendrá preocupados “cazando posibles fantasmas”.

Pero más allá del golpe de espionaje, aquí me fascina la precisión increíble de la geolocalización de los anuncios. Es un detalle a tener en cuenta: funciona solo en la acera de la embajada rusa, no en la opuesta.

5. Crímenes de guerra por el móvil

La ciberguerra en Ucrania sigue dando solo indicios pero pocas pruebas de ataques sólidos. Este jueves además una investigación del New York Times ha confirmado que tropas rusas hablan en Ucrania mediante comunicación sin cifrar, lo que permite escucharla, interferirla y documentarla como posibles crímenes de guerra cuando por ejemplo ordenan bombardear zonas residenciales.

El equipo del Times ha comprobado la veracidad de los cientos de grabaciones mirando la actividad rusa en las zonas y días donde se obtuvieron. El lenguaje y los mensajes hacen pensar que la guerra electrónica para bloquear las comunicaciones ucranianas no parece una prioridad de estos soldados.

Fuente: El Pais

Anonymous afirma que hackeó el Banco Central de Rusia y que en 48 horas publicará 35 mil archivos secretos


El colectivo internacional de hackers informáticos “Anonymous” afirmó haberse infiltrado en el Banco Central de Rusia y está amenazando con liberar 35.000 archivos que incluyen “acuerdos secretos” en las próximas 48 horas.

El Banco Central Ruso es responsable de proteger y garantizar la seguridad del rublo, moneda cuyo valor se ha desplomado desde que comenzó la invasión de Ucrania el mes pasado.

Por medio de una de sus cuentas de Twitter el grupo de piratas informáticos reveló su más reciente hazaña, aunque dieron detalles limitados sobre el hecho.

La publicación consiste en una imagen donde muestran la clásica máscara de Guy Fawkes que se ha convertido en el ícono del hacktivismo y un mensaje en el que se lee: “Ultima hora: El colectivo #Anonymous ha pirateado el Banco Central de Rusia. Se liberarán más de 35.000 archivos en 48 horas con acuerdos secretos. #OpRusia”.

El ataque ocurre en medio de la incertidumbre y especulación sobre el futuro de la actual directora del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina, la cual recientemente subió un extraño video en el que reconoce que la economía rusa estaba en una situación “extrema”.

“A todos nos hubiera gustado mucho que esto no hubiera ocurrido”, dijo Nabiullina en su publicación.

Pero Vladimir Putin pidió esta semana al parlamento que la nominara para otro mandato, aparentemente desbaratando los rumores de que podría renunciar en protesta por la guerra.

A principios de esta semana, Anonymous advirtió a las empresas occidentales que continúan operando en Rusia que deben retirarse o correr el riesgo de enfrentar ataques cibernéticos a la luz de la invasión de Ucrania.

El colectivo es responsable de varios ataques a medios de comunicación y sitios web gubernamentales controlados por el estado ruso en los que intercambió a la fuerza la programación dirigida por el Kremlin por videos del derramamiento de sangre sobre el terreno en Ucrania y declaraciones contra la guerra.

Anonymous también ha llevado a cabo redadas cibernéticas en organizaciones como el regulador de medios ruso Roskomnadzor y el servicio de inteligencia y seguridad ruso FSB, filtrando miles de documentos clasificados para exponer los detalles de los planes de Putin para conquistar Ucrania y socavar la campaña de propaganda interna del Kremlin.

Pero ahora, los hacktivistas están dirigiendo su atención a las grandes corporaciones que aún no han suspendido sus operaciones en Rusia en medio de la guerra.

La cuenta oficial de Twitter de Anonymous publicó ayer que las empresas tenían 48 horas para ‘retirarse’ de Rusia o enfrentarse a convertirse en blanco de nuevos ataques.

La misma cuenta declaró el jueves que su campaña cibernética #OpRussia estaba “lanzando ataques sin precedentes” en los sitios web del gobierno ruso y duplicaría la capacidad de sus ataques.

“Hacemos un llamado a todas las empresas que continúan operando en Rusia pagando impuestos al presupuesto del régimen criminal del Kremlin: ¡Retírense de Rusia!’”, escribieron a manera de “comunicado de prensa” donde culminaron con un ultimátum.

El anuncio estuvo acompañado por una imagen que mostraba una variedad de logotipos de empresas que van desde la corporación de servicios de campos petroleros Halliburton hasta el servicio de computación en la nube Citrix.

Tanto Halliburton como Citrix ya habían anunciado antes del tuit de Anonymous que habían suspendido sus operaciones en Rusia, sumándose a una larga lista de corporaciones multinacionales como McDonalds e IKEA que han dejado de ofrecer sus servicios.

Sin embargo, el gigante de la alimentación Nestlé ha duplicado sus operaciones en Rusia y ha anunciado que seguirá vendiendo productos allí a pesar de ser uno de los principales objetivos de las protestas contra la guerra.

La compañía de alimentos y bebidas más grande del mundo fue llamada ayer por el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, quien instó al gigante suizo a cesar sus operaciones en Rusia.

Destacó a Nestlé y su eslogan ‘buena comida, buena vida’.

“Los negocios funcionan en Rusia a pesar de que nuestros niños están muriendo y nuestras ciudades están siendo destruidas”, dijo.

Pero la compañía argumentó que no estaba obteniendo ganancias de sus operaciones en Rusia y que solo estaba entregando “productos esenciales” allí mientras continuaba distribuyendo alimentos en algunas de las ciudades ucranianas más afectadas.

Aunque la promesa de Anonymous de castigar a las empresas que operan en la región ha sido ampliamente elogiada en las redes sociales, algunos expertos en seguridad cibernética han expresado su preocupación por elogiar la labor de hackers informáticos quienes regularmente operan fuera de ley.

Otros han expresado su preocupación de que las decisiones de las multinacionales de suspender sus operaciones en Rusia solo servirán para castigar a millones de rusos inocentes cuyos medios de vida se verán afectados.

El 15 de marzo, Anonymous derribó varios sitios web estatales rusos, incluido el del servicio de inteligencia y seguridad de Rusia (FSB).

Usando el término militar ‘Tango down’ en relación con los sitios web que habían comprometido con éxito, la organización anunció a través de las redes sociales que habían pirateado los sitios web de Moscow.ru, el Centro de Análisis del Gobierno de la Federación Rusa y el Ministerio de Deportes de la Federación Rusa y el FSB.

Anonymous también filtró correspondencia privada entre Vladimir Putin y el ministro de defensa ruso, Sergei Shoigu, en la que se esbozaron planes para talar bosques ucranianos.

La carta publicada por Anonymous en Twitter supuestamente es del ministro Shoigu y dice: “Estimado Vladimir... Con el fin de crear fortificaciones para proporcionar formaciones, las unidades militares de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa involucradas en una operación militar especial, la tala es requerida en terrenos de defensa y otras categorías, seguido por el uso de la madera resultante por las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa”.

La misiva agregaba que los fondos se utilizarán “en interés de la defensa”.

A principios de este mes, Anonymous afirmó haber pirateado la agencia de censura de medios de Rusia y publicado 340.000 archivos de la agencia federal Roskomnadzor, robando documentos clasificados que luego pasaron a la organización de transparencia Distributed Denial of Secrets (DDoSecrets), que los publicó en línea.

El tesoro de 820 gigabytes de correos electrónicos y archivos adjuntos mostró cómo el Kremlin está censurando cualquier cosa que se refiera a su brutal invasión a Ucrania, que Moscú llama en cambio una “operación militar especial”.

La líder y cofundadora de DDoSecrets es Emma Best, una filtradora con sede en EE.UU. que anteriormente se ha centrado en las agencias gubernamentales rusas y las fuerzas policiales de EE.UU. a raíz de las protestas de George Floyd.

El último supuesto ciberataque de Anonymous en Rusia ha tenido como objetivo las imprentas.

Un miembro del colectivo cuyo identificador de Twitter es DepaixPorteur anunció el domingo por la noche: ‘Actualmente estamos lanzando un ataque contra 156 impresoras rusas hasta ahora’.

El usuario afirmó que Anonymous estaba pirateando impresoras rusas no seguras en varias redes e imprimiendo documentos estampados con mensajes contra la guerra e instrucciones sobre cómo descargar e instalar Tor, un software de navegación anónimo de código abierto, para ayudar a los rusos a evadir a los censores de medios del Kremlin.

Fuente: Infobae

jueves, 24 de marzo de 2022

Blockchain, el futuro de las elecciones


Cuando escuchamos blockchain, inmediatamente lo asociamos con Bitcoin o el dinero digital (Criptomonedas) y es que blockchain nació junto con el Bitcoin como la tecnología detrás, que garantiza la confiabilidad del sistema de transacciones con esta moneda digital.

Pero rápidamente se fueron ampliando sus usos a otras áreas, hasta llegar a campos minados como es el voto electrónico/digital a través del blockchain.

Si se dan cuenta, el principal problema al cual nos estamos enfrentando en el mundo es la falta de confianza en las instituciones en general y los tomadores de decisiones en particular; ya sean públicos o privados.

Entonces ¿Porque se vuelca la mirada a una tecnología como blockchain para un evento tan sensible como es el voto? ¿Cuál es la mayor fortaleza de la tecnología blockchain?

Justamente la confianza en que el registro de la “transacción” es inmutable, rastreable y transparente. El blockchain registra todas las “transacciones” de manera público y no se puede borrar, modificar ni falsificar.

El blockchain emplea mecanismos criptográficos de seguridad para acceder, firmar y cifrar las transacciones, los bloques y la cadena de bloques. Las claves privadas pueden estar vinculadas a la identidad de los usuarios o a seudónimos; por ejemplo, las carteras digitales con las que la plataforma ofrece el anonimato de las operaciones.

¿Como puede estas características ayudar en un proceso electoral? Primero hagamos un recuento de la evolución de las elecciones. Al principio la cantidad de votantes era pequeña y por lo tanto podía realizarse a mano alzada. A medida que crecieron las poblaciones y se ampliaron los derechos, se paso a imprimir papeletas y se incorporo el anonimato en el voto, realizando el recuento de los votos lo más rápido y transparente posible. Aquí es donde entra la tecnología para garantizar que estas dos premisas se cumplan.

Entonces, ¿podemos sustituir la metodología y tecnología actual por el blockchain? Sí, por supuesto que sí. Pero ¿cuáles serían las condiciones mínimas?

Lo primero es que todo el proceso, desde la identidad digital hasta el conteo de votos este registrado. Estonia fue el primer país en tener elecciones municipales el 2005 a través de internet, permitiendo votar en recintos digitales o a distancia. Esto lo pudo realizar gracias a que casi la totalidad de los habitantes de Estonia cuentan con la identificación digital. Si bien para ese entonces no existía el blockchain, los funcionarios electorales de Estonia han sostenido que utilizan una tecnología similar al blockchain.

Posiblemente uno de los aspectos más importantes; en especial para los bolivianos que estamos saliendo de una experiencia tortuosa, es que el registro de todas ´transacciones´ es descentralizada por lo que la información no se concentra en un único espacio o un solo servidor; por lo que la posibilidad de ataques cibernéticos que alteren el resultado sería casi imposible de ejecutar y que la “cadena de custodia” no se puede romper.

Para garantizar que millones de personas puedan votar en un mismo día sobre una plataforma basada en blockchain se necesitaría garantizar la existencia de una gran cantidad de nodos, que realicen el trabajo de validación (proof of work) de cada bloque, lo cual puede aumentar el costo.

Se necesitarán recursos para la programación de la cadena en la etapa inicial y el minado de transacciones una vez esté en funcionamiento. De acuerdo a los datos de mempool.space el costo del minado por transacción hoy sería $us0,49 (es variable por hora y por día) por lo que si consideramos 7 millones de electores habilitados, costaría aproximadamente $us3.5 millones de dólares; cerca a Bs 25 millones.

Ya se han realizado votaciones con blockchain en países como Suiza, Japón, Tailandia, Estados Unidos y Corea del Sur, como también elecciones estudiantiles en Bogota.

Lo increíble es que también ya se han realizado elecciones en Bolivia utilizando blockchain. La Cámara Nacional de Industria realizo la elección de su Directiva el 2020 con el acompañamiento del órgano electoral plurinacional. Cuatro valores fueron sus premisas: voto único, seguro, anónimo y auditable.

Lorenzo Catalá; Gerente de Estrategias y Finanzas de la Cámara Nacional de Comercio, no dijo que el desafió tecnológico no fue el más complejo, sino el andamiaje legal necesario que les permita moverse con seguridad paso a paso, desde sus Estatutos hasta el Reglamento Electoral.

Otro desafío fue el cultural; de hecho, desde este espacio venimos insistiendo que la Transformación Digital es una transformación cultural con base en la tecnología. Por eso fue fundamental educar a la gente en todo este nuevo proceso y guiarlos para que se empapen con el funcionamiento de esta nueva tecnología.

¿Eso significa que estamos listos para implementar el blockchain en las futuras elecciones en Bolivia?

El país está altamente polarizado, y los unos desconfiamos de los otros, y viceversa. Para resolver estas desconfianzas, es necesario establecer los protocolos de consenso que permiten tener un registro distribuido en la que las distintas partes, sin necesidad de confiar unas en otras, y puedan estar seguras de que la información que comparten y aceptan es veraz.

Solo faltaría la voluntad política para cambiar el andamiaje legal que permita la realización de elecciones con blockchain.

Fuente: Publico.bo

Zelenski llama al mundo a protestar contra invasión rusa en Ucrania


El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, pidió este miércoles (23.03.2022) a los ciudadanos del mundo manifestarse contra la invasión rusa de su país.

"Vengan con símbolos ucranianos a apoyar a Ucrania, a apoyar la libertad, a apoyar la vida", dijo Zelenski en un vídeo en el que se expresó en inglés. "Acudan a sus plazas, a sus calles, háganse visibles y háganse escuchar", añadió.

El llamado del mandatario ucraniano se produce un día antes de que se cumpla un mes de la invasión rusa a Ucrania.

Sangriento conflicto

En el vídeo, Zelenski insta a los ciudadanos a "oponerse a la guerra a partir del 24 de marzo (...) y después" a pronunciarse en contra del sangriento conflicto.

"Muestren su posición, vengan desde sus oficinas, sus casas, sus escuelas y sus universidades, vengan en nombre de la paz", continuó.

"El mundo tiene que parar la guerra", dijo. Más de tres millones de personas han huido de Ucrania desde el inicio del conflicto, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Fuente: DW

miércoles, 23 de marzo de 2022

Cómo contrarrestar mentiras y propaganda en zonas de guerra


Semanas antes de que los primeros misiles rusos cayeran sobre las ciudades ucranianas, el Kremlin hizo una serie de afirmaciones sobre el Gobierno de Kiev. Según la televisión estatal rusa, las fuerzas ucranianas estaban cometiendo un genocidio en las regiones separatistas de Donetsk y Luhansk, a lo largo de la frontera rusa. Para ayudar a pintar a Ucrania como el agresor, en las redes sociales se difundieron vídeos trucados de supuestas víctimas.   

Una vez que comenzó la invasión, la ofensiva de la información falsa se puso en marcha. Las cuentas prorrusas en Telegram difundieron noticias falsas de que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski había huido del país. Más tarde, diez días después de comenzar la guerra, los legisladores rusos aprobaron una ley de «noticias falsas» que ha obligado a suspender su trabajo a los medios de comunicación independientes y a los periodistas extranjeros en Rusia que no siguen la narrativa del Kremlin.

«Este es el libro de tácticas: atacar desde diferentes ángulos [y] crear una atmósfera de caos y confusión», señala la experta digital del instituto de construcción de la paz (swisspeace), Emma Baumhofer.

La propaganda ha sido durante mucho tiempo una característica de la guerra, ya que los adversarios tratan de ganar los corazones y las mentes, así como las batallas. Pero con las redes sociales, internet y los teléfonos inteligentes, los bandos enfrentados pueden ahora −con relativa facilidad− convertir la información en un arma veloz y de alcance. A medida que la información errónea se difunde en internet y luego se abre paso fuera de la red, se crea un «entorno informativo complejo» −como lo denomina Baumhofer− que hace difícil distinguir entre realidad y ficción.

Acentuando la crisis desde Ucrania hasta África

Al igual que los rusos, la parte ucraniana también ha contribuido a la guerra de la información con su propia campaña de propaganda. Las autoridades han afirmado, por ejemplo, que el número de víctimas mortales entre los soldados rusos es mucho mayor que las estimaciones que hacen los servicios de inteligencia de Estados Unidos o que las cifras publicadas por el Kremlin. Incluso han hecho desfilar ante la prensa a supuestos prisioneros de guerra.

Como indica Julia Hofstetter, del grupo de expertos suizo foraus, en cualquier guerra un actor querría destacar sus éxitos para motivar a las tropas.

«En muchos conflictos, la información digital falsa se utiliza para movilizar el apoyo de la propia población, desestabilizar al enemigo o estropear un proceso de paz», explica Hofstetter, especializada en la dimensión cibernética de los conflictos y la construcción de la paz digital. 

En algunos casos, civiles, actores no estatales e incluso otros gobiernos se unen a la guerra de la información. En Ucrania, ciudadanos de a pie han publicado en las redes sociales vídeos difíciles de verificar en los que supuestamente aparecen soldados rusos capturados. Hackers voluntarios han atacado los sitios web del Gobierno ruso y los medios de comunicación estatales en un esfuerzo por dañar la maquinaria de propaganda del país. Según Baumhofer, Estados Unidos, sorprendentemente, publicó algunos de sus propios datos de inteligencia para socavar la narrativa rusa previa a la invasión. 

 Pero interferir en conflictos en el extranjero no es nada nuevo, en especial para Rusia. Durante años, el país ha utilizado muchas de las mismas estrategias de informaciones falsas que se ven en la guerra actual, dice Baumhofer. Un ejemplo es el de la República Centroafricana. Investigadores del Instituto de la Paz de Estados Unidos descubrieron que el aumento de la violencia tras las elecciones disputadas a finales de 2020 en la República Centroafricana «coincidió con las noticias falsas y la propaganda que se cree procedía de Rusia y Francia».

Según Nicolas Boissez, responsable de comunicación de la ONG suiza Fondation Hirondelle, Rusia quiere expandir su influencia en el país africano, donde en el último año se han intensificado los combates entre las fuerzas gubernamentales y los grupos armados no estatales. La información falsa se ha convertido en un elemento importante en una situación política y de seguridad tensa, añade Boissez.

Defenderse con datos

El impacto de la información falsa en la población del país es «significativo [y] acentúa la crisis de seguridad y debilita aún más el trabajo de los actores implicados en construir la paz», escribe la Fondation Hirondelle.

Con la idea de que el periodismo basado en hechos puede contribuir a la paz, la ONG con sede en Lausana lleva más de 25 años apoyando a los medios de comunicación independientes y formando a periodistas en países envueltos en conflictos. Su trabajo en la República Centroafricana es una muestra de lo que se puede hacer para responder a la información falsa.

«El núcleo de nuestra respuesta es proporcionar a la gente los hechos y explicarlos de la manera más sencilla posible [y] en un lenguaje que entiendan. Nos centramos en información cercana a sus preocupaciones cotidianas y así creamos un vínculo de confianza», cuenta Boissez.

Hace dos años, la ONG puso en marcha una campaña de lucha contra la información falsa junto con Radio Ndeke Luka (RNL), que fundó en el año 2000. Lo cual incluyó que en la emisora −que ahora es el medio de comunicación más popular del país− se creara una unidad de verificación de datos. Para llegar al mayor número de personas posible, el trabajo de quienes verifican los hechos se emite en RNL, así como en emisoras asociadas, en la web y en las redes sociales.

En la guerra de Ucrania la verificación también ha ocupado un lugar destacado. Incluso antes de que comenzara la invasión, periodistas y organizaciones de la sociedad civil −como Bellingcat− utilizaron herramientas de inteligencia en línea de código abierto (OSINT) para desacreditar imágenes y vídeos que pretendían mostrar la agresión ucraniana, revelando enormes vacíos en el pretexto de Rusia para la invasión. El propio Zelenski ha compartido vídeos grabados con un teléfono en los que rebate las afirmaciones rusas.

Pero la comprobación de los hechos y el apoyo a los medios de comunicación independientes no son las únicas formas de luchar contra la información falsa.

Para Baumhofer «presentar los hechos para que la gente cambie de opinion no es suficiente. Tenemos que abordar las causas profundas [que] alimentan la vulnerabilidad de la información falsa».

En la República Centroafricana, la Fondation Hirondelle ha reclutado a líderes de opinión, como artistas y músicos, para que aparezcan en actos públicos destinados a concienciar sobre las «noticias falsas» («fake news») y sobre cómo evitar convertirse en agentes de información errónea.

Pero tanto Hofsetter como Baumhofer también ven la necesidad de la alfabetización digital, especialmente para ayudar a las personas atrapadas en un apagón informativo. En Rusia, donde el Gobierno ha restringido el acceso a Twitter y Facebook, cientos de miles de personas han utilizado una red privada virtual para buscar otras fuentes de información. La mayoría de la gente, sin embargo, no conoce esta opción ni su funcionamiento, comenta Baumhofer.  

Presión para que las empresas tecnológicas mejoren

El ámbito más crítico para el cambio, no obstante, es el de las redes sociales, debido al enorme papel que desempeñan en la difusión tanto de «noticias falsas» como de información verificada.

Quienes moderan las plataformas en esta guerra han estado especialmente alerta. Hofsetter especula que un factor podría ser la atención de los medios de comunicación internacionales. Google, Twitter y Meta (la empresa matriz de Facebook) se apresuraron a bloquear Russia Today y Sputnik, dos medios patrocinados por el Estado a los que, poco después de que comenzara la invasion, se prohibió emitir en la Unión Europea. Twitter y Facebook también han suspendido o eliminado cuentas por violar las condiciones de uso.

Pero es un cambio en la trayectoria de las empresas tecnológicas. Ya que en la mayoría de los conflictos no han hecho lo suficiente para frenar la incitación al odio y la información falsa −dice Hofstetter− en parte porque las empresas son reacias a invertir recursos en supervisar contenidos en los idiomas locales en países que no se consideran grandes mercados objetivo.

En los peores casos, la falta de respuesta de las grandes empresas tecnológicas ha provocado una violencia mortal. Un informe independiente concluyó que Facebook había creado un «entorno propicio» para la violencia contra la población rohinyá en Birmania en 2017, ya que la incitación al odio contra la comunidad proliferó sin control en el sitio.

«Las plataformas realmente están contribuyendo al conflicto por la forma en que están construidas. Tienden a recompensar el comportamiento escandaloso y la ira porque eso es lo que tiene mayor tirón», explica Baumhofer.

Sugiere que quienes construyen la paz podrían trabajar con las plataformas «para convertirlas en lugares de debate más pacíficos». Su experiencia en mediación y en la búsqueda de puntos en común entre comunidades divididas, por ejemplo, podría aprovecharse para ayudar a que estos sitios realicen cambios fundamentales para que destaquen los puntos en común entre los usuarios en vez de polarizarlos.

La conclusión es que hay que seguir presionando a las empresas tecnológicas para que hagan más en todas las situaciones de conflicto. A fin de cuentas, la guerra de Ucrania no es su primera cita con la información falsa en tiempos de guerra.

«Cada conflicto presenta un nuevo escenario, pero podríamos habernos preparado mejor», dice Baumhofer.

Fuente: swissinfo.ch

martes, 22 de marzo de 2022

Deepfakes, tráfico de datos y drones: la inteligencia artificial en la guerra entre Rusia y Ucrania


La inteligencia artificial en calidad de arma de guerra es relativamente nueva. En una reunión con estudiantes en 2017, sin proponérselo, Vladimir Putin dijo: “quien domine la inteligencia artificial dominará el mundo”.

Vaticinando las sofisticadas armas que se utilizarían en el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, la manipulación de datos, el uso de algoritmos y el machine learning tienen una función crucial y contundente a la hora de conducir, manipular y, sobre todo, sentimentalizar la opinión pública. Pero, además, estas herramientas pueden dar vuelta una guerra.

En un principio, los deepfakes —imitaciones falsas de voz y video altamente verosímiles— pueden ser graciosos e inofensivos aunque tengan contenido político. El perfil de TikTok @1facerussia, por ejemplo, muestra deepfakes de Putin en los que rechaza comida de KFC o de McDonalds de manos del presidente de Estados Unidos Joe Biden. A pesar de su tono de parodia, los videos no pretendían pasar por información auténtica. Esto cambió cuando circuló en el canal de televisión Ukraine-24 y luego en Facebook, YouTube, Twitter, VKontakte y otras redes sociales un video de Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania, llamando a los ciudadanos y soldados de su país a rendirse ante Rusia.

Las audiencias ucranianas entraron en un estado de desconcierto que llevó a un frenesí virtual. El habla pausada y la inmovilidad corporal del presidente en el deepfake habían intensificado el dramatismo del anuncio y, sobre todo, su verosimilitud. Entre la incredulidad y el desconcierto de los ciudadanos y del ejército, Zelenski tuvo que negar la autenticidad del video. Frecuente usuario de las redes sociales, su desmentida estuvo también subordinada al orden perverso de la era de la desinformación, porque no fue a través de medios oficiales sino en la plataforma Instagram donde publicó su declaración. En simultáneo, el canal de televisión Ukraine-24 denunció que había sido hackeado. El deepfake fue eliminado y las plataformas lo bajaron de las redes sociales, pero los pocos minutos que circuló fueron suficientes para destruir la credibilidad del medio de comunicación. Como tiro de gracia, Ukraine-24 tuvo que acudir a su perfil de Facebook para denunciar el hackeo que ocurrió en su propio canal.

Pero el vaticinio de Putin fue mucho más allá de lo que podía imaginarse en 2017. Los usos bélicos de la inteligencia artificial no se limitan a la difusión de deepfakes y fake news. La semana pasada, la empresa estadounidense de reconocimiento facial Clearview comenzó a brindarle al gobierno de Ucrania libre acceso a su software. En su carta de presentación, la CEO Hoan Ton-That sugirió los usos que el ejército ucraniano le podría dar a la plataforma: identificar agresores o infiltrados rusos, reconocer a los muertos sin usar huellas dactilares, reunir familias dispersas e indocumentadas y desenmascarar fake news. Este último ítem revela un acertado sentido de la oportunidad.

Clearview se volvió una de las empresas más populares en esta técnica por el hecho de aplicar el reconocimiento facial sobre un banco de más de 10 billones de imágenes públicas de distintas plataformas. Una de sus conexiones es la red social VKontakte, la más popular de Rusia. Cada persona de las imágenes de Clearview podría identificarse con suma precisión, en un campo de batalla o en cualquier otro escenario, mediante la técnica de reconocimiento facial. El algoritmo, adaptado al paso del tiempo, conoce el envejecimiento: a partir de fotos de su infancia, podría reconocer a un adulto.

Un dato clave es que VKontakte ganó relevancia especialmente desde comienzos de marzo, cuando Meta (ex Grupo Facebook) hizo una excepción histórica al permitir mensajes de odio contra Rusia y Vladimir Putin en sus plataformas. Esta medida en razón de la guerra embanderó, de un solo golpe, las redes sociales. El gobierno ruso, como respuesta, restringió el acceso a Facebook e Instagram en su país. En este contexto, la herramienta de reconocimiento facial Clearview podría resultar un arma letal para el bando ruso.

Además de la manipulación de datos y el uso de algoritmos altamente complejos, la gran apuesta en el campo de la inteligencia artificial está en la creación de armas inteligentes. Si bien los combates más significativos ocurren en la tierra y no en el aire, Ucrania y Rusia están utilizando drones inteligentes y autónomos. Los drones despegan, aterrizan, se mueven con independencia y utilizan información para esquivar personas, balas y amenazas de alto impacto. Sin necesidad de un piloto que, con riesgo de muerte, comande los dispositivos, la única acción humana es la de disparar desde una base militar protegida.

Mientras que los rusos utilizan drones “kamikaze” que se autodestruyen cuando explotan, en Ucrania combaten con los drones turcos Bayraktar. Considerada el arma favorita de los ucranianos, un soldado compuso una canción con el nombre del dron. La canción se volvió viral, fue traducida, remixada y luego censurada por YouTube. Es un himno que hace del dron Bayraktar una salvación para los soldados ucranianos frente a la gran desventaja que tienen contra el ejército ruso. “El monstruo del Kremlin [Vladimir Putin] está haciendo propaganda / El pueblo se traga las palabras / Ahora su zar conoce una nueva estrella....”: la estrella Bayraktar.

Fuente: Infobae