sábado, 30 de abril de 2022

¿Cuántos creadores de contenido hay en el mundo? Según este reporte, 200 millones


La compañía Linktree, que ofrece servicios de link-in-bio para usuarios de internet, ha publicado esta semana un informe sobre la economía de creadores, titulado “Creator Report”, en el que analiza la situación del mercado de los creadores digitales. El estudio ha contado con la participación de más de 9.500 creadores de todo el mundo.

Este informe señala que existen actualmente en todo el mundo unos 200 millones de creadores. Linktree ubica bajo esta definición a los individuos que producen contenidos en distintas plataformas y “que utilizan su influencia, creatividad o habilidades para agregar y monetizar su audiencia”.

El estudio pone de relieve la dificultad de lograr ingresos importantes a través de la creación de contenidos digitales. Así, de los creadores a tiempo completo, solo el 12% ingresa más de 50.000 dólares al año.

Estas son algunas de las conclusiones adicionales más destacadas del estudio:

Los 200 millones de creadores se clasifican de la siguiente manera:
  • Recreational (hasta 1.000 seguidores): 23 millones
  • Semi-Pro (entre 1.000 y 10.000 seguidores): 139 millones
  • Pro (entre 10.000 y 100.000 seguidores): 41 millones
  • Expert (entre 100.000 y 1 millón de seguidores): 2 millones
  • Expert+ (más de 1 millón de seguidores): 2 millones
Sobre el tiempo que dedican a la creación de contenidos:
  • El 66% se consideran creadores a tiempo parcial
  • El 43% dedica menos de 5 horas a la semana
  • El 36% lleva como máximo un año dedicados a la creación
El tiempo dedicado y los ingresos obtenidos no siempre guardan relación:
  • El 53% de los que ingresan menos de 100 dólares al año dedican menos de 5 horas a la semana a la creación de contenidos
  • El 32% de los que ingresan entre 100 y 10.000 dólares al año dedican más de 10 horas a la semana
  • El 52% de los creadores con ingresos entre 50.000 y 100.000 dólares al año dedican menos de 10 horas a la semana
  • El 48% de los creadores que ingresan entre 100.000 y 500.000 dólares al año pasan más de 10 horas semanales creando contenidos
Los inicios como creador son complicados:
  • El 59% todavía no monetiza su contenido
  • El 35% lo monetiza algo, pero no le da para vivir de ello
  • El 6% de los “begginers” ingresa más de 10.000 dólares al año
Otros datos interesantes:
  • Solo el 12% de los creadores a tiempo completo ingresa más de 50.000 dólares al año
  • Solo el 3% de los creadores a tiempo parcial tiene ingresos por encima de los 50.000 dólares al año
  • El 46% de los creadores a tiempo completo gana menos de 1.000 dólares al año
  • El 68% de los creadores a tiempo parcial ingresa menos de 1.000 dólares al año
El informe ofrece algunos consejos a los creadores, como buscar audiencias de calidad y no necesariamente masivas o invertir en la creación de contenidos de nicho.

El estudio de Linktree aborda otros temas como el nivel de estrés de los creadores, cuáles son las plataformas más utilizadas o cuáles son los sistemas utilizados para generar ingresos, entre otros asuntos.

El estudio se puede descargar de manera gratuita en formato PDF.

Imagen: Que paso Miami

Fuente: Periodismo.com

🤬😔😕 🍆: ¿Y usted, qué ‘emojis’ usa?


En 1887, Ludwik Lejzer Zamenhof, un médico oftalmólogo polaco, publicó las bases de un nuevo idioma con el objetivo de establecer una alternativa global a las diversas lenguas internacionales. El sueño de Zamenhof se llamó esperanto y, a día de hoy, cuenta con aproximadamente 2 millones de hablantes. Casi un siglo más tarde, el científico de la computación Scott Fahlman creaba lo que se consideran los primeros emoticonos. La intención era evidente: que aquellos que se comunicaban mediante mensajes electrónicos pudiesen distinguir entre la seriedad o el desenfado de dichos mensajes; es decir, pretendía evitar malentendidos entre los interlocutores.

Pasarían unos cuantos años, sin embargo, hasta que el japonés Shigentaka Kurita inventara lo que hoy conocemos como emoji, palabra japonesa que significa algo similar a «imagen de letra». Kurita elaboró los pictogramas para reducir el coste de los primeros mensajes SMS con símbolos que evocaran pensamientos y emociones universales. Así, el japonés creó 176 imágenes de 12×12 píxeles que serían la base de los emojis que hoy son utilizados por el conjunto de la población mundial. ¿Es Kurita, por tanto, quien ha logrado cumplir el sueño de Zamenhof de alcanzar un nuevo lenguaje universal?

Lu utilización masiva de los emojis en todos los ámbitos de la vida –no solo privada, sino también pública– favorece la velocidad, la emocionalidad y la economía de caracteres en unas comunicaciones escritas que, a día de hoy, se han convertido en prioritarias. Pero ¿hasta qué punto los emojis pueden cambiar nuestra manera de comunicarnos?

La intención de Kurita no dejaba de ser similar a la de Zamenhof: crear una serie de iconos que pudiesen expresar sentimientos universales. Con el paso del tiempo, no obstante, el número de emojis ha crecido –y sigue haciéndolo– sin tener en cuenta que la percepción de los mismos por parte de quienes los usan puede resultar contradictoria. Según el Unicode Consortium, que registra el lenguaje computacional, de los 176 emojis creados por Kurita hemos pasado, en la actualidad, al uso de 1853. 

Pensemos en el emoji de la mano que saluda: podríamos creer que su significado es obvio y unívoco en cualquier lugar del mundo, pero en el Reino Unido se utiliza no para saludar, sino para despedir a alguien. También en el Reino Unido adquiere un significado distinto al nuestro la mujer flamenca, que se identifica, como en Estados Unidos, con una mujer que baila; aquí, en cambio, la asociamos de manera inmediata a estar de fiesta o celebración. Por no hablar de todos los emojis que utilizan miles de personas para comunicarse con sus seres queridos a modo casi de código secreto: unicornios, mapaches, jeringuillas, termómetros, llaves, instrumentos musicales. Un sinfín de símbolos que, leídos por quienes no los comparten, tienen un significado radicalmente diferente. 

Por tanto, el contexto en la utilización de los emojis es esencial para su comprensión. Esto hace que, a pesar de ser usados por un número infinitamente mayor de personas que el esperanto, estén aún lejos de constituir un nuevo lenguaje universal. 

Este obstáculo no supone ignorar la influencia psicológica de su uso en la forma de comunicarnos. Los emojis están cambiando de forma efectiva los patrones del lenguaje escrito. Han pasado a formar parte de eso que anteriormente llamábamos comunicación no verbal, siendo leídos como una especie de comunicación emocional muy necesaria al ser humano. Su importancia es tal que incluso han entrado en el mundo de los negocios: no son pocas las empresas que los han incorporado a sus estrategias de marketing para potenciar esa cercanía con el público objetivo tan imprescindible para el logro de sus metas empresariales.

No obstante, jamás podrán sustituir la exactitud del lenguaje escrito. Al fin y al cabo, ¿cómo explicar el pasado o transmitir historias e ideas complejas que vayan más allá del intercambio más básico?

Fuente: Ethic

viernes, 29 de abril de 2022

Snapchat ha lanzado una cámara voladora para selfies que te sigue de forma autónoma


Snap, la compañía detrás de la popular red social, Snapchat, se define a sí misma como una empresa de cámaras que quiere reinventar la cámara para cambiar la forma en la que la gente se comunica. Por ello, en los últimos años ha inventado propuestas como las gafas Spectacles.

Ahora, quiere ir más allá con Pixy, un mini-dron autónomo con cámara integrada, que llega con la idea de convertirse en el apoyo necesario para todas tus aventuras, siendo capaz de hacerte fotos y grabarte sin que tengas que hacer nada.

Así es Pixy: el mini-dron autónomo de Snap con cámara integrada

Pixy es un pequeño dron de bolsillo. Tiene unas dimensiones muy compactas, y cuenta con cuatro hélices que le permiten flotar, orbitar a tu alrededor o seguirte allá donde vayas. Además, dado que se trata de un dron autónomo, no necesita ningún tipo de control remoto. Para terminar de grabar, tan solo hay que poner la mano abierta bajo el dron, y automáticamente "aterrizará" en ella.

Los vídeos y las fotos capturados por el dron se transfieren y guardan automáticamente en Snapchat Memories, y posteriormente pueden utilizarse las herramientas de edición incluidas en la aplicación. Además, se incluyen algunas ediciones inteligentes con las que poder sacar más partido a las creaciones realizadas con Snap Pixy.

En lo relativo a sus especificaciones, Pixy equipa una cámara de 12 megapíxeles que le permite capturar vídeos a resolución 2,7K. Además, tiene un peso de 101 gramos y tiene baterías intercambiables, que deberían ser suficientes para unos ocho vuelos con una sola carga.

El nuevo dron de Snap se puede comprar a un precio de 229,99 dólares, y en un principio solo estará disponible en Estados Unidos y Francia. Además, su disponibilidad será limitada. Una vez se produzca su lanzamiento, se podrá adquirir a través de la tienda online oficial de Snap.

Fuente: Andro4all

jueves, 28 de abril de 2022

La lucha de Ucrania está forjando un nuevo mundo


La lucha de Ucrania por su derecho a tener un futuro ha acelerado un gran cambio en el orden global del siglo XXI. Uno ya puede ver elementos del nuevo mundo emergiendo de los fuegos de la guerra en Ucrania. La unidad entre América del Norte y la Unión Europea ha sido restaurada y cimentada, y la noción de Occidente ha recuperado su significado original, mientras que el declive estratégico de Rusia debilita el sistema de alianzas de China. 

La invasión rusa de Ucrania ha vuelto a poner en marcha a Europa. Para malestar de algunos estados europeos, Ucrania se convirtió en el centro del surgimiento de la nueva Europa. Para que Europa logre restaurar la paz y consolidar la prosperidad y la seguridad en la región, Ucrania debe ser parte de la Unión Europea y, en términos generales, de Occidente, liderado por los Estados Unidos. Y lo hará. 

El mundo del mañana será tripolar. Dos polos evidentes serán Estados Unidos y China. India irá cobrando fuerza como potencia democrática fuerte. Pero el tercer polo, menos obvio, será la comunidad descentralizada y emergente de usuarios globales de Internet, y se definirá por el rápido desarrollo tecnológico y la innovación disruptiva. Esta comunidad se centrará en gran medida en lo que algunos ya llaman el “metaverso”. 

“Cibernauta” puede sonar como una palabra elegante que combina las palabras “ciudadano” y “red”, pero describe un cambio histórico y el surgimiento de un nuevo poder global. Muchas personas en todo el mundo están invirtiendo profundamente en sus vidas en línea y formando sus identidades como "ciudadanos de la red". Ya confían más en sus comunidades en línea que en sus estados-nación. Ganarán cada vez más fuerza, trascendiendo fronteras y transformando el mundo. 

Ya están aquí, descentralizados, autosuficientes y efectivos. Tienen grandes ideas y la voluntad de hacerlas avanzar; seguidores leales y confiados; su propio espacio de existencia; e instrumentos como el código informático y la tecnología blockchain que les permiten ampliar sus ideas rápidamente. Sin embargo, este nuevo y valiente mundo solo se producirá si el entorno es propicio. Por eso es tan alto lo que está en juego en la guerra entre Rusia y Ucrania. Van más allá de una simple guerra física; si Ucrania sale victoriosa, y él y otros países de ideas afines siguen siendo libres de perseguir sus ideales democráticos, se acelerará el movimiento global hacia un mundo más empoderado y más libre, libre de fronteras. Pero si sucede lo contrario, si Rusia logra acabar con la libertad y la democracia en Ucrania y más allá, entraremos en un mundo sombrío sin reglas ni libertad, donde el poder hace lo correcto y todo lo demás se borra. 

La guerra en Ucrania ya está demostrando al mundo cómo la gente del tercer pilar está marcando la diferencia, de tres maneras principales. Primero, los cibernautas están jugando un papel activo en la defensa de Ucrania contra la invasión rusa. Por ejemplo, los miembros del colectivo mundial de hackers en línea conocido como Anonymous han optado por dedicar sus habilidades a atravesar los cortafuegos de la propaganda del gobierno ruso y llevar la verdad sobre la guerra al pueblo ruso. La decisión de Anonymous de declarar la “guerra cibernética” contra Rusia fue su propia elección, no una orden de algún gobierno o mando militar superior. 

En segundo lugar, los internautas están aprovechando todas las oportunidades para ofrecer alternativas a lo que suelen ofrecer los gobiernos. Tomemos, por ejemplo, el anuncio público del multimillonario tecnológico Elon Musk de que proporcionaría a Ucrania el servicio de Internet satelital Starlink. En los primeros días de la invasión, las terminales Starlink se desplegaron rápidamente en Ucrania, lo que permitió un sistema alternativo de comunicación ininterrumpida y obstaculizó la capacidad de Rusia para interrumpir las comunicaciones en todo el país. 

En tercer lugar, el uso de criptomonedas ha permitido al gobierno ucraniano recaudar dinero en todo el mundo para financiar nuestro esfuerzo de defensa y ha ayudado a restringir las formas de eludir las sanciones financieras. El gobierno de Ucrania, así como una serie de grandes cuentas gubernamentales de Twitter, pidieron donaciones en criptomonedas en los primeros días de la invasión y pudieron movilizar grandes sumas que luego se agregaron a las cuentas nacionales que financian a las fuerzas armadas. Por otro lado, hemos centrado con éxito parte de nuestros esfuerzos diplomáticos en cerrar las lagunas de las criptomonedas para los rusos sancionados para evitar que hagan trampa en las restricciones. 

Rusia ha atacado a Ucrania con una fuerza militar brutal con el objetivo de destruirnos como nación y como estado. La guerra de Rusia contra Ucrania es la lucha de lo viejo contra lo nuevo. Con el grueso del ejército ruso cruzando nuestras fronteras en las primeras horas del 24 de febrero, nuestras posibilidades parecían escasas. Sin embargo, contra todo pronóstico, Ucrania se ha mantenido firme y ha demostrado que los expertos y los responsables de la toma de decisiones estaban equivocados. 

Como demostramos día a día, el liderazgo político en esta era tiene menos que ver con el poder estatal jerárquico y más con liderar con el ejemplo y galvanizar la energía de las comunidades. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, lidera con su ejemplo y su sinceridad, no solo con declaraciones y órdenes. Él es una de las personas, no una figura distante en algún lugar en la parte superior. Es cercano a los ucranianos, publica sus videos descuidados de selfies y comparte su rutina presidencial diaria con la gente de Ucrania en sus redes sociales a altas horas de la noche. Su liderazgo e imagen pública contrastan marcadamente con los del presidente ruso Vladimir Putin, a quien se muestra en la televisión lanzando órdenes airadas a sus generales, quienes se sientan en silencio y obedientemente en el otro extremo de una mesa interminable. Esta llamativa diferencia es solo un atisbo del abismo entre dos modelos políticos: el futuro comunal y el pasado jerárquico; el orden político existente y el emergente. 

Sorprendentemente, parece que para liderar el mundo y ganar popularidad en el país y en el extranjero se necesita coraje, una cámara para selfies y sinceridad, no armas nucleares, ingresos del petróleo y una maquinaria de propaganda estatal de mano dura. Este es un modelo del futuro y la razón por la cual Ucrania prevalecerá y Rusia perderá. 

Estamos entrando en un territorio nuevo e inexplorado, un resultado que nadie podría haber predicho. Que creen que esta guerra solo tiene un impacto en el futuro de Ucrania y Rusia Aquellos están equivocados. Sus reacciones se sintieron y seguirán sintiéndose en todo el mundo, y no solo en el mundo físico, sino también en el mundo en línea. Lo que une a la gente del tercer pilar es que se puso del lado de Ucrania en la guerra no porque el gobierno de Ucrania o cualquier otro país los obligara a hacerlo, sino porque tomó su propia decisión de emplear sus poderes para ayudar a defender a Ucrania y a su pueblo de la agresión brutal de Rusia. 

Irónicamente, estos internautas son los que creen que la idea de un estado-nación está desactualizada y que este nuevo mundo en línea descentralizado es el futuro. Rechazan las jerarquías verticales y las fronteras físicas. Confían en blockchain y criptomonedas en lugar de bancos y gobiernos. Los internautas pueden ser ucranianos, pero también estadounidenses o chinos. Pueden seguir siendo verdaderos patriotas de sus países. Pueden pertenecer a la comunidad digital global y estar orgullosos de sus identidades al mismo tiempo. Los internautas creen que su nuevo mundo sobrevivirá al orden mundial bipolar. Puede. Pero primero, los tres polos deben aprender a coexistir y relacionarse entre sí. 

No debemos tener miedo a esta nueva “modernidad líquida”, como la definió el sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman, sino que debemos abrirnos a las enormes oportunidades que nos brinda. Con su digitalización altamente desarrollada y su fuerte cohesión social horizontal, la Ucrania moderna es un motor perfecto y un laboratorio global para esta ola de cambio. 

La noción tradicional de un polo geopolítico requiere una utopía movilizadora, un orden social integral y un modelo económico competitivo. El mundo digital tiene los tres. Ya moviliza enormes inversiones y recursos, que no están ligados ni a los Estados Unidos liberal-democráticos ni a la China tradicionalista y controlada por el Estado. 

En los mundos unipolares y bipolares clásicos, las corporaciones multinacionales siempre han dependido del dólar. La nueva economía dependerá cada vez más de su propia nueva moneda. Ucrania también es parte de ella. 

Como ya mencioné, nuestro ejército en este momento está parcialmente financiado por donaciones de criptomonedas de todo el mundo, recaudadas en campañas de redes sociales. Parece natural que los bonos de la victoria del siglo XXI estén basados ​​en criptomonedas. Los dos polos tradicionales, Estados Unidos y China, intentarán regular y controlar la disrupción causada por este nuevo mundo en línea, pero es poco probable que lo logren estratégicamente. 

Seguramente, el nuevo mundo tripolar necesitará algo de tiempo para encontrar su propio equilibrio único que dará forma al siglo XXI. Este equilibrio estará definido por décadas de competencia y tensión, así como de cooperación y alineación. El mundo digital inevitablemente hará retroceder tanto a Estados Unidos como a China en muchos frentes. Sin embargo, esta competencia no se parecerá a la Guerra Fría, será algo nuevo. 

Que la cultura de la cooperación y la búsqueda de soluciones beneficiosas para todos prevalezcan sobre la animosidad en este triángulo definirá nuestro futuro común. Con este fin, necesitamos un consenso desde el principio: cualquiera que sea la rivalidad entre las grandes potencias en el mundo físico, el mundo digital debe seguir siendo un espacio de cooperación, mientras que las inevitables tensiones no deben superar un nivel críticamente mínimo. Como el gran disruptor del siglo XXI, el universo digital debe lograr un equilibrio entre el bien común y los intereses estrechos. Debe permanecer descentralizado y controlado por las comunidades, no por los gobiernos. Al mismo tiempo, debe ser gobernado.

La cuestión de si el metaverso, la Web, el Internet de las cosas y las criptomonedas permanecerán descentralizados y dirigidos por la comunidad es la cuestión definitoria de este siglo. Creo que lo mejor para todos los grandes jugadores es lograr un equilibrio desde el principio. Puede que no parezca obvio ahora, pero la victoria de Ucrania en la guerra contra Rusia catalizaría aún más esta transformación digital y aceleraría el establecimiento del mundo tripolar. Por otro lado, la derrota de una Ucrania vibrante y democrática por parte de la congelada Rusia autoritaria revertiría la historia mundial. 

Prevaleceremos, junto con aquellos que se arraigan en la elección moral del bien sobre el mal, la libertad sobre el miedo y la luz sobre la oscuridad.

Fuente: Foreign Policy

miércoles, 27 de abril de 2022

Nace Auxilio.bo para combatir el peligro


El francés Alexis Dessard vuelve a ser noticia, esta vez con la creación de Auxilio.bo, un proyecto que tenía en mente desde hace tiempo y que materializó recientemente.

Cabe recordar que el galo llegó a Bolivia con el propósito de hacer turismo, con la perspectiva de dar la vuelta al mundo; sin embargo, de un momento a otro determinó echar raíces en el país, erigiéndose como impulsor del medioambiente en varias regiones del territorio nacional.

Dessard explicó que su emprendimiento consiste en una aplicación móvil de botón pánico solidario, con el propósito de reducir la inseguridad que existe en la actualidad en las calles.

“La aplicación Auxilio es un botón de pánico solidario que permite compartir su ubicación en vivo con todas las personas alrededor (<500m) en caso de peligro inmediato. Puede servir en varios casos para varias audiencias. Acosos de mujeres, evitar una agresión, personas mayores que se desmayan, advertir de un incendio”, explicó.

El francés contó que la iniciativa emergió después de recibir un mensaje de un familiar que le comentó que fue asaltada en París, en cuya ciudad, como otras en el mundo, las mujeres confrontan frecuentemente con inseguridad, por lo que se cuestionó: ¿qué podría hacer?

Se puso manos a la obra durante la pandemia hasta hacer realidad su proyecto.

Dessard señaló que la aplicación funciona simplemente apretando un botón que permite compartir en vivo su ubicación a todos los usuarios cercanos y las autoridades para que puedan acudir y salvar a la persona en situación de peligro.

¿Cómo descargarla? Encontrarán el link de descarga hacía su plataforma para iOS o Android en Auxilio.bo.

“Siendo sólo en el proyecto al lanzamiento, estoy muy abierto a aceptar cualquier ayuda voluntaria. Me encantaría formar un equipo de programadores, mejor aún en presencial en Cochabamba, para mejorar la app agregando funcionalidades”, dijo Alexis Dessard.

Fuente: Los Tiempos

Ucrania y las palabras que conducen al asesinato en masa


En el terrible invierno de 1932-1933, brigadas de activistas del Partido Comunista fueron casa por casa en el campo ucraniano en busca de comida. Las brigadas procedían de Moscú, Kiev y Kharkiv, así como de pueblos por el camino. Cavaron jardines, rompieron paredes y usaron varillas largas para abrir chimeneas, en busca de granos escondidos. Observaron si salía humo de las chimeneas, porque eso podría significar que una familia había escondido harina y estaba horneando pan. Se llevaron animales de granja y confiscaron plántulas de tomate. Después de que se fueron, los campesinos ucranianos, privados de alimentos, comieron ratas, ranas y hierba hervida. Mordieron la corteza de los árboles y el cuero. Muchos recurrieron al canibalismo para mantenerse con vida. Unos 4 millones murieron de hambre.

En ese momento, los activistas no se sintieron culpables. La propaganda soviética les había dicho repetidamente que los supuestos campesinos ricos, a los que llamaban kulaks, eran saboteadores y enemigos, terratenientes ricos y obstinados que impedían que el proletariado soviético alcanzara la utopía que sus líderes habían prometido. Los kulaks deben ser barridos, aplastados como parásitos o moscas. Su alimento debía ser entregado a los trabajadores de las ciudades, quienes lo merecían más que ellos.

Años más tarde, el desertor soviético nacido en Ucrania, Viktor Kravchenko, escribió sobre cómo era ser parte de una de esas brigadas. “Para ahorrarse la agonía mental, vela las verdades desagradables de la vista cerrando a medias los ojos y la mente”, explicó. “Pones excusas de pánico y te encoges de hombros con palabras como exageración e histeria”. También describió cómo la jerga política y los eufemismos ayudaron a camuflar la realidad de lo que estaban haciendo. Su equipo habló de “frente campesino” y “amenaza kulak”, “socialismo de pueblo” y “resistencia de clase”, para evitar dar humanidad a la gente a la que robaban la comida.

Lev Kopelev, otro escritor soviético que de joven había servido en una brigada activista en el campo (después pasó años en el Gulag), tenía reflexiones muy similares. Él también descubrió que los clichés y el lenguaje ideológico lo ayudaban a ocultar lo que estaba haciendo, incluso de sí mismo: Me persuadí a mí mismo, me expliqué a mí mismo. No debo ceder a la piedad debilitante. Nos estábamos dando cuenta de la necesidad histórica. Estábamos cumpliendo con nuestro deber revolucionario. Obtníamos cereales para la patria socialista. Para el plan quinquenal.

No había necesidad de sentir simpatía por los campesinos. No merecían existir. Sus riquezas rurales pronto serían propiedad de todos. Pero los kulaks no eran ricos; estaban hambrientos. El campo no era rico; era un páramo. Así lo describió Kravchenko en sus memorias, escritas muchos años después:

Grandes cantidades de implementos y maquinaria, que una vez habían sido cuidados como tantas joyas por sus dueños privados, yacían ahira esparcidos bajo el cielo abierto, sucios, oxidados y fuera de servicio. Vacas y caballos demacrados, cubiertos de estiércol, deambulaban por el patio. Pollos, gansos y patos cavaban en bandadas en el grano sin trillar. Esa realidad, una realidad que había visto con sus propios ojos, era lo suficientemente fuerte como para permanecer en su memoria. Pero en el momento en que lo experimentó, pudo convencerse de lo contrario.

Vasily Grossman, otro escritor soviético, dedica estas palabras a un personaje de su novela. Ya no estoy bajo el hechizo, ahora puedo ver que los kulaks eran seres humanos. Pero, ¿por qué mi corazón estaba tan congelado en ese momento? ¿Cuando se estaban haciendo cosas tan terribles, cuando estaba ocurriendo tanto sufrimiento a mi alrededor? Y la verdad es que realmente no pensaba en ellos como seres humanos. “No son seres humanos, son basura kulak”, eso es lo que escuché una y otra vez, eso es lo que todos repetían.

A fines de la década de 1980, durante el período de la glasnost, sus libros y otros relatos sobre el régimen estalinista y los campos del Gulag fueron los más vendidos en Rusia. Una vez, asumimos que el mero hecho de contar estas historias haría imposible que alguien las repitiera. Pero aunque teóricamente los mismos libros todavía están disponibles, pocas personas los compran. Memorial, la sociedad histórica más importante de Rusia, se ha visto obligada a cerrar. Los museos oficiales y los monumentos a las víctimas siguen siendo pequeños y oscuros. En lugar de disminuir, la capacidad del estado ruso para ocultar la realidad a sus ciudadanos y deshumanizar a sus enemigos se ha vuelto más fuerte y poderosa que nunca. Todo esto —la indiferencia ante la violencia, la indiferencia amoral ante los asesinatos en masa— es familiar para cualquiera que conozca la historia soviética.

Hoy en día, se requiere menos violencia para desinformar al público: no ha habido arrestos masivos en la Rusia de Putin en la escala utilizada en la Rusia de Stalin. Tal vez no sea necesario, porque la televisión estatal rusa, la principal fuente de información para la mayoría de los rusos, es más entretenida, más sofisticada y más elegante que los programas de las radios de la época de Stalin. Las redes sociales también son mucho más adictivas y absorbentes que los periódicos mal impresos de esa época. Los trolls profesionales y las personas influyentes pueden dar forma a las conversaciones en línea de manera que sean útiles para el Kremlin y con mucho menos esfuerzo que en el pasado.

El Estado ruso moderno también ha puesto el listón más bajo. En lugar de ofrecer a sus ciudadanos una visión de utopía, quiere que sean cínicos y pasivos; si realmente creen lo que el estado les dice es irrelevante. Aunque los líderes soviéticos mintieron, trataron de hacer que sus falsedades parecieran reales. Se enojaban cuando alguien los acusaba de mentir y presentaban “pruebas” falsas o contraargumentos.

En la Rusia de Putin, los políticos y las personalidades de la televisión juegan un juego diferente, uno que conocemos en Estados Unidos por las campañas políticas de Donald Trump. Mienten constantemente, descaradamente, obviamente. Pero si los acusa de mentir, no se molestan en ofrecer contraargumentos. Cuando el vuelo MH17 de Malaysia Airlines fue derribado sobre Ucrania en 2014, el gobierno ruso reaccionó no solo con una negación, sino con múltiples historias, plausibles e inverosímiles: el ejército ucraniano fue el responsable, o la CIA lo fue, o fue un complot nefasto en que 298 personas muertas fueron colocadas en un avión para simular un accidente y desacreditar a Rusia. Este flujo constante de falsedades no produce indignación, sino apatía. Dadas tantas explicaciones, ¿cómo puedes saber si algo es verdad alguna vez? ¿Qué pasa si nada es verdad?

En lugar de promover un paraíso comunista, la propaganda rusa moderna durante la última década se ha centrado en los enemigos. A los rusos se les dice muy poco sobre lo que sucede en sus propios pueblos o ciudades. Como resultado, no están obligados, como alguna vez lo estuvieron los ciudadanos soviéticos, a confrontar la brecha entre la realidad y la ficción. En cambio, se les habla constantemente sobre lugares que no conocen y que en su mayoría nunca han visto: Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, Suecia y Polonia, lugares llenos de degeneración, hipocresía y “rusofobia”. Un estudio de la televisión rusa de 2014 a 2017 encontró que las noticias negativas sobre Europa aparecían en los tres principales canales rusos, todos controlados por el estado, un promedio de 18 veces al día. Algunas de las historias fueron inventadas (el gobierno alemán está quitando a la fuerza a niños de familias heterosexuales y entregándoselos a parejas homosexuales), pero incluso se eligieron historias reales para apoyar la idea de que la vida cotidiana en Europa es aterradora y caótica, los europeos son débiles e inmorales, la Unión Europea es agresiva e intervencionista.

En verdad, Putin invadió Ucrania para convertirla en una colonia con un régimen títere él mismo, porque no puede concebir que alguna vez sea otra cosa. Su imaginación influenciada por la KGB no permite la posibilidad de una política auténtica, movimientos de base, incluso opinión pública. En el lenguaje de Putin y en el lenguaje de la mayoría de los comentaristas de la televisión rusa, los ucranianos no tienen agencia. No pueden tomar decisiones por sí mismos. No pueden elegir un gobierno por sí mismos. Ni siquiera son humanos, son "nazis". Y así, como los kulaks antes que ellos, pueden ser eliminados sin remordimientos.
La relación entre el lenguaje genocida y el comportamiento genocida no es automática ni predecible.

Los seres humanos pueden insultarse unos a otros, degradarse unos a otros y abusar verbalmente unos de otros sin intentar matarse unos a otros. Pero si bien no todos los usos del discurso de odio genocida conducen al genocidio, todos los genocidios han sido precedidos por un discurso de odio genocida. El estado propagandístico ruso moderno resultó ser el vehículo ideal tanto para llevar a cabo asesinatos en masa como para ocultarlo del público. Los burócratas burgueses, los agentes del FSB y las presentadoras bien peinadas que organizan y conducen la conversación nacional habían estado preparando durante años a sus compatriotas para que no sintieran lástima por Ucrania.

Tuvieron éxito. Desde los primeros días de la guerra, era evidente que el ejército ruso había planeado de antemano que muchos civiles, quizás millones, fueran asesinados, heridos o desplazados de sus hogares en Ucrania. Otros asaltos a ciudades a lo largo de la historia (Dresden, Coventry, Hiroshima, Nagasaki) tuvieron lugar solo después de años de terribles conflictos. Por el contrario, el bombardeo sistemático de civiles en Ucrania comenzó solo unos días después de una invasión no provocada. En la primera semana de la guerra, los misiles y la artillería rusos atacaron bloques de apartamentos, hospitales y escuelas. Cuando los rusos ocuparon las ciudades y pueblos de Ucrania, secuestraron o asesinaron a alcaldes, concejales locales, incluso al director de un museo de Melitopol, rociando balas y terror al azar sobre todos los demás. Cuando el ejército ucraniano recuperó Bucha, al norte de Kiev, encontró cadáveres con los brazos atados a la espalda, tirados en la carretera. Cuando estuve allí a mediados de abril, vi otros que habían sido arrojados a una fosa común. Solo en las primeras tres semanas de la guerra, Human Rights Watch documentó casos de ejecución sumaria, violación y saqueo masivo de propiedad civil.

Mariupol, una ciudad mayoritariamente de habla rusa del tamaño de Miami, fue objeto de una devastación casi total. En una poderosa entrevista a fines de marzo, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, señaló que en conflictos europeos anteriores, los ocupantes no habían destruido todo, porque ellos mismos necesitaban un lugar para cocinar, comer, lavar; durante la ocupación nazi, dijo, “las salas de cine funcionaban en Francia”. Pero Mariupol fue diferente: “Todo está quemado”. El noventa por ciento de los edificios fueron destruidos en unas pocas semanas. Una enorme acería que muchos asumieron que el ejército conquistador quería controlar fue totalmente arrasada. En el punto álgido de los combates, los civiles seguían atrapados dentro de la ciudad, sin acceso a alimentos, agua, electricidad, calefacción o medicinas. Hombres, mujeres y niños murieron de hambre y deshidratación. A los que intentaron escapar les dispararon. También se disparó contra los forasteros que intentaron traer suministros. Los cuerpos de los muertos, tanto civiles ucranianos como soldados rusos, yacían en la calle, sin enterrar, durante muchos días.

Sin embargo, incluso cuando se llevaron a cabo estos crímenes, a la vista del mundo, el estado ruso ocultó con éxito esta tragedia a su propio pueblo. Como en el pasado, el uso de la jerga ayudó. Esto no fue una invasión; fue una “operación militar especial”. Este no fue un asesinato masivo de ucranianos; era “protección” para los habitantes de los territorios del este de Ucrania. Esto no fue genocidio; era una defensa contra el “genocidio perpetrado por el régimen de Kiev”.

La deshumanización de los ucranianos se completó a principios de abril, cuando RIA Novosti, un sitio web estatal, publicó un artículo en el que argumentaba que la "desnazificación" de Ucrania requeriría la "liquidación" del liderazgo ucraniano, e incluso la eliminación del mismo nombre de Ucrania, porque ser ucraniano era ser nazi: “El ucranianismo es una construcción antirrusa artificial, que no tiene ningún contenido civilizatorio propio, y es un elemento subordinado de una civilización extranjera y ajena”. La amenaza existencial quedó clara en vísperas de la guerra, cuando Putin repitió la propaganda de una década sobre el pérfido Occidente, utilizando un lenguaje familiar para los rusos: “Trataron de destruir nuestros valores tradicionales y nos impusieron sus falsos valores que erosionarían nosotros, nuestro pueblo desde adentro, las actitudes que han estado imponiendo agresivamente en sus países, actitudes que están conduciendo directamente a la degradación y la degeneración, porque son contrarias a la naturaleza humana”.

Para cualquiera que pudiera haber visto accidentalmente fotografías de Mariupol, se proporcionaron explicaciones. El 23 de marzo, la televisión rusa transmitió una película de las ruinas de la ciudad: imágenes de drones, posiblemente robadas de CNN. Pero en lugar de asumir la responsabilidad, culparon a los ucranianos. Una presentadora de televisión, sonando triste, describió la escena como “una imagen horrible. Los nacionalistas [ucranianos], mientras se retiran, están tratando de no dejar piedra sin remover”. De hecho, el Ministerio de Defensa ruso acusó al batallón Azov, una famosa fuerza de combate radical ucraniana, de volar el teatro Mariupol, donde se habían refugiado cientos de familias con niños. ¿Por qué las fuerzas ucranianas súper patrióticas matarían deliberadamente a niños ucranianos? Eso no fue explicado, pero claro, nunca se explica nada. Y si nada se puede saber con certeza, entonces nadie puede ser culpado. Quizás los “nacionalistas” ucranianos destruyeron Mariupol. Tal vez no. No se pueden sacar conclusiones claras y nadie puede rendir cuentas.

Pocos sienten remordimiento. Las grabaciones publicadas de llamadas telefónicas entre soldados rusos y sus familias (usan tarjetas SIM comunes, por lo que es fácil escucharlas) están llenas de desprecio por los ucranianos. “Le disparé al auto”, le dice un soldado a una mujer, quizás su esposa o hermana, en una de las llamadas. “Dispara a los hijos de puta”, responde ella, “siempre y cuando no seas tú. Que se jodan. Malditos drogadictos y nazis". Hablan de robar televisores, beber coñac y dispararle a la gente en los bosques. No muestran preocupación por las bajas, ni siquiera por las suyas. Las comunicaciones por radio entre los soldados rusos que atacaban a los civiles en Bucha eran igual de frías. El propio Zelensky se mostró horrorizado por la despreocupación con la que los rusos propusieron enviar unas bolsas de basura para que los ucranianos envolvieran los cadáveres de sus soldados: “Incluso cuando muere un perro o un gato, la gente no hace esto”, dijo a los periodistas.

Todo esto —la indiferencia ante la violencia, la indiferencia amoral ante los asesinatos en masa, incluso el desdén por las vidas de los soldados rusos— es familiar para cualquiera que conozca la historia soviética (o la historia alemana, para el caso). Pero los ciudadanos rusos y los soldados rusos no conocen esa historia o no les importa.

El presidente Zelensky me dijo en abril que, como “los alcohólicos [que] no admiten que son alcohólicos”, estos rusos “tienen miedo de admitir la culpa”. No hubo un ajuste de cuentas después de la hambruna ucraniana, o el Gulag, o el Gran Terror de 1937-1938, ningún momento en que los perpetradores expresaron un arrepentimiento formal e institucional. Ahora tenemos el resultado. Aparte de los Kravchenkos y Kopelevs, la minoría liberal, la mayoría de los rusos han aceptado las explicaciones que el estado les dio sobre el pasado y siguieron adelante. No son seres humanos; son basura kulak, se dijeron entonces. No son seres humanos; son nazis ucranianos, se dicen a sí mismos hoy.

Imagen: El Español

Fuente: Polis Mires

martes, 26 de abril de 2022

Rusia impuso una multa a Wikipedia por no eliminar artículos sobre las acciones de sus tropas en Ucrania


El tribunal del distrito de Taganski, en Moscú, ha multado este martes con tres millones de rublos (más de USD 39.000) a Wikipedia por no eliminar cinco artículos sobre las acciones del Ejército ruso durante la invasión rusa de Ucrania.

“Wikimedia Inc fue declarada culpable de cometer un delito administrativo tipificado en la parte 2 del artículo 13.41 del Código de Infracciones Administrativas de Rusia. Impongo una pena de multa de tres millones de rublos”, ha dictaminado un juez.

Se trata de la primera vez que Rusia impone una multa a Wikipedia por el contenido de sus artículos, según medios de comunicación rusos. El abogado de la compañía ha indicado que el caso incluye documentos que no han sido traducidos ni analizados, lo que impide estudiar plenamente el protocolo.

Asimismo, ha destacado que cualquier persona puede modificar los artículos de Wikipedia siempre y cuando indique la fuente. “Si el fiscal opina que algo está mal con los datos en estas publicaciones, pudo haber entrado y haberlo cambiado”, ha dicho.

La organización ha sido multada con tres millones de rublos por el contenido de tres artículos --uno de ellos sobre los acontecimientos en la ciudad ucraniana de Mariúpol del 9 de marzo-- por “arrojar una sombra sobre la reputación del Ministerio de Defensa ruso”.

Ucrania ha acusado a Rusia del bombardeo de una maternidad y del teatro de Mariupol, en cuyo sótanos se encontraban unas 1.500 personas. Rusia ha negado esa acusación.

A principios de este mes, el regulador ruso de los medios de comunicación, Roskomnadzor, exigió a Wikimedia, organización sin ánimo de lucro matriz de Wikipedia, eliminar los materiales con la información “no verificada sobre la operación militar de Rusia en Ucrania”, señalando que los autores del artículo “desinformaban deliberadamente a los usuarios con una información abiertamente falsa”.

Esta es la primera vez que se responsabiliza administrativamente a Wikimedia en virtud de este artículo del Código de Infracciones Administrativas de la Federación Rusa.

Un representante de Wikimedia argumentó que el requisito de eliminar todos los artículos es irrazonable y basta con agregarles el punto de vista contrario, que es consistente con los principios de la libertad de expresión.

Imagen: Wikipedia

Fuente: Infobae

Elon Musk compra Twitter y otras señales del fin de una época digital


Eran las 15:12 en Nueva York cuando Elon Musk publicaba el siguiente tuit: “Espero que incluso mis peores enemigos permanezcan en Twitter, porque eso significa la libertad de expresión”. Al hombre más rico del mundo solo le faltaba una plataforma de comunicación. Entre otros negocios disruptivos, ya poseía en grados diversos SpaceX, una agencia de exploración espacial; Neurolink, una compañía de implantes cyborg; OpenAI, un laboratorio de innovación en inteligencia artificial; y Tesla, una empresa de coches eléctricos que en realidad, afirma Kate Crawford en Atlas of the AI, es sobre todo una factoría de baterías. Al comprar Twitter por cerca de 44,000 millones de dólares, Musk suma a su imperio la red social más importante de su vida. Y de todos los que nos dedicamos a narrar, comunicar y opinar.

Como usuario, Musk no solo ha sido muy polémico en Twitter, también ha demostrado que la red social puede ser un laboratorio de ideas (The Boring Company, que se dedica a la perforación y las infraestructuras, nació con un tuit) y de especulación (ganó 4,000 millones con un tuit en el que anunciaba la intención de comprar 100% de Tesla). En estos momentos cuenta con 83 millones de seguidores. Como nuevo dueño, promete mayor transparencia de su algoritmo, cambios acerca de la libertad de expresión, un plan de viabilidad económica y algunas novedades técnicas (como la opción de editar los tuits). La empresa saldrá de la Bolsa de valores. Y quedará bajo un único timón, una psicología única.

Su más reciente intervención en el núcleo duro del siglo XXI está en sintonía con su ideario, siempre ambivalente entre la utopía y el lucro salvaje. Al igual que defiende la necesidad de impulsar la energía solar y las energías renovables, la simbiosis entre el hombre y la máquina o que la humanidad se convierta en una especie interplanetaria tras regresar a la Luna y pisar Marte, dice estar convencido de que la privatización de Twitter es fundamental para la libertad de expresión y para la democracia. Sin duda su discurso es más sólido y más interesante que el de otros millonarios como Jeff Bezos o Mark Zuckerberg, y él ha hecho aportaciones más relevantes en términos de progreso tecnológico; pero no deja de ser ambiguo y cuestionable.

La crítica cultural y profesora de Harvard Jill Lepore ha analizado sus contradicciones en el podcast The Evening Rocket. Y ha llegado a la conclusión de que todo su programa vital adapta a nuestra época los referentes de la ciencia-ficción que Musk absorbió durante la infancia y la adolescencia. Para entendernos: la saga de Fundación, de Isaac Asimov, o las aventuras de Iron Man/Tony Stark, con quien se identifica. Se ve a sí mismo como un superhéroe, un líder planetario en el nuevo panorama del capitalismo especulativo de las startups y las plataformas. En un mundo presuntamente horizontal su figura aparece, en cambio, en lo alto del capital clásico, criptomonetario y simbólico.

Son muchas las señales que anuncian el fin de la edad dorada de las grandes compañías tecnológicas tras cerca de 20 años de expansión sin pausa ni ley. La investigación Facebook Papers, de finales del año pasado, evidenció que Meta sabe perfectamente que Facebook es usado para el tráfico humano y que Instagram daña la psique de las adolescentes, y no hace nada para remediarlo; los sindicatos que surgen finalmente en Amazon o Alphabet; los escándalos en Spotify por difundir el negacionismo de la vacuna contra el COVID-19; o el remarcable descenso de suscriptores en Netflix son síntomas de que nos encontramos en un momento de inflexión. Que Elon Musk haya comprado Twitter no hace más que subrayar 2022 como el año en que están cristalizando cambios decisivos.

La Unión Europea acaba de aprobar la Ley de Servicios Digitales. Va a obligar a las plataformas tecnológicas con más de 45 millones de usuarios a regular en serio los contenidos ilegales y la desinformación, y a proporcionar más datos acerca del funcionamiento de sus algoritmos bajo amenaza de multas que pueden alcanzar hasta 6% de su facturación global. Es un proyecto paralelo al de la Ley de Mercados Digitales, con clara voluntad antimonopolio. Cuando entre en vigor, presumiblemente en un plazo de 15 meses, Google, Meta y Amazon —entre otras corporaciones— iniciarán una nueva etapa en el Viejo Continente. Bajo la nueva dirección de Musk, Twitter —que tiene unos 329 millones de usuarios— parece dirigirse precisamente hacia las políticas de transparencia y de control que propugnan las directrices europeas.

La ciencia ficción no es solo el nuevo realismo, es el nuevo orden de la realidad. Pero como se ve en Super Pumped, la serie de televisión sobre Uber y su tóxica conquista del transporte urbano internacional, o The Dropout, la miniserie que narra la estafa millennial de Elizabeth Holmes con su empresa médica Theranos, quienes están escribiendo el guion del futuro son sobre todo narcisistas peligrosos. Al mismo tiempo que predican la revolución democrática de un mundo en red, se sitúan en lo alto de la nueva pirámide. Todo cambia para que permanezca más o menos igual. Por eso me pregunto si la adquisición de Twitter por parte del cocreador de PayPal forma parte de las señales de cambio positivo en la historia de las plataformas digitales o de la catálisis hacia la distopía de lo que Shoshana Zuboff ha llamado el capitalismo de vigilancia. Mientras lo descubrimos, esperamos la serie sobre Musk. Y ese capítulo sobre la negociación y la compra de la red social que sin duda será digno de la serie Succession.

Fuente: El Post

lunes, 25 de abril de 2022

La IA funciona con números, pero ¿qué pasa con las palabras?


La mayoría de las técnicas modernas de IA se han desarrollado para trabajar con números, lo que puede presentar un desafío cuando se trata de trabajar con palabras y texto. Para superar esta posible limitación, se ha creado una clase de algoritmos que convierten palabras en números. Se conocen como word embeddings y hacen que sea mucho más sencillo aprovechar las técnicas modernas de inteligencia artificial cuando se desea analizar el lenguaje natural.

¿Cómo funcionan los word embeddings?

Los word embeddings incorporan un corpus de texto y generan un vector numérico para cada palabra del corpus, lo que crea un modelo de lenguaje que se puede utilizar para guiar una amplia gama de procesos de clasificación y recuperación de información, como los que llevan a cabo los motores de búsqueda como Google, Bing, etc. Los modelos de lenguaje constan de grupos de vectores numéricos que representan similitudes sintácticas (contexto) y semánticas (significado) entre palabras. Si se usa un corpus de capacitación bilingüe, ciertos algoritmos también detectarán similitudes entre idiomas. Como ejemplo, un modelo de lenguaje que desarrollamos en el BID identificó que la palabra “metrics” (en inglés) estaba estrechamente relacionada con el término “indicadores clave de rendimiento”.

A partir de aquí, hay todo tipo de sorprendentes matemáticas vectoriales que se pueden hacer para explorar e inferir relaciones entre palabras en el corpus, pero para este artículo nos centraremos en un ejemplo específico. Como administrador del conocimiento, descubrí que los word embeddings son inmensamente poderosos para comprender nuestro universo de conocimiento, tal es el caso de la forma en que una institución habla sobre su trabajo, es decir, de su jerga específica. En este contexto, las incrustaciones se convierten en un espejo que refleja el léxico institucional y este reflejo puede usarse para mejorar la forma en que se gestiona el conocimiento dentro de una institución. Este enfoque es particularmente útil para comprender lo que un usuario está buscando cuando realiza una búsqueda para encontrar resultados que tengan en cuenta dicha jerga.

Word embeddings en la práctica

Existen numerosas formas de generar incrustaciones de palabras, y quizás la más conocida es el algoritmo word2vec de código abierto que, como su nombre lo indica, convierte cada palabra del corpus en un vector. Word2vec, funcionó bien en la mayoría de los casos que utilizamos durante la construcción del motor de búsqueda Findit. Sin embargo, ese algoritmo tenía una limitación crítica para nuestro propósito: no nos permitía inferir términos relacionados con las palabras que no se mencionaban explícitamente en nuestro corpus de entrenamiento original. A pesar de que nuestro corpus de capacitación era bastante grande, con más de 2 mil millones de palabras, nos encontramos con algunas situaciones en las que este aspecto del modelo hizo que se quedara corto para nuestro caso de uso. Por ejemplo, cuando un usuario buscaba “electromovilidad”, palabra que no estaba en el modelo original, entonces no se mostraban resultados, ni siquiera relacionados a términos tan amplios “movilidad”.

Para superar este desafío, experimentamos con otro algoritmo de código abierto: fastText. La principal diferencia con este algoritmo es que genera vectores a nivel de letras en lugar de a nivel de palabra. FastText es un algoritmo de incrustación de palabras que va más allá de mapear las palabras en el vocabulario al mapear también las subcadenas de estas palabras. Como resultado, si el modelo entrenado por fastText encuentra una palabra en la que no ha sido entrenado, buscará subcadenas de esa palabra y analizará si aparecen en el modelo. En general, funciona tan bien como word2vec, pero en nuestro contexto demostró tener dos ventajas importantes:
  • Nos ayudó a obtener buenos resultados incluso cuando las consultas de los usuarios tuvieron simples errores ortográficos
  • Fue capaz de manejar las consultas de los usuarios con palabras que no forman parte del corpus de entrenamiento, o palabras que aún no están en el modelo de lenguaje, cuando hay suficientes similitudes a nivel de letras. Por ejemplo, fastText sería capaz de identificar una relación entre las palabras “metro” y “milímetro”, incluso si la palabra “metro” no estuviera en el modelo.
La implementación de fastText nos ayudó a llevar nuestra aplicación de búsqueda al siguiente nivel. ¡No podemos esperar a mostrarte lo que desarrollaremos con esta tecnología!

Fuente: BID

domingo, 24 de abril de 2022

¿Es legal que una tienda online ofrezca precios distintos para sus productos según si navego en una ventana de incógnito o no?


En estos días ha circulado por redes sociales la denuncia de un usuario al que se le mostraron precios diferentes de un curso online según si entraba a la página web que lo ofrecía en modo incógnito o no. Esto es, que entrara directamente o usando la versión un poquito más privada que dan los navegadores y que disimula un poco tu identidad en la red. Preguntaba si es legal: en determinadas circunstancias, sí que lo es.

Este fenómeno tiene nombre y desde tiempo antes que existiera el internet que usamos ahora: discriminación de precios. Consiste en elaborar técnicas que permitan a los comerciantes vender sus productos y servicios al máximo precio que está dispuesto a pagar un consumidor en función de diferentes factores, como su nivel adquisitivo, su lugar de residencia, el momento en el que hace una compra u otro elemento que le caracterice.

Un ejemplo muy común que nos puede sonar a todos es el de los precios de vuelos, del que además hablamos en este artículo: el precio puede variar en función de si lo buscamos desde un país u otro o la antelación con la que lo hagamos. Pero también influyen los rastreadores digitales con los que las aerolíneas (o cualquier empresa) puede detectar si hemos buscado billetes anteriormente o qué tipo de navegación hemos hecho. Entre esos rastreadores están, por supuesto, las cookies, de las que también te hablamos a fondo.

Las cookies, esenciales para identificarnos durante el proceso de compra

Las técnicas de discriminación de precios que se utilizan en el mundo digital están muy ligadas a los tipos de rastreadores que nos identifican en mayor o menor medida. Los que nos suenan a todos son las cookies porque cada vez que entramos a una página web nos salta esa molesta cajita que tendemos a ignorar presionando directamente “Aceptar todo”. Justo en esa cajita es donde puede estar la clave por la que al entrar en un sitio se nos ofrezca una publicidad u otra o, en este caso, un precio concreto por un producto.

“Esas cookies se guardan en unas plataformas llamadas DMP (plataformas de gestión de datos en español), que pueden ser propias de cada empresa o de terceros, donde se combinan y analizan las asociadas a cada navegador para generar perfiles de cada usuario en función de las webs que visitan”, explica a Maldita.es Ángela Álvarez, cofundadora de MyDataMood. Son datos “pseudoanónimos”: no están asociados a datos que nos identifican como un email, sino que perfilan a los usuarios que usan un navegador y un dispositivo determinado.

Álvarez explica que cuando entramos en una web y aceptamos las cookies, damos visibilidad al navegador sobre quiénes somos: “Le autorizamos a ‘pegarnos’ una cookie y a ir a preguntar al DMP quienes somos”. Con esa información pueden clasificar la navegación que hacemos (y la que ya hemos hecho) y customizar el contenido que nos muestran.

¿Por qué al entrar en modo incógnito nos aparece un precio diferente? Como os explicamos en este artículo, la versión de incógnito de los navegadores no te hace anónimo ni respeta demasiado tu privacidad, pero sí que hace que entres en una página web con un historial más limpio. En esa sesión no habrá cookies de otros sitios web y todas las sesiones que tengas abiertas en diferentes servicios estarán cerradas.

“En las webs en las que, además del traqueo a través de cookies, el usuario está registrado - como Amazon o últimamente en la prensa digital-, el conocimiento sobre el usuario es aún mayor porque los datos de navegación/comportamiento digital, se asocian a una cuenta con datos personales”, añade Álvarez.

En este caso, Álvarez explica que las plataformas que se utilizan ya no son DMP sino de CDP (Customer Data Platform o plataforma de datos de consumidores en español), que combinan el perfil que facilitan las cookies con la información declarativa proporcionada en los registros. A la hora de mostrar un anuncio o un servicio concreto, el sistema consulta ese CDP, identifica al perfil del usuario y se decide cómo se customiza el contenido, ya sea en un sitio web, una aplicación o incluso en el correo.

Muy bien, sabiendo esto, ¿podemos decir que es legal o no? Esto lo explican también desde MyDataMood en este artículo: puede ser una práctica legal según el caso y cómo se esté aplicando la discriminación de precios. Por ejemplo, la Unión Europea dice que no está permitida en base a la nacionalidad de una persona, pero sí por “criterios objetivos”.

Fuente: maldita.es

viernes, 22 de abril de 2022

Rusia encarcela a Vladimir Kara-Murza por "Fake News" sobre Ejército


Rusia ordenó este viernes (22.04.2022) la detención preventiva del opositor ruso Vladimir Kara-Murza, uno de los principales críticos del Kremlin, en el marco de una investigación sobre "informaciones falsas" acerca de las actividades del Ejército en Ucrania, dijo su abogado.

Un tribunal de Moscú "envió a Vladimir Kara-Murza en detención hasta el 12 de junio", declaró el abogado Vadim Projorov en un comunicado publicado en Facebook. El tribunal confirmó el anuncio del letrado en un comunicado publicado por las agencias de prensa rusas.

Projorov anunció en la mañana que Kara-Murza estaba siendo interrogado por el Comité de Investigación ruso en el marco de una investigación sobre la divulgación de "información falsa" sobre el Ejército.

La difusión de "información falsa sobre el uso de las Fuerzas Armadas rusas" se castiga en Rusia con hasta 15 años de prisión, según un nuevo artículo del Código Penal aprobado por las autoridades a principios de marzo.

El arsenal legal ha sido reforzado en Rusia para controlar lo que se publica sobre la operación militar en Ucrania. Utilizar las palabras "guerra" o "invasión" para describir la intervención es suficiente para ser procesado.

En las últimas semanas, Kara-Murza, de 40 años, criticó varias veces la intervención en Ucrania, entre otros en redes sociales. El 12 de abril, fue condenado a 15 días de detención por desacato a las fuerzas del orden.

¿Quién es Vladimir Kara-Murza?

Kara-Murza es un experiodista cercano al opositor Boris Nemtsov, asesinado cerca del Kremlin en 2015, y a Mijal Jodorkovski, un exoligarca convertido en detractor del presidente Vladimir Putin. El opositor, que sigue viviendo en Rusia, afirmó que fue envenenado en dos ocasiones, en 2015 y 2017, debido a sus posiciones políticas.

Por otro lado, Kara-Murza fue declarado "agente del extranjero" este viernes junto con varios periodistas, entre ellos Alexei Venediktov, director de la emisora de radio Eco de Moscú, ahora desmantelada.

El Ministerio de Justicia ruso informó en un comunicado que había añadido a su lista de "agentes del extranjero" a ocho personas, entre ellas Leonid Volkov, mano derecha de Alexéi Navalni, el líder encarcelado de la oposición rusa, y el veterano periodista Alexander Nevzorov.

Imagen: El Diario

Fuente: DW

jueves, 21 de abril de 2022

La máquina más sostenible del mundo


La máquina más sostenible del mundo no es su nuevo coche eléctrico, el teléfono que usa para leer este artículo o el smartwatch que luce en la muñeca. En la era de lo digital, lo híbrido y lo smart, que abre al mundo un abanico de innovadoras oportunidades, el artefacto más eficiente y rentable para el ser humano es (o debería ser) nuestro hogar.

A comienzos del siglo XX, cuando las guerras eran mundiales y las ciudades padecían los estragos de la industrialización, el arquitecto suizo Le Corbusier definió la casa como una «máquina para habitar». Cien años después, la crisis climática y una pandemia mundial nos han obligado a concebir los edificios en los que vivimos como «máquinas energéticas» diseñadas para garantizar tres derechos básicos: la vivienda, la energía y el confort.

Y es que nuestra idea de hogar ha cambiado mucho en poco tiempo. El confinamiento masivo reordenó nuestras prioridades y nuestro vocabulario, despertando nuevas necesidades. Hoy deseamos casas soleadas, capaces de adaptarse a nuevas posibilidades y roles, que demanden la menor energía posible y dispongan de espacio exterior propio al tiempo que permiten la vida en comunidad. Pero lo que ha cambiado apenas es el hecho de que los edificios, desde su construcción hasta el fin de su vida útil, emiten más de un tercio de los gases de efecto invernadero globales. Son, en su mayoría, devoradores de recursos, centrales aceleradoras del cambio climático.

Es cierto que la transición energética aterrizó en los códigos constructivos mucho antes de que la covid-19 invadiese nuestras vidas, añadiendo la eficiencia a la lista de obligaciones. Sin embargo, no ha sido hasta ahora, con la factura disparada y ante la imposibilidad de mantener la temperatura de nuestros hogares, cuando nos hemos dado de bruces con la conclusión primaria: habitar la máquina no es suficiente, hay que hacerlo en condiciones de sostenibilidad y confort.

Pero, por suerte, el futuro no es una hoja en blanco. Varios arquitectos innovadores llevan décadas imitando la tecnología de lo natural, desarrollando estrategias bioclimáticas capaces de enfriar o calentar un hogar mediante el aprovechamiento de las condiciones climáticas como la orientación, el viento, las precipitaciones o la luz solar. En España, de hecho, la iniciativa pública y privada ha hecho realidad hemiciclos solares, viviendas de sotavento, envolventes activas o gerias climáticas de inspiración canaria.

Hemos convertido los edificios en organismos capaces de relacionarse con su entorno con los mínimos apoyos artificiales y bajas emisiones de CO2. A ello hay que sumarle el desarrollo de la industrialización constructiva, un cambio de mentalidad con el que pasamos de edificar viviendas a fabricar viviendas –como Le Corbusier ensayó hace cien años– gracias a métodos y materiales infinitamente menos dañinos para el medio ambiente.

Esta arquitectura pasiva capaz de reducir la demanda de energía de forma drástica requiere de un mundo que se comprometa con el nuevo paradigma, pero, sobre todo, necesita un usuario activo que conozca y exprima las posibilidades. No cabe en esta nueva era ignorar el comportamiento bioclimático de la vivienda o de los lugares de trabajo (oficinas) y ocio (centros comerciales, deportivos u hoteles) mientras se tiene acceso pleno al mundo desde la palma de la mano con tan solo desbloquear el smartphone.

El tiempo de las construcciones no comprometidas con el medio ambiente llega a su fin. Los edificios de consumo casi nulo se han impuesto y evolucionan para convertirse en edificios de balance positivo, capaces de generar más de lo que necesitan gracias a las tecnologías renovables.

Pero para que el salto definitivo se produzca, la máquina energética ha de ser demandada por la sociedad, ejecutada por sus promotores, explicada por sus diseñadores e interiorizada por quienes van a habitarla. Cada construcción debe tener su propio manual de instrucciones. Conceptos como la galería climática, la chimenea solar, el muro de inercia o las comunidades energéticas tienen que salir de los estudios e instalarse en la calle, proponiendo al usuario un nuevo conocimiento que redunde en beneficio común.

Debemos hacer propuestas circulares, reconfigurables y reutilizables en sus materiales. Tenemos que impulsar una arquitectura corresponsable, que ofrezca respuesta a las nuevas necesidades, familias y formas de relación interpersonal. Los edificios han de comportarse, en definitiva, como una piel que muda, como mudan las necesidades y los estilos de vida de sus ocupantes.

Y es que la penúltima revolución de la especie humana ya no será tecnológica, sino de conciencia. En palabras del antropólogo y codirector de Atapuerca, Eudald Carbonell, nuestro próximo éxito debe ser «el desarrollo de la conciencia crítica de especie y operativa». Importa poco (o nada) que esta nueva conciencia tenga más que ver con nuestras dificultades económicas personales –y, por qué no decirlo, con la dosis aspiracional que nos inyectan los programas sobre reformas ideales y casas de ensueño– que con la crisis climática que afrontamos. El fin es el mismo: el refugio como derecho y la habitabilidad personal y global como objetivo primordial.

Antropológicamente, el género humano vuelve al punto de partida, el de la vivienda como espacio primigenio de seguridad en un mundo cada vez más volátil, incierto, ambiguo y complejo. En la época de lo digital, el foco regresa a lo más material y conceptualmente analógico del mundo, el hogar. Si la máquina energética nos da la oportunidad, tenemos que aprovecharla. De nosotros depende, como afirma Carbonell, sobreponernos o fracasar como especie.

Fuente: Ethic

El impacto de Blockchain en el registro de la propiedad


¿Cuántos de nosotros hemos tenido dificultades con el registro de nuestras propiedades? ¿Sabían que el 70 % de las personas en el mundo tienen problemas con el derecho propietario de sus tierras?

Este problema fue abordado, muchos años atrás, por el economista Hernando De Soto en su libro “El misterio del capital”. De Soto planteó que este es el tema número uno en el mundo en términos de movilidad económica, más importante que tener una cuenta bancaria. Afirma que cuando la propiedad de las tierras es difícil de validar y rastrear, se convierten en “capital muerto”, sin ningún valor real. Si uno no tiene un título válido de su tierra, no puede pedir préstamos con esa garantía o realizar cualquier transacción, y por ende planificar el futuro.

De Soto dice que un buen sistema de registro de propiedades produce seis efectos que permiten a los ciudadanos generar capital: 1) Fijación del potencial económico de los activos, 2) Integración de información dispersa en un sistema, 3) Conversión de las personas en responsables, 4) Conversión de las tierras o activos en fungibles, 5) Creación de redes de personas y 6) Protección de las propiedades y de las transacciones.

A lo largo de los años, el trabajo de De Soto ha tenido un gran impacto en la propiedad de la tierra y otros derechos de activos en todo el mundo y fue la principal inspiración del programa Doing Business del Banco Mundial, y ha abogado por el uso de la tecnología blockchain como una solución potencial para resolver estos inconvenientes.

Honduras, en mayo del 2015, fue uno de los países en apostar por la tecnología blockchain para registro de títulos de propiedad. Sin embargo, el proyecto se vio estancado por la velocidad del gobierno. Georgia anunció una alianza entre su Agencia Nacional de Registro Público y la firma BifFury para diseñar y pilotear un proceso de titulación blockchain, asesorado por Hernando de Soto.

Japón o Dubai han unificado todo el registro de propiedades haciendo uso de la tecnología blockchain, y de esa forma contar con una base de datos que incluya el total de propiedades que existen.

Suecia, Reino Unido y España también han encarado un proceso de acelerar los trámites administrativos y contar con datos confiables, utilizando blockchain para registro de propiedades. Aunque han tenido que adecuar su legislación para poder avanzar con el uso del blockchain.

Bolivia no está exenta del drama que plantea De Soto. De acuerdo con la OIT se estima que existe un 82.8% de trabajadores empleados en la economía informal, sumada a que existen lugares donde la propiedad de las tierras está a nombre de los sindicatos, que extorsionan a sus afiliados, bajo la amenaza de desalojarlos y quemar sus pertenencias.

El BID, en octubre del 2019, anuncio que estaba implementando proyectos piloto de tecnología blockchain para resolver los problemas de titulación de tierras y registros, en Perú, Bolivia y Paraguay, a cargo de ChromaWay; que tiene experiencia en la implementación de títulos de propiedad de tierras en países como Suecia, Canadá, India y Australia, y la empresa boliviana de tecnología Jalasoft, para poner a prueba la tecnología y con el objetivo de extender a otras partes de Latinoamérica.

El director del INRA dijo que proyectaba concluir para 2023 con el saneamiento de tierras en el país, excepto en aquellas zonas en conflicto, aunque no sabemos si es con el uso de esta tecnología y en el marco de este proyecto piloto que tenía que ejecutarse en dos años.

La utilización del blockchain, puede servir para resolver la lentitud en los trámites y los errores frecuentes en el registro de propiedades. Esta tecnología permite que los distintos agentes económicos como: empresas de bienes raíces, bancos, aseguradoras, notarías, registros, juzgados, compradores y vendedores puedan hacerles un seguimiento confiable a todos los procesos aplicados sobre una tierra o inmueble; registro de títulos, compraventa, traspasos, herencia, demandas, hipotecas, cobros de seguro, entre otros.

De esta manera, una vez que pones los títulos de propiedad en una cadena de bloques, es inmutable, trazable y no se lo puede piratear. Esto crea las condiciones para la prosperidad de miles de millones de personas, garantizando seguridad, transparencia y confiabilidad a todos los actores económicos del país y ampliando la base de la economía.

Imagen: Los Tiempos

Fuente: Publico.bo

miércoles, 20 de abril de 2022

Las predicciones sobre computación cuántica están comenzando a ocurrir


El físico Juan Ignacio Cirac, director del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica, con sede en Múnich (Alemania), es considerado uno de los padres de la computación cuántica, la tecnología disruptiva que promete cambiar el mundo como en su día lo hicieron los experimentos de Faraday. Los ordenadores cuánticos pueden resolver problemas que a los clásicos les llevaría millones de años. «Es una revolución, pero las revoluciones llevan tiempo y lo más importante está aún por descubrir», ha dicho el investigador, Premio Príncipe de Asturias en 2006 y premio Wolf en 2013 -considerado una antesala del Nobel-. Con él se ha inaugurado el ciclo Diálogos de Futuro, organizado por ABC y la Fundación La Caixa para reflexionar con la ayuda de prestigiosos especialistas en ciencia, investigación y medio ambiente sobre temas trascendentales para la sociedad.

Preguntado por José Manuel Nieves, periodista especializado en ciencia y tecnología, Cirac ha reconocido que es muy difícil predecir cómo la computación cuántica repercutirá en la sociedad, «de igual manera que cuando apareció internet no sabíamos lo que representa hoy en día».

Según ha explicado, los ordenadores cuánticos resuelven los mismos problemas que los clásicos, pero de una manera distinta, con otras leyes de la física. Son las leyes del mundo microscópico, en las que pasan cosas tan increíbles como la superposición cuántica, «el primer shock» cuando alguien se acerca a este campo. Cirac lo compara con tocar la pata de un elefante sin haberlo visto nunca. «Estas leyes nos dicen que una partícula puede estar en dos sitios a la vez. Pero si la observamos, esa capacidad desaparece. Llevándolo al mundo macroscópico, es como si la Luna no estuviera ahí cuando no la miramos. A Einstein esto le volvía loco», explica. Y si al genio le costaba aceptarlo, para el resto de los mortales parece de ciencia ficción. Cuando hacía el doctorado, Cirac se lo intentó explicar a su abuela, de una aldea de Galicia. No quiso que se rieran de su nieto: «'Fenomenal Ignacio, muy bien, pero no se lo digas a nadie', me dijo».

Más que átomos en el universo

Pero cuando los científicos ven propiedades extraordinarias, intentan hacer cosas extraordinarias con ellas. Si un ordenador clásico procesa la información en ceros y unos, en uno cuántico, cada cúbit o bit cuántico puede ser cero y uno al mismo tiempo. Y ahí radica su potencia. «Jugamos con ese mundo en el que todas las cosas ocurren a la vez. Y eso es muchísimo mas rápido», señala. Claro que construir ordenadores cuánticos es terriblemente complicado, ya que los cúbits tienen que estar aislados para poder conservar sus superposiciones. Ya se ha conseguido un ordenador con 200 cúbits, en la Universidad de Hárvard. No parece muy impresionante, pero su capacidad es exponencial. «Si tuviéramos 300, el número de combinaciones sería mayor que el número de átomos en el universo. Podría hacer un cálculo mejor que cualquier ordenador que tengamos ahora mismo», dice el físico.

¿Llegará el momento en el que todos tengamos una computadora así en casa? Cirac no está del todo convencido, ya que no puede imaginar para qué necesitaríamos esa potencia de cálculo si nos dedicamos a navegar por internet o enviar correos electrónicos. «Aunque no sabemos cuáles serán las necesidades de los consumidores dentro de treinta años», matiza.

Para lo que sí se emplearán estas máquinas es para resolver cálculos en el ámbito de la física, la química -como el desarrollo de fármacos-, aplicaciones de inteligencia artificial... O para problemas de optimización: por ejemplo, qué recorrido debe hacer un viajante que visita 50 ciudades para emplear el menor tiempo posible.

Dominio de China

Cirac recuerda que Google consiguió en 2019 la supremacía cuántica (cuando un ordenador cuántico realiza una tarea que está más allá del alcance del superordenador convencional más poderoso) y que China ha logrado superar al gigante de internet, iniciando una carrera en la que, advierte, Europa no puede quedarse atrás. «Sería peligroso que países que no son democráticos se situaran por delante. Es importante que demos no solo apoyo académico para estas investigaciones sino también un impulso a la industria», afirma. Uno de los riesgos, por ejemplo, sería la desprotección de las comunicaciones encriptadas frente a los ordenadores cuánticos, algo que podría producirse en una década y para lo que habrá que prepararse.

El investigador cree que en tres años veremos aplicaciones cuánticas prácticas (el resultado de Google fue solo un cálculo académico) y en el siguiente paso, dentro de diez años, los ordenadores cuánticos ya no tendrán errores, algo muy habitual ahora. Cuando el ministro de Hacienda británico Gladstone le interrogó a Faraday sobre la utilidad práctica de la energía eléctrica, este le contestó: «Sir, un día podrá usted gravarla con impuestos». Cirac cree que lo mismo podría ocurrir con la computación cuántica.

Imagen: MTP

Fuente: ABC

martes, 19 de abril de 2022

Periodismo móvil en la era vertical


Grabar en modo vertical con nuestro teléfono móvil antes de Snapchat o Tik Tok era impensable. No era solo que te aparecían unas franjas negras horribles a los lados de la pantalla de escritorio

Era irte en contra de unos hábitos de consumo de contenido enraizados por años entre todos quienes habían crecido con las viejas pantallas del cine, la tv y las computadoras de escritorio.

Pensar en vertical era un auténtico “sacrilegio”.

Puntos de quiebre

Con la llegada del Iphone, en el año 2008, surgen varios puntos de quiebre. No es solo el aparecimiento de una nueva interface que cambia nuestro consumo de contenidos a pantalla vertical completa 

Las conexiones a internet a través de teléfonos celulares empezaron también a rebasar a las de computadora de escritorio a partir del 2015. Para el 2020, los móviles igualaron en horas de atención al tiempo de permanencia de la propia TV. 

El 80% del consumo de redes sociales en el 2022 proviene de teléfonos celulares

Snapchat no era una moda (ni TikTok)

Dos plataformas sociales en concreto motivaron el resto: Snapchat y TikTok fueron las primeras apps en desarrollar interfases pensadas para consumir contenido en formato completamente vertical.

Snapchat partió de una idea simple que redefinió el concepto: a más espacio en la forma natural de consumir contenido vertical en este dispositivo, menos distracciones. 

De esta forma, abrió el camino al resto de plataformas sociales. Facebook, al sentirse amenazada intentó comprarla y al no poder conseguirlo, decidió clonar la interface y lanzó Instagram Historias, luego replicó el éxito con los Estados de Whatsapp, llevó historias a Messenger y a la propia pantalla principal de Facebook.

Twitter reactualizó el formato vertical -al fin en el 2021- para su timeline. Y hasta Linkedin experimentó con el modo vertical de “historias”.

Más de 500 millones de personas usan el formato vertical en Instagram en su sección de “historias” para el año 2020. En toda la familia de apps de Facebook se comparten 1000 millones de historias a diario, según datos de la propia plataforma. El 45% de personas encuestadas por Facebook prefieren el formato historias para enterarse de nuevas tendencias.

Tik Tok y su nuevo récord

Pero faltaba un segundo boom del contenido vertical. Y llegó de la mano de Tik Tok, la aplicación china más descargada del mundo en el 2020. El tiempo promedio de esta aplicación casi se duplicó en el último año superando a las plataformas de Facebook que parecían invencibles. Tik Tok pasó de los mil millones de usuarios en un período récord de 5 años, una cifra que ninguna otra plataforma social había conseguido en ese lapso de tiempo. 

¿Qué hizo Facebook? Repitió la receta de clonar a Snapchat y entonces introdujo Reels tanto en Instagram como en Facebook.

Las últimas declaraciones de Adam Mosseri, director de Instagram, en el 2021, lo explican. “Seamos sinceros, ahora mismo hay una competencia muy seria. TikTok es enorme. YouTube es aún más grande”. La visualización de videos y la mayor retención tiene mucho que ver con esto.

El propio YouTube le dijo adiós a las franjas negras con las que antes “castigaba” al contenido en vertical y se subió a la ola con la aparición de un nuevo formato en vertical dentro de su plataforma: Shorts. 

El contenido en vertical se ha convertido en el formato de mayor crecimiento en la nueva era del internet móvil. De “sacrilegio”, ahora los editores buscan productores especializados en esta narrativa para poder llegar no solo ya a las “nueva generaciones” sino donde hoy el público pasa más tiempo.

Fuente: Cobertura Digital

El fracaso de la propaganda rusa


Cuando comenzó la guerra de Ucrania, me impactó mucho saber que la mayoría de los rusos apoyaban la agresión del Presidente Vladimir Putin. Tuve una sensación similar cuando Donald Trump ganó las elecciones presidenciales estadounidenses en 2016. En esos momentos mi familia vivía en Los Ángeles y todos a mi alrededor estaban atónitos. La semana siguiente desapareció la constante congestión de tráfico, como si la ciudad entera estuviera de luto

A pesar de las diferencias entre ambos sucesos, gran parte de los miembros de la institucionalidad rusa y estadounidense reaccionaron de manera similar. No querían creer que sus conciudadanos pudieran apoyar la brutal invasión a un país vecino o la elección de un populista arrogante.

De manera similar, al principio no creí a las encuestas de opinión pública rusas que mostraban que la mayoría de los ciudadanos apoyaba la guerra de Ucrania. Después de todo, las encuestas en regímenes autoritarios son poco confiables. Así que empecé a preguntar su opinión a varios conocidos en Rusia, todos de alrededor de 60 años, con quienes no había estado en contacto durante 20 años. Para mi sorpresa, entre un 80 y un 90% de ellos apoyaban la guerra. Son gente que me conoce desde que nací y eran amigos de mis padres, pero prefirieron escuchar la televisión estatal rusa en lugar de mis argumentos.

Esto no es ninguna coincidencia, ya que el constante flujo de propaganda anti-ucraniana del Kremlin no comenzó ayer. A lo largo de los últimos ocho años, los canales de la TV pública rusa han estado transmitiendo día y noche acerca de los supuestos “ucronazis” y la opresión de los hablantes del idioma ruso en la región del Donbás, en el este de Ucrania, y sobre cómo la OTAN está a las puertas de Rusia, lista para aplastarla.

Las llamadas clases intelectuales se burlaban de esta propaganda. ¿Quién creería esta basura? ¿Cuán estúpidos creían los presentadores de noticias de la TV estatal Olga Skabeeva y Dmitry Kiselyov que eran los rusos? ¿Quién podría creerle a Margarita Simonyan, la editora en jefe de la emisora RT en inglés? Putin está intentando desviar hacia Ucrania la atención sobre los problemas internos de Rusia, decíamos, pero pronto la mayoría de la gente se dará cuenta de lo que está pasando.

No fue así. En su lugar, nos convertimos en víctimas de nuestras burbujas informativas. Pensábamos que todos los televidentes de la programación estatal verían las tretas propagandísticas rusas. Y si alguno de ellos no lo hicieran, bueno, ¿qué puede hacer uno?

La condescendiente actitud de las clases intelectuales rusas hacia quienes ven la TV estatal rusa y los lectores de periódicos masivos no es nueva. Cuando estaba en la junta de directores del popular periódico Argumenty i Fakty en la década de los 2000, la mención de mi lugar de trabajo daba pie a una reacción de desdén similar: era cool trabajar en un periódico como Vedomosti (en ese entonces propiedad parcial del Financial Times y el Wall Street Journal), pero no en AiF. Y, sin embargo, en ese tiempo AiF tenía nueve millones de lectores, mientras que Vedomosti, 300.000.

De manera similar, cuando nuestro equipo relanzó Trud con el propósito de convertirlo en un periódico masivo de alta calidad, fue muy difícil contratar periodistas. Querían una prima de entre el 50 y el 100% por sobre lo que podían ganar en periódicos “de calidad”

En las mentes de la intelligentsia rusa hay arraigado desde hace tiempo un desprecio hacia los públicos de medios masivos. Incluso cuando era posible lanzar nuevos medios independientes, iniciativas como Vedomosti, Kommersant, Smart Money, Insider, Republic y TV Rain (Dozhd) se centraron en un estrecho público de personas cultivadas que escucharían o leerían las explicaciones de cómo funciona el mundo, difundidas por personas igual de cultivadas. Esta fuerte competencia por un pequeño nicho de mercado significó que los lectores educados y relativamente adinerados, al menos, tuvieron acceso a información de alta calidad durante los últimos 20 años.

Lamentablemente, nadie quiso producir contenido de calidad para el mercado de masas. Si bien Putin no permitiría hoy iniciativas de medios independientes como esta, en la década de los 2000 sí habría sido posible. El problema (que ciertamente aqueja también a otros países) era que los mejores gerentes de medios y periodistas no querían trabajar en este segmento.

En contraste, Putin comprendió qua la televisión estatal y los periódicos de masas eran claves para ganar y mantener su influencia política. No tenía un monopolio mediático, y la penetración de Internet en Rusia es de cerca del 85%, por lo que la mayor parte de la gente tenía acceso a fuentes de información alternativas. Pero la única persona que intentó generar un producto de calidad para un público masivo fue el líder opositor Alexei Navalny, cuyos videos solían recibir millones de visualizaciones. Esta es la principal razón por la que Putin lo intentó asesinar. Cuando fracasó en este cometido, lo encarceló.

Cuando Trump asumió el cargo, Estados Unidos tenía sólidas instituciones democráticas desarrolladas durante más de 200 años. Pero cuando Putin llegó al poder en 1999, la Rusia post soviética había sido independiente por apenas ocho años y su poderosa presidencia por sobre instituciones débiles era una invitación al despotismo.

Creo que Putin se retirará pronto de Ucrania occidental. Ya ha perdido la guerra, y es solo cuestión de tiempo antes de que lo admita. Pero, si bien Ucrania se reconstruirá rápidamente con la ayuda internacional, el destino de Rusia será sombrío. Probablemente Putin intensificará la represión en casa y se constituirá en una amenaza internacional constante debido a sus armas nucleares.

Para sacar a Putin del poder se necesita que cambie la percepción que los rusos tienen de él. Por sí solas, las sanciones económicas no lo lograrán, porque puede usar su máquina propagandística (y, de hecho, lo hace) para hacer creer que estas medidas son parte de la guerra de Occidente contra Rusia.

En lugar de ello, se necesitan medios que hablen a los partidarios de Putin en su propio idioma. Crear medios así será mucho más difícil que hace una o dos décadas, pero es posible. Rusia sigue conectada a la internet, por lo que el contenido producido fuera del país se difundirá con rapidez. Pero un gran obstáculo es la financiación. Es improbable que los modelos basados en suscripciones generen ingresos suficientes, porque el público objetivo a menudo carece de ingresos disponibles. Y los ingresos por publicidad serán limitados debido al temor de las empresas rusas a ser asociadas con estos medios. En consecuencia, la principal fuente de fondos debería venir del micromecenazgo –de forma similar a como lo hace hoy la oposición rusa- y de donantes occidentales.

La guerra de Ucrania y la propaganda de Putin están estrechamente vinculadas. Por sí mismo, el combate contra su propaganda no pondrá fin a la guerra ni impedirá que inicie otras. Pero no se debe permitir que arrase ciudades, asesine a miles de civiles y afecte millones de vidas con la aprobación de los rusos.

Fuente: Project Syndicate

lunes, 18 de abril de 2022

¿Dónde consiguen información sin censura sobre Ucrania los rusos?


Antes de que Rusia invadiera Ucrania, la periodista rusa Farida Rustamova usaba Telegram para una sola cosa: comunicarse con sus amigos.

Pero conforme las autoridades han clausurado los medios de comunicación que se desviaron de la línea oficial, entre ellas las publicaciones para las que Rustamova escribía, ella empezó a subir sus artículos a Telegram. Sus publicaciones —en las que ha escrito sobre la consolidación de las élites rusas en torno al presidente Vladimir Putin y la reacción de los empleados de los medios estatales a una protesta emitida al aire– ya acumulan más de 22.000 suscriptores.

“Este es uno de los pocos canales que quedan donde se puede recibir información”, dijo en una llamada por Telegram.

Conforme Rusia ha silenciado a los medios de comunicación independientes y prohibido las plataformas como Twitter, Facebook e Instagram, Telegram se ha convertido en el canal más importante para acceder a información sin restricciones. Desde el inicio de la guerra ha sido la app más descargada en Rusia, con alrededor de 4,4 millones de descargas, según Sensor Tower, una empresa que analiza datos. (También se han registrado 124 millones de descargas de Telegram en Rusia desde enero de 2014, según Sensor Tower)

“Telegram es el único lugar de Rusia donde la gente puede intercambiar opiniones e información libremente, a pesar de que el Kremlin se ha esforzado por infiltrar los canales de Telegram”, dijo Ilya Shepelin, quien solía cubrir a los medios para el canal de televisión independiente Rain, hoy cerrado, y que ahora escribe un blog que critica la guerra.

Luego del cierre de la estación radiofónica independiente Eco de Moscú, su editora jefa adjunta, Tatiana Felgengauer, dijo que su audiencia en Telegram se ha duplicado. Y luego de que las autoridades rusas bloquearon el acceso al popular sitio de noticias ruso Meduza a principios de marzo, sus suscripciones en Telegram se duplicaron y alcanzaron casi 1,2 millones.

“Aquí consigo las noticias”, dijo Dmitri Ivanov, que estudia ciencia computacional en una universidad de Moscú. Dijo que se apoya en Telegram para ver “los mismos medios de comunicación en los que confío y aquellos cuyos sitios leía antes”.

Quienes se oponen a la guerra usan la plataforma para todo, desde organizar protestas antibélicas hasta compartir reportes de los medios occidentales. En marzo, The New York Times lanzó su propio canal en Telegram para asegurarse de que los lectores en la región “puedan seguir accediendo a un relato preciso de los acontecimientos mundiales”, indicó la empresa en un comunicado.

Pero la libertad que ha permitido el libre intercambio de noticias y opiniones también ha hecho que Telegram se convierta en refugio de desinformación, propaganda de ultraderecha y discursos de odio.

Los propagandistas cuentan con sus propios canales populares: Vladimir Solovyov, presentador de un programa de televisión en horario estelar que todos los días de semana presenta fuertes críticas a Ucrania, cuenta con un millón de suscriptores. Abundan los canales a favor de la guerra de Rusia, muchos de los cuales están operados por usuarios no identificados.

Los medios estatales, como Tass y RIA News, también difunden su información por Telegram.

Telegram también ha abierto la puerta a quienes critican al presidente Vladimir Putin desde la derecha, los partidarios de línea dura que exhortan al Kremlin a actuar más.

Yuri Podolyaka, un analista militar que suele repetir la línea del gobierno cuando aparece en el popular canal que opera el Estado, Channel One, tiene un enfoque marcadamente distinto en los videos que publica en Telegram.

Dice que los aliados a favor de Rusia en el sureste de Ucrania no reciben suficiente equipamiento. El gobierno es demasiado lento al establecer gobiernos de ocupación en las ciudades que ha capturado. Y los refugiados de Ucrania piden en vano que se paguen los 120 dólares que prometió Putin.

“Esta no es solo una guerra que sucede en las líneas de combate, esta es una guerra por la mente de las personas”, dijo en un video publicado recientemente para sus más de 1,6 millones de seguidores.

Igor I. Strelkov, un veterano del ejército ruso y ex ministro de Defensa de la llamada República Popular de Donetsk, ha atraído a más de 250.000 seguidores a su canal de Telegram en el que analiza los problemas de la estrategia usada en la guerra, lo que provee un contrapeso a la propaganda gubernamental que afirma que esta se desarrolla a la perfección.

“Dudo que, luego de perder el primer mes dorado de la guerra, nuestras fuerzas logren rodear y destruir a la fuerza ucraniana en el Donbás”, dijo en un video publicado esta semana, y reconoció que para algunos sus puntos de vista podrían ser vistos como traición. “Desafortunadamente, veo al comando militar ucraniano actuando de forma más competente que el ruso”.

De hecho, la palabra “guerra”, que ha sido prohibida en Rusia para referirse a los hechos en Ucrania, aparece con frecuencia en Telegram entre las opiniones más personales y partidistas que expresan tanto los partidarios como los opositores.

Uno de los defensores más entusiastas es Ramzan Kadyrov, el belicoso líder de Chechenia, cuyo canal de Telegram ha crecido desde los 300.000 seguidores que tenía antes de la guerra hasta alcanzar casi dos millones. Con frecuencia publica videos de sus tropas sitiando Mariúpol, y a menudo muestra métodos militares dudosos, como estar de pie en una ventana abierta al disparar una ametralladora contra un enemigo invisible.

En internet, a Kadyrov lo apodaron categóricamente como un “Guerrero de Tiktok” luego de que, en una serie de imágenes que se suponía que mostraban una visita a Ucrania, se difundiera una fotografía en la que aparece rezando en la gasolinera de una marca que solo existe en Rusia.

¿Por qué el Kremlin sencillamente no prohíbe Telegram, como ha hecho con tantas otras fuentes independientes de noticias? Ya lo hizo, o lo intentó, en 2018, luego de que la empresa desafió las órdenes gubernamentales de permitir que los servicios rusos de seguridad accedieran a los datos de sus usuarios.

Pero el gobierno no contaba con los medios técnicos para bloquear el acceso a la app y siguió estando disponible para los usuarios rusos en gran medida. Para 2020 el gobierno había retirado la prohibición, diciendo que Telegram había accedido a varias condiciones, entre ellas mejorar los esfuerzos por bloquear el terrorismo y el contenido extremista.

En vez de bloquear Telegram, el Kremlin intenta controlar la narrativa ahí, no solo a través de sus propios canales sino también pagando las publicaciones, dijo Shepelin, el analista de medios. La cantidad de suscriptores a los canales oficiales o de línea dura hace palidecer a la audiencia de opositores.

Pavel Chikov, jefe del grupo de derechos humanos Agora Human Rights Group, que ha representado a Telegram en Rusia como abogado, dijo que la empresa tal vez haya mantenido su operación en Rusia hasta este momento porque a las autoridades del país les resulta útil difundir la idea de que tienen ciertos vínculos con Telegram y su fundador, Pavel V. Durov, “sea o no cierto”.

Chikov dice que no cree que Telegram brinda información sensible sobre las comunicaciones al gobierno ruso ni a otros porque, si lo hiciera, dijo, “la gente de todo el mundo dejaría de usarlo”.

Pero los expertos en seguridad han advertido, con alarma, la exposición que podrían tener los usuarios de Telegram. Los mensajes, videos, notas de voz y fotos que se intercambian en la aplicación no están encriptados de extremo a extremo por defecto y se almacenan en los servidores de la empresa. Esos los vuelve vulnerables a la piratería electrónica, a que los requiera el gobierno o que un empleado disidente los revise, dijo Matthew D. Green, experto en tecnologías de privacidad y profesor asociado en la Universidad de Johns Hopkins.

“Un servicio así es increíblemente jugoso como blanco de las agencias de inteligencia, tanto las agencias rusas como otras”, dijo Green.

Telegram ha dicho que los datos que están almacenados en sus servidores están encriptados y que su principal prioridad es la protección de la privacidad de los usuarios. Pero Green y otros expertos dijeron que el enfoque de Telegram hace que la comunicación a través de la app sea menos segura en comparación con otros servicios de mensajería como Signal.

Kevin Rothrock, editor adjunto de la versión en inglés de Meduza, dijo que le preocupaba lo fácil que era para alguien con malas intenciones conocer información privada a través de Telegram.

“Puedes ver quién está comentando, quién está en los chats grupales, los números telefónicos de las personas”, dijo. “Hay una rica base de datos”.

Telegram no respondió a las solicitudes de comentarios sobre sus políticas y seguridad.

Telegram es operada por Durov, un exiliado ruso que la fundó junto con su hermano, Nikolai, en 2013 y ahora funciona desde Dubái.

Los hermanos habían creado uno de los sitios más populares de redes sociales en Rusia, pero Pavel vendió su parte en 2013 y huyó del país luego de rehusarse a darle al gobierno los datos privados de los manifestantes anti-Rusia en Ucrania. (No está claro si es que Nikolai también vendió su participación ni dónde vive).

Durov ha dicho poco en público sobre la guerra. A principios de marzo acudió a Telegram para recordarles a sus seguidores el motivo por el que salió de Rusia. También dijo que su madre tenía raíces ucranianas y que tenía muchos parientes en Ucrania, por lo que el conflicto era “personal” para él.

Al principio de la guerra, dijo que la aplicación iba a considerar si suspendía el servicio en Rusia y Ucrania para evitar una inundación de informaciones no verificadas. En horas, luego del escándalo, Durov dio marcha atrás al plan.

Tal vez uno de los mayores riesgos para los rusos que dependen de Telegram para acceder al periodismo independiente es que las acciones de la empresa parecen estar, en su mayor parte, en manos de un solo hombre.

“La pregunta clave es si confías en Pavel Durov o no”, dijo Chihkov, el abogado en derechos.

“Todos deseamos que Telegram se porte bien con nosotros”, dijo Rothrock. “Hay muchos huevos en esa canasta”.

Fuente: NYT