miércoles, 23 de marzo de 2022

Cómo contrarrestar mentiras y propaganda en zonas de guerra


Semanas antes de que los primeros misiles rusos cayeran sobre las ciudades ucranianas, el Kremlin hizo una serie de afirmaciones sobre el Gobierno de Kiev. Según la televisión estatal rusa, las fuerzas ucranianas estaban cometiendo un genocidio en las regiones separatistas de Donetsk y Luhansk, a lo largo de la frontera rusa. Para ayudar a pintar a Ucrania como el agresor, en las redes sociales se difundieron vídeos trucados de supuestas víctimas.   

Una vez que comenzó la invasión, la ofensiva de la información falsa se puso en marcha. Las cuentas prorrusas en Telegram difundieron noticias falsas de que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski había huido del país. Más tarde, diez días después de comenzar la guerra, los legisladores rusos aprobaron una ley de «noticias falsas» que ha obligado a suspender su trabajo a los medios de comunicación independientes y a los periodistas extranjeros en Rusia que no siguen la narrativa del Kremlin.

«Este es el libro de tácticas: atacar desde diferentes ángulos [y] crear una atmósfera de caos y confusión», señala la experta digital del instituto de construcción de la paz (swisspeace), Emma Baumhofer.

La propaganda ha sido durante mucho tiempo una característica de la guerra, ya que los adversarios tratan de ganar los corazones y las mentes, así como las batallas. Pero con las redes sociales, internet y los teléfonos inteligentes, los bandos enfrentados pueden ahora −con relativa facilidad− convertir la información en un arma veloz y de alcance. A medida que la información errónea se difunde en internet y luego se abre paso fuera de la red, se crea un «entorno informativo complejo» −como lo denomina Baumhofer− que hace difícil distinguir entre realidad y ficción.

Acentuando la crisis desde Ucrania hasta África

Al igual que los rusos, la parte ucraniana también ha contribuido a la guerra de la información con su propia campaña de propaganda. Las autoridades han afirmado, por ejemplo, que el número de víctimas mortales entre los soldados rusos es mucho mayor que las estimaciones que hacen los servicios de inteligencia de Estados Unidos o que las cifras publicadas por el Kremlin. Incluso han hecho desfilar ante la prensa a supuestos prisioneros de guerra.

Como indica Julia Hofstetter, del grupo de expertos suizo foraus, en cualquier guerra un actor querría destacar sus éxitos para motivar a las tropas.

«En muchos conflictos, la información digital falsa se utiliza para movilizar el apoyo de la propia población, desestabilizar al enemigo o estropear un proceso de paz», explica Hofstetter, especializada en la dimensión cibernética de los conflictos y la construcción de la paz digital. 

En algunos casos, civiles, actores no estatales e incluso otros gobiernos se unen a la guerra de la información. En Ucrania, ciudadanos de a pie han publicado en las redes sociales vídeos difíciles de verificar en los que supuestamente aparecen soldados rusos capturados. Hackers voluntarios han atacado los sitios web del Gobierno ruso y los medios de comunicación estatales en un esfuerzo por dañar la maquinaria de propaganda del país. Según Baumhofer, Estados Unidos, sorprendentemente, publicó algunos de sus propios datos de inteligencia para socavar la narrativa rusa previa a la invasión. 

 Pero interferir en conflictos en el extranjero no es nada nuevo, en especial para Rusia. Durante años, el país ha utilizado muchas de las mismas estrategias de informaciones falsas que se ven en la guerra actual, dice Baumhofer. Un ejemplo es el de la República Centroafricana. Investigadores del Instituto de la Paz de Estados Unidos descubrieron que el aumento de la violencia tras las elecciones disputadas a finales de 2020 en la República Centroafricana «coincidió con las noticias falsas y la propaganda que se cree procedía de Rusia y Francia».

Según Nicolas Boissez, responsable de comunicación de la ONG suiza Fondation Hirondelle, Rusia quiere expandir su influencia en el país africano, donde en el último año se han intensificado los combates entre las fuerzas gubernamentales y los grupos armados no estatales. La información falsa se ha convertido en un elemento importante en una situación política y de seguridad tensa, añade Boissez.

Defenderse con datos

El impacto de la información falsa en la población del país es «significativo [y] acentúa la crisis de seguridad y debilita aún más el trabajo de los actores implicados en construir la paz», escribe la Fondation Hirondelle.

Con la idea de que el periodismo basado en hechos puede contribuir a la paz, la ONG con sede en Lausana lleva más de 25 años apoyando a los medios de comunicación independientes y formando a periodistas en países envueltos en conflictos. Su trabajo en la República Centroafricana es una muestra de lo que se puede hacer para responder a la información falsa.

«El núcleo de nuestra respuesta es proporcionar a la gente los hechos y explicarlos de la manera más sencilla posible [y] en un lenguaje que entiendan. Nos centramos en información cercana a sus preocupaciones cotidianas y así creamos un vínculo de confianza», cuenta Boissez.

Hace dos años, la ONG puso en marcha una campaña de lucha contra la información falsa junto con Radio Ndeke Luka (RNL), que fundó en el año 2000. Lo cual incluyó que en la emisora −que ahora es el medio de comunicación más popular del país− se creara una unidad de verificación de datos. Para llegar al mayor número de personas posible, el trabajo de quienes verifican los hechos se emite en RNL, así como en emisoras asociadas, en la web y en las redes sociales.

En la guerra de Ucrania la verificación también ha ocupado un lugar destacado. Incluso antes de que comenzara la invasión, periodistas y organizaciones de la sociedad civil −como Bellingcat− utilizaron herramientas de inteligencia en línea de código abierto (OSINT) para desacreditar imágenes y vídeos que pretendían mostrar la agresión ucraniana, revelando enormes vacíos en el pretexto de Rusia para la invasión. El propio Zelenski ha compartido vídeos grabados con un teléfono en los que rebate las afirmaciones rusas.

Pero la comprobación de los hechos y el apoyo a los medios de comunicación independientes no son las únicas formas de luchar contra la información falsa.

Para Baumhofer «presentar los hechos para que la gente cambie de opinion no es suficiente. Tenemos que abordar las causas profundas [que] alimentan la vulnerabilidad de la información falsa».

En la República Centroafricana, la Fondation Hirondelle ha reclutado a líderes de opinión, como artistas y músicos, para que aparezcan en actos públicos destinados a concienciar sobre las «noticias falsas» («fake news») y sobre cómo evitar convertirse en agentes de información errónea.

Pero tanto Hofsetter como Baumhofer también ven la necesidad de la alfabetización digital, especialmente para ayudar a las personas atrapadas en un apagón informativo. En Rusia, donde el Gobierno ha restringido el acceso a Twitter y Facebook, cientos de miles de personas han utilizado una red privada virtual para buscar otras fuentes de información. La mayoría de la gente, sin embargo, no conoce esta opción ni su funcionamiento, comenta Baumhofer.  

Presión para que las empresas tecnológicas mejoren

El ámbito más crítico para el cambio, no obstante, es el de las redes sociales, debido al enorme papel que desempeñan en la difusión tanto de «noticias falsas» como de información verificada.

Quienes moderan las plataformas en esta guerra han estado especialmente alerta. Hofsetter especula que un factor podría ser la atención de los medios de comunicación internacionales. Google, Twitter y Meta (la empresa matriz de Facebook) se apresuraron a bloquear Russia Today y Sputnik, dos medios patrocinados por el Estado a los que, poco después de que comenzara la invasion, se prohibió emitir en la Unión Europea. Twitter y Facebook también han suspendido o eliminado cuentas por violar las condiciones de uso.

Pero es un cambio en la trayectoria de las empresas tecnológicas. Ya que en la mayoría de los conflictos no han hecho lo suficiente para frenar la incitación al odio y la información falsa −dice Hofstetter− en parte porque las empresas son reacias a invertir recursos en supervisar contenidos en los idiomas locales en países que no se consideran grandes mercados objetivo.

En los peores casos, la falta de respuesta de las grandes empresas tecnológicas ha provocado una violencia mortal. Un informe independiente concluyó que Facebook había creado un «entorno propicio» para la violencia contra la población rohinyá en Birmania en 2017, ya que la incitación al odio contra la comunidad proliferó sin control en el sitio.

«Las plataformas realmente están contribuyendo al conflicto por la forma en que están construidas. Tienden a recompensar el comportamiento escandaloso y la ira porque eso es lo que tiene mayor tirón», explica Baumhofer.

Sugiere que quienes construyen la paz podrían trabajar con las plataformas «para convertirlas en lugares de debate más pacíficos». Su experiencia en mediación y en la búsqueda de puntos en común entre comunidades divididas, por ejemplo, podría aprovecharse para ayudar a que estos sitios realicen cambios fundamentales para que destaquen los puntos en común entre los usuarios en vez de polarizarlos.

La conclusión es que hay que seguir presionando a las empresas tecnológicas para que hagan más en todas las situaciones de conflicto. A fin de cuentas, la guerra de Ucrania no es su primera cita con la información falsa en tiempos de guerra.

«Cada conflicto presenta un nuevo escenario, pero podríamos habernos preparado mejor», dice Baumhofer.

Fuente: swissinfo.ch

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