El nombre Blue Jeans, o mejor dicho, el pseudónimo, suele ir precedido del término fenómeno cuando aparece en los medios de comunicación. El recurso sintetiza lo inexplicable que resulta, para muchos, el éxito de este escritor. No por la calidad de sus novelas sino por el público que las devora: el adolescente. ¿Pero no habíamos quedado en que los jóvenes no leían?
«No lo sé, sinceramente. En mi generación, mis amigos no eran muy lectores cuando eran adolescentes. Sin embargo, tú vas ahora a cualquier feria del libro y las filas más largas se generan en torno a los escritores de literatura juvenil. Y esta fue la única que no cayó en la crisis», contesta el escritor a la pregunta de si realmente cree que los jóvenes de ahora leen menos que los de antes.
Francisco de Paula Fernández González, el hombre detrás de Blue Jeans (apodo inspirado en una canción del grupo Squeezer), tiene su propia teoría: «Yo creo que es algo que sueltan los adultos dándolo por hecho. Vemos que los chicos están todo el día con el móvil, enganchados a series, jugando a la Play… y ya decimos que no leen. Se generaliza demasiado. Pero no tengo datos sobre si antes leían más que ahora o no. Lo que es seguro es que ahora leen más de lo que se piensa».
De no ser así resultaría difícil explicar que las ventas de sus libros superen el millón y medio. O que las colas de fans que se congregan en las casetas de las ferias a las que asiste o en las presentaciones de sus libros tengan poco o nada que envidiar a las que se forman en algunos conciertos.
Acusar a los jóvenes de no leer no es algo nuevo. Lo de buscar responsables de dicha desafección entre padres, colegios o la sociedad viene de largo.
«Es un debate abierto desde hace muchos años. En mi opinión hay que diferenciar entre lo que los jóvenes deben saber sobre Literatura y el hecho de que un chico adquiera el hábito de leer y se convierta en un buen lector», explica Blue Jeans sobre el grado de responsabilidad del sistema educativo en este asunto.
Y añade: «Es lógico que en los institutos se enseñen los clásicos, pero es complicado que un joven se enamore de la lectura si le mandan leer por obligación libros que ni siquiera entiende, y encima tiene que hacer un trabajo o un examen. La lectura es algo libre, voluntario, a la que se debe llegar por otros caminos. Hay que darles la posibilidad de que lean lo que ellos quieran leer. Con lo que puedan sentirse identificados. Me parece que esa es la única forma de crear lectores. Por otro lado, si sus padres son lectores, eso también influye mucho».
El propio Blue Jeans es un ejemplo de que despertar el gusanillo lector de los adolescentes (incluso entre los que no saben ni que lo tienen) pasa por llegar a ellos de la forma adecuada. En su caso lo hizo a través de las redes sociales.
Su primera novela Canciones para Paula, empezó a cocerse en Fotolog en 2008. Tras el éxito de las entradas en esta y otras redes que arrasaban por aquel entonces (MySpace, Tuenti, etc.), Francisco, o Paco, como le conocen sus más allegados, recibió la oferta de la editorial Everest para publicar la historia en forma de libro. El fenómeno Blue Jeans comenzaba a tomar forma.
─Sobre Canciones para Julia, tu primer trabajo, has llegado a decir que no lo consideras un buen libro, ¿por qué lo crees así? ¿Cómo ha evolucionado tu marea de escribir desde entonces?
No es lo mismo escribir en internet, sin un rumbo fijo, tratando de encontrar lectores y de engancharlos para que cada día estuvieran ahí, que escribir para una editorial y tener la marca Blue Jeans consolidada. También he ido acumulando experiencia, y ya son trece libros publicados. Ni yo soy el mismo de hace once o doce años.
Creo que el cambio principal está en que he aprendido a escribir un libro, aunque suene raro. Sé lo que hago y el motivo de cada capítulo, casi de cada párrafo. También trabajo de otra manera, más disciplinada, con más rigor. Cada vez más profesional.
No es que Canciones para Paula no fuera un buen libro. Esa opinión se la dejo a los lectores. Pero fue mi primera novela publicada. Pasó de un Fotolog al papel, y es normal que tuviera más errores que la última que he escrito. Aun así, mucha gente me sigue diciendo que es su historia preferida de las que llevo escritas.
─Con La promesa de Julia (Editorial Planeta), tu último lanzamiento, finalizas una trilogía con la que viraste de la novela romántica a la negra. ¿Te quedas en este nuevo registro o te apetece probar nuevos géneros?
Nunca me he considerado autor de romántica, a pesar de los corazones de las portadas y los títulos romanticones de mis diez primeros libros. He tratado muchos temas en esas historias, aunque los corazones se lo comían todo.
Sí ha habido un cambio, porque ahora el eje principal de las novelas es el misterio y la investigación. No sé qué pasará en el futuro. A mí me gusta escribir y prefiero no cerrar ninguna puerta.
─¿Crees que la literatura juvenil actual es la gran desconocida y, hasta cierto punto, infravalorada?
Solo hay que ver el tiempo que se le dedica al año en los medios de comunicación. Es como si no existiera. La literatura juvenil es invisible salvo si hacen una película o una serie de tu libro. Los adultos rápidamente nos olvidamos de que hemos sido jóvenes. Actualmente, hay una gran generación de autores, muchos de ellos jóvenes, que escriben literatura juvenil y que la mayoría de gente ni sabe que existe.
─¿Cómo se consigue enganchar con gente de otras generaciones?
No es fácil entender a las generaciones posteriores a la tuya, porque los cambios son continuos y vivimos de la inmediatez. Pero hay temas universales y atemporales: amor, amistad, preocupación por el futuro…
Sí, la manera de relacionarnos es distinta, pero hay elementos comunes que no dejarán de existir nunca. Yo escribo libros en los que los jóvenes son los protagonistas, pero no son guías para padres.
─Si tuvieras que definir a esta generación de adolescentes por sus gustos, inquietudes, ideales… ¿cómo lo harías?
No soy partidario de meter en el mismo saco a toda una generación de jóvenes. Los hay de todo tipo y con intereses muy diferentes. Como todos los adolescentes son impacientes, pasionales y se sienten incomprendidos.
Creo que los adultos los infravaloramos y no siempre los tratamos como se merecen. Tal vez hay un problema de comunicación y de memoria.
─Cuando abordas temas relacionados con problemáticas que, sobre todo, afectan a los más jóvenes (acoso escolar, anorexia, etc.), ¿cómo los preparas?
Leyendo mucho, preguntando e intentando ser muy respetuoso con cada asunto que trato. No me gusta pasarme, pero tampoco quedarme corto. Mi hermana es psicóloga y a veces le consulto cosas. También hay un trabajo personal y editorial con cada personaje y cada situación.
Fuente: Yorokobu
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