¿Cómo impacta en nuestra vida personal y profesional la desinformación? ¿Cuáles son las consecuencias que acarrea en nuestros entornos y comunidades de convivencia? Es fundamental analizar estas variables para comprender este fenómeno de manera integral.
Respecto al impacto de la desinformación a nivel personal, la mayoría es afectada por dudas y confusiones sobre la veracidad de las noticias. Siete de cada 10 reporta que esta es una de las principales consecuencias personales de la desinformación.
Un peldaño por debajo, seis de cada 10 dicen sentir una pérdida de confianza en las fuentes información o medios de comunicación. Esta es una de las variables más preocupantes de todo el sondeo.
La confianza es el principal lazo entre quienes producen información y quienes la reciben. Si este vínculo está dañado, incluso entre personas vinculadas con medios periodísticos u otros espacios de comunicación, el escenario está lejos de ser el ideal.
También resulta llamativo que poco menos de la mitad señale “conflictos o discusiones con otras personas”. O que tres de cada 10 sienta un impacto directo en su bienestar emocional o mental.
Ambos factores son importantes de destacar porque podrían conducir a cierta apatía en el intento de contrarrestar desinformación. Es decir, las personas dedicadas a la comunicación o el periodismo podrían inclinarse, con total justificación, por ignorar la desinformación para evitar problemas interpersonales o para cuidar su estabilidad mental o emocional.
En términos colectivos o comunitarios, la principal consecuencia reportada, derivada de la desinformación, fue la “división o polarización entre grupos de personas cercanas” (78.2 %).
Seis de cada 10 señaló tanto la difusión de estereotipos o prejuicios contra ciertos grupos, como la “pérdida de confianza en instituciones públicas, privadas y liderazgos”.
También resulta alarmante de cuatro de cada 10 haya mencionado aumento de la desconfianza entre personas del entorno y “dificultad para alcanzar consensos o tomar decisiones colectivas”.
Estos resultados evidencian la grave erosión social que conlleva la propagación de desinformación. Un daño al espacio público que, pese a ser evidente, en Bolivia aún no es discutido ni mesurado en su total complejidad e impacto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario