lunes, 14 de octubre de 2024

Premio Nobel 2024: la calidad de las instituciones potencia el crecimiento económico


El premio Nobel de Economía ha reconocido en 2024 a los profesores Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, por sus estudios sobre cómo las instituciones económicas y políticas se desarrollan y determinan la prosperidad de las naciones y la desigualdad entre ellas. ¿Por qué la calidad de las instituciones es fundamental para el desarrollo económico? ¿Qué posición ocupa España a nivel internacional? ¿Y qué importancia pueden tener en los bancos centrales y, en concreto, en el Banco de España estas aportaciones?

¿Cuál es la contribución de los nuevos premiados a la economía?

Hay países ricos y países pobres. Algunos de estos últimos consiguen progresar y desarrollarse desde posiciones retrasadas, como España o los países asiáticos en las últimas décadas. ¿Cuáles son las causas últimas de estas diferencias en la riqueza de los países? ¿Por qué fracasan los países?

La respuesta de los economistas galardonados es la calidad de las instituciones, que determinan la relación entre los que ostentan el poder (las élites gobernantes) y el resto de la sociedad. Cuanto mejores son, mayor es la prosperidad y mayores son las posibilidades de desarrollo económico.

Acemoglu, Johnson y Robinson distinguen entre dos tipos de instituciones:
  • Las instituciones inclusivas, que se fundamentan en el respeto de los derechos de propiedad y al Estado de Derecho y que suelen estar asociadas a sociedades democráticas. En estas instituciones las élites permiten a la ciudadanía desenvolverse, de forma que alcance sus objetivos económicos y sociales. De este modo, este tipo de institución incentiva los comportamientos que facilitan el buen funcionamiento de la economía, la creación de riqueza y el desarrollo de la sociedad civil. Y una sociedad civil fuerte demanda mejores instituciones, con lo que se genera un círculo virtuoso de crecimiento económico y progreso social.
  • Las instituciones extractivas, donde se conculcan derechos básicos y no hay seguridad jurídica. Aunque suelen ser más comunes en autocracias, también pueden estar presentes en democracias. En este caso, las élites persiguen extraer los recursos del resto de la sociedad para su propio beneficio. Este contexto limita el incentivo de la sociedad a generar riqueza, emprender e innovar y menoscaba el desarrollo social.
¿Cómo respaldaron su teoría? Con el análisis empírico de la colonización europea a partir del siglo XVI; en concreto, con la comparación entre modelos de colonización (más o menos extractivos) y los resultados en términos de desarrollo económico

Un punto importante que se deriva de su teoría es que la brecha de desigualdad  entre las naciones no es fácil de cerrar. La fortaleza institucional puede activar un círculo virtuoso que favorece no solo el crecimiento económico, sino la mejora continua de las instituciones. Pero la debilidad institucional obstaculiza no solo el desarrollo, sino también el propio crecimiento institucional, lo que muchas veces impide cerrar la brecha.

Otro corolario es que las reformas, para que sean efectivas, requieren del contexto adecuado. Este punto lo probaron en un artículo sobre la independencia de los bancos centrales, precisamente. En las últimas décadas la mayoría de los bancos centrales se han convertido en independientes de los gobiernos. Y esta independencia se considera una de las razones para la reducción de la inflación en muchos países. Lo que demostraron los tres laureados es que en los países con instituciones extractivas los resultados en términos de control de la inflación fueron peores. La razón que dan es que las demandas de las élites seguían requiriendo un cierto nivel de distorsiones en los precios que acababan generando inflación.

¿Cómo romper el círculo vicioso entre instituciones y prosperidad? A través de los cambios en el equilibrio social. Un problema de las élites extractivas es la falta de confianza y credibilidad por parte del resto de la sociedad. Para mantener el poder están tentados a prometer cambios para mejorar el bienestar de la población, que raramente cumplen. Esta situación genera descontento, que puede acallarse con más opresión o, también, con la constatación por parte de la élite de la necesidad de reformas y de ceder parte del poder político a la ciudadanía. Estos cambios pueden darse de modo gradual y pacífico, como en las transiciones democráticas, o de repente y de modo convulso, como en las revoluciones.

Acemoglu y Johnson, en su reciente libro Poder y progreso, también han analizado el papel de la tecnología y la innovación en el crecimiento económico y, también en la configuración del poder. Por un lado, reconocen el efecto positivo del progreso tecnológico (democratizador) sobre las instituciones a lo largo de la historia. Por otro lado, alertan de que la revolución tecnológica actual, liderada por la internet y la inteligencia artificial, y concentrada en grandes corporaciones, puede tener un impacto negativo sobre el empleo y la propia calidad de la democracia.  

¿Cómo ha evolucionado la calidad de las instituciones en España?

Desde hace 25 años, el Banco Mundial elabora unos Indicadores Globales de Gobernanza en los que valora cuatro grandes áreas de calidad institucional: el control de la corrupción, la efectividad del gobierno, la calidad regulatoria y el Estado de derecho. El análisis tiene un ámbito global y permite las comparaciones internacionales. Y el Banco de España está prestando cada vez más atención a estas cuestiones, a través de la investigación de sus economistas.

¿Cómo queda España en estas clasificaciones? El gráfico 1 muestra un retroceso. En la parte superior del gráfico se observa una caída en cada una de las cuatro áreas desde mediados de los años noventa. Y en la parte inferior se observa que, aunque la mayoría de los países ha registrado una pérdida de calidad institucional en los últimos años, la de España ha sido mayo. Esto supone una caída en la clasificación global y situarse por debajo de la media europea.

La importancia de la calidad institucional ha ganado enteros en las últimas décadas, gracias a las contribuciones de los nuevos laureados. No obstante, algunas conclusiones son poco consistentes con lo que estamos observando últimamente. Por ejemplo, ¿cómo conciliar esta teoría y el fuerte desarrollo económico experimentado por distintas economías con regímenes no democráticos, como China? ¿O el retroceso institucional reciente en las democracias desarrolladas, contraviniendo la idea del círculo virtuoso? Todo ello no debilita la tesis principal de los Premio Nobel: que unas instituciones fuertes potencian el crecimiento. Es un recordatorio oportuno en estos tiempos inciertos y todas las instituciones públicas debemos trabajar para mejorar nuestra calidad.

Fuente: Banco de España

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