Alberto Tosoni, nacido en 1983, de sangre suizo-lombarda, es el ingeniero "padre" de este ambicioso proyecto de recuperación y refinado de metales preciosos que se lleva a cabo en la planta de Spino d'Adda, en la provincia de Cremona. "Cuando se me ocurrió esta idea en 2012, me tomaron por loco, por visionario, pero fui derecho por mi camino porque sabía que había mucho más de lo que había en mi cabeza", nos cuenta. En aquella época, yo estudiaba ingeniería en el Politécnico de Milán, mi abuelo tenía un taller de refinado de chatarra de orfebrería, y yo observaba cada paso del proceso con curiosidad. Entonces me enteré de esas nuevas, tantas minas de oro y otros metales nobles que quizás el mundo aún desconocía. Me refiero a los montones de residuos electrónicos que la humanidad produce desde hace décadas a un ritmo aterrador: teléfonos móviles, ordenadores, baterías, residuos industriales, maquinarias utilizadas en laboratorios, hospitales y cualquier otro instrumento que contenga una tarjeta electrónica, así que pensé en un sistema de recuperación que no devastara el medio ambiente, que no contaminara y que no explotara a los trabajadores, como sigue ocurriendo hoy en día en muchas partes del planeta, y me lancé a este proceso de construcción de una spin-off industrial que luego dio vida a Ecomet Refining".
La planta y las etapas de procesamiento
Estamos hablando de la más grande planta de Italia, la única de Europa, y la única que actualmente consigue procesar dos mil toneladas de residuos al año de forma totalmente sostenible, con muy poco uso de energía y sin dispersión de sustancias peligrosas o contaminantes en la atmósfera. Una tonelada de este material contiene unos 300 kg de metales, que se recuperan y otros 700 kg se utilizan como material de fundición para las funderías de cobre o en las empresas de betún para hacer asfalto: ¡no se pierde nada! "A estas alturas recibimos material de todo el mundo", explica Mattia Gottardi, socio de la iniciativa y responsable de las relaciones institucionales de Ecomet. Precisamente por este motivo, se está construyendo en Treviglio una nueva planta 10 veces mayor para procesar 20.000 toneladas al año. Una de las cosas más extrañas que se han procesado es la batería de un submarino, pero aquí entra todo y una de las fases más delicadas es precisamente la clasificación, la selección de materiales, que se hace a mano. Al principio siempre hay un estudio radiométrico, una medición del peso y una verificación visual del estado físico. El segundo paso es la trituración y la preparación para la fusión, donde también se comprueba la composición química. Detrás de este proyecto, sin embargo, hay una tecnología única en Italia en materia de fundición que permite fundir directamente materiales de todo tipo, respetando los límites medioambientales de la ley y evitando otros pasos que podrían generar dispersión de los materiales a recuperar: de hecho, el horno trabaja a una temperatura de 1.500 grados y, por tanto, no libera las dioxinas que suelen desarrollarse en las incineradoras. Otra fase es el análisis de los metales preciosos; luego está el refinado y, por último, la fundición propiamente dicha, que permite obtener oro, plata, platino y paladio en una forma pura y directamente comercializable. Se recupera el 99,9% de estos materiales. Piensen que de una tonelada de teléfonos móviles viejos se extraen unos 5.000, más o menos entre 250 y 300 gramos de oro, por lo que es toda una ganancia si pensamos en la cotización del mercado. Y también recuerdo que entre el 6 y el 8 por ciento de las reservas mundiales de oro están contenidas en estos desechos electrónicos".
Contra la lógica del descarte
Podemos decir que la planta de Spino d'Adda trabaja casi en una lógica de anticipación de las palabras del Papa en la Laudato si' y del gran mensaje que ha querido transmitir al mundo llamando a las conciencias, dice Gottardi, "pero este documento nos ha dado aún más impulso para seguir en esta dirección". "El concepto mismo de recuperación que aplicamos físicamente viene a poner freno a esa cultura desenfrenada del descarte denunciada por Francisco que se refiere a las cosas y a las personas, como si fueran asimilables. No es verdad que todo aquellos que no sirve o no es más útil tenga que ser tirado. Otro punto crucial es la contaminación. Hay metales que pueden liberar contaminantes en el suelo durante años, pensemos en el litio con el que se fabrican las baterías de los smartphones. Y luego está la cuestión de la explotación de los mineros, en zonas del mundo pobres pero ricas en yacimientos de oro, por ejemplo: estas personas trabajan en condiciones dramáticas, sin salarios justos, sin ninguna seguridad, en estrecho contacto con agentes químicos nocivos para la salud, cavando en el vientre de la tierra para sacar a la luz lo que luego quizá se convertirá en un pendiente o una pulsera que se venderá en una boutique de Occidente por cientos, miles de euros. Y esto ya no es aceptable. Debemos aprender a consumir de forma responsable y consciente lo que ya ha salido de la tierra, porque tarde o temprano incluso estos recursos se agotarán y estaremos, o mejor dicho, ya estamos en plena deuda ecológica. Los recursos están ahí, la tecnología también, pero ya no podemos dar vuelta la cara y fingir que no pasa nada. Hay lugares que son vertederos abiertos de desechos tecnológicos: el 85% de estos desechos están en África, que ya está azotada por innumerables plagas. En Nigeria hay vertederos tan grandes como ciudades en los que se prende fuego a los residuos tecnológicos para recuperar cables de cobre y venderlos, con nubes tóxicas que persisten durante semanas y liberan sustancias que destruyen el ecosistema de esas zonas durante cientos o miles de años. Recientemente ha habido un acercamiento a las grandes empresas que están haciendo de la sostenibilidad una bandera, y nuestro objetivo es poder llevar la tecnología de Ecomet a todas partes. Muchas empresas también se han dado cuenta de la importancia de mostrar a sus clientes que están plenamente comprometidas con la recuperación de residuos de este tipo, es el llamado viraje verde, que obviamente es bueno para el medio ambiente pero también atrae ganancias".
El acuerdo con la Gobernación
El eco de las palabras de Francisco, los 7 objetivos de Laudato si', la lógica del bien común y no la del dinero, han impulsado a los máximos responsables de Ecomet a realizar acuerdos también con la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. "Recientemente, añade Gottardi, también nos dirigimos a la Santa Sede para presentar nuestra idea de sostenibilidad medioambiental y la acogida fue realmente buena. Juntos hemos pensado en extender este proyecto a las escuelas, las instituciones eclesiásticas, los hospitales, los centros misioneros, las diócesis, las congregaciones y las órdenes religiosas, en todos los lugares donde la Iglesia está presente, para tener una cadena de recogida consciente de estos recursos que, de otro modo, se desperdiciarían y luego proceder a su recuperación, activando un círculo económico virtuoso. También hemos pensado en crear puntos de recogida dedicados al material tecnológico, que hoy no sabemos ni dónde tirar con los residuos diferenciados, tanto dentro de las Murallas Leoninas como fuera, en las zonas limítrofes. El punto de encuentro fue inmediatamente claro: procesar estos materiales y devolver los recursos para hacer el bien, difundiendo una cultura y una conciencia diferentes en materia de medio ambiente, que está más presente y viva en los jóvenes que en los adultos, y el Papa lo sabe, precisamente porque las generaciones más jóvenes son más proclives al cambio. Tras las conversaciones mantenidas con el cardenal Leonardo Sandri, Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, y el Dr. Torrini, llegamos a un acuerdo y ya hemos recibido un envío de varias toneladas desde la Ciudad del Vaticano: ordenadores en desuso, en su mayoría, pero no sólo, material electrónico que Ecomet clasificará y recuperará. Se trata de un proyecto piloto que esperamos se extienda pronto a otras realidades. La capilaridad de la red eclesiástica es también una ventaja desde el punto de vista de la educación ambiental y de la información sobre prácticas aún desconocidas".
Fuente: Vatican News
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