sábado, 29 de octubre de 2022

Costa Rica aprende a programar: cinco lecciones de la implementación del programa de bootcamps


En este artículo hablaremos de los hallazgos, recomendaciones y lecciones aprendidas tras la evaluación de resultados del programa de becas para bootcamps de programación ofrecidos por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (MICITT) de Costa Rica en alianza con la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (CINDE), en el marco del Programa de Innovación y Capital Humano para la Competitividad (PINN) financiado por el BID.

El rol de los bootcamps

Tal y como se expone en una entrada previa de este blog, el programa y su evaluación se diseñaron con el fin de responder a la pregunta: ¿pueden los bootcamps de programación en Costa Rica entrenar y formar eficazmente a los participantes para garantizarles, en un corto plazo, acceso a trabajos de calidad en tecnología y mejorar su empleabilidad?

En ese sentido, la intervención consistió en el otorgamiento de becas a 220 costarricenses con distintos perfiles formativos y profesionales con el fin de formar capital humano con habilidades de programación. Entre enero y septiembre de 2021, dos proveedores entrenaron a las personas beneficiarias.

4GeeksAcademy impartió un bootcamp para formación online de perfiles FullStack —es decir, personas responsables de la creación y el mantenimiento de aplicaciones web — en tres modalidades de tiempo (full-time, immersive y part-time). Desafío Latam, por su parte, implementó uno en formación en el lenguaje de programación Ruby on Rails en modalidad full-time.

Teoría del cambio

Para la evaluación del programa, primero se realizó una revisión de literatura con el fin de construir un marco teórico a partir del cual elaborar la Teoría del Cambio. La hipótesis que la teoría se plantea es: si los bootcamps son realmente efectivos, al menos en un corto plazo, como formadores de nuevos perfiles profesionales, podrían entonces ser un instrumento de inversión pública.

En contraposición con la educación académica tradicional de largo plazo, la estrategia fue ofrecer programas de becas para la enseñanza en poco tiempo de un oficio altamente especializado, lo cual haría crecer la oferta de profesionales con habilidades digitales avanzadas específicas.

Además, desde el punto de vista de las políticas públicas, indicaría una forma no sólo de acelerar las habilidades digitales para una mejor oferta de talento digital, sino también representaría una oportunidad para mejorar las perspectivas laborales para quienes no tienen formación previa en programación, o grupos poblacionales particulares como mujeres, personas sin formación universitaria completa, o trabajadores poco calificados.

Indicadores y hallazgos del bootcamp de programación

Así, se seleccionaron y validaron una serie de indicadores de procesos y resultados que permitieron explorar, a través de un diseño de análisis pre-post, variables asociadas en primer lugar a cambios en la empleabilidad de los participantes (de desempleado a empleado, y ocupación de cargos que demanden las habilidades aprendidas en el bootcamp) y calidad del empleo (mejoras en los ingresos, ascensos y/o reconocimientos y satisfacción personal) en un corto periodo de tiempo (tres meses posteriores al egreso del bootcamp). A su vez, se implementó una evaluación mixta, la cual combinó métodos de recolección y análisis de datos cuantitativos y cualitativos para responder a la pregunta de investigación.

El primer hallazgo, es una tasa de finalización casi perfecta (95%), a través del mecanismo de contrato asociado a la beca. Además, quienes egresan del programa reportan, al menos cuantitativamente, alta satisfacción con la experiencia de aprendizaje y las habilidades duras adquiridas, así como con ciertas habilidades blandas como la capacidad para trabajar en equipo, exposición a simulacros de situaciones laborales y tolerancia a la frustración.

En segundo lugar, en términos de resultados, el bootcamp pareciera favorecer procesos de inserción laboral para desempleados y mejora de ingresos para quienes estaban inicialmente activos laboralmente. Sin embargo, también es importante resaltar que quizás dichos efectos «positivos y prometedores» no son estándares para la totalidad de quienes cursan este tipo de formación. Por ejemplo, pareciera que el programa incide mejor sobre quienes estaban desempleados que quienes ya estaban empleados. 

La experiencia personal de los becarios deja entrever que el conocimiento y/o experiencia previa en programación (entendido en este estudio como el tener conocimiento de lenguajes básicos (HTML), y haber realizado ejercicios básicos de codificación como materias de programación, ser autodidactas, hackatons, entre otros) parece hacer una diferencia importante en la forma como la persona se aproxima al bootcamp y saca el mejor provecho de ello. También incide si además la persona está en la capacidad de aprender y entrenarse sola, es decir, de manera autodidacta, es menor de 30 años y tiene al menos un nivel de competencia media en inglés.

Empleo tras los bootcamps

La evaluación resalta que quienes estaban desempleados antes de estudiar los bootcamps consiguieron trabajo en los tres meses posteriores a su egreso. Esto pudiera sugerir que los bootcamps son formadores de perfiles competitivos sin importar los antecedentes socioeconómicos, demográficos, académicos o laborales de las personas.

Sin embargo, dicho cambio podría no asociarse únicamente con el paso por el programa. Por ejemplo, pudiera hipotetizarse que quizás ocurrieran cambios en el entorno como variaciones en el mercado laboral o en la búsqueda activa de trabajo por parte de las personas.

Con relación a si la formación mejora los ingresos de quienes participan, la información preliminar indica que los incrementos de ingresos brutos de las personas empleadas varían en más de $400.

Con respecto a si la formación mejora la calidad del empleo, los hallazgos sugieren que un 72% de participantes (107 personas) quienes respondieron el formulario de seguimiento (mes 3)  indicaron estar empleadas y además tener mayores niveles de satisfacción personal, reconocimiento de pares y supervisores. Además, cerca de un 10% (63 personas), también empleadas, reportaron aumentos salariales o promociones laborales.

Adicionalmente, para algunas personas se evidenció un cambio de carrera/ocupación, esto para quienes manifestaron desempeñarse como desarrolladores de software, también tres meses después de completar el programa.  Finalmente, para el caso de las personas desempleadas, el 59% de las mismas indicaron haber aplicado a más de cinco vacantes, 85% de las cuales están vinculadas a lo aprendido en el bootcamp.

Influencia de experiencia previa en programación

Con base en el análisis de las entrevistas a las personas egresadas de ambos programas, se identificó que tener o no cierta experiencia previa en programación (lo cual no significa únicamente desempeñarse como desarrollador de software como se indicó anteriormente) crea dos grupos de perfiles distintos: para quienes no tienen experiencia previa, el bootcamp representa un medio/mecanismo a través del cual explorar un cambio de profesión, mientras que para quienes sí la tienen el bootcamp, es el medio/mecanismo para actualizar y certificar sus conocimientos.

Asimismo, se encontró que algunas características individuales -como considerarse autodidacta, contar con una red de apoyo familiar, tener menos de 30 años y tener un nivel de competencia medio en inglés- favorece el aprendizaje y la experiencia durante el bootcamp.

A su vez, también son factores protectores las redes de apoyo y networking con compañeros y percibir apoyo o respaldo de las instituciones involucradas en la formación. Posterior al bootcamp, los egresados reportaron percibir la mejora de su perfil profesional aun cuando el cambio de profesión pudiera ser considerado como riesgoso.

Cinco aprendizajes y recomendaciones de los bootcamps

Con base en lo expuesto es posible considerar cinco aprendizajes y recomendaciones para cuando se implemente de nuevo este programa o uno similar, bien sea en Costa Rica o en otro de los países de Latinoamérica y el Caribe:
  • Para implementadores y financistas: segmentar la convocatoria, diseño, implementación y seguimiento en función de los perfiles de las personas beneficiarias, sin y con conocimientos y/o experiencia previa en programación. Esto supone el rediseño y/o reenfoque de los indicadores de resultados. Por ejemplo, para las personas sin conocimiento/experiencia previa podría explorarse si el bootcamp ayuda a la reorientación de intereses de formación educativa/profesional, cuál es la intención y/o probabilidad de un cambio de carrera/profesión y cuáles son los términos de empleabilidad. Se debe enfocarlo en entry level jobs, adquisición de nuevas estrategias de aprendizaje y trabajo colaborativo. Para el caso de personas con conocimiento/experiencia previa, medir cómo la formación mejora el perfil profesional en términos de competitividad en el mercado laboral. Un área importante es si las personas deciden emprender o ser freelancers. Otra temática y área de exploración es la brecha de género en el sector y cómo la formación ayuda a cerrar dicha disparidad.
  • Para implementadores y financistas: selección proveedores (academias/bootcamps). Se identificó como importante que las escuelas de programación cuenten con un currículo formativo segmentado en función de cierto nivel de conocimientos/competencia en el área. Por ejemplo, que cuenten con un curso nivelatorio previo que además incluya el fortalecimiento de habilidades blandas. De igual manera, se recomienda realizar procesos de selección estandarizados y fácilmente auditables.
  • Para las instituciones formativas: Proceso de selección de participantes. En el curso nivelatorio mencionado en el apartado anterior, el cual se sugiere sea de cumplimiento obligatorio, se recomienda incorporar un examen de conocimientos técnicos al finalizarlo y antes de iniciar la formación. Esto podría garantizar un mínimo de conocimiento o habilidades para aprovechamiento máximo de la instrucción, así como el establecimiento de un nivel de competencias mínimas en los participantes, destrezas digitales y pensamiento lógico. Se recomienda hacer explícito que, además de la información recabada en los formularios y entrevistas de postulación, se pudieran utilizar fuentes de datos secundarios para validar ingresos, estatus laboral, entre otros elementos relevantes para el programa.
  • Para implementadores e instituciones formativas: Seguimiento a estudiantes. El establecimiento de mecanismos de monitoreo continuo a la experiencia de las personas beneficiarias es fundamental. Se podrían implementar formularios de satisfacción con llamadas telefónicas a una muestra de estudiantes para valorar cualitativamente la experiencia y contrastar la información obtenida con los hallazgos cuantitativos.     
  • Para implementadores y financistas: Post-bootcamp. Es imperante incluir en el diseño el apoyo y continuidad en la búsqueda de empleo. Por ejemplo, el fomento de alianzas con empresas para brindar prácticas y pasantías para quienes no tienen experiencia previa en el área.
Aunque estos resultados son únicamente de largo plazo y con ciertas limitaciones anteriormente descritas, se puede argumentar que proporcionan luces y hallazgos preliminarmente prometedores sobre las formaciones ágiles de nuevos profesionales utilizando bootcamps.

Aunque aún queda un camino por recorrer, los aprendizajes obtenidos en esta evaluación sobre los procesos y los resultados nutrirán nuevas iniciativas de políticas públicas de la región, pudiendo contribuir en el largo plazo con la reducción de la brecha de talento digital en América Latina y el Caribe.

Fuente: Puntos sobre la i

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