La crisis sanitaria actual ha puesto sobre la mesa la necesidad de desarrollar más los servicios médicos a distancia porque, para evitar el contagio, ha sido imprescindible limitar la movilidad de los pacientes. La covid-19 nos ha digitalizado irreversiblemente en todos los órdenes y la medicina no es una excepción. En lugar de consultas en persona, la telemedicina conecta a través de videoconferencias, consultas electrónicas y comunicaciones virtuales a pacientes con quienes dispensan atención médica.
Para extender esta práctica es necesario insistir sobre problemas conocidos, como la mejora en la alfabetización digital de poblaciones desfavorecidas por edad o económicamente. También sería deseable vencer la resistencia al cambio en algunos médicos y pacientes. A la vez, resulta imprescindible tener más medios, como conexión wifi en los centros de atención primaria y hospitales o teléfonos móviles para el trabajo de los profesionales. También sería necesario relajar algunas disposiciones, cuando tanto médicos como enfermos se acrediten de forma segura. El crecimiento explosivo de plataformas de interacción social como Zoom se podrá ver mañana en la telemedicina.
Los defensores de la telemedicina inciden en que adoptarla de forma mayoritaria en la sanidad pública aliviaría la presión sobre el sistema, reduciendo las listas de espera. Ahora habrá pacientes que querrán seguir recibiendo atención en línea, y la telemedicina tiene el potencial de mejorar la calidad de vida de muchos pacientes crónicos.
Quizá sea el momento de que legisladores y políticos planteen la integración de la telemedicina y el paso de un sistema sanitario analógico a uno más digital.
Imagen: Alerta Bolivia
Fuente: El Pais
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