Una de las imágenes más impactantes de la pandemia de coronavirus es el contraste entre agricultores que tiran leche, destrozan huevos y replantan verduras y consumidores que se enfrentan a estantes vacíos en las tiendas y a largas filas en los centros de distribución de alimentos. ¿Cómo es posible tener sobreabundancia por un lado y escasez por el otro?
En este artículo se argumenta que es fundamental corregir las asimetrías de información generalizadas y los costos de transacción en un enorme sistema alimentario para avanzar hacia un modelo más inclusivo, resiliente y sostenible. Si bien la producción industrial de alimentos a gran escala, acompañada de cadenas de suministro "justo a tiempo", ha generado muchos beneficios, los peligros de este sistema se vislumbran cada vez más en el horizonte. La revolución digital ofrece la posibilidad de un equilibrio alternativo, en el que surjan sistemas de organización y producción pequeños y flexibles y que funcionen ágilmente en un entorno operativo cambiante. Un tamaño pequeño y las interrelaciones pudieran ser la solución: vienen a la mente los centenares de barcos de poco calado que salvaron el día en Dunkerque durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas quedaron atrapadas en la costa y los grandes buques de transporte de tropas ya no estaban en condiciones de navegar.
Todos los habitantes del mundo, es decir más de 7700 millones de personas, participan en el sistema alimentario de una u otra manera. Toman decisiones sobre los alimentos que consumen, la ropa que visten y los productos que usan, muchos de los cuales se originan en la agricultura. Los productos agrícolas se producen en 570 millones de establecimientos agrícolas, la mayoría de ellos pequeñas explotaciones administradas por familias y ubicadas en países en desarrollo. Los sistemas alimentarios son locales, una característica esencial en las comunidades, pero también son mundiales, vinculados a través del comercio y sofisticados mercados financieros y de seguros.
A pesar de proporcionar alimentos a una población mundial que se ha más que duplicado en los últimos 50 años, el sistema alimentario está muy lejos de contribuir a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con el hambre, la pobreza, la salud, el uso del suelo y el cambio climático. Si bien se está produciendo una gran cantidad de alimentos en el mundo, el número de personas que padecen desnutrición aumentó desde 2014. Uno de cada cinco niños menores de 5 años sufre retraso del crecimiento, un problema que provoca consecuencias negativas en la productividad durante toda la vida.
Unos 2000 millones de habitantes tienen sobrepeso o son obesos, debiendo enfrentar enfermedades no transmisibles de origen dietético que comprometen la resistencia a nuevas enfermedades como el coronavirus. La agricultura contribuye con un 24% de las emisiones de gases de efecto invernadero, consume el 70% del agua dulce y ha provocado la pérdida del 60% de la biodiversidad de vertebrados desde la década de 1970. El costo de estas externalidades negativas llega a USD 12 billones (PDF, en inglés), según la Coalición para la Alimentación y Uso del Suelo, superando un valor de mercado de USD 10 billones.
En la actualidad, otros 100 millones de personas están bajo amenaza de caer en la pobreza debido a los efectos económicos de la pandemia, de acuerdo con el informe Perspectivas económicas mundiales de junio de 2020, alejando aún más las posibilidades de lograr los objetivos del Banco Mundial al reducir los ingresos y crear problemas para acceder a los alimentos y la nutrición, situaciones que pueden ocasionar una hambruna a gran escala, según el Programa Mundial de Alimentos.
Imagine que el sistema planetario del que depende el sistema alimentario es un bote abarrotado que se vuelve cada vez más inestable con cada cargamento adicional: el crecimiento demográfico, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación, la degradación del suelo, y otras cargas. Con dos crisis de seguridad alimentaria en una década, aunque de origen completamente diferente, el mundo se tambalea y se acerca a un momento crítico. Y no será posible resolver esto solo eliminando el último cargamento: el coronavirus. Es necesario abordar múltiples factores. Afortunadamente, la madre naturaleza es increíblemente resiliente y, en combinación con el ingenio humano, permitirá la recuperación de la crisis actual, como lo hizo en ocasiones anteriores. Se debe aprovechar la oportunidad para cambiar la situación del sistema alimentario.
Hoy, el rápido desarrollo y despliegue de tecnologías y redes digitales promete acelerar la transformación del sistema alimentario superando las fallas de las políticas y las deficiencias del mercado de larga data. Los cambios de trayectoria anteriores en la agricultura y la industria alimentaria, marcados por diversas revoluciones agrícolas, elevaron la productividad agrícola, aumentaron el suministro de alimentos, redujeron los precios reales de los alimentos, ayudaron a liberar recursos laborales y de capital para la inversión en otros sectores, allanaron el camino para la urbanización y la revolución industrial, y condujeron a la aplicación del modelo comercial en la agroindustria.
A diferencia de revoluciones anteriores que se originaron primero con innovaciones en los establecimientos agrícolas, luego se difundieron a las comunidades rurales, y después a las empresas ubicadas a ambos lados de la cadena de valor, es decir las que producen insumos agrícolas y las que utilizan los productos agrícolas como insumos (piense en la utilización del arado de hierro fundido durante la revolución agrícola británica o en los paquetes de semillas mejoradas y fertilizantes en la revolución verde), las innovaciones digitales actuales promueven la eficiencia en múltiples puntos de las cadenas de valor de los alimentos.
La tecnología digital impulsa el cambio en diferentes frentes a ritmos acelerados permitiendo recopilar, utilizar y analizar grandes cantidades de datos legibles por máquinas sobre prácticamente todos los aspectos del sistema alimentario a un costo marginal de casi cero. Las plataformas digitales, que abarcan desde Alibaba a YouTube, están cambiando los modelos de negocios tradicionales en todo el sistema y los inversionistas de capital de riesgo invirtieron USD 2800 millones en empresas emergentes de tecnología agrícola en todo el mundo en 2019.
Sin embargo, la innovación digital solo será eficaz si tiene un propósito. Para obtener resultados positivos, las políticas públicas deben impulsar infraestructura complementaria y capacidad humana, abordar las disparidades de género en el acceso y prestar especial atención a los beneficios ambientales, todos temas destacados en el próximo informe del Banco Mundial "Digital Acceleration of Agricultural Transformation" (Aceleración digital de la transformación agrícola) que se publicará a finales de 2020. No obstante, este artículo se centrará solo en tres recomendaciones para acelerar el cambio en pos de un futuro alimentario más sostenible. Las políticas públicas deben buscar Desconcentrar los mercados y las cadenas de suministro, Descentralizar la trazabilidad y Difundir los datos.
La primera D: desconcentrar los mercados y las cadenas de suministro
El contraste entre el superávit de alimentos en los establecimientos agrícolas y el déficit de alimentos en los mercados minoristas durante los confinamientos por la COVID-19 puso de relieve los elevados costos de transacción y las asimetrías de información que han afectado al sistema alimentario durante mucho tiempo. Los mercados y las cadenas de suministro altamente concentrados y segmentados generan enormes aumentos de la eficiencia, pero hacen más difíciles y costosas las interrelaciones y transacciones entre los vendedores y los compradores. La concentración puede adoptar muchas maneras, desde mercados físicos concentrados hasta cuotas de mercado concentradas. Ambas formas son peligrosas, particularmente en tiempos de crisis. El Titanic era el barco de pasajeros de última generación más grande y más lujoso cuando zarpó en su viaje inaugural. Todos pensaron que era “demasiado grande para hundirse”, y ya se sabe cómo terminó la historia.
En Perú, el 80% de los comerciantes de un importante mercado de frutas de Lima resultó positivo en las pruebas de coronavirus. Aunque se identificó como un punto de contagio, las autoridades consideraron que no podían permitirse cerrar el mercado porque eso provocaría una escasez importante de alimentos.
En Estados Unidos, el sector minorista de alimentos se concentra cada vez más en un pequeño número de grandes empresas que pueden ser menos ágiles para adaptarse a los cambios en los patrones de consumo y menos resilientes a las crisis de demanda. En este país, el impacto del coronavirus en los trabajadores de las empresas envasadoras de carne mostró la magnitud de las operaciones relacionadas con la carne y la elevadísima concentración de mercado de la industria cárnica. Los efectos del cierre de dichas plantas en el estado de Illinois se propagaron hacia ambos extremos de la cadena de suministro. Es probable que estos problemas empeoren a medida que la geografía y las políticas comerciales acentúen las tendencias hacia una mayor concentración y segmentación, contribuyendo a los superávits y déficits excepcionales provocados por el coronavirus que se observan hoy en día.
Las plataformas digitales pueden ayudar a desconcentrar y aumentar la cantidad de mercados en el sistema alimentario, llevando a mejores resultados en cualquiera de los extremos de la cadena de suministro. En un estudio comparativo de los datos de transacciones de una plataforma digital con las subastas físicas de productos básicos que se realizan semanalmente y los precios en la puerta de los establecimientos agrícolas en las regiones productoras de café de India se comprobó que los productores obtuvieron precios significativamente más altos cuando vendieron el producto a través de la plataforma digital que en la puerta del establecimiento agrícola a través de intermediarios. La plataforma de comercialización en línea Taobao de Alibaba descrita en un reciente blog de IFPRI es otro ejemplo: el condado de Shuyang, donde se encuentran 86 de las 4310 aldeas Taobao de China, experimentó “una transformación drástica, pasando de ser uno de los condados más pobres de la provincia de Jangsu a convertirse en un referente exitoso para el comercio electrónico agrícola en China”. Gracias a una próspera industria de la horticultura respaldada por el comercio electrónico, el PIB del condado superó los USD 11 000 millones en 2018 y 41 000 personas salieron de la pobreza.
A raíz de la pandemia, muchas autoridades locales y operadores privados aceleraron el paso a las plataformas digitales para conectar a productores y consumidores bloqueados por los confinamientos físicos: en el estado de Kansas, Estados Unidos, las redes sociales ayudaron a poner en contacto a los ganaderos con los consumidores que buscaban carne de calidad después de que el coronavirus provocó escasez de este producto en los mercados locales. En India, la Sociedad de Comercio y Desarrollo Rural de Odisha inició un sistema para la entrega de vegetales a domicilio por parte de las organizaciones de productores, utilizando máquinas en los puntos de venta para pagos digitales y pesas electrónicas. Trabajando en asociación con Odisha Livelihoods Mission, Mission Shakti, ONG asociadas y funcionarios del distrito, la entidad implementó rápidamente un modelo de entrega y dispuso vehículos y pases de la policía para transportar las verduras, dando acceso a más personas a vegetales frescos y protegiendo al mismo tiempo los medios de subsistencia de los agricultores. En Kenya, la pandemia está impulsando a las empresas que ya se habían incorporado al mundo digital. Por ejemplo, Twiga Foods, puesta en marcha en 2014, es una plataforma de comercio digital de empresa a empresa basada en dispositivos móviles que combina la oferta y la demanda a pequeña escala de frutas y verduras y suprime los intermediarios, eliminando así el desperdicio y reduciendo los precios de los alimentos para los consumidores finales del mercado masivo. La empresa, clienta de la Corporación Financiera Internacional (IFC), utiliza la misma tecnología para facilitar a los consumidores el acceso a alimentos durante la pandemia.
Si bien estas soluciones digitales representan una fuente de esperanza en medio de historias de fallas en las cadenas de suministro durante la COVID-19, ¿cuán sólido será su modelo en el largo plazo?
En el futuro es clave considerar cuidadosamente el equilibrio de los intereses públicos y privados en la desconcentración de plataformas en el sistema alimentario. Este no es un problema nuevo: basta observar los mercados agrícolas tradicionales o los mercados de alimentos mayoristas. Ambos proporcionan plataformas físicas donde los productores y consumidores pueden interactuar. ¿Qué se necesitará para ampliar esto y hacer que todo el proceso sea virtual? La cantidad de mercados aumentará, ofreciendo más opciones a los productores y los consumidores, y también se incrementará la eficiencia a través de la reducción de los costos. Una muestra son las subastas de ganado, donde los intercambios físicos tradicionales están siendo reemplazados por cámaras en las haciendas y monitores internos que posibilitan una mayor participación en el mercado y generan ahorros importantes en los costos de la logística y de la salud animal. Al mismo tiempo, el mayor flujo de información sobre cada proceso y cliente a lo largo de la cadena de valor agroalimentaria, respaldado por la verificación digital, facilitará la certificación de la confiabilidad de un agente económico y aumentará la confianza en las transacciones. Ampliar el sistema alimentario a través de plataformas digitales no es difícil, siempre que se tengan en cuenta los impactos económicos y sociales.
La función de las políticas públicas es prevenir la acumulación de poder de mercado por parte de las plataformas digitales. Actualmente no queda claro si las plataformas digitales están creando nuevas concentraciones más elevadas del poder de mercado que favorecen a los dueños de las empresas o si la competencia transparente está permitiendo una distribución equitativa del valor.
Por un lado, varios factores contribuyen a una mayor concentración en los mercados de plataformas digitales, como las economías de escala, los costos de cambio y los efectos de las redes. Ejemplo de ello son Alibaba o Amazon, empresas que crecieron exponencialmente en la última década y están generando un mercado en que los consumidores y los productores pueden interactuar en todo el mundo. Por otro lado, la economista Barbara Engels plantea que las plataformas digitales impulsan la competencia. Argumenta que las líneas de productos (como las ventas de variedades de manzanas por parte de diferentes productores) proporcionan condiciones competitivas y que las condiciones de mercado de las plataformas se ven alteradas periódicamente debido a las innovaciones (nuevas variedades de manzanas desplazan a las ya establecidas a medida que se amplía el alcance de los mercados) y, por lo tanto, quizás son menos susceptibles a la acumulación del poder de mercado que los mecanismos de intercambio más convencionales. Esto no se ha comprobado para la cadena de valor de los alimentos y, por ende, se necesitan más estudios.
La segunda D: descentralizar la trazabilidad
Al igual que las enfermedades zoonóticas anteriores, como el VIH/sida y el virus del Nilo Occidental, la COVID-19 ha puesto de manifiesto los estrechos vínculos entre la salud animal, la salud humana y la salud planetaria, y el importante papel que desempeñan las actividades humanas al acercar más a las personas a la fauna silvestre. La gestión deficiente del ganado, la manipulación poco segura de los alimentos, la degradación de los ecosistemas y las invasiones en los hábitats de la vida silvestre son responsables de un número cada vez mayor de males y enfermedades.
Hacer un seguimiento de los alimentos a lo largo de la cadena de suministro de manera descentralizada crea oportunidades para una alimentación más segura y sostenible. Es importante que las fuentes de alimentos sean más seguras porque unos 600 millones de personas se enferman cada año después de comer alimentos contaminados, y esto representa un costo de unos USD 110 000 millones anuales a los países de ingreso bajo y mediano en concepto de pérdida de productividad y gastos médicos. Saber de dónde provienen los alimentos y cómo fueron producidos permite a los consumidores tomar decisiones más informadas sobre los impactos de los alimentos que consumen en su salud y en la salud del planeta. Los alimentos de fuentes más sostenibles también pueden tener precios superiores que los consumidores conscientes del medio ambiente y la salud están dispuestos a pagar. Esta señal en materia de precios, cuando se transmite a varios actores a lo largo de la cadena de valor, podría a su vez incentivar prácticas de producción sostenibles.
En Uruguay, el crecimiento de las exportaciones de carne aumentó un promedio de 700% entre 2001 y 2018. El aumento de los ingresos y el cambio en las preferencias estimularon la demanda de carne vacuna certificada que sea sinónimo de alta calidad. Uruguay pudo satisfacer esta demanda de productos de alta calidad gracias a que el Gobierno tuvo la precaución de responder a una epidemia de fiebre aftosa a comienzos de la década de 2000, mejorando las prácticas de gestión del ganado y desarrollando un sistema de información ganadera en formato digital, gratuito para todos los usuarios.
El diseño descentralizado de la contabilidad distribuida es fundamental para el éxito a largo plazo de este sistema, es decir cualquiera puede acceder al sistema y usar los datos, reduciendo las asimetrías de información, aumentando la competencia en diferentes nodos e incrementando la resiliencia frente al fraude y la falsificación de la información. El sistema usado en Uruguay asigna un código de identificación a cada vaca, permitiendo conocer su tratamiento y ubicación en la cadena de producción en tiempo real. Se realiza un seguimiento de la información de cada animal desde la granja hasta el transporte de carga, incluidos los viajes, la alimentación, los medicamentos y el aumento de peso, entre otros indicadores. Los usuarios no registrados en el sistema pueden ver mapas de operadores que usan el sistema e identificar ganado individual por departamento.
Las tecnologías de contabilidad distribuida de libre acceso tienen el potencial de transformar las cadenas de suministro de alimentos, identificando la ubicación, el bienestar de los animales, los insumos ambientales y sociales, los contratos, la tramitación y muchas otras áreas clave. Dada la complejidad del sistema alimentario, además de los problemas técnicos asociados con la escalabilidad, la privacidad y la arquitectura de datos, esto solo se puede lograr por completo garantizando que la trazabilidad sea completamente interoperable (es decir, las diferentes partes pueden comunicarse entre sí) y que la gobernanza impida una carrera por la concentración del poder de mercado. La descentralización de la trazabilidad en toda la cadena de suministro mejorará los incentivos para la producción y el consumo de alimentos seguros, de alta calidad y social y ambientalmente responsables.
La tercera D: difundir los datos de libre acceso
Piense en el impacto de la publicación de la secuencia genética del coronavirus (COVID-19). Actualmente, los sectores público y privado están desarrollando más de 150 posibles vacunas. En algunas se utilizan tecnologías tradicionales y en otras, tecnologías aún no probadas. Dar acceso público a datos relacionados con todo el complejo sistema alimentario también es esencial para corregir las asimetrías de información, alentar la innovación y aumentar la eficiencia del gasto público.
Kenya, por ejemplo, comienza a ver un auge en las aplicaciones que usan datos de libre acceso promovidos en el marco de la Iniciativa de Datos Abiertos de Kenya. Considerando a la agricultura como un pilar de la economía y la seguridad alimentaria como una preocupación primordial, el Gobierno decidió en 2011 poner a disposición datos básicos sobre demografía, estadísticas, gastos y desarrollo en un formato digital de fácil acceso para los investigadores, las empresas privadas, los desarrolladores de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y el público en general. En el sitio web opendata.go.ke se pueden encontrar unos 942 conjuntos de datos. Hoy en día, Kenya lidera el campo de la tecnología agrícola en África, teniendo el ecosistema digital mejor calificado y el 30% de las tecnologías agrícolas disruptivas que existen en el continente. El impacto de tecnologías innovadoras, como el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) desarrollado por el Departamento de Defensa de EE. UU. para asistir a las fuerzas militares y distribuido ahora de manera gratuita, es otro ejemplo de cómo los datos de libre acceso causan impactos positivos importantes en todos los ámbitos, desde la agricultura de precisión que permite a los agricultores poner la cantidad correcta de fertilizante en el lugar correcto hasta las reseñas que permiten a los turistas y aficionados de la gastronomía localizar restaurantes en cuestión de minutos.
Los datos de libre acceso también permiten aumentar la eficiencia del apoyo del sector público al sistema alimentario, en un momento en que más de medio billón de dólares se invierte anualmente en países monitoreados por la OCDE. Los distintos organismos públicos pueden intercambiar información fácilmente, mejorando el desempeño de los procesos públicos y la eficiencia de la prestación de servicios públicos. Se espera que los 28 países que componen la Unión Europea ahorren 1700 millones de euros en costos de administración pública en 2020, gracias a la utilización de datos de libre acceso. Estos datos impulsan la prestación de servicios innovadores: las ONG y los organismos públicos pueden usarlos para desarrollar nuevas aplicaciones móviles y proveer mejores servicios a la población. Por ejemplo, los datos provenientes de los agricultores ayudan a rastrear la implementación de diversas medidas, como la producción sostenible y los planes del uso de la tierra. Y los datos informados por los consumidores pueden ayudar a las autoridades a identificar problemas de seguridad alimentaria prácticamente en tiempo real.
Muchas políticas existentes, especialmente desde 2003 en Europa, recomiendan que los datos del sector público, o datos que tienen carácter de bien público, deben ser de libre acceso y reutilizables. Sin embargo, diversos riesgos relacionados con los datos pueden impedir que las tecnologías digitales lleven a cabo su cometido. Estos riesgos se refieren a la incertidumbre con respecto a la protección, la propiedad, la seguridad, el acceso y el control de los datos; las dudas sobre la veracidad, la validación y la responsabilidad, y el desequilibrio en las cadenas de valor. Las políticas públicas pueden mejorar la protección de los datos y aclarar a quién pertenecen, abordar las prácticas abusivas en la utilización de los datos en las políticas agrícolas y reducir las disparidades en las cadenas de valor y las asimetrías de información relacionadas. También pueden incentivar al sector privado a compartir datos cuando sean de interés público, monitorear y aumentar el impacto de los datos públicos, y mejorar la gobernanza de las iniciativas de intercambio de datos.
La pandemia del coronavirus afectó a la mayoría de los países a principios de 2020, en un momento en que el sistema alimentario ya requería una corrección importante para mejorar los resultados nutricionales y ambientales, y aumentar la reducción de la pobreza. Al acelerar el avance hacia las tecnologías digitales, las medidas de confinamiento podrían proporcionar un impulso inesperado y marcar el inicio de un cambio deseado. Este es un llamado para que todos los actores participen y ayuden a generar un entorno normativo que favorezca soluciones digitales para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible promoviendo la desconcentración, la descentralización de la trazabilidad y la difusión de los datos. Si se logra lo anterior, será posible aprovechar la energía creativa, la innovación y las necesidades diarias de los 7700 millones de agricultores, empresarios y consumidores que conforman el sistema alimentario mundial para cambiar el rumbo hacia un futuro más sostenible.
Fuente: Banco Mundial
Sitio para difundir investigaciones, analisis y opiniones sobre las TIC en Bolivia, sus connotaciones sociales culturales y economicas. Invitamos a comentar.
sábado, 8 de agosto de 2020
Después de la pandemia: aprovechar la revolución digital para mejorar el rumbo del sistema alimentario mundial
Etiquetas:
Africa,
Agricultura,
Alimentacion,
Datos abiertos,
Desperdicio,
Digital,
Informacion,
Mercado,
Pobreza,
Salud,
Sostenibilidad,
Tecnologia
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario