Aunque siempre han existido personas con problemas de audición o con sordera total, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado una severa advertencia a los jóvenes millennials: la sordera prematura puede convertirse en un problema de salud global en su generación y las siguientes. Entre los responsables está, por ejemplo, la contaminación acústica de las grandes ciudades. Pero hay un factor que sobresale: el uso de auriculares, que los jóvenes suelen emplear a un volumen excesivamente alto.
Según los expertos, si no se toman las medidas adecuadas, en 30 años, más de mil millones de personas que hoy alardean de un oído perfecto podrían padecer problemas serios de audición, mucho antes de que los que suelen acuciar en la vejez. En las ciudades, el nivel de ruido es muy preocupante y sobrepasa en muchas ocasiones los decibelios que el oído humano puede soportar sin sufrir daños. La contaminación acústica afecta a toda la población por igual.
Los jóvenes, sin embargo, añaden a este cóctel acústico un ingrediente aun más peligroso que el runrún de las urbes: la costumbre de escuchar música o ver contenidos audiovisuales con los auriculares puestos, de manera constante y a todo volumen. Como aclara Mercedes Lamas, audiometrista y especialista en audición de los centros Oi2, “siempre han existido problemas de audición en todas las generaciones, pero sí que es cierto que los millennials están más expuestos a padecer problemas auditivos de manera precoz debido a su estilo de vida auditivo, regido por los todopoderosos auriculares y la falta de protección en su disfrute”. Cuando dice “precoz” se refiere a antes de los 40 años de edad.
¿El problema son los cascos?
“Sí”, confirma la experta. Según Lamas, el uso frecuente de auriculares puede provocar el envejecimiento prematuro del sistema auditivo, “sobre todo cuando el exceso de volumen es la pauta”. Y los datos así lo demuestran. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHNES) realizada en Estados Unidos indica que la prevalencia de hipoacusias (oír menos de lo normal) en la población adolescente ha aumentado del 3,5 % al 5,3 % entre 1994 y 2006.
Se calcula que esta prevalencia seguirá progresando, ya que entre los años 1990 y 2005 se ha incrementado el uso de los auriculares de inserción (los que se meten dentro del pabellón auditivo) en un 75 %. De hecho, un estudio realizado en la Facultad de Medicina de Cuenca (Ecuador) en 2017 entre adolescentes de entre 12 y 20 años, ha concluido que el 48 % de ellos tenía problemas de acúfenos al quitarse los auriculares.
¿Algún síntoma de sordera prematura?
Según esta misma investigación, la principal consecuencia del uso sin medida ni control de auriculares es la hipoacusia. Inicialmente, los síntomas son casi imperceptibles, pero a medida que se acrecienta la afección se irán presentando señales mucho más evidentes como los acúfenos (zumbidos que se presentan mayormente en lugares silenciosos y que serán subjetivos), cefaleas, sensación de taponamiento de oído, habla que parece que proviniera de una boca tapada o que se escucha lejos...
Dichos síntomas pueden desaparecer en minutos, horas, días o inmediatamente después de que la exposición al ruido termina, pero esto no quiere decir que la audición se recuperará al 100 %. La persona tendrá dificultad para mantener una conversación en lugares ruidosos, hablar por el móvil y percibir sonidos agudos. “También pueden provocar tinnitus, pitidos que percibimos en los oídos cuando nos quitamos los auriculares y que, aunque suelen desaparecer, podrían quedarse de manera permanente”, añade la audiometrista. “De hecho —continúa—, hay un estudio que confirma que las personas que utilizan auriculares con frecuencia suelen presentar lesiones auditivas a los 5 años y son irreversibles”.
¿Cuestión de decibelios?
Sí, y de cabeza, como alega Mercedes Lamas. El volumen de los auriculares no debe exceder el 60 % del máximo permitido por el terminal, que suele rondar por unos 130 db. Si se escucha más de una hora en este porcentaje, el riesgo de padecer daños en el oído aumenta exponencialmente. Según el estudio mencionado, el límite para que un auricular de inserción no afecte a la audición está en 2 minutos a un volumen máximo de 110 db. Baste decir que algunos aparatos de uso personal doblan esa cantidad. La experta concluye con un tiempo limitado de uso diario: 60 minutos y a una altura muy moderada. Insisten todos los especialistas en que los daños son irreversibles.
¿Prevenir? Sí, mejor que curar
Así de sencillo. La salud auditiva, como la visual o dental, hay que cuidarla a diario. Además de las recomendaciones sobre el uso y disfrute de los auriculares, Lamas resume sus prácticas en tres claves:
1. Realizar un mantenimiento periódico de nuestros oídos, teniendo en cuenta que no se deben introducir objetos dentro de ellos para su limpieza. Cuando decimos objetos nos referimos a bastoncillos, horquillas, llaves, etc.
2. La mayoría de las personas expulsan la cera de forma natural, aunque en algunos casos no es así, bien porque la persona genera mucha cera o bien porque el conducto auditivo es muy sinuoso y no se puede expulsar bien. Para los casos más problemáticos lo ideal es que la persona acuda a un especialista para que le realice la limpieza pertinente y evitar así que se pueda dañar el oído intentando limpiarlo.
3. Para las personas que expulsan la cera con facilidad, es suficiente realizar un mantenimiento con el agua que cae de la ducha, pero es imprescindible secarlos adecuadamente para evitar la humedad. Hay que tener en cuenta que la cera es una protección natural por lo que tampoco es recomendable limpiarse los oídos a diario, ya que esta nos protege del agua y de las infecciones.
Fuente: Eroski
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