La doctora Merritt Moore se mueve con una desmesura de dibujos animados. Agita los brazos en el aire para explicar algo, enfatiza una afirmación no asintiendo con la cabeza, sino con todo el cuerpo. La calidad de la videollamada acentúa esta sensación. A veces la imagen se congela y la doctora reaparece en posturas imposibles. Otras, el movimiento del brazo se convierte en un borrón, dando sensación de velocidad.
Merrit Moore, licenciada en Física Cuántica en Oxford, con un doctorado en Harvard, es también una prestigiosa bailarina. No lo puede disimular, se le nota en los gráciles movimientos y en su elegante postura. Incluso haciendo una entrevista por videoconferencia.
No lo puede disimular y, sin embargo, lo hizo. Durante una década la doctora no habló de baile en el laboratorio. La bailarina calló que, cuando colgaba el tutú, se enfundaba una bata. Intentó separar ambos mundos. «Pensaba que si me dedicaba demasiado a la física era porque igual no era leal a mi compromiso con el baile, que no estaba suficientemente comprometida. Así que intenté mantener ambas disciplinas separadas», explica. Todo esto voló por los aires poco antes de la pandemia. La doctora se dijo «¿por qué no?» y decidió fusionar sus dos pasiones. Y empezó a bailar con robots.
Puede que hayas visto alguno de sus vídeos. Se han hecho virales en el último año. Han llamado la atención de medios como Time, Financial Times, Vogue o la BBC. Han conseguido cientos de miles de visualizaciones. En ellos, la bailarina sincroniza sus movimientos con un brazo electrónico industrial. Ambos ejecutan una misma coreografía con precisión robótica y alma humana. El resultado es extrañamente hipnótico. «Creo que el secreto de que funcionen es que estamos perfectamente sincronizados», explica la doctora. Pero para conseguir eso hace falta mucho trabajo de programación y de ensayos. «Por cada 15 segundos de vídeo, he podido invertir siete horas de trabajo».
El trabajo comienza programando el robot. La doctora Moore le inserta ciertos patrones, le da unas instrucciones para moverse de una determinada manera. Le enseña una coreografía. Después la bailarina Merritt ejecuta junto al brazo robótico el mismo baile. Traduce al lenguaje del ballet los mecánicos movimientos de su compañero y los ejecuta en perfecta sincronía. «Son muy limitados, no tiene brazos ni piernas, así que es todo un reto. Me ha inspirado a buscar nuevos movimientos», explica.
Durante los primeros meses, la doctora Moore no sabía muy bien qué estaba haciendo. Coincidieron con el inicio del confinamiento así que, en cualquier caso, no tenía mucho más que hacer. «Simplemente me levantaba a las siete y era como, “vale, voy a bailar con este robot”. Y así fue durante un mes, dos meses, tres meses, cuatro… Y en el quinto mes empezó a tomar forma, a tener sentido».
Normalmente, se habla de los potenciales de los robots en campos como la industria o la ciencia. Pocas veces nos hemos preguntado cómo pueden potenciar nuestra creatividad. La doctora Moore lo ha hecho. Y ha lanzado esa pregunta al aire. Por eso ha sido una de las personalidades que han formado parte del Hackathon Kia Creativity Drive. Este evento, que ha puesto en contacto a creativos de la marca de vehículos con expertos en educación, creadores e innovadores, ha analizado la importancia de la creatividad. Y el papel que esta nos deparará en el futuro.
«El hackathon ha sido un evento muy emocionante», reconoce la doctora. La importancia de la creatividad ha sido desde siempre una de sus obsesiones, por eso, en cuanto se lo propusieron, respondió que sí. «La Física, de hecho, es una profesión en la que necesitas ser muy creativo», argumenta. «Cuando piensas en un científico, te viene a la mente un profesional en una esquina analizando datos. Eso desanima a mucha gente, pero no es una imagen real. La física cuántica es colaborativa, creativa, tienes que buscar nuevas respuestas a situaciones diferentes».
Por eso, explica, decidió lanzarse a combinar la bata y el tutú. «Quiero ofrecer una nueva visión de la ciencia. Destacar que puede ser creativa, que puede servirte para bailar Bruno Mars o Billy Eilish. La ciencia puede ser cool», explica.
Viéndola bailar, escuchándola hablar con una pasión contagiosa, uno no puede sino estar de acuerdo. Pero hay mucho trabajo detrás de esos bailecitos molones. Moore reconoce haberse pasado la adolescencia trabajando, haciendo ejercicios con los pies mientras estaba en clase. Repasando fórmulas mentalmente mientras perfeccionaba su rond de jambe. El esfuerzo, asegura, mereció la pena. Y combinar estudios tan diferentes le ha servido para mejorar en ambos campos.
Fuente: Yorokobu
No hay comentarios.:
Publicar un comentario