En apenas un minuto pueden suceder muchas cosas. Concretamente, en 2020, cada 60 segundos se enviaron 41,6 millones de ‘wasaps’, se visualizaron el equivalente a 404.444 horas en Netflix, más de 208.000 personas participaron en reuniones a través de Zoom, se crearon más de 347.000 historias de Instagram y partieron 6.659 envíos de Amazon. Internet nunca duerme, y estas vertiginosas cifras, recogidas por la plataforma Visual Capitalist, nos recuerdan que el ecosistema digital no deja de crecer, transformando así nuestra manera de relacionarnos con el entorno.
Sin embargo, a medida que el mundo se desarrolla cada vez más rápido alrededor de las nuevas tecnologías, el impacto ecológico de la industria digital es también mayor. A día de hoy, la huella de carbono de la industria TIC representa cerca del 2% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Y, de seguir con los ritmos actuales de generación de datos, se espera que se alcance el 14% de las emisiones mundiales en 2040, según un estudio publicado por el Journal of Cleaner Production.
Ante estas previsiones, que las empresas del sector digital adopten medidas más sostenibles que las lleven a reducir a cero su huella de carbono se torna esencial. Y no solo porque contribuirán a luchar contra el cambio climático: «Si la industria TIC toma el camino del liderazgo climático, las empresas serán más resilientes, competitivas y abrirán nuevas oportunidades de crecimiento en la oferta de servicios y en la reputación de las marcas», sostiene Mauro Accurso, gerente de Desarrollo de Negocio para la Península Ibérica de South Pole, compañía dedicada a proveer de soluciones climáticas corporativas.
No obstante, alcanzar el liderazgo climático no es cosa de un único día. Según South Pole, hay cinco pasos necesarios que toda compañía debe seguir para emprender el camino hacia una realidad baja en carbono. En primer lugar, es preciso medir la huella ecológica, identificar de dónde provienen las emisiones de CO2 y los riesgos que implica el cambio climático para la empresa.
Solo identificando su origen, se puede establecer una estrategia clara para reducir emisiones y proponer métricas realistas para pasar al tercer paso: la entrada en acción. O, dicho de otro modo: reducir la huella de carbono. Y este objetivo, según sostienen desde South Pole, puede alcanzarse a través del aumento de la eficiencia energética de las redes y los centros de datos (data centers), de la apuesta por las fuentes de energía renovable y la selección de proveedores y cadenas de suministro descarbonizadas.
Todos estos pasos son esenciales para transitar hacia una industria digital menos contaminante, pero hay emisiones que no pueden evitarse. Por eso, para compensar la huella ecológica que no se ha podido reducir, la compañía propone como cuarto paso financiar la acción climática a través de bonos de carbono e inversiones en fondos con impacto positivo. Existen para ello herramientas como el Climate Neutral Checkout, desarrollado por South Pole, que permite a las plataformas de e-commerce calcular las emisiones de los productos de su catálogo y de los envíos, y ofrece a los clientes la posibilidad de compensar su huella de carbono. Y eso no es todo: como dice el lema, «lo que no se comunica no existe». De ahí que el último paso esencial para las empresas sea el de comunicar al mercado, clientes y consumido- res, sus acciones, avances y objetivos en materia de sostenibilidad.
Fuente: Ethic
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