Instagram es la red social del momento, y también los bloggers de libros han descubierto la plataforma. Sobre una nueva forma de crítica literaria en 2.200 caracteres más imagen.
El número de usuarios de Instagram está en constante aumento: unas mil millones de personas usan por mes la plataforma y quinientos millones diariamente. Mientras la aplicación registra en los Estados Unidos, India, Brasil, Indonesia y Rusia la mayoría de usuarios, en Alemania, los usuarios eran en agosto de 2017, según las últimas cifras oficiales, quince millones.
La plataforma es simultáneamente promesa de éxito y mecanismo de venta: con el empeño correcto y el truco correcto cualquiera puede convertirse en influencer. De hecho, nunca fue tan fácil producir contenidos atractivos con medios tan sencillos: basta un celular con una cámara decente, los filtros, que pueden aplicarse rápidamente, y uno ya está dentro.
En el foco está la imagen
La idea fue afirmándose de a poco en el mundo de los bloggers de libros. Quienes se interesan por novedades, novelas de género o recomendaciones para adultos jóvenes recurren cada vez más a Instagram como fuente de información. También aquí la atracción principal es el fácil acceso: quien no quiera lidiar con la trabajosa construcción de un blog de Wordpress-blog ni programar una página web, puede sencillamente abrirse una cuenta en Instagram y convertirse en un bookstagramer.
Pero también es verdad lo siguiente: dado que se trata de una plataforma como Instagram, tan concentrada en imágenes, la reseña, el verdadero objetivo de los bloggers de libros, no puede sino quedar en segundo plano. La vista previa de la descripción de la imagen está limitada a tres líneas, y después del clic quedan sólo 2.200 caracteres para un texto que forzosamente deberá ser breve y potente.
La imagen, pues, está en el centro. Pero en este punto la creatividad no tiene límites: hay libros entre pliegues sobre mesas de café, libros en escenarios al aire libre, sostenidos hacia la cámara en una selfie, de colores intensos, estridentemente nítidos, a veces hay asociaciones con el contenido, otras la asociación es libre. Si se hace en serio, surge así un portfolio que representa el propio trabajo y además sirve para la autopromoción.
El long read se produce en otro lugar
Ahora bien, el conjunto de títulos reseñados es tan homogéneo como alto el número de bookstagrammer: los bestsellers alemanes, por ejemplo, Juli Zeh o Sebastian Fizek, están abundantemente presentes pero también los libros que las correspondientes secciones encargadas de las “relaciones con bloggers” distribuyen astutamente entres los/as interesados/as. Pues también aquí se tomó nota de que en las redes sociales puede hacerse publicidad de modo efectivo. En las editoriales ahora hay secciones enteras cuya única responsabilidad es esa. A través de la plataforma, sobre todo esperan poder alcanzar nuevos grupos de lectores.
Hay estudios que estiman que la mayoría de los/as usuarios/as de Instagram está en la mitad de los veinte y así son significativamente menores que el promedio de los lectores/as de periódicos. Conforme a esto, es grande el interés por novelas de género y libros para adultos jóvenes. Justamente esos textos no se reseñan en los suplementos culturales, pero “funcionan bien” en la plataforma, confirma Miriam Zeh, quien se mueve entre ambos mundos. Zeh escribe crítica de libros para la Deutschlandfunk, pero también trabaja para el proyecto Books Up, del Literaturhaus Bonn, que con apoyo del Ministerio de Cultura y Ciencia del estado de Nordrhein-Westfalen, tematiza la literatura en las redes sociales y quiere establecer un diálogo con el grupo destinatario juvenil. “Instagram es un mundo de bienestar”. Pero a veces es demasiado enfático”, explica Zeh. “Por supuesto, las dimensiones no pueden compararse con el mundo de los influencers de la moda, que en algunos casos pueden vivir de sus colaboraciones. En el ámbito de la literatura no hay nada comparable. A pesar de todo, el modo en que se habla de algunas cosas tiene su influencia en la burbuja de los libros”.
En ningún lugar es tan fácil recibir likes para la imagen perfectamente armada. Más difícil es cuando se trata de una verdadera crítica: sencillamente, no existe la atención necesaria para contenidos más complejos, debido a la concentración en lo visual, la activación de afectos narcisistas y una gran cuota de contenidos identificatorios, con los que los/as usuarios se exponen a sí mismos y disfrutan de instant gratification, es decir recompensa inmediata. El long read, la crítica detallada y profunda, se produce en otro lugar.
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