Entre las modalidades de la traducción audiovisual más extendidas están el conocido doblaje, la subtitulación y el voice-over. Esta última permite que escuchemos la traducción y la pista sonora original, en un segundo plano, de forma simultánea.
Las razones por las que la mayoría de los países se ha decantado por una de estas tres opciones son económicas (el subtitulado es la opción más barata y su resultado se obtiene mucho más rápido), pero también ideológicas.
¿Por qué no se subtitula en España?
Lamentablemente, los regímenes políticos autoritarios favorecieron la sustitución de los diálogos orales de las películas mediante el doblaje para tener control sobre el mensaje que se daba. Algunos países como España e Italia siguen siendo herederos de esta práctica.
A pesar de que muchas personas asocien los subtítulos a un cine artístico y elitista, lo cierto es que la mayoría de los países europeos proyectan en sus grandes salas las películas extranjeras en versión original y con subtítulos en sus respectivas lenguas.
En los países subtituladores se hablan más lenguas extranjeras
Además de permitir que el telespectador acceda de una forma más directa y auténtica a la película, Noa Talaván nos advierte que la forma en la que vemos traducido el cine y, sobre todo, la televisión está intrínsecamente relacionada con la competencia lingüística de segundas lenguas que tenemos los hablantes.
Esto queda reflejado en la comparación que Talaván establece de dos mapas de Europa. Uno de ellos proviene del informe Study on the Use of Subtitling, realizado a petición de la UE, donde se presentan las prácticas de traducción audiovisual en la televisión de la mayoría de países europeos.
El otro mapa, tomado de Europeans and their Languages, ilustra el porcentaje de hablantes que reconoce poder mantener una conversación en al menos dos segundas lenguas.
De esta comparación se deduce que en los países donde la televisión se visualiza en la lengua original, subtitulada en la lengua materna, gran parte de la población domina dos lenguas extranjeras. Entre estos se encuentran Dinamarca, Finlandia, Holanda, Luxemburgo y Suecia.
Por el contrario, en la mayoría de los países en los que se ve doblada, como es el caso de España e Italia, la población apenas domina lenguas extranjeras. Además, el informe presenta también los siguientes resultados: el 66 % de los irlandeses, el 62 % de los británicos, el 59 % de los italianos y el 56 % de los españoles reconocen no poder comunicarse en ninguna segunda lengua.
No es baladí, por lo tanto, que en aquellos lugares donde la subtitulación es una práctica común, la población esté expuesta a la escucha de otros idiomas a diario y, por consiguiente, suela tener un mayor nivel de comprensión y expresión oral en la lengua extranjera.
El caso de Gran Bretaña e Irlanda no resulta contradictorio. Aunque se trata de países subtituladores, apenas ofrecen diversidad lingüística en sus emisiones televisivas. Esto quiere decir que sus habitantes ven, en su mayoría, televisión en inglés con subtítulos en inglés.
De estos datos se desprende que ver películas en el idioma original es un fantástico método de aprendizaje de una lengua extranjera. No se necesitan conocimientos previos, ni horarios, ni estrategias, solo la exposición continuada al idioma.
Tanto es así que existen varios investigadores que indagan en esta forma de traducción audiovisual como una herramienta didáctica que bien podría utilizarse en las aulas de idiomas. Entre ellos se encuentran Jorge Díaz Cintas, Lupe Romero, Olga Torres-Hostench, Noa Talaván y yo misma, con varios artículos que enfatizan las ventajas de la subtitulación desde enfoques diferentes.
Los subtítulos fomentan la alfabetización
Por si esto fuera poco, la visualización de material audiovisual con subtítulos contribuye a la alfabetización de la población. Tanto es así que Henrik Gottlieb señala que en su país natal, Dinamarca, “los subtítulos son el primer motivo que anima a los niños a aprender a leer”. Evidentemente, de otra forma no pueden, a edades tempranas, comprender la televisión.
No en vano existen proyectos y webs que fomentan la alfabetización de la población a través de los subtítulos. Díaz Cintas señala, por ejemplo, Bookbox, una web creada en la India que combina vídeos infantiles que narran cuentos con subtítulos en diferentes idiomas con este cometido.
Además, a nivel europeo contamos con proyectos de investigación que arrojan datos alentadores en cuanto a la implantación de la subtitulación como herramienta didáctica en la enseñanza de una segunda lengua. Dignas de mencionar son también la plataforma Amara, desde la que se puede subtitular todo tipo de materiales, y la web ClipFlair.
Esta última ofrece no solo materiales y un gran abanico de actividades para trabajar la subtitulación y el doblaje en la enseñanza de idiomas. También incluye una red social que permite compartir el trabajo realizado y comentar los resultados de otros alumnos y alumnas. Quien se anime y desee saber cómo empezar, puede consultar el artículo Del dicho al hecho: Introducción al subtitulado con la herramienta didáctica ClipFlair.
Las emociones estimulan nuestro cerebro
Hay muchos grandes consumidores de cine y televisión, y materiales que resultan atractivos porque los escogemos según nuestros intereses y han sido creados, la mayoría de las veces, para entretener. En el aprendizaje, todo lo que tiene que ver con las emociones estimula nuestro cerebro, que es más receptivo si algo nos interesa.
Además, los materiales audiovisuales suponen un aprendizaje más efectivo porque nos exigen que procesemos información tanto visual como auditiva, lo cual nos ayuda a memorizarla más rápidamente.
Por otra parte, todos estos materiales nos brindan la oportunidad de zambullirnos de forma real en otras lenguas, a diferencia de materiales educativos que han sido creados para la enseñanza y que suelen estar encaminados a practicar ciertas estructuras de forma, en ocasiones, tediosa.
Aprender a pronunciar
Al mismo tiempo, esta exposición al lenguaje oral nos facilita que aprendamos el idioma tal y como se pronuncia, sin la exposición a textos escritos que dan lugar a numerosos fallos, sobre todo, por ejemplo, en el caso del inglés.
Por último, esto supone una inmersión lingüística continuada sin que se nos pida que elaboremos discursos orales para los que aún no estamos preparados. Esta exigencia suele conllevar que comencemos a hablar demasiado pronto y a interiorizar errores difíciles de eliminar.
La clave está en comenzar con materiales que ya conozcamos o nos interesen especialmente, porque estaremos dispuestos a verlos de nuevo y buscaremos otros similares. Si nos sentimos lo suficientemente seguros, una opción es también ver los subtítulos en la segunda lengua.
Además, en el caso de películas, podemos seguir el ritmo del relato ayudándonos no solo de los subtítulos, sino también de información extralingüística como los gestos de los actores y actrices, los decorados, la fotografía, la música, etc.
Ver cine y televisión en la lengua original y con subtítulos representa una oportunidad magnífica para aprender un idioma. Evidentemente, los resultados no son inmediatos, pero tengamos en cuenta que la inmersión lingüística nos resultará muy amena y atractiva al realizarse con materiales entretenidos y de fácil acceso.
Fuente: Yorokobu
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