La pandemia de COVID-19 ha puesto en cuestión la utilidad y la importancia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y su reforma es urgente. Esta última cuestión estará en el orden del día de la próxima Asamblea Mundial de la Salud, que se celebra del 24 de mayo al 1 de junio en Ginebra.
La conclusión es clara: un informe publicado por una comisión independiente creada por la OMS destaca tanto el nivel de preparación de los países miembros para hacer frente a las pandemias como el intercambio de información en todos los niveles de la organización.
“China y la OMS podrían haber actuado con mayor rapidez y decisión para contener la epidemia en cuanto surgió”, escribe la comisión en su segundo informe sobre la situación, publicado en enero de este año.
Desde el inicio de la pandemia, se ha criticado con dureza a la OMS por su complacencia hacia China. La organización se esfuerza en enviar una misión independiente a China. Su última misión en Wuhan, donde comenzó la epidemia, deja algunas zonas sombrías, sobre todo respecto al origen del virus.
“China no desplegó todos sus esfuerzos en cuanto en Wuhan aparecieron los primeros casos de COVID-19. No se aplicaron estrictamente las medidas necesarias para proteger la salud pública”, dice el informe.
Mientras una tercera ola de COVID-19 asola la India y amenaza al continente africano, la comisión aborda cuestiones molestas. ¿En qué se equivocó la organización? ¿Por qué la información no ha fluido de manera más eficiente entre los países miembros y la OMS?
“A la OMS le han faltado los medios y los poderes para llevar a cabo misiones de inspección sin autorización previa, como hubiera querido, y lo que espero de la Asamblea Mundial de la Salud es que dé a la OMS ese poder”, indica el Dr. Antoine Flauhault, director del Instituto de Salud Global con sede en Ginebra.
Para él es de una “urgencia enorme”. La Asamblea Mundial de la Salud se celebra en Ginebra cada año en mayo y establece la política de la OMS, controla la política financiera de la organización y examina y aprueba las previsiones presupuestarias.
Las oficinas regionales son importantes
Una posible vía de reforma sería mejorar el intercambio de información entre las oficinas regionales, las oficinas locales (sobre el terreno) y la sede en Ginebra.
Las oficinas regionales –como enlace entre el terreno y la sede– son un componente importante para el buen funcionamiento de las instituciones de la OMS. Permiten recabar información de fuentes fiables. Asimismo, ofrecen apoyo técnico y material a los países de la zona, especialmente a los países en desarrollo. Son las encargadas de preparar a los países ante futuras pandemias, formar al personal sobre el terreno y establecer la logística para las vacunaciones. Estas oficinas (seis en total) tienen el objetivo de aplicar las políticas y recomendaciones de la OMS.
Aunque en la práctica la pandemia ha mostrado importantes fallos tanto en el intercambio de información como en la aplicación de las recomendaciones de la OMS. La experiencia, no obstante, demuestra que puede funcionar este intercambio de información entre las oficinas y la sede central.
Durante la pandemia de COVID-19, la oficina regional del Mediterráneo Oriental ha podido reforzar la capacidad de los laboratorios y ofrecer un apoyo material a los países de ingresos bajos, según su director regional, el Dr. Ahmed Al-Mandhari.
La región del Pacífico Oriental, que abarca una serie de países desde China hasta Australia, ha sido capaz de hacer frente a la pandemia mejor, gracias –precisamente– a una mejor aplicación de las directrices de la OMS.
A pesar de aglutinar a más de una cuarta parte de la población mundial, en comparación con el resto del mundo, esta región ha sido la menos afectada. Los casos confirmados y las tasas de mortalidad han sido del 1,6% y el 1,2%, respectivamente, según las cifras obtenidas.
“Estos países se prepararon con antelación para luchar contra la pandemia realizando inversiones a largo plazo en el sector sanitario”, explica el Dr. Takeshi Kasai, director regional de la OMS para el Pacífico Occidental; quien ha confirmado que su región ha obtenido un gran éxito en la lucha contra la COVID-19 gracias a su experiencia anterior en la lucha contra el SARS (2003).
Suiza depende demasiado del extranjero
Pero este no ha sido el caso de muchas naciones, incluida Suiza. Cuando se declaró la pandemia el país carecía de todo: mascarillas, suministros sanitarios y productos básicos para la fabricación de soluciones hidroalcohólicas. Tampoco tenía capacidad para producir máscaras ni un sistema de test listos para usar.
Un informe publicado por la Cancillería Federal en diciembre de 2020 evaluó la primera fase de la gestión de la crisis durante la pandemia de COVID-19 (febrero-agosto de 2020). Y como deficiencias señaló la mala gestión de los datos y de la información. También tardaron en actuar la Oficina Federal de la Salud Pública y el Consejo Federal (Gobierno).
Según André Duvillard, delegado de la Red de Seguridad Nacional, “Suiza ha reducido de manera significativa su gasto en reservas estratégicas, por lo que a la hora de luchar contra el coronavirus se ha vuelto demasiado dependiente del extranjero –y añade– en toda Europa el problema es el mismo”.
No obstante, cuando en 2009 apareció la gripe porcina, la OMS recomendó a todos los Estados miembros que reforzaran su preparación ante una pandemia de urgencia y que ensayaran para poner a prueba su capacidad de hacer frente a una epidemia de este tipo.
¿Qué reformas?
Para subsanar estas deficiencias se están llevando a cabo numerosas evaluaciones y revisiones de cómo están respondiendo las oficinas regionales y los países miembros ante la pandemia. Un informe sobre esta cuestión debería presentarse ante la Asamblea Mundial de la Salud.
El Gobierno suizo afirma que “ya está involucrado y comprometido con las reformas en curso en la OMS. Y aprueba la propuesta de realizar un análisis a fondo y constructivo de la gestión de crisis de la OMS”.
“Debemos tener mejores predicciones y datos más precisos… el reto principal es saber cómo hacer que sean accesibles, cómo organizarlos correctamente, cómo analizarlos, cómo encontrar las herramientas y plataformas adecuadas para ello, y cómo ponerlos a disposición de los trabajadores sanitarios de primera línea y de los epidemiólogos mundiales en tiempo real”, dice el Dr. Michael Ryan, director ejecutivo del programa de Gestión de Emergencias Sanitarias.
Con el anuncio en enero de un nuevo centro mundial (con sede en Berlín) que recogerá datos sobre las pandemias, ya se ha dado un paso en esta dirección.
Financiación
Otro ámbito de la reforma se refiere a la inversión y al acceso a la financiación. “Es imposible hacer frente a estas enfermedades infecciosas sin estar preparado. Por lo que la inversión en los sistemas sanitarios en tiempos de paz sería primordial”, asegura el Dr. Kasai.
Y es que, independientemente de las respuestas individuales de las oficinas regionales, hay una gran falta de fondos para desarrollar programas de salud y prevención.
En algunos casos, este déficit amenaza la continuidad de los programas sanitarios, como lo demuestra la necesidad de miles de millones de dólares para garantizar la continuidad del programa COVAX y acelerar la distribución equitativa de vacunas en todos los países.
Según las cifras facilitadas por el Dr. Al-Mandhari, la OMS solo ha podido conseguir el 24% de la financiación necesaria, con promesas de un 17% adicional. Esto significa que todavía falta alrededor del 58% de la financiación total.
La OMS ha acogido con satisfacción estas propuestas de reforma.
“Una de las lecciones de la COVID-19 es que el mundo necesita un paso de gigante en el análisis de datos para ayudar a los líderes a tomar decisiones informadas en materia de salud pública”, ha dicho recientemente el director general de la OMS, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Fuente: swissinfo.ch
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