Eficiencia y sostenibilidad son dos conceptos inseparables del actual discurso económico, sobre todo en áreas como la energía y el cuidado del medio ambiente. El cambio climático, fruto de las emisiones contaminantes, o el deterioro de los océanos por el desecho incontrolado de plásticos han generado una gradual conciencia colectiva al respecto. Pero este mismo uso responsable de los recursos se echa en falta, muy a menudo, en otros ámbitos, como el de los alimentos. Y es que cada año se desperdician en España 7,7 millones de toneladas de comida. Somos el séptimo país europeo que más alimentos desecha. Un 70 % de los hogares españolas tira comida por “descuido y pereza”. ¿Y si cambiamos estas cifras? Algunos proyectos apoyados en las nuevas tecnologías intentan minimizar un despilfarro que es éticamente inaceptable. Los contamos a continuación.
Según un estudio de la Asociación Española de Codificación Comercial (AECOC), solo un 15 % de los hogares españoles asegura no tirar nada de comida a la basura. El 70 % de las familias admite que desecha comida por “descuido y pereza” y son los jóvenes de entre 25 y 34 años –mayoritariamente hombres– los que menos sensibilizados están al respecto. Un 78 % de las familias reconoce que tira fruta a la basura; un 59 % afirma que hace lo mismo con el pan; y un 42 % hace lo propio con los alimentos envasados. En líneas generales, más del 50 % de los consumidores declaran comprar más alimentos de los que debía y casi el 30 % percibe que acaba siempre tirando comida.
Así es nuestra radiografía como consumidores. Pero ¿qué ocurre en el lado de la industria? Según la propia AECOC, que integra a 30.000 empresas de diversos sectores, entre fabricantes y distribuidores, un 1,79 % de los productos alimenticios producidos en España jamás llega a comercializarse. "Las razones -explican- son varias: deterioro de los envases y embalajes, errores de etiquetado, cercanía de la fecha de consumo…". Aunque el 56 % de estos productos que no llegan al estante son aptos para el consumo humano, solo se dona un 32 %. El resto acaba en el vertedero.
La alimentación no tiene desperdicio
Europa genera el 14 % del desperdicio mundial de alimentos y España es el séptimo país del continente que más comida desperdicia, con 7,7 millones de toneladas anuales. Ante esta problemática, el Consejo Directivo de AECOC aprobó hace siete años un proyecto para atajar el problema. Se llama, muy oportunamente, 'La alimentación no tiene desperdicio'.
"Este proyecto se inició mediante la creación de un decálogo de buenas prácticas que firmaron cien empresas de la fabricación y la distribución", afirma David Esteller, responsable del proyecto. Luego se crearon dos comités: "Uno de prevención, orientado a métodos de fabricación más efectivos que generaran menos desperdicio, y otro comité de redistribución, enfocado a gestionar con eficiencia los excedentes de producción" para ser aprovechados, mediante convenios con la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL) y Cruz Roja. Lo que no es válido para alimentación humana, se destina a usos como alimentación animal o producción de energía con fuentes alternativas. "Cualquier cosa antes de que este producto acabe en el vertedero", indica David Esteller.
El 26 de septiembre, en el marco de este proyecto, se celebrará un congreso en Madrid que analizará el papel de la tecnología en la recuperación de alimentos. Del 7º Punto de Encuentro contra el Desperdicio Alimentario, destacan dos experiencias.
Impresión en 3D contra el despilfarro de alimentos
Una de ellas es la de la empresa Upprinting Food. Su fundadora, Elzelinde van Doleweerd, diseñadora de profesión, aprovechó su experiencia laboral en un restaurante holandés para crear su actual proyecto empresarial, en el que reutiliza pan, frutas y verduras de desecho para crear una especie de galletas y atractivos aperitivos impresos en 3D.
Esta emprendedora cuenta con una empresa aliada china, una compañía tecnológica interesada en aplicar estas mismas técnicas de reciclado comestible al arroz local, principal fuente de alimentación y del que se desperdician muchas toneladas al día.
Las impresoras 3D, en este contexto, pueden ser una herramienta de gran utilidad para el ahorro de materia prima en el mundo de la alimentación, al estilo de lo que sucede en el sector de la construcción, en el que ya se imprimen piezas y bloques a la medida de las necesidades reales, con lo que se reducen desechos de obra y toneladas de escombro.
App contra el desperdicio alimentario
Otra iniciativa que dará a conocer este próximo congreso es Too Good To Go, una aplicación con más de 10 millones de usuarios en Europa, según la empresa. Esta app surgió tras diversas reflexiones sobre las ingentes cantidades de comida en perfecto estado que se perdían a diario en los restaurantes.
Su responsable en España, Oriol Reull, indica que "toda la comida que se desperdicia a nivel mundial constituye el tercer emisor de CO2 más grande del planeta", y explica que la app permite a cerca de 29.000 establecimientos dar salida a sus excedentes de comida, que en condiciones normales acabarían en la basura.
Esos productos están disponibles para los usuarios registrados en la aplicación a un precio más barato y en perfectas condiciones para el consumo. Reull considera que debe hablarse cada vez más de alimentación sostenible "por el impacto que tiene la comida sobre recursos que son escasos, como el agua y la energía".
Fuente: Eroski
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