martes, 17 de enero de 2023

Cómo hablar con un familiar que difunde desinformaciones


En estos días, con motivo de la Navidad y el Año Nuevo, se repiten las reuniones con familiares y amigos, incluso con aquellos que no vemos tan seguido. Puede que te encuentres con personas que repitan desinformaciones y/o teorías conspirativas. Para poder ayudarlos y evitar conflictos innecesarios, te compartimos una serie de recomendaciones.

Ya sea en la mesa de Navidad o en los grupos de WhatsApp, es importante que todos colaboremos para contrarrestar la difusión de desinformaciones. Estudios académicos indican que hay resultados positivos en la corrección y en la verificación de contenidos falsos (ver acá y acá).

La importancia de establecer un diálogo genuino

Entablar una conversación sobre temas controvertidos puede ser un momento tenso, por eso, una buena alternativa puede ser comenzar a dialogar en privado. La idea es que la persona con la que queremos hablar no se sienta atacada y se niegue a conversar.

Además, es importante charlar con calma, con respeto y en ningún momento ridiculizar las creencias de nuestro interlocutor.

También debemos tener en cuenta que las personas mayores son más propensas a consumir desinformación online, porque, en general, tienen menor conocimiento sobre el uso de las nuevas tecnologías, como se explica en esta nota del periodista especializado Craig Silverman. La paciencia es clave.

Entender por qué se cree y/o se difunde una desinformación

Una vez iniciada la conversación, podemos empezar a indagar sobre las motivaciones que se encuentran detrás de esa noticia falsa. Es decir, ¿por qué nuestro familiar o amigo cree en ella y/o la difunde?

Una buena pregunta inicial puede ser: ¿en dónde lo leíste? ¿de dónde salen esos datos?

En casos como la renuencia a la vacunación (es decir, la reticencia o negativa a vacunarse a pesar de la disponibilidad de vacunas), tenemos que tener en cuenta que es un fenómeno muy complejo, como explica la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), y son múltiples los factores que influyen a la hora de tomar la decisión de vacunarse.

En esta etapa es vital escuchar a nuestro interlocutor con respeto y empatía; y evitar cualquier tipo de comentario que pueda hacerlo sentir mal por su creencias.

Mohammad Razai, médico e investigador de la St. George’s University (Reino Unido), propone una estrategia conocida como “preguntar-compartir-preguntar”, en la que se hacen preguntas abiertas a la otra persona para identificar sus inquietudes y ambivalencias y, tras reconocer y empatizar con las preocupaciones, se comparte la propia experiencia sobre esta inquietud y se intenta acercar información confiable, como explicamos en esta nota.

En ningún caso debemos responder diciendo que las preocupaciones de los otros son una tontería o que “es obvio” que están equivocados. En cambio, tendríamos que preguntarle específicamente qué es lo que lo inquieta y de qué manera podría sentirse mejor.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que las teorías conspirativas tienen una fuerte dimensión emocional. “Las teorías de la conspiración se sustentan en sentimientos de resentimiento, indignación y desencanto ante el mundo”, explica el psicólogo Jovan Byford, profesor de The Open University (Reino Unido), en esta nota de The Conversation.

Para el especialista muchas personas llegan a las teorías conspirativas por una curiosidad genuina, aunque equivocada, sobre cómo dar sentido al mundo. A veces se ven a sí mismos como sanos escépticos e investigadores autodidactas de cuestiones complejas y hay que evitar criticar o burlarse de eso. En cambio, propone el autor, buscar acuerdo en algún hecho como punto de partida para una discusión.

Convencer con argumentos sencillos

Es importante que recordemos que en este tipo de diálogo lo importante es alejar a nuestros seres queridos de desinformación que puede ser riesgosa para ellos. La idea no es “ganar” la discusión.

Por eso, una buena estrategia puede ser compartirle información de fuentes confiables y explicarle por qué estos son datos sólidos y contrastados.

En el caso de desinformaciones relacionadas con temas científicos o médicos, citar muchos estudios, muy específicos, puede ser contraproducente. Estudios académicos encontraron que dar mucha información o recurrir a los recuerdos de hechos o imágenes dramáticas no son la mejor herramienta para motivar conductas como la vacunación.

Guido Corradi, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad Camilo José Cela (España), señaló en diálogo con el sitio de fact checking español Maldita, medio cofundador de Factchequeado, la importancia de que los argumentos sean sencillos.

“No es tanto dar mucha información y datos, sino dar los adecuados”, indicó Corraldi y recomendó centrarse "en un punto cada vez y aportando fuentes que el receptor considere válidas".

El valor de la información confiable

Los riesgos de la desinformación pueden ser difíciles de percibir o dimensionar. Es por eso que compartir un link “por las dudas” o repetir en una conversación “algo que vimos en Facebook” no parece, a primera vista, como algo que pueda tener un impacto en nuestra vida y en la de nuestros seres queridos.

Sin embargo, la pandemia del Covid-19 nos mostró de qué manera la desinformación en Internet puede tener consecuencias en el mundo real, según indica el Instituto Poynter.

Ante la incertidumbre por un fenómeno novedoso, se popularizaron falsos remedios o estrategias de prevención que pusieron en riesgo la salud de la población, por ejemplo.

Ayudar a comunicar el cambio

Como planteamos inicialmente, el objetivo de esta conversación es tener un diálogo respetuoso y comunicar lo que nos parece importante. Pero es importante que esto no se convierta en un monólogo aislado.

Si logramos comunicarle a nuestro familiar o amigo que determinado contenido es desinformante, y que puede ser riesgoso para todos; también es conveniente crear un camino para que pueda transmitir ese cambio de parecer.

Para eso debe existir un ámbito de confianza en donde no sea ridiculizado y en donde se pueda expresar con honestidad.

Fuente: El Tiempo Latino

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