Con el surgimiento de nuevos métodos y medios de guerra resulta cada vez más necesario analizar los desafíos humanitarios y jurídicos que enfrentamos, y hacer hincapié en que hasta en el ámbito virtual las leyes de la guerra aplican y deben ser respetadas.
Para abonar a esta discusión, en la que se incluye el rol que juega el derecho internacional humanitario (también conocido como "Las leyes de la guerra"), la Delegación del CICR para México y América Central presentó el informe "Evitar el daño a personas y bienes civiles como resultado de operaciones militares cibernéticas durante Conflictos Armados" en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2021, la mayor del mundo en lengua española.
Eric Tardif, asesor jurídico de la Delegación Regional del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para México y América Central, moderó la mesa de especialistas de la presentación —integrada por Elizabeth Vargas, académica de la Universidad de Guadalajara, y Mariana Salazar, relatora del Comité Jurídico Interamericano para el Derecho Internacional Aplicable al Ciberespacio.
En entrevista, Tardif nos ayuda a elucidar qué entendemos por guerras y operaciones militares en el ciberespacio y a reflexionar sobre cómo el uso hostil del ciberespacio ocupa un lugar cada vez más preponderante entre las preocupaciones de seguridad de los gobiernos, los particulares, las empresas y los medios de comunicación.
¿Cómo se libra una guerra en el mundo cibernético?
A menudo oímos hablar de "ataques cibernéticos" o "ciberdelitos", pero la mayoría de estas operaciones no se relaciona con un conflicto armado y, en consecuencia, no se rigen por el derecho internacional humanitario. El CICR se preocupa más bien por el desarrollo de las capacidades cibernéticas militares y su posible uso en conflictos armados, que ha contribuido a incrementar la sensación de inseguridad entre los Estados y otros actores.
El término "guerra cibernética" o ataques informáticos en conflictos armados es relativamente nuevo y se define como un conjunto de operaciones lanzadas contra una computadora o un sistema de computadoras a través de una corriente de datos como un método de guerra en el contexto de un conflicto armado. Es decir, el CICR la define como: "aquellas medidas hostiles contra el enemigo que tienen como finalidad descubrir, alterar, destruir, interrumpir o transferir datos almacenados, procesados o transmitidos por un ordenador".
A pesar de que un ataque por redes informáticas no es cinético, es decir no es físico como vemos en las guerras "tradicionales", el derecho internacional humanitario debe aplicarse.
¿De qué forma pueden afectar los ataques cibernéticos a los civiles?
Aún no se conoce del todo el potencial militar del ciberespacio, pero los ciberataques contra los sistemas de transporte, las redes eléctricas, los diques y las plantas químicas o nucleares son técnicamente posibles. Es evidente que estos ataques pueden tener consecuencias graves, con elevados números de muertos o heridos civiles e importantes daños a los bienes de carácter civil.
También es posible que haya más probabilidades de que las operaciones cibernéticas se usen para manipular la infraestructura o los servicios civiles, causando problemas de funcionamiento o perturbaciones que no necesariamente ocasionen muertes o lesiones inmediatas.
Sin embargo, los efectos de esos ataques "sin derramamiento de sangre" podrían ser graves, por ejemplo, si se llega a interrumpir el suministro de agua (considerada un bien indispensables para la supervivencia de la población) o si dejan de funcionar los sistemas bancarios o aeroportuarios.
¿Qué ejemplo tenemos de estos impactos a civiles?
Afortunadamente, hasta ahora ningún ciberataque ha provocado muertes, según la información con la que contamos.
En el informe presentado en la Feria Internacional del Libro abordamos el caso de dos ataques a la red eléctrica, producidos en 2015 y 2016 en Ucrania, en el marco del conflicto armado ocurrido en ese país; en el primer caso se estima que entre 230 mil y 1.4 millones de personas se quedaron sin electricidad durante varias horas.
Aunque no se presentó ningún daño significativo, es fácil entender cómo un ataque de este tipo y que tuviera una mayor duración podría, sin duda, causar serias afectaciones a la población civil.
¿Cómo aplica el derecho internacional humanitario a las ciberoperaciones?
Desde hace más de una década el CICR declaró que el uso de capacidades cibernéticas en los conflictos armados debe cumplir con todos los principios y normas del DIH, como sucede con cualquier otra arma, medio o método de guerra, nuevo o antiguo.
No hace diferencia alguna el hecho de que el ciberespacio se considere un nuevo dominio para la guerra similar al aire, la tierra, el mar y el espacio exterior, y es importante agregar que la Corte Internacional de Justicia (encargada de dirimir controversias entre Estados) ha establecido que los principios y normas determinados en el derecho humanitario relativo a los conflictos armados se aplicaban "a todas las formas de la guerra y a todos los tipos de armas", incluso "las del futuro".
Un creciente número de Estados y organizaciones internacionales han afirmado públicamente que el DIH se aplica a la guerra cibernética. Esto no constituye una invitación a militarizar el espacio cibernético y tampoco debe entenderse en modo alguno como una legitimación de esta.
¿Qué desafíos provocan los ataques cibernéticos?
Uno los desafíos más importantes tiene que ver con el anonimato en el que se construye el ciberespacio, ya que a veces resulta complicado determinar a quién atribuirle un ataque en particular; otro tiene que ver con la aplicación de las normas del DIH a la guerra cibernética, en particular, la prohibición de los ataques indiscriminados (aquellos que no distinguen entre objetivos militares y bienes o personas civiles), así como las relativas a las precauciones que hay que tomar antes de realizar un ataque.
El informe "Evitar el daño a personas y bienes civiles como resultado de operaciones militares cibernéticas durante Conflictos Armados" se desprende de una reunión de expertos y fue publicado en mayo de 2021.
Imagen: Alainet
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