jueves, 29 de julio de 2021

La revolución del audiolibro: ¿va a cambiar el lector-oyente cómo se escriben las novelas?


Fueron las autoras de novela romántica estadounidenses quienes me dieron el aviso. Varias escritoras —unas más populares que otras— que seguía de una manera más o menos directa en redes sociales anunciaban no solo nuevos títulos, sino también que estos se lanzarían solo en audiolibro. Las autoras escribían en todos los subgéneros, desde romántica histórica a ciencia ficción, pero todos sus libros tenían eso en común. Su formato de origen era sonoro.

Puede que ellas fueran las primeras en mi radar como lectora, pero lo cierto es que la práctica se ha vuelto cada vez más común y ha salido de Estados Unidos para llegar a otros mercados, como el de España.

Tiene bastante lógica. Los audiolibros se han convertido en un mercado de cada vez más importancia en el universo del libro, uno, además, que la propia industria editorial —a diferencia de lo que ocurrió una década atrás con el ebook— está recibiendo con los brazos abiertos. Como explica Javier Celaya, socio fundador de Dosdoce, se ha producido un cambio de actitud en la aceptación del audiobook frente a cómo se recibió al libro electrónico por mucho que, como señala con humor, «no deja de ser un archivo digital tan feo como el ebook».

En diciembre de 2019, Deloitte hacía una proyección sobre cómo iba a crecer el mercado del audiolibro a nivel mundial. De forma paralela al crecimiento del mercado podcast, auguraban que el mercado del audiobook crecería en valor en 2020 en un 25%. La gran pregunta ahora es si esas cifras siguen siendo reales o si han sido superadas ampliamente. La crisis del coronavirus y la necesidad de pasar más tiempo en casa —y de entretenerse— hicieron que muchas personas se refugiasen en la lectura, también en la de audio.

Audible presentó este último abril un estudio sobre patrones de escucha en España y concluyó que las escuchas de contenidos en su plataforma habían subido mensualmente en un 31% en los seis meses que llevaban en el mercado. La industria empieza a hablar de bum del audiolibro —que, además, llega en ocasiones a personas que no leían en formato libro— y a mover ficha para contar con los contenidos más deseados.

En ese contexto, por tanto, no sorprende ver que las plataformas de audio han comenzado a fichar a escritores con el fin de que creen obras para ser lanzadas directamente como audiolibros. La gran pregunta, desde el punto de vista creativo, es la de si esa creación implicará un cambio en cómo se escriben las novelas.

Lo que pasó hace una década con los ebooks

Cuando aparecieron los ebooks, esa era también una de las preguntas que se hacía de forma recurrente (junto con la de si un libro electrónico era o no un libro, algo que ahora parece más bien superado). Los libros electrónicos llegaron, crecieron y cambiaron el mercado. A principios de la década de los 10, no era difícil tropezar con artículos que analizaban cómo el ebook había propiciado un revival o una popularización de ciertos géneros, como la novela erótica o la romántica. También había simplificado el acceso a los clásicos y dado nueva vida a las novelas libres de derecho de autor.

Desde el punto de vista formal, el de cómo se escribe una novela, el gran debate estaba en si había impactado en el lenguaje que se empleaba o si había impulsado la escritura en más capítulos y más cortos. Los escritores apuntaban entonces que el modo en el que se leían los libros electrónicos había propiciado que se usase más un lenguaje y una narrativa rápidas.

¿Cambiarán los audiolibros también el lenguaje empleado o cómo se estructuran las historias? Que vaya a haber un cambio parece inevitable. «A lo largo de la historia, toda evolución tecnológica en el mundo del libro ha afectado en la creatividad», recuerda Javier Celaya. Hasta el libro impreso, cuando apareció hace 500 años, modificó cómo se leía, añade, creando una experiencia de lectura mucho más cómoda y personal.

Quizás, hablar de cómo el audiolibro está cambiando las novelas y al mundo del libro sea, ahora mismo, un tanto prematuro. El audiobook está todavía en esa fase de nacimiento, en la que se están empezando a lanzar las cosas y, por ello, reciclando lo que ya se tiene de fondo. Celaya confirma que el 95% del mercado es, ahora mismo, textos que nacieron como libros tradicionales y que están siendo pasados a un formato audio.

Ver qué ocurre con ese porcentaje restante de experiencias nativas puede, sin embargo, ayudar a visualizar cómo será ese camino futuro.

El potencial de las «ficciones sonoras»

Al otro lado del teléfono está Javier Ruescas. Ruescas es un escritor de novela juvenil con muchos títulos a sus espaldas, pero si estamos hablando en este momento es porque es también autor de una novela que ha salido de forma exclusiva en Audible, En Delos no puedes morir. Durante la conversación apuntará muchos temas interesantes sobre el proceso de escritura cuando el producto final es un audiolibro, pero si me quedo con algo es con su uso del término «ficciones sonoras».

No es que abra la puerta a que se metan más diálogos en la historia, sino que posibilita crear historias más inmersivas

Es como denomina de forma recurrente a los audiolibros y la suma de las dos palabras resume perfectamente qué supone el audiobook a la hora de contar las historias. No es que abra la puerta a que se metan más diálogos en la historia, como asumía como tesis de partida, sino que posibilita crear historias más inmersivas, un tanto diferentes. El lector vive más la novela.

Ruescas explica que, cuando se sentó a escribir esta historia, intentó aprovechar «el universo del sonido» para así intentar «hacerla más realista», pero que esto también le obligó a pensar más allá de lo que estaba en la página, de lo que se cuenta con las palabras. «Y eso es para mí lo que cambió cómo escribir la historia, tener muy claro el espacio», indica. «Tenía que crear un universo más allá del propio texto que estaba escribiendo en el Word —señala—. Si hay un capítulo en el que la persona está llorando, no es lo mismo que el narrador diga “está llorando” que se active la grabadora y se pasé toda la grabación llorando», explica.

Para el oyente-lector, la experiencia es mucho más inmersiva, hay una sensación de que se mete más en la historia. Además, los efectos sonoros también dan una capa extra de información. «La mayor ventaja que tenemos a la hora de narrar es que tenemos muchísima cultura audiovisual todos», indica Javier Ruescas. Las películas nos han enseñado qué implican ciertos sonidos y nuestro cerebro cuenta ya con esos códigos. «A mí, como creador, me gusta mucho esto porque crea muchas oportunidades creativas», señala.

Radioteatro para el siglo XXI

En cierto modo, desde fuera, casi parece inevitable no acabar uniendo la experiencia audiolibro con la del radioteatro, ese género que tuvo su momento de gloria a mediados del siglo XX y que lograba, también, hacer que los oyentes viviesen la historia gracias al sonido. Y, al fin y al cabo, como apunta por otro lado Javier Celaya, el experto en cómo funciona el mundo del libro, de forma innata lo que tenemos es esa capacidad de escuchar.

El audiolibro tiene todo el futuro por delante y mucho potencial por explorar. El escritor Javier Ruescas explica la fascinación que le despierta el sonido 3D, que resulta todavía más inmersivo. Celaya, por su parte, habla no solo de cómo este formato permitirá llegar a nuevos lectores o lectores que el libro había perdido a manos del streaming, sino también a nuevos talentos narrativos. «Va a ser una cantera de nuevas voces, porque va a permitir llegar a nuevos creadores que quizás se sienten más cómodos contando su historia en formato audio», indica.

Solo nos queda, pues, coger los auriculares y darle al play. Ya el audiolibro nos contará su historia.

Imagen: Gobierno de Canarias

Fuente: Yorokobu

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