El impacto del virus y de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en el ámbito del empleo es profundo, palpable e irreversible. La necesidad de equilibrar el cuidado de la salud y preservar el empleo obligó a empleadores y empleados a dar un salto apresurado y sumergirse de lleno en el uso inevitable de las TIC. Después de poco más de un año de vivir esta realidad, es innegable que las TIC y la pandemia revolucionaron las bases esenciales del empleo a nivel global.
Como efecto directo del brote del virus a comienzos del 2020, el consumo del Internet se incrementó en un 40% en Bolivia (Cámara de Telecomunicaciones de Bolivia). El uso de redes sociales creció en un 70% en el caso de Facebook y 50% en el caso de WhatsApp (Responsable de Facebook para Bolivia y Paraguay). La tecnología irrumpió en nuestras vidas, con mayor intensidad y fuerza que en cualquier época pasada.
Las transformaciones que experimentamos se traducen directamente en nuevos riesgos en el entorno laboral y fundamentalmente, para la seguridad y salud de los empleados.
Hoy más que nunca, convivimos cotidianamente con riesgos biológicos sin precedentes. La mayor parte de empleados de los sectores productivos y de rubros esenciales no pueden beneficiarse del teletrabajo. Deben concurrir físicamente a sus fuentes de trabajo, sorteando el miedo de sufrir el contagio, en el transporte y en el propio lugar de trabajo, cuando interactúan o se alimentan.
Frente a la severidad de este tiempo, es indispensable revalorizar y escalar el valor de la prevención a su cúspide más alta. Los empleadores deben asumir medidas efectivas y reales que contengan la enfermedad. No se trata solamente de llenar una formalidad o cumplir un deber frente a las autoridades administrativas.
Resulta necesario impulsar y fomentar decididamente el teletrabajo, adaptar los lugares de trabajo a la nueva realidad e implementar las medidas sanitarias y de higiene que permitan que la prevención sea más que una palabra, y que los protocolos de bioseguridad se conviertan en más que un ritualismo presentado para evitar una sanción.
Paralelamente al predominante riesgo biológico, las TIC y la pandemia intensifican los denominados riesgos psicosociales y ergonómicos.
Entre los primeros, se encuentran principalmente el estrés por incapacidad de usar las TIC, trayendo al debate asuntos generacionales, además de otros riesgos psicosociales asociados a la ansiedad, adicción, miedo y fatiga producidos por el uso de las TIC.
Entre los segundos (riesgos ergonómicos), se cuenta a los dolores, desgaste visual y fatiga física derivados de la interacción entre humanos y máquinas, producidos, entre otros, por la mala postura, falta de equipos adecuados o las múltiples enfermedades y riesgos relacionados con el sedentarismo.
En definitiva, ante el impacto de las TIC y la pandemia en el empleo y, puntualmente, en la seguridad y salud en el trabajo, resulta preciso que los empleadores y empleados, en un esfuerzo bipartito incansable, asuman conscientemente las medidas más adecuadas para evaluar los nuevos riesgos que enfrentan, en procura de asumir un compromiso firme de mitigarlos, en beneficio de la continuidad del empleo, y de la seguridad y salud de los empleados.
Fuente: El Deber
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