Con tan solo ocho años, el físico teórico Michio Kaku decidió que dedicaría su vida a completar el trabajo inacabado de Einstein: la teoría del todo. Con 16, y ante la admiración de sus padres, construyó un acelerador de partículas en el garaje de su casa. Precoz y visionario, este experimento doméstico fue su carta para Harvard. Acabó primero de su promoción.
El científico estadounidense es uno de los fundadores de la teoría de cuerdas, principal candidata a ofrecer la teoría unificada con la que una vez soñó. “Creemos que explica la riqueza del universo, desde el Big Bang a la creación de las estrellas y el Sol, a la creación de los humanos y, quizás, incluso el amor”, asegura.
Hoy, Michio Kaku ostenta la prestigiosa cátedra Henry Semat de Física Teórica en la Universidad de Nueva York y es uno de los divulgadores científicos más populares del mundo. Está convencido de que “el conocimiento es democracia, empodera” y sostiene que “estamos ante la nueva revolución de la física y no podemos dejar a la gente atrás”. Su convicción es el germen de su trabajo divulgativo. Colabora en varios programas de televisión y radio en los que, con lenguaje claro y directo, convierte los conceptos científicos más densos en alimento educativo para todos los públicos.
Además es autor de libros superventas como ‘Hiperespacio’, ‘Física de lo imposible’ o ‘El futuro de nuestra mente’. El profesor Kaku cree que “los científicos son inventores de futuro” y se atreve a predecir cómo será el mañana: Internet en las lentillas, atascos en la luna o ropa inteligente para prevenir infartos. Su futuro imaginado descansa en los avances de la física, la inteligencia artificial y la tecnología. Ciencia de no ficción.
A continuación la transcripción de la entrevista:
Zuberoa Marcos. Profesor Kaku, bienvenido.
Michio Kaku. El placer es mío.
Zuberoa Marcos. Muchas gracias por venir. Tiene tantos premios que es difícil resumirlos para presentarle. Es un autor de éxito, profesor, físico, y diría que uno de los divulgadores científicos más reconocidos, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo.
Michio Kaku. Gracias.
Zuberoa Marcos. Me gustaría hablar de cómo empezó su pasión en todos estos campos, empezando por la ciencia. ¿Cuándo se enamoró de la ciencia?
Michio Kaku. Y me dije: “¡Vaya!, ¿por qué no acabó el libro? Si era tan listo, tan genial, ¿por qué no pudo acabarlo?”. Es como no terminar los deberes, ¿por qué no podía preguntar a su madre? ¿Qué había en ese libro que no pudo acabarlo? Tenía que saberlo, era mejor que cualquier thriller, que cualquier historia de aventuras. Fui a la biblioteca, y tardé en enterarme de que el nombre de ese científico era Albert Einstein. Y ese libro que vi cuando tenía ocho años era el manuscrito inacabado de La teoría del todo. Perseguía una ecuación de no más de dos centímetros que nos permitiera leerle la mente a Dios. Y me dije: “Esta es la mía. Esto es lo que quiero hacer con mi vida, intentar ayudar a completar este libro”. Hoy creemos que tenemos esa teoría, es la teoría de cuerdas, de la cual soy uno de los pioneros. Creemos que explica la riqueza del universo, desde el Big Bang a la creación de las estrellas y el Sol, a la creación de los humanos y, quizás, incluso el amor. Este era el sueño de una vida, poder resumir todas las leyes de la física en una pequeña ecuación. Mira “E=mc2”, son dos centímetros, pero nos permite entender el secreto de las estrellas. ¿Qué es “m”? La masa del gas de hidrógeno. ¿Qué es “e”? La energía del Sol. ¿Por qué existe la Tierra? ¿Por qué existe el Sistema Solar? ¿Por qué existe nuestra galaxia? Todo porque “e” es igual a “mc2”. La materia se convierte en una cantidad enorme de energía. Pero Einstein creía que había una ecuación aún mejor, que explicaría todo lo demás: el magnetismo, la fuerza nuclear, las moléculas, los átomos. Eso es lo que él quería, así que me dije: “Voy a descubrirla”.
Zuberoa Marcos. Corríjame si me equivoco, tenía ocho años…
Michio Kaku. Correcto.
Zuberoa Marcos. …cuando encontró la foto de Einstein. Fue a la biblioteca y empezó a leer todo lo que había sobre físicos. Es algo que se ha convertido en una constante para usted, es autodidacta en muchas cosas, ¿verdad?
Michio Kaku. Así es. Muchas veces voy a clases y hablo con buenos profesores, pero tienen sus limitaciones, no lo entienden todo. Si eres físico, entiendes los básicos de los átomos, las moléculas, las estrellas, los planetas… Ya no hay misterio. Tienes una manera de entender el presente y el futuro. Me encanta pensar en el futuro. Cuando veo películas de ciencia ficción veo que todo viene de la física: naves espaciales, rayos láser, invisibilidad… Todo lo que se ve en esas películas deriva de lo que es o no es posible según la física. Así que me dije: “Una vez entienda la teoría del campo unificado, la física es la base de todo”. Así que cuando tenía doce años lo decidí: quería ser físico.
Zuberoa Marcos. Hay una historia muy bonita, profesor Kaku, que me gustaría que explicara y compartiera con nuestra audiencia. Construyó un colisionador de partículas en su garaje, prácticamente solo.
Michio Kaku. Sí, cuando tenía dieciséis años me dije: “Quiero formar parte de esta gran revolución de la física”, así que fui a mi madre y le dije: “Mamá, ¿puedo construir un acelerador de partículas de dos coma tres millones de voltios en el garaje?”. Mi madre se me quedó mirando y me dijo: “Claro, ¿por qué no? Y que no se te olvide sacar la basura”. Fui muy diligente, fui a Westinghouse y compré ciento ochenta kilos de acero eléctrico, treinta y cinco kilómetros de cable de cobre y en el campo de fútbol del colegio enrollamos todo ese cable para mi acelerador. Por fin estaba listo. Cerraba los ojos y oía el crepitar de los seis mil vatios de electricidad pasando por el condensador, y luego oía el “pop, pop, pop” cuando saltaban todos los plomos de la casa. La casa se quedaba a oscuras y mi madre se decía a sí misma: “¿No podría haber tenido un hijo que jugara a baloncesto? ¿O a béisbol? ¿Y por qué no se echa una buena novia japonesa? ¿Por qué tiene que construir estas máquinas en el garaje?”. Bueno, me gustaba construir máquinas y fueron las que hicieron que me aceptaran en Harvard, y así comenzó mi carrera como físico.
Zuberoa Marcos. Profesor Kaku, ¿cómo influyó eso en su visión de la educación? Porque construyó el colisionador de partículas solo, y recuerdo leer: “Los profesores no podían ayudarme a hacerlo, así que lo hice solo”. Anteriormente había encontrado la fotografía de Albert Einstein, como nos ha dicho. ¿Cómo ha influido este proceso autodidacta, que ha sido una constante en su vida, su visión de qué es una buena educación?
Michio Kaku. Tengo la buena suerte de trabajar en la televisión y la radio. He entrevistado a cientos de científicos para mi programa de radio y siempre les pregunto algo muy sencillo: “Eres un Premio Nobel, eres famoso, ¿cómo empezó todo?”. Y normalmente dicen lo mismo: “Cuando tenía diez años, pasó algo que cambió mi vida”. Antes de los diez años todo es mami y papi, mami y papi. Ellos son el universo. Después de los diez ya quieres saber qué hay más allá de mamá y papá , qué hay ahí fuera, y se produce un shock existencial, una epifanía, al tener tu primer telescopio, tu primer kit de química, tu primera visita al planetario, tu primer microscopio. Y te das cuenta: “Guau, hay un universo ahí fuera”. Y esa sensación se queda contigo toda tu vida, incluso cuando eres viejo y estás cansado, te acuerdas: “Recuerdo lo genial que era sentirse fascinado por las leyes de la naturaleza”. Pero, ojo, cuando tienes quince o dieciséis años, se acaba. Desaparece.
Entras al instituto y te quitan a la fuerza esa pasión. La ciencia se convierte en memorizar, en una rutina, en aprender de memoria cosas que no tienen ninguna importancia. Recuerdo tener que memorizar los minerales y las partes de una flor, pero esas cosas dan igual.
Lo que importa son los principios, los conceptos, no memorizar los nombres de las flores. En el futuro los científicos pondremos internet en unas lentillas, un parpadeo y estaremos online, otro parpadeo y veré tu biografía flotando a tu lado, si quiero ver una clase, la pediré y podré verla en esa lentilla. Los universitarios, por supuesto, serán los primeros en comprárselas, para hacer exámenes. La memorización quedará obsoleta, los elementos de la naturaleza, la tabla periódica, parpadeas y los tienes. En cambio, desearemos enseñar principios, evolución, conceptos, las leyes de Newton, cosas fundamentales, y no memorizar las partes de una flor. Por eso creo que nuestro sistema educativo está anticuado. La gente se gradúa en la universidad con una buena educación, que les haría prosperar y vivir en el mundo de los años cincuenta. Pero el problema de graduar a toda esta gente para que vivan en los años cincuenta es que ya no estamos en los años cincuenta. Vivimos en la era moderna, de Internet, del GPS, de los satélites, pero no lo enseñamos así en las escuelas. Te voy a poner un ejemplo: a veces enseño física a estudiantes de medicina en mi universidad. Cuando les enseño lo que pone en el libro, hablamos de palancas, poleas, oscilación y fricción. Y me digo a mí mismo: “Bueno, la fricción, diapasones, todo eso era importante hace trescientos años, pero debería estar enseñándoles cosas sobre escáneres de resonancia magnética, tomografías, rayos x, TAC, eso debería enseñarles y aquí estoy, hablándoles de fricción y poleas”. Me di cuenta de que nuestro sistema educativo está anticuado, no empuja a los estudiantes a la era moderna.
Zuberoa Marcos. En su posición como profesor, ¿intenta cambiar eso? ¿Enseña a los doctores sobre tomografías, rayos x y estas cosas?
Michio Kaku. Bueno, intento hablar de ello. Cuando hablamos de electricidad y magnetismo intento enseñarlo del libro: “Aquí hay una bobina, la enrollas y se crea un campo magnético”. Y luego intento enseñarles que un día ese campo magnético estará alrededor de sus cabezas o sus corazones, que van a fotografiar el interior de su cerebro usando lo que acaban de aprender en el libro sobre electricidad y magnetismo. Por eso creo que tenemos que cambiar la manera en que enseñamos. Enseñamos a memorizar y sí, tienes que saberte algunas cosas, pero en el futuro no te hará falta más que parpadear para ver la información en realidad virtual, así que, ¿cuál será la función de los profesores en el futuro? Tendrás profesores-robot en las lentillas y con un parpadeo verás la clase de ayer allí mismo. ¿Para qué quieres un profesor humano? Porque necesitas un mentor. Los robots no pueden ser mentores, los robots no pueden ponerte deberes y ayudarte a elegir carrera, no pueden darte consejos personalizados, son máquinas calculadoras. Muy sofisticadas, pero son solo eso: máquinas calculadoras. Y ahí es donde entrará el profesor humano. Creo que la educación debería ser diferente: no se trata de memorizar, primero se trata de tener un modelo a seguir. Para mí fue Einstein. Mi padre era jardinero, no tenía ni el graduado escolar y no hablaba bien en inglés. Para mí, primero, se trató de tener un modelo a seguir y, segundo, de que mis padres me orientaran y me apoyaran. No sabían qué estaba haciendo, pero sabían que si construía un colisionador de partículas en el garaje, sería bueno en algo. Y tercero, tienes que tener esa epifanía, ese shock al darte cuenta de que el universo es genial, es glorioso y precioso. Así que creo que esos son los tres ingredientes que hacen falta para crear un joven científico.
Zuberoa Marcos. Si la memorización no es lo que tenemos que enseñar a los niños, ¿qué tenemos que enseñarles si queremos educar a personas que vayan a tener un impacto en el mundo?
Michio Kaku. Lo primero que tenemos que enseñar son las cosas básicas: aritmética, contabilidad, manejo de dinero, para que puedan sobrevivir. Deberíamos dejar a un lado todo lo que es memorizar por memorizar, como aprenderse todos los animales, todas las plantas, los nombres de todo, porque en el futuro podrán verlos con un simple parpadeo. Tenemos que asegurarnos de que lo que enseñamos a los estudiantes les resulta útil. A veces la gente viene y me dice: “Profesor, ¡esto es útil! Puedo usar esta información”. ¿Cómo funciona una televisión o una máquina de rayos X? Todo lo que tenemos alrededor es un misterio. Una persona normal pasa toda su vida sin cuestionarse, sin ser consciente de lo que le rodea. Estamos rodeados de tecnología, la tecnología está por todas partes, pero ¿cómo funciona? “No lo sé, le das al botón”. Pero llegará el día en que ese conocimiento afecte a tu carrera, a tu salud y a tu vida, porque de ahí procede el bienestar. Siempre digo a mis estudiantes: “¿Por qué somos tan prósperos, con todas estas riquezas a nuestro alrededor?” Un político diría que gracias a los impuestos, es lo único que se oye en la televisión: “Impuestos para esto y para aquello”. Pero los impuestos solo cambian el dinero de manos, no crean riqueza. El bienestar no viene de los impuestos, viene de la ciencia y la tecnología. Imagina que entro en esta habitación hace doscientos años. Hace doscientos años, justo aquí, si alguien entrara, ¿qué vería? Vería caballos, excrementos en el suelo, con suerte un carro, y ¿cómo hablabas con el vecino? Gritando por la ventana. Así hablabas con los demás, gritando. La forma más rápida de viajar era a caballo, si es que lo tenías.
Así era el mundo, ¿cuánto vivía la gente en esa época? La esperanza de vida media era de treinta y cinco años. Durante gran parte de la historia de la humanidad, desde el hombre de cavernas hasta el presente, la esperanza de vida media estaba entre treinta y treinta y cinco años. La vida no era para nada bonita. Pero ¿qué pasó? Que aparecieron la ciencia y la tecnología. La ciencia y la tecnología vienen en oleadas, la primera fue a principios del siglo XIX. Los físicos descubrimos la energía térmica, la máquina de vapor, la locomotora, el motor, de repente había máquinas, porque los físicos comprendieron cómo extraer energía del carbón y del vapor. Luego los físicos descubrimos la electricidad, el magnetismo, las ciudades se iluminaron, de repente teníamos televisión, de repente teníamos radios. La tercera fueron los ordenadores: los físicos creamos el transistor, el láser, eso nos trajo Internet y los ordenadores. Y ahora, aunque mucha gente no lo sabe, estamos investigando la cuarta fase, la siguiente, y no queremos dejar a la gente atrás. La primera fue la energía térmica, la segunda la electricidad, la tercera los ordenadores y transistores, y la cuarta es la inteligencia artificial y la biotecnología. La ciencia a nivel molecular. La ciencia no va a ir hacia atrás, hay que ir aprendiendo con cada revolución, y por eso quiero enseñar a la gente por qué esto es importante. Porque va a afectar a sus trabajos, a sus sueldos, a su estilo de vida, a su función en la sociedad. Van a votar para tomar decisiones para los políticos que ponen los impuestos. Pero lo que crea riqueza es la ciencia y la tecnología.
Zuberoa Marcos. ¿Cuándo se dio cuenta…? Porque la biotecnología y la inteligencia artificial son bastante nuevas, y usted lleva mucho tiempo siendo un divulgador científico y hablando sobre los peligros del cambio climático, de lo que hablaremos luego, y de todo lo que tiene que ver con ciencia. ¿Cuándo se dio cuenta de que tenía una responsabilidad, de que tenía que educar a la gente?
Michio Kaku. Durante la mayor parte de mi juventud me centré mucho en entender la teoría unificada, la teoría del todo, y me convertí en uno de los fundadores de la llamada teoría de cuerdas, que creemos que es la teoría del todo. La teoría de cuerdas dice que todo lo que vemos a nuestro alrededor, los átomos, protones, neutrones, no son más que cuerdas elásticas que vibran. Esto es un electrón, esto es un quark, esto es la partícula ángel. No son más que diferentes vibraciones de una cuerda. ¿Por qué tenemos partículas subatómicas? Son notas en una cuerda muy pequeña. ¿Qué es la física? La armonía que se puede crear con esas vibraciones. ¿Qué es la química? La melodía que se puede tocar con esas cuerdas. ¿Qué es el universo? Una sinfonía de cuerdas. Y ¿qué es la mente de Dios? Es música cósmica resonando a través del hiperespacio, eso es la mente de Dios. Pasé muchos años aprendiendo esto, creando la física que está detrás de esta teoría, pero luego estuve en el ejército, y mi vida volvió a cambiar. Porque estábamos en una guerra y la gente estaba muriendo, cientos de soldados morían cada semana en Vietnam. Y tuve que preguntarme a mí mismo algo muy sencillo: “¿Por qué causa daría yo mi vida?” La mayoría de la gente pasa su vida sin pensar en la muerte, en el fin de la vida, pero ahí estaba yo, hablando con soldados que acababan de volver de Vietnam que decían que la muerte es algo con lo que vives cada día, con la muerte y el fin de la vida. Así que me dije: “¿Cuál es el significado de todo esto?”, y me dije: “Tengo todo este conocimiento, y no vale para nada. Puedo coger una hoja y calcular las propiedades de los átomos, de las moléculas del aire, del Sol, puedo calcular la naturaleza de las estrellas… Y todo para nada. Porque vamos a morir en Vietnam”. Por suerte, la guerra estaba acabando y no llegué a estar en servicio activo. Estuve dos años en el ejército, aprendí todo sobre metralletas, artillería, e incluso disparé un tanque, pero de repente era libre. Me llegó una carta diciendo que la guerra estaba acabando.
Y me dije: “Debería hacer algo. Si tengo todo este conocimiento, ¿por qué tiene que morir conmigo? ¿Por qué no contar a la gente que el conocimiento es poder, que el conocimiento es democracia, que empodera? Muchos científicos creen que la ciencia es moralmente neutral, como un martillo. Yo no lo creo, difiero. Sí, un martillo se puede usar para hacer el bien y para hacer el mal, pero no es lo mismo. En Internet se difunde información, y la información distribuye el poder, porque la gente se empodera gracias a esta información. Se dan cuenta: “No tengo por qué vivir así, no tengo por qué vivir en una dictadura, mira cuánta gente es libre. Puedo ser como ellos”. Internet crea democracia. La gente obtiene poder y, como consecuencia, tendremos guerras, sí, pero serán menos, porque la gente tendrá el futuro en sus propias manos, las democracias no van a la guerra contra otras democracias.
Zuberoa Marcos. Profesor Kaku, uno de los temas que lleva tiempo tratando es el cambio climático y los peligros que conlleva, pero creo que es usted optimista. Leí que dijo que si, por ejemplo construyéramos fábricas que nos permitieran almacenar la energía creada con fuentes renovables, aún tendríamos una oportunidad. ¿Estamos en un punto en que no podamos evitar la catástrofe o sigue habiendo esperanza para la Tierra?
Michio Kaku. Bueno, soy optimista. Si hablamos de historia, la unidad más pequeña de la historia es la década. Cualquier cosa menor que una década puede sufrir fluctuaciones aleatorias, pero al mirar la historia de la humanidad década a década se puede ver el enorme progreso que hemos hecho.Pensemos en nuestros abuelos: vivían en un mundo sin televisión, la electrónica estaba comenzando a despegar, con los telégrafos, por ejemplo, y aquí estamos, en la era de la electricidad y la energía nuclear. Vemos mucho progreso de década a década. Pero hay buenas y malas noticias. La mala noticia es que nos enfrentamos a los peligros de la proliferación nuclear, de la biotecnología fuera de control y del cambio climático. Y tenemos que darnos cuenta de que los glaciares de nuestro planeta están desapareciendo, de que el Polo Norte se hace un uno por ciento más pequeño cada año, el nivel de los océanos está subiendo, hay cada vez peores tormentas, más hambruna, más sequías e inundaciones a causa de las fluctuaciones en el clima debido al cambio climático. ¿Cuál es la buena noticia? La buena noticia es que cada año decimos que la energía solar y la eólica están a un paso de ser tan efectivas como el carbón, pero ¿qué pasa? Todo el mundo espera que las tengamos ya, pero hay un problema. El problema no es la célula solar, no es el molino de viento, siempre olvidamos que el problema es el almacenamiento.
Es la batería, siempre se nos olvida. Creemos que todo obedece la ley de Moore, que dice que el poder computacional se dobla cada dieciocho meses. Esperamos que todo se doble cada dieciocho meses, pero no. Las baterías llevan estancadas unos cien años. Hace cien años Thomas Edison y Henry Ford hicieron una apuesta, eran amigos, y se preguntaron qué daría energía al siglo XX. Henry Ford dijo que la gasolina, y Edison dijo que las baterías. Todo el mundo se rio de Henry Ford: “Ja, ¿gasolina? ¿Vas a morir en un accidente de coche cuando explote? ¿Vas a tener surtidores en cada manzana? Venga ya, es una estupidez”. Pero ¿quién ganó? Henry Ford, porque la gasolina es muy práctica, y nos encanta. Pero las baterías están, por fin, recibiendo la atención de los inventores. La eficiencia de las baterías se está incrementando en un setenta por ciento cada año, porque los inventores están trabajando para crear una superbatería. Piénsalo, cuando no brilla el sol y no hay viento, ¿qué pasa con las fábricas solares o eólicas? Nada. Pierdes dinero, están ahí sin hacer nada. Hay que almacenar la energía cuando el sol no brilla y no hay viento. Por eso, los inventores están creando una superbatería. Elon Musk, por ejemplo, que es famoso por hablar de ir a Marte y al espacio exterior, ya está comenzando a comercializar la primera superbatería, que puede vender a empresas deservicios públicos para que tengan la mayor cantidad de energía posible en cualquier estación, incluso cuando la demanda de energía es más alta, por ejemplo, en invierno todo el mundo quiere calefacción.
Estamos en una situación en que tenemos la tecnología necesaria para que la energía solar y la eólica se conviertan en una realidad, estamos realmente a un paso de hacer que sean rentables y salgan al mercado.
Zuberoa Marcos. Si miramos al futuro, dentro de diez, veinte, treinta años, ¿cómo cree que afectará el cambio climático a nuestras vidas?
Michio Kaku. Creo que los climatólogos están asombrados por lo rápido que están cambiando las cosas. No se puede atribuir cada huracán o inundación al calentamiento global. No se puede, porque es un fenómeno mundial, se refleja en un promedio, hay que ver la media mundial cada año para ver el calentamiento global. Todos los indicadores apuntan hacia arriba, es decir, los glaciares se derriten más rápido, hay más incendios forestales, más inundaciones, los incendios e inundaciones son más graves, el nivel de los océanos ha subido, el verano dura una semana más. Los granjeros lo saben bien. Todos los indicadores están apuntando hacia arriba, las temperaturas están subiendo, en la última década hemos visto las temperaturas más altas de la historia de la ciencia, pero aunque las cosas estén yendo más rápido de lo esperado, aún tenemos tiempo. Y creo que la democracia es la mejor forma de gobierno, pero es muy lenta, y las cosas llegan a su límite antes de que la gente diga: “Vale, hay que ponerse las pilas y hacer cambios”. Lo que va a pasar es que, por desgracia, vamos a llegar al límite. Por ejemplo, yo vivo en Manhattan, Wall Street está en Manhattan, y ya se está hablando de presas y diques, no vivimos en Holanda pero ya estamos hablando de métodos de control de inundaciones carísimos para Boston, para San Francisco, Los Ángeles y Nueva York, y la gente se está dando cuenta de que todo eso lo van a pagar ellos. Ya no es una teoría, sus impuestos, hoy mismo, se van a dedicar a construir presas alrededor de Manhattan. Creo que, en una democracia, la gente se va a dar cuenta de repente de que las cosas van en serio.
Zuberoa Marcos. Profesor Kaku, ha mencionado la inteligencia artificial como una de las tecnologías o la tecnología más influyente en nuestra economía y nuestra sociedad. Creo que fue este año, leí un estudio que analizaba la percepción de la sociedad de la inteligencia artificial. Me sorprendió que la mayoría de la gente, especialmente en Estados Unidos, apoyaba esta tecnología, mientras que solo unos pocos tenían miedo de ella. ¿En qué lado está usted?
Michio Kaku. Estoy dividido entre los dos. Hay que tener en cuenta la línea temporal: creo que durante las próximas décadas la inteligencia artificial dará trabajo, creará riqueza y nuevas industrias, hará nuestras vidas más fáciles y eficientes, no habrá problemas para eliminar los obstáculos de la vida mientras pasamos de un punto al siguiente. Pero no seamos ingenuos, a finales de siglo los robots serán cada vez más inteligentes. Los robots no saben que son robots, no tienen conciencia de sí mismos, no piensan en robots contra humanos, de hecho, nuestro robot más avanzado tiene la inteligencia de una cucaracha. Y una no muy lista. Pero, con el tiempo, los robots serán tan listos como un ratón. Con las décadas, serán listos como una rata, luego como un conejo, como un perro o un gato, y para finales de siglo, tanto como un mono. Los monos saben que son monos, saben que no son humanos. Los perros, en cambio, viven confundidos, creen que nosotros somos perros. Que somos el perro alfa y ellos nuestros súbditos, por lo que, siguiendo su instinto, nos obedecen, porque somos los jefes de la manada. Los monos saben más. Saben que son monos y no humanos. Cuando lleguemos a ese punto, a finales de siglo, podría ser peligroso. En ese punto creo que deberíamos ponerles un chip en el cerebro que los apague si tienen pensamientos homicidas. Un sistema de protección para que los robots no se conviertan en robots asesinos, como en las películas. Pero aún quedan unos cien años hasta que eso ocurra.
Zuberoa Marcos. Profesor, ¿piensa que, puesto que vivimos en una sociedad que depende cada vez más de la tecnología, se está perdiendo el toque humano?
Michio Kaku. El teléfono se inventó hace cien años. Ve a la biblioteca y lee los periódicos que hablaban mal del teléfono, a la gente que escribía diciendo que el teléfono era mecánico, que era horrible, que ya no íbamos a hablar con nuestros hijos sino con una voz misteriosa que flota en el éter, qué mecánico, qué seco y qué estéril era todo, ¿dónde quedaba el toque humano? ¿Y sabes qué? Esa gente tenía razón. Ya no hablamos tanto con nuestros hijos ni pasamos tanto tiempo hablando cara a cara, pero el caso es que nos encanta. Nos encanta el teléfono, porque expandió nuestros horizontes y los multiplicó por cien. En la historia de la humanidad, ¿a cuánta gente conocíamos? Durante toda nuestra historia, tan solo conocíamos a un puñado de personas. Vivíamos en tribus de unas cien personas y conocíamos bien a unos diez de ellos. Ese fue nuestro universo durante la mayor parte de nuestra historia, éramos nómadas persiguiendo búfalos o ciervos. Pero, gracias a la tecnología y al teléfono, en vez de conocer a diez personas, conocemos a cientos de ellas. Ahora, gracias a Internet, en teoría al menos, puedes conocer a miles de millones. Así que nos acostumbramos, porque abre nuestros horizontes.
¿Significa esto que, de alguna manera, las cosas se vuelven menos humanas? Sí, pero hay que cambiar la definición de lo que es humano. A veces recibo correos electrónicos de padres y madres diciendo que sus hijos pasan demasiado tiempo en Internet. Y yo les digo: “Mire, cuando salió el teléfono se creó un nuevo protocolo: si alguien te llama, ¿cuándo debes llamarle tú? ¿Cuánto tiempo tienes que pasar hablando? ¿Tienes que contestar cada vez que te llaman? Cuando apareció el teléfono se crearon unas nuevas reglas, específicas para usarlo. Unos protocolos nuevos. Y ahora tenemos Internet. Los niños deben conocer las reglas de este nuevo medio. Es bueno que lo usen, porque todos sus compañeros lo usan, es el futuro amigos, hay que acostumbrarse. Pero hay que socializar a los niños. Esa es la clave. Cuando salió el teléfono, la gente también tenía que socializar. Sus hijos tienen que socializar en persona, entender qué es ser amigo de otro niño, hacer cosas juntos. Una vez conocen todo esto, tienen que conocer las convenciones de Internet, porque alguien que no usa Internet hoy en día no existe. Un niño no existe si no usa Internet”. Creo que Internet es bueno, siempre que se socialice a los niños.
Zuberoa Marcos. ¿Qué recomendaría a los padres para facilitar esa socialización?
Michio Kaku. Tienen que quedar con otros niños, para jugar o para lo que sea, y tienen que entender cómo lidiar con los matones y con la gente que les hace daño, porque eso es la vida. No hay que sobreproteger a los niños hasta el punto de que se vuelvan ingenuos y, luego, cuando se gradúen de la universidad, les llegue el shock: “¿Me tengo que ganar la vida? ¿Tengo que hacer caso a mi jefe? ¿Y escuchar a mis compañeros de trabajo?”. Cuando los estudiantes se gradúan alucinan, porque la universidad no es la vida, es un refugio. Creo que cuanto más socialicemos a nuestros niños desde pequeños, mejores futuros tendrán, porque sabrán cómo comportarse en la mesa. Cuando yo era pequeño, cenaba con mi familia, lo normal. Cuando fui a Harvard no tenía ni idea del protocolo, de repente estaba en un comedor con trescientas personas, todos comiendo juntos en la misma mesa. Fue una experiencia totalmente nueva. Creo que es bueno socializar a los niños y que entiendan la nueva etiqueta de las redes sociales.
Zuberoa Marcos. Ha dicho algo muy poderoso, profesor Kaku, que la escuela no es la vida. ¿Cuál es, para usted, el significado de la vida?
Michio Kaku. Bueno, alguna gente me pregunta, como si le preguntaran a un filósofo, si la física puede dar sentido a la vida. Si hay una ecuación ahí fuera que, al entenderla, nos lleve a entender el sentido de la vida. Y yo digo que no. Porque creo que tenemos que crear nuestro propio sentido.Es demasiado fácil, que alguien venga y te diga: “Toma, este es el sentido de la vida”. Hay que ganárselo, hay que sufrir, porque de eso se trata. El sentido de la vida es el auto descubrimiento, luchar contra ciertas cosas y superar obstáculos. Así se encuentra el sentido a la vida y no porque alguien te lleve a la cima de una montaña y te diga: “Este es el sentido de la vida”. No. Eso es lo opuesto al sentido de la vida, que es el auto descubrimiento, entender quién eres y cómo encajas en el mundo, en la vida.
Zuberoa Marcos. Si viajara atrás en el tiempo, ¿qué consejo le daría al niño que fue?
Michio Kaku. Si me viera de niño me aconsejaría divertirme más, porque pasé mucho tiempo estudiando, pero bueno, mirando atrás, creo que valió la pena. Valió la pena porque luego recogí lo que sembré. Si hablas con psicólogos sobre lo que puede predecir el éxito en la vida, ¿es el cociente intelectual? No, mucha gente con un cociente intelectual alto acaba marginada, frustrada, incluso siendo criminales.
La prueba que parece tener correlación con el éxito y que identifica a personas de muchas culturas con un menor ratio de divorcio, mejores ingresos y estatus social en general, es el test del marshmallow . Se le da a elegir a un niño entre una nube ahora o dos dentro de unas horas, y luego se les hace un seguimiento, durante décadas. En diferentes países, en diferentes sociedades, el patrón es el mismo. De media, los niños que aplazan esa gratificación se divorcian menos, ganan más, tienen mejor estatus social. ¿Por qué? Porque no cogen atajos, se comprometen, ven el oro al otro lado del arcoíris. Mis padres eran pobres, estuvieron encarcelados durante la segunda guerra mundial, fue una época horrible, había mucha histeria por la guerra y mis padres estuvieron en un campo de concentración durante cuatro años, desde 1942 a 1946, pero después, mis padres dijeron: “Vale, esto ha pasado, sí, estuvimos encerrados, pero lo importante es el futuro. Es lo que hay, hay que tirar para adelante”. De alguna manera, ese es el sentido de la vida. Encontrar tu destino, crearlo tú mismo, en vez de lamentarte y dejar que te asignen tu destino, tienes que ganártelo.
Zuberoa Marcos. Encontró su modelo a seguir en la vida muy temprano, como nos ha dicho, y esto le hizo apasionarse por la ciencia y la física, influenciando su carrera. Pero muchos jóvenes tienen problemas con esto, no tienen modelos a seguir, no saben cómo encontrar su vocación. ¿Qué consejo les daría, tanto a ellos como a sus padres? Porque los padres también sufren al ver a sus hijos luchar contra este problema.
Michio Kaku. Bueno, siempre digo a los padres, primero que todo, que cuando su hijo tiene diez años es el momento de comprarle un telescopio, o un microscopio. Cuando tienen cinco o seis años y les abrumas con todos esos trastos científicos, no tienen ni idea, su mundo son sus padres. Pero a los diez años empiezan a ser curiosos, quieren saber qué hay ahí fuera, qué pasa en el mundo. Así que les digo que les compren un telescopio, o incluso unos binoculares, con los que ya verán un mundo nuevo. Que les compren un microscopio, para que vean que hay otro mundo muy pequeño. Que les compren un kit de química, para que vean de qué están hechas las cosas y lo que pueden hacer los átomos. Que les lleven al planetario, a ver la naturaleza en acción. Cuando el joven Richard Feynman, que ganó un premio Nobel, era un niño, su padre le llevaba al bosque y le enseñaba cosas sobre los pájaros, por qué son de la forma que son, por qué tienen esos colores, por qué tienen el pico así, ¿por qué? Por qué los pájaros son como son. Al final, el joven Feynman lo sabía todo sobre los pájaros: cómo evolucionaron, cómo cazaban, cómo conseguían comida. Y entonces, un día, un matón le enfrentó y le dijo: “Eh, Dick, ¿cómo se llama ese pájaro?”. Y se quedó pasmado. Lo sabía todo sobre ese pájaro, excepto su nombre. Así que le dijo: “No sé cómo se llama”.
Y el matón le contestó: “¿A ti qué te pasa? ¿Eres tonto?”. Y en ese momento Feynman lo comprendió: la mayoría de la gente cree que la ciencia consiste en saber los nombres de los pájaros. Como eres un científico, sabes el nombre de ese pájaro, el de ese y el de más allá, y Feynman se dijo: “La ciencia no es eso. La ciencia se trata de los principios, va sobre los conceptos como la forma, los colores y los hábitos de tal pájaro. Así que voy a enseñar a los niños que no solo tienen que memorizar, sino que tienen que entender la evolución y por qué las cosas son como son”. Y hay que enseñar con entusiasmo. Cuando le dices a alguien que nombre a sus profesores de primaria, después de cincuenta años alguna gente se acuerda de su profesor de quinto o sexto de primaria, porque hacía su trabajo con entusiasmo. Porque les importaba lo que hacían, y esa es la gran diferencia. Algunos dirán: “Sí, cuando estaba en el colegio descubrí mi pasión gracias a alguien que tenía entusiasmo, que me hizo creer en algo e hizo que se convirtiera en mi camino”.
Zuberoa Marcos. Escucharle me recuerda a una cita, no puedo recitársela palabra por palabra pero es una frase de Albert Einstein sobre no dejar nunca de cuestionar las cosas, de cuestionarse a uno mismo y la realidad a nuestro alrededor.
Michio Kaku. Sí, mi frase favorita de Einstein es una sobre cómo, si no puedes explicar una teoría a un niño, esa teoría probablemente no sirva para nada. Inútil. ¿Por qué? Porque la mayoría de la gente piensa que la teoría es un montón de palabras largas que hay que memorizar, pero no es así. La teoría se basa en principios, y los principios son gráficos, una teoría se puede visualizar porque se basa en cohetes, relojes, metros. Cuando piensas en la relatividad piensas en ciertas imágenes: en relojes, en metros plegables, piensas en cosas concretas. Y eso dijo Einstein: “Toda gran teoría se basa en imágenes, porque las imágenes pueden ser descritas por ecuaciones, pero las ecuaciones no son lo fundamental, sino que es el principio de la física el que hace que todo encaje”. Pienso en eso cuando explico cosas a niños. Pienso: “¿Podría explicar esto a mi madre? ¿Podría explicárselo a un niño?” Si no, o no entiendo el principio o el principio no sirve.
Zuberoa Marcos. Impresionante. Muchas gracias, profesor Kaku.
Michio Kaku. A vosotros.
Fuente: Aprendemos juntos
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