Una investigación presentada hace poco pone la lupa sobre la situación de los programadores de software en Cochabamba.
El documento desglosa desde aspectos básicos como los salarios, hasta el aislamiento de estos profesionales.
“La mayoría de los programadores respondieron que tienen un ingreso de entre 5.000 y 10.000 bolivianos, lo cual equivale aproximadamente a una mediana de 7.500 bolivianos por mes”, arrojó la investigación “El trabajo de programación de software en Cochabamba”, de Alex Ojeda y Valeria Peredo, publicado como parte del libro “Creatividad y emprendimiento: nuevas economías en Bolivia”.
El trabajo —que presenta los resultados de una encuesta aplicada el 2022— compara este rango con otro obtenido por una encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) el 2021, según la cual, la mediana de los trabajadores urbanos es de 2.300 bolivianos.
“Esto quiere decir que los programadores ganan, en promedio, el triple que un trabajador urbano promedio. Por esta razón, las carreras relacionadas con el desarrollo de software, como informática, sistemas y otras ingenierías, están creciendo en demanda”, infieren los autores.
Y los montos suben más si son remunerados directamente por una empresa extranjera, la cual pagará en la moneda de su país, haciendo llegar el pago hasta los 10 mil bolivianos. Conscientes de esta disparidad, muchos talentos locales optan por establecerse en el exterior.
Conexión en desconexión
¿Qué hacen realmente los “programadores”? También llamados “desarrolladores” (“developers” entre colegas), son las personas, las mentes, que producen ‘software’: instrucciones (en lenguaje informático) que los aparatos tecnológicos ejecutarán para funcionar adecuadamente.
“Programar, en lo esencial, es un trabajo que implica invertir una gran cantidad de tiempo, concentración y esfuerzo mental analítico en la resolución de problemas lógicos de información, en un entorno donde los conceptos, reglas y herramientas de esta actividad van cambiando constantemente”, apunta el artículo de Ojeda y Peredo.
Pero las dificultades no pasan por la complejidad del oficio. El primer problema que señalan es el mal servicio de Internet, enfatizando las pobres velocidades de descarga y de subida en la región, además de la irregular estabilidad en la conexión.
“En Bolivia tenemos una de las velocidades de Internet más bajas y al mismo tiempo caras de la región”, recuperan los autores, a partir de un informe de la CEPAL.
Considerando que la mayoría de las empresas que contratan a los programadores de Cochabamba tiene base en el extranjero, prácticamente todos ellos deben recurrir al teletrabajo.
Esto, a su vez, los obliga a ajustarse a horarios diferentes y jornadas desordenadas y más extensas. “Por ejemplo, [debes relacionarte con] gente de Sudáfrica, Australia o Irlanda y ahí sí te toca estar 4 o 5 de la mañana estar online para que ellos puedan hablar contigo”, confirmó un profesional cuyo testimonio aportó a la investigación.
Esto habla de otro factor problemático en este trabajo: el aislamiento. Considerando que la edad media de los programadores es de 33 años —y que casi el 50% de ellos son solteros o divorciados y sin hijos— se habla de todo un rubro predominantemente joven, que opera día a día en un espacio cerrado, con mínima interacción real con otras personas.
Cuando fueron consultados sobre cuándo fue la última vez que asistieron físicamente a un evento público, casi la cuarta parte confesó no recordarlo.
“Estos datos nos muestran que los programadores, por la naturaleza de su trabajo, podrían estar más expuestos a problemas psicosociales, como la ansiedad, soledad y depresión”, concluyen los autores.
Pese a todo, los encuestados manifestaron un nivel notable de satisfacción con su labor; en gran parte por la flexibilidad de horarios y por las tareas en sí. “Desarrollar software es algo muy apasionante porque tú sientes algo especial cuando [lo haces] estás creando algo que va a servir. Sientes una emoción muy bonita cuando ves que algo que tú has hecho sí empieza a funcionar”, aseguró un programador de Cochabamba en la investigación.
Fuente: Opinion
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