Una salud al servicio de los ciudadanos, moderna, ágil, de bajo costo y al alcance de las personas. ¿Será acaso un lujo que sólo los países desarrollados se pueden dar? Imagina la posibilidad de que el internet te dé acceso a tu historia clínica; te permita administrar tus tratamientos farmacológicos con un recetario electrónico; te permita agendar horas clínicas sin tener que desplazarte hacia el centro de salud, o incluso te permita saber cuál es el tiempo estimado en que tendrás la cita de especialidad o la cirugía por la que estás esperando.
El modelo chileno
Estas funcionalidades ya comienzan a ser una realidad en Chile, con el lanzamiento de la iniciativa Hospital Digital del Ministerio de Salud. Sin duda, esto es resultado de la madurez del sistema público de atención en salud, la robustez de sus políticas sanitarias y, desde luego, de la infraestructura tecnológica que favorece la conectividad. Chile es uno de los países de América Latina y el Caribe con mayores niveles de uso de internet, equiparando en conexiones a varios países europeos.
El sistema público de salud ha reconocido los habilitantes tecnológicos disponibles como una herramienta para ofrecer servicios de salud, aprovechando el contexto, a través de una interfaz digital. Según la Novena Encuesta de Acceso y Usos de Internet realizada en 2017, el 87,4% de los hogares del país tiene acceso propio y pagado a internet, ya sea a través de conexiones móviles, fijas, o ambas. Sin duda la rápida expansión de la telefonía ha contribuido sustantivamente a facilitar este acceso.
La otra cara de la moneda
A pesar de los avances, hay dos hechos que deben llamar nuestra atención. Primero, que el acceso no garantiza el uso, y mientras se avanza positivamente en lo primero, algunos grupos quedan rezagados en la utilización efectiva del internet. Segundo, que las brechas de uso tienen que ver con la edad y con el ingreso de las personas.
Basta considerar unos pocos datos para comprender estas formas emergentes de exclusión digital. Según la misma encuesta, la mitad de los adultos mayores que viven solos tiene acceso a internet. En cambio, si viven con otros adultos, incluso si también son mayores, el acceso aumenta a 9 de cada 10. Esto último es alentador desde el punto de vista del acceso. Sin embargo, independientemente de su condición familiar, la mitad de las personas de 60 años o más señaló que “nunca” ha utilizado internet: 3 de cada 10 en el quintil más rico y 7 de cada 10 en el quintil más pobre. Las principales razones que dan para ello tienen que ver con no saber para qué les puede servir ni cómo usarlo.
Adultos mayores… ¿digitales?
Probablemente estamos ante un cambio cultural de grandes proporciones. Según la Encuesta CASEN 2017, en 10 años la cifra de personas mayores que no usan internet habrá bajado de 9 de cada 10 a 7 de cada 10. Esta disminución podría considerarse moderada, tomando en cuenta el ritmo con que proliferan las tecnologías de información y comunicación y la digitalización de procesos de alto impacto para la vida cotidiana de las personas. Pero, así como se confirma la baja tasa de uso de internet entre las personas mayores, también se observa que las que sí lo usan, lo hacen diariamente.
Por otro lado, aunque no sean “nativos digitales”, sí es posible generar en los adultos mayores competencias digitales y un mayor uso de la tecnología. Sin embargo, tan importante como las destrezas de uso y habilidades de manejo es trabajar en torno al sentido que le atribuyen las personas al uso de la tecnología. Esto tiene mucho que ver tanto con la facilidad percibida de uso, como en los beneficios específicos que se pueden obtener de ello.
¿Cuál es el umbral que deberíamos traspasar para lograr la apropiación tecnológica por parte de las personas mayores? ¿Qué lecciones podemos aprender para una política pública tan importante como la digitalización de la salud?
Iniciativas digitalmente inclusivas
Es imprescindible conocer a fondo el heterogéneo universo de los potenciales usuarios digitales, a medida que se avanza en la infraestructura tecnológica y el desarrollo de soluciones para acercar los servicios a las personas.
Los desafíos en la alfabetización digital de los adultos mayores suponen una alerta importante para quienes están detrás de las nuevas tecnologías en salud. Después de todo, se trata de un grupo de usuarios muy relevante, que demanda y seguirá demandando de manera creciente una parte muy importante de los servicios ofrecidos por el sistema sanitario. Por lo tanto, las soluciones deben ser digitalmente inclusivas, y tanto como los atributos de los habilitantes tecnológicos, importa la generación de una cultura de confianza para un mayor aprovechamiento de la salud digital.
Con motivo de la celebración del Día Mundial de Internet, Fundación Telefónica, Fundación País Digital, Travesía 100, el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE) y el BID realizaron el taller “Mi primera Selfi” con adultos mayores en Chile. La mayoría de estas personas se enfrentaba por primera vez a la exploración de sus equipos digitales, y los vimos maravillarse con descubrimientos como la posibilidad de programar alarmas diarias para tomar sus medicamentos. Experiencias como ésta deberían multiplicarse cada vez más para que este sector de la población pueda aprovechar al máximo los beneficios de la tecnología.
¿Qué retos para la inclusión digital de los adultos mayores enfrenta tu país? ¿Qué oportunidades? Cuéntanos en los comentarios o menciona a @BIDgente en Twitter.
Fuente: BID
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