Richard Lester es el responsable de las actividades internacionales del Massachusetts Institute of Technology (MIT), investigador de estrategia y gestión de la innovación y asesor de Gobiernos, corporaciones, fundaciones y ONG. El profesor participó en el MIT Global Startup Workshop organizado en la capital colombiana, evento al que fue invitado EL PAÍS por la agencia Invest in Bogotá. Allí expuso las claves para ser un referente en el sector de la tecnología, un ámbito que ha permitido al MIT ser el embrión de 34.000 empresas activas, con 4,6 millones de empleados y 1.900 billones de ingresos.
“No temer los grandes desafíos, perder el miedo al fracaso, resolver problemas reales, llevar a cabo los proyectos con apasionamiento y traducir las ideas en impacto”. Estas son las cinco claves que Lester repite a los alumnos de una de las universidades más prestigiosas del mundo en el ámbito tecnológico. Para él, la institución académica no debe ser solo un centro de conocimiento avanzado, sino que debe “crear avances y líderes que hagan un mundo mejor”.
Lester identifica retos fundamentales a los que se enfrenta la sociedad, como la sostenibilidad, la garantía de abastecimiento de agua, la energía o la salud. “Cada semana, un millón de habitantes se mueve a las ciudades y es necesario asegurarles el agua, la electricidad y la comida. Son problemas que ninguna organización va a resolver en solitario”, advierte.
Para hacerles frente, el profesor señala tres actitudes necesarias: “ser creativos, participativos y dejar al lado los prejuicios”.
Con estas premisas, el MIT recibe hasta 11.000 peticiones de formación, de las que muchas no pueden ser atendidas. Para intentar ampliar el alcance, desde 2001, el instituto cuenta con una plataforma digital que recibe 300 millones de visitas y donde 3,7 millones de personas han seguido los cursos a través de Internet, casi la mitad de ellas, extranjeras.
El veterano profesor confía en sus recomendaciones por la experiencia adquirida, pero admite que no hay una única receta para crear un polo tecnológico. Confía en la planificación y no en la suerte y considera fundamentales la presencia de “ángeles” (supervisores y encauzadores del emprendimiento) y de redes de cooperación que cuenten con la colaboración de los Gobiernos, que pueden facilitar el surgimiento de centros tecnológicos con políticas fiscales y de ayuda. Pero advierte que cada región debe “trabajar con los ingredientes de lo que disponga”.
En este sentido, contrasta las ciudades de Boston, con un ecosistema económico y empresarial favorable, con Shenzhen, un enclave del sur de China donde, con “una infraestructura de bajo coste”, se ha creado un núcleo tecnológico que se considera el Silicon Valley del país asiático. O Singapur, uno de los gigantes de la innovación surgido del territorio más pequeño del Sudeste Asiático. Singapur es hoy una de las principales ciudades globales y uno de los centros neurálgicos financieros y del comercio mundial, con una de las mayores rentas per cápita del mundo y líder en educación, sanidad, transparencia política y competitividad económica.
La clave para aprovechar los “ingredientes” de cada territorio, concluye Lester, es la formación de los dirigentes del futuro: “Si se ven como líderes de la resolución de problemas y encuentran colaboración, harán un mundo mejor”.
Aditi Gupta, ingeniera médica, es directora del MIT Global Startup Workshop, un evento que recorre el mundo con el objetivo de favorecer la creación de núcleos de desarrollo con la identificación de herramientas y recursos. Afirma que en Bogotá, a iniciativa de la Cámara de Comercio local, encontraron todos los ingredientes para acoger el encuentro: colaboración del Gobierno, entusiasmo de empresas y demanda de la sociedad, en especial de las universidades. “Es difícil de encontrar”, admite Gupta.
“Analizamos cómo tener el mayor impacto posible y evaluamos lo que hacemos. Mantenemos el contacto con los grupos que se crean. Pero nuestro objetivo no es llegar y decir así lo haría el MIT sino identificar qué se necesita y cuáles son las oportunidades”, comenta sobre el sentido de la organización de encuentros como los mantenidos en Bogotá.
Tampoco hay objetivos regionales prioritarios sino conocer dónde puede tener el mayor impacto la labor del MIT. “No tendría sentido hacerlo en Silicon Valley”, afirma.
Uno de los ejemplos de compañías surgidas de la labor del MIT es Younoodle, una empresa nacida como aceleradora de empresas en ecosistemas emergentes de Europa y América Latina. Con sede en San Francisco, esta empresa se dedica a “abrir las puertas de Silicon Valley a las más prometedoras startups”.
Fuente: hora25.info
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