La innovación es algo deseable en todos los ámbitos, entre ellos la educación. Sin embargo, desde hace algún tiempo la cantidad de propuestas parece haberse multiplicado a un ritmo tan vertiginoso que difícilmente hay tiempo y espacio para la reflexión. Gamificación, flipped learning, aprendizaje basado en proyectos, aprendizaje servicio, design thinking, aprendizaje cooperativo, aprendizaje basado en problemas o aprendizaje basado en el pensamiento son algunas de las metodologías que integran un largo listado.
¿Es posible y positivo intentar probar con todas ellas? Y si lo fuese, ¿esto supondría una verdadera innovación? ¿No estamos cambiando mucho para no cambiar nada? ¿No sería más útil detenernos a pensar en qué y para qué queremos cambiar, y luego decidir el cómo? Estoy convencida de que la reflexión es necesaria y por ello, para responder a algunas de estas preguntas, invité a alguien que sabe mucho sobre este tema, Ángels Domingo, fundadora y directora de la Plataforma Internacional Práctica Reflexiva. Sus ideas seguramente podrán ayudarnos a repensar el tema de la innovación.
Eres una de las pocas personas especialista en Práctica Reflexiva (PR). ¿En qué consiste?
La PR es un modelo de aprendizaje profesional cuyos elementos de partida son principalmente las experiencias de la persona en su contexto profesional y la reflexión sistemática sobre su práctica para mejorarla.
¿Por qué es importante para los docentes?
Porque la experiencia es una fuente potentísima de conocimiento profesional y el exclusivo conocimiento teórico nos haría incompetentes para esta profesión de alta complejidad. Es una propuesta de formación permanente en el escenario profesional, extraordinariamente asequible a todos los maestros que están comprometidos con la mejora constante de su práctica educativa.
En los últimos años, hemos asistido a metodologías que prometen ser la solución a todos los problemas educativos. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Confundimos modelo pedagógico con metodologías docentes; el modelo deja autonomía metodológica para que el profesor decida qué hacer en cada momento. En cambio, las metodologías que deciden otros son itinerarios rígidos que no siempre se adecuan al docente o a los alumnos. El marketing educativo ‘vende’ metodologías para ganar clientes, es decir, matrículas. Paradójicamente, el modelo pedagógico de una institución es lo que otorga valor y diferenciación en el modo de plantear el aprendizaje y la formación de los estudiantes.
¿Son realmente ‘nuevas’ estas metodologías?
Esta pregunta me permite comentar una de mis inquietudes como formadora de docentes. Hay que reconceptualizar el término innovación. Novedad e innovación no es lo mismo. He aquí unos cuantos ejemplos.
En primer lugar, innovar no es hacer cosas nuevas. Es hacer algo de una manera distinta a como solemos hacerlo, sea esto que hacemos algo nuevo o algo tan antiguo como el método socrático de la escuela griega de antes de Cristo.
En segundo lugar, yo puedo innovar en mi aula utilizando la clase-paseo del gran legado de Freinet en el siglo pasado. ¿La clase-paseo es algo nuevo? ¡No! ¿Es innovación utilizar la clase-paseo freinetiana para una unidad didáctica en una escuela urbana del siglo XXI? Sí.
¿Es mejor maestro el que usa constantemente las llamadas metodologías innovadoras y si son varias mejor?
No. El mejor maestro es el que lograr generar aprendizaje en sus alumnos dentro y fuera del aula. No importa tanto qué medios utilice sino que logre el fin y se muestre competente cuando enseña. A mi entender, el mejor maestro es aquel que tiene un perfil creativo, siendo capaz de diseñar a medida y en contexto procesos de aprendizaje para adaptarlos y lograr el objetivo principal: que el aprendizaje se produzca.
¿Qué supone ser un profesor innovador en el siglo XXI?
No llevar el piloto automático puesto en clase y aprender a desaprender.
¿Por qué los docentes deberían desarrollar su competencia reflexiva?
Respondo glosando un sabio pensamiento de Confucio: “Aprender sin reflexionar es malgastar energía”.
¿Cómo podrían desarrollarla?
Existen distintas modalidades como la reflexión sistemática individual, la práctica reflexiva grupal y colaborativa, los métodos, y los modelos y herramientas para una reflexión sobre la práctica. En definitiva, se desarrolla cuando intencionadamente el docente decide integrar la reflexión sistemática sobre su práctica como sistema de desarrollo profesional.
¿Qué propones para iniciarse en la práctica reflexiva como metodología formativa?
Dos de los modelos que mayor efectividad formativa han demostrado en contextos de formación docente de diferentes países son el Método R5 de Práctica Reflexiva y El Modelo ATOM para indagar sobre la propia práctica docente. En la web que da soporte a la Plataforma Internacional Práctica Reflexiva están disponibles y son de descarga gratuita.
Fuente: Educacion 3.0
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