lunes, 6 de junio de 2022

Evadir la responsabilidad afectiva en la era digital: ghosting


Terminar una relación afectiva nunca ha sido tarea fácil, pero hoy basta con un clic. Dejar de frecuentar los mismos lugares, fingir demencia o hasta cambiar de trabajo, son algunas estrategias en extinción gracias a dos poderosas palabras: “Borrar contacto”.

Practicar el “ghosting”, es decir, terminar una relación de pareja o incluso de amistad sin hacérselo saber a la otra persona, implica bloquearla de las redes sociales y en pocas palabras desaparecer de su vida cual fantasma.

Pero ¿es realmente así de fácil? ¿Qué pasa con las emociones de quien bloquea y de quien es eliminado de la lista de contactos y redes sociales? ¿Por qué las personas prefieren el silencio? ¿Qué pasa con la responsabilidad afectiva en las relaciones de pareja y el mundo digital? ¿Será que el internet y las tecnologías están generando una sociedad menos empática y más individualista?

Con el aumento en el uso del internet y nuevas tecnologías, aparecen también otras formas de comunicación y, por lo tanto, nuevos problemas y dilemas. El ghosting es uno de ellos, pues aleja a las personas de la responsabilidad afectiva que necesitamos para hacer del mundo digital, un mejor lugar.

La persona que decide cortar el vínculo, lo hace a través de un click: bloqueando a la persona de las redes sociales, dejando de responder mensajes o de reaccionar a historias. Todo ello haciendo uso de la evitación y con ello, no responsabilizándose de la decisión.

El hecho de que el ghosting esté cada vez más presente en la vida diaria, no significa que no veamos la importancia de desnaturalizar y cuestionar esta práctica, y sobre todo que no observemos la necesidad de construir, a través del respeto y el cuidado por el otro, vínculos más sanos con las personas que conocemos a través de las pantallas, así como reflexionar sobre los alcances y limitaciones de nuestras acciones.

Lo que sucede con el avance del uso de las tecnologías es que cada vez nos sentimos más incómodos con el contacto interpersonal y cada vez tenemos más a la mano un dispositivo para tomar decisiones con sólo un clic: comprar algo, escuchar música, ver un video, pedir comida y también dejar de seguir a alguien, eliminarlo de contactos y bloquear para que no vea nada de lo que hacemos.

Aunque fácil y cómoda, esta idea es más bien peligrosa, pues podríamos empezar a ver a las personas como una “mercancía”, es decir, algo de lo que fácilmente nos podemos deshacer.

En México, donde de acuerdo con el Estudio sobre los Hábitos de Personas Usuarias de Internet, hay 89.5 millones de usuarios de internet, de los cuales 88.4 por ciento envía mensajes por medio de mensajería instantánea y 87.2 por ciento lo ocupa para acceder a redes sociales, el contacto digital con otras personas es una realidad creciente.

Miguel Hierro, psicólogo del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid explica de forma muy clara el ghosting cuando asegura que este fenómeno surge porque es más cómodo no enfrentarse a situaciones dolorosas como no tener que decir, “no quiero seguir viéndote”.

Esta comodidad, enfatiza el especialista, también es propia de cómo empiezan hoy en día las relaciones en las aplicaciones móviles o en las redes sociales, donde el nivel de responsabilidad es menor.

“Las aplicaciones de ligue como Tinder triunfan porque son más eficaces, ya que ahorran esfuerzo y ayudan a perder el miedo a fracasar. Es coherente pensar que la rapidez de empezar una relación por redes afecta también a la rapidez para dejarlo”.

Así, no es exagerado decir que el ghosting promueve no hacer frente a las emociones, a la responsabilidad de comunicar lo que sentimos. Impulsa la falta de responsabilidad afectiva y el egoísmo donde se ve sólo por el bienestar de sí mismo.

Con relación a esto, los y las adolescentes, al ser personas que están en plena construcción de su identidad, pueden resultar vulnerables ante estas prácticas, podemos estar educando personas sin valores, sin conciencia por el otro.

Esto cobra relevancia si consideramos que de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), 90.2 por ciento de los usuarios de internet son adolescentes de 12 a 17 años.

El ghosting genera que veamos como “normal” algo que no lo es. Que creamos que no tenemos sentimientos, cuando evidentemente no es así. Pues la persona que lo practica está evadiendo lo que siente, pero no por ello deja de sentirlo, además está dejando de lado su responsabilidad dentro de la relación y no está tomando en cuenta a la otra persona, dejándola sin recursos, sin oportunidad de réplica.

Y es ahí donde se torna difícil para la víctima: el hecho de ver que la persona continúa su vida “como si nada”, puede llevar a un duelo más difícil, porque no hubo una oportunidad de réplica, lo que en las rupturas puede llevar a una aceptación más rápida y por lo tanto, una sanación en menor tiempo.

Para quien sufre esta práctica resulta ser una desventaja el hecho de no poder encarar a la otra persona, comentarle sobre sus emociones o al menos pedir una explicación de la razón por la cual desapareció como “fantasma”.

Es ahí donde resalta la falta de responsabilidad afectiva, una acción que se basa en el consenso, cuidado y diálogo sobre los sentimientos y emociones que surgen en una relación de cualquier naturaleza. Cuidar implica escuchar al otro y acompañarlo teniendo en cuenta sus emociones.

En una relación, es importante cuidar de uno mismo pero también de la persona con quien se comparte algún tipo de vínculo. Si se tomara alguna decisión sobre la relación, es importante que se converse con la persona y se hable desde la sinceridad.

Cuando se practica el ghosting esto no ocurre y el efecto que tiene en la persona es incertidumbre, lo que la puede llevar a cuestionarse sobre sí misma, si hubo algo que hizo mal, si eso ocurrió porque hay algo “mal” con su aspecto o su forma de ser, y todo ello comienza a comprometerse la identidad, cayendo en problemas de autoestima, autoconfianza y problemas para establecer vínculos en el futuro.

El ghosting genera que las personas pueden comenzar a construir una historia en la que no pueden crear vínculos o no son lo suficientemente valiosas para que alguien decida quedarse en la relación.

En este contexto, es de suma importancia promover espacios para la educación de niños, niñas, adolescentes y adultos en responsabilidad afectiva, las nuevas formas de relacionarse a través de los medios digitales y cómo actuar frente al ghosting, tanto si se ha practicado como si se es víctima.

También es importante fortalecer la autoestima de la población que lo ha vivido, además de hacer conciencia sobre la importancia de hacer frente a las decisiones de ruptura en una relación afectiva, dejar la evitación y tomar la responsabilidad de conversar “cara a cara”, algo que pareciera estar pasando de moda, pero que conlleva afrontar la decisión que se toma con relación a lo emocional.

Educar en cómo nos estamos relacionando usando las nuevas tecnologías y los efectos que esto ha tenido en los vínculos que establecemos con otros es vital. Las relaciones humanas son complejas, las relaciones de pareja tienen muchos matices y ello conlleva tomar decisiones.

En un mundo cada vez más digital, todas y todos debemos poner de nuestra parte para que nuestras decisiones sean conscientes de los sentimientos del otro, para no terminar sólo desapareciendo, así sin más, sin responsabilidad, sin “dar la cara”, sin dar un mensaje claro.

Hablemos del ghosting, pero busquemos ser más responsables de nuestras acciones y sus efectos. En la era digital, luchemos porque desaparezca la evitación y las mentiras y que renazca la responsabilidad afectiva y la validación de los sentimientos ajenos.

Fuente: consumotic.mx

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