En tiempos en los que las personas tenemos cientos, miles o incluso millones de “amigos”, es pertinente analizar cómo se ha transformado el concepto de amistad que ha sido tan bien capitalizado en las redes sociodigitales.
El principal atributo de un amigo, explica Juan Pablo García Acosta, académico de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, es que lo elegimos en función de las afinidades y empatía.
Se trata de una relación que se construye a través del tiempo. “El amor, lealtad, solidaridad y sinceridad se prueban día a día, evento tras evento, tiene diferentes pruebas que definen si se afianza o se diluye”.
Y es que, asegura el especialista, la vida está hecha de momentos, y cuando se comparten satisfacciones y tristezas se construye el vínculo llamado amistad, y esos momentos tienden a ser en realidad las verdaderas pruebas.
Con esta definición podemos entonces preguntarnos a nosotros mismos o a las personas con las que convivimos ¿Cuántos amigos tienes en Facebook? ¿Cuántos de ellos te visitarían si enfermaras? ¿Si haces una fiesta para celebrar alguno de tus logros, todos acudirían? ¿Si alguien cercano a ti fallece, quiénes te darían apoyo emocional? ¿cuántos de ellos conocen a tu familia? ¿Les has compartido algún secreto?
La apropiación del concepto “amistad” por parte de las grandes empresas propietarias de las principales redes sociales, puede impedirnos ver que no basta con dar un “like” o “me encanta” a una publicación o historia para considerar a alguien dentro de nuestro círculo de amigos.
Facebook es un ejemplo de cómo la amistad se da por sentada con sólo un clic: “Solicitud de amistad”, “sugerencia de amistad” o “ahora son amigos en Facebook”.
Este uso práctico de la palabra “amistad” ha generalizado la idea de que a mayor número de amigos, tenemos más popularidad o más afecto, pero… ¿ese número que se ve en pantalla, tiene el mismo valor en la realidad que vivimos cada uno de nosotros?
Hoy, no es extraño escuchar conversaciones que versan sobre cotidianidades que no fueron compartidas en el contexto “tradicional” de la amistad, por ejemplo: “¿Viste que se van a casar? ¿Sabes que tal persona se graduó? ¿Sabías que terminaron la relación? Y a todas estas frases se añade un: ¡cómo no te enteraste, si lo subió a Facebook/historias/Instagram/estados!
Este tipo de situaciones no nos sorprenden cuando vemos que en México 89.5 millones de personas son usuarias de internet y que de ellas, más del 87 por ciento usa esta tecnología para las redes sociales.
Otro punto interesante que defiende el especialista García Acosta tiene que ver con el planteamiento de que los humanos somos seres sociales y necesitamos satisfactores de la relación con nuestros semejantes. Es decir, en una amistad encontramos apoyo y satisfacción emocional, que llegan a fortalecer nuestra autoestima, y cuando carecemos de ese vínculo queda un vacío en nuestro entorno social.
Como seres bio-psico-sociales necesitamos de la interacción con otras personas, de sentirnos escuchados, acompañados, comprendidos y cobijados cuando algo nos alegra o nos entristece.
De hecho, no mantener relaciones sociales de amistad puede provocar efectos negativos en la salud mental de las personas, y tan es así que en una publicación del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), ya se hace mención sobre que el uso de redes sociales ha hecho sumamente vulnerables a niños y adolescentes, pues hace 25 años no existía la depresión como diagnóstico en esta población.
Aún más, el uso excesivo de las redes sociales puede desencadenar una reducción en la actividad social, pues ser «cool» y “popular” en lo digital, conlleva a responder a comentarios de “amigos” y ello demanda tiempo, un valioso recurso que podría estarse limitando a relaciones mucho más reales y cercanas.
Estar buscando amigos dentro de las redes sociales o dejar de vincularse en el plano físico, puede llevar a las personas al riesgo de desgastar los vínculos “cara a cara” y debilitar el lazo afectivo de quien tienen enfrente.
Frases como: “No me estás poniendo atención”, “Parece más importante lo que ves en el celular que lo que te estoy diciendo”, pueden ser algunas alertas que muestran un deterioro en las relaciones fuera del ámbito digital.
Algunas sugerencias para mediar el tiempo que se pasa en las redes sociales y fortalecer los vínculos de amistad fuera de esa esfera, son limitar el tiempo de conexión, cuando se está frente a frente con una persona evitar ocupar el teléfono, salir de forma más regular con amigos y buscar alguna actividad que no incluya el uso del celular.
Fuente: ConsumoTIC
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