El teletrabajo es ya una realidad en todo el mundo. Si en el pasado poder ejercer tu actividad laboral desde casa era casi un privilegio para el trabajador, la pandemia del coronavirus ha forzado que una práctica aún no establecida ni clara entre las empresas encuentre un fuerte arraigo en los tiempos que corren. Y los trabajadores parecen estar más que encantados con el cambio de paradigma. Tanto, que la satisfacción laboral ha aumentado en todo el mundo en consecuencia.
Predisposición. Una muestra de que el sistema está funcionando, al menos para los trabajadores, es que el 72% de los empleados del mundo espera poder seguir teletrabajando regularmente una vez la crisis derivada de la pandemia haya finalizado, según el informe Reimaginando la experiencia humana. Cómo adoptar las nuevas prioridades de la vida laboral y las expectativas de una fuerza de trabajo líquida, elaborado por Jones Lang LaSalle (JLL).
No obstante, la mayoría descarta la idea de abandonar las oficinas para siempre. Como si su presencia nos recordara que nuestra relación contractual con la empresa sigue intacta. Que la existencia de una sede respaldase nuestra condición de trabajadores activos. Solo un 26% de los encuestados está satisfecho con la idea de borrar del mapa las oficinas. Y el 50% opta por un sistema híbrido, donde se alternen las actividades en remoto desde los hogares y las funciones presenciales en las oficinas.
El cambio. Y es que la pandemia ha roto los moldes a los que estabamos acostumbrados y las ya extintas ideas de estar atado a la oficina. Desde el primer confinamiento, el 21% ya cree que la mejor fórmula para desarrollar el teletrabajo es dos veces a la semana, en comparación con el 7% que elegía esta opción antes de la llegada del virus, cuando un único día de la semana era lo ideal para la mayoría.
Ahora, la opción de dejar la jornada a distancia en un día ha caído hasta la tercera posición y solo es elegida por el 11% de los encuestados.
Satisfacción. Aunque era predecible, la satisfacción laboral en el mundo ha mejorado con la llegada del teletrabajo. Un 76% de los empleados ha señalado que su jornada ha sido más flexible, según un estudio de Cigna International Markets. En España, la cifra sube hasta un 80%. Además, sorprendentemente, los índices de soledad no se han visto afectados. De hecho, el sentimiento de conexión social se ha incrementado desde enero un 10%. Las personas también sienten que las relaciones con sus colegas de trabajo se han vuelto más cercanas durante la crisis. El 64% está de acuerdo en que trabajar desde casa y usar tecnología para comunicarse ha simplificado las conexiones con sus compañeros.
Además, no hay que olvidarse del tiempo que los empleados pierden en trasladarse al lugar de trabajo: cuatro de cada diez europeos tardan más de 45 minutos en llegar a la oficina.
Problemas. Pero no todo puede ser de color de rosa. Pese a todo, el 79% de los encuestados sienten que han de estar “siempre conectados”, algo que ha aumentado en la mayoría de los países. Es el coste del teletrabajo: la no desconexión. Y no solo eso. Las jornadas de trabajo se han alargado: un 59% de los encuestados ha afirmado trabajar más tiempo que antes.
Precisamente, una de las principales causas de que los empleados se encuentren desbordados es que la vida laboral se inmiscuye irremediablemente en la vida familiar: el 74% de quienes teletrabajan revisa su correo fuera del horario laboral, frente al 59% de quienes no trabajan desde casa. De hecho, un análisis de NordVPN indica que desde el confinamiento comenzamos antes la jornada y, sin embargo, no dejamos de trabajar más temprano. Los datos de Surfshark —otro proveedor de VPN— recogidos en Bloomberg mostraban incluso picos de actividad entre las 00 y las tres de la madrugada, que para nada eran frecuentes antes del inicio de la pandemia.
En el pasado. ¿Pero cómo era la situación de los empleados antes del teletrabajo? Basta con comparar los datos actuales con los de hace un año para ver que su satisfacción laboral ha mejorado. La tasa de satisfacción en España en 2019 era de un 71%, aún mayor que las registradas en países como Reino Unido (69%), Francia (67%) o Alemania (65%), según Randstad. Este análisis revelaba entonces que la tasa de satisfacción de los profesionales españoles había caído tres puntos porcentuales desde 2018 (74%).
El coste. A pesar de todas las virtudes que parece tener el teletrabajo, resulta un hecho que muchas personas no cuentan con una oficina, un estudio o un lugar adecuado en el que poder trabajar cómodamente en su casa. Este escenario ha provocado que muchos trabajadores se hayan visto en la obligación de invertir para poder acondicionar su espacio laboral. Un estudio del portal Idealo apunta que el precio mínimo para acondicionar una mesa de trabajo son 200 euros.
Así, los empleados consideran que el teletrabajo no debería salirle gratis a las empresas: el 75% espera que la compañía les apoye de alguna manera. En concreto, el 47% requiere que esta le proporcione las herramientas y materiales que necesita para el desempeño de sus tareas; el 36%, una asignación económica que se pueda usar libremente con el objetivo de crear un ambiente de trabajo adecuado; el 33%, que cubra sus gastos de electricidad y el 25%, la instalación de una estación de trabajo ergonómica en casa.
Fuente: Magnet
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