Con más de veintidós mil establecimientos, las farmacias son capaces de llegar a prácticamente cualquier lugar del país en el que se reclame su presencia. Aun así, la última estrategia corporativa (2018-2021) marcada por el Consejo General de Colegios Farmacéuticos busca ampliar las ambiciones de un sector esencial para avanzar más allá de una mera presencia física. Su principal objetivo no es otro que el de impulsar el trabajo en red de las farmacias. El entorno farmacéutico, por tanto, parece también listo para dar un salto hacia la modernidad. Tanto es así, que la innovación se ha convertido en uno de los ejes fundamentales de un avance que, en parte, parece ya imparable. La farmacia, como tal, busca ser parte de la solución a una crisis que, al fin y al cabo, como potenciales pacientes, nos afecta a todos.
Sin embargo, cabe recalcar que estos no son tan solo esfuerzos individuales, sino que se mueven al compás de la política nacional, tal y como lo refrenda la creación de una Secretaría de Salud Digital por parte del Ministerio de Sanidad. Es esta la que, principalmente, coordinará la transformación del Sistema Nacional de Salud, si bien la experiencia farmacéutica actual aportará gran cantidad de información y ventajas. Tampoco se quedan atrás los esfuerzos a nivel continental, ya que la Unión Europea interpreta la transformación digital no como un complemento, sino como una palanca del cambio económico que tendrá lugar en un mundo pospandemia. Las ambiciones de toda la industria, sin embargo, se ven recogidas en aquello que se conoce como sanidad 5P; es decir, una sanidad personalizada, predictiva, preventiva, participativa y poblacional.
Parte de estos esfuerzos se perciben principalmente en tres proyectos únicos: no solo por su concepción, sino por el descubrimiento de las nuevas –y amplias– capacidades que conllevan. Destaca, en primer lugar, el Centro de Información sobre el Suministro de Medicamentos (CISMED), que ha sido reconocido por la UE como una de las mejores prácticas innovadoras. Se trata de un programa que permite el intercambio –y generación– de información útil de manera común para reducir el posible impacto de los desabastecimientos de medicamentos. Actualmente participan en él algo más de 9.000 farmacias, si bien se espera que la cifra aumente. El programa, además, sitúa su foco sobre la cooperación. Así lo afirma Juan Pedro Rísquez, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Jaén. «El mercado del medicamento es un mercado global y, por tanto, está sometido a los cambios que se puedan producir en el ámbito internacional, desde movimientos políticos hasta crisis sanitarias», explica. Además, señala una realidad que ahora es, por desgracia, demasiado nítida para nosotros: «Con el confinamiento que tomaron todos los países alrededor del mundo, Europa se enfrentó al peligro de quedarse sin ciertos medicamentos que le son suministrados desde Asia». No en vano, hasta el 80% de los ingredientes farmacéuticos activos se producen en China e India, cifra que antes se dividía entre EEUU, Japón y el propio continente europeo. Es por ello, afirma, por lo que esta es una herramienta tan valiosa, ya que «la información de CISMED nos permitió adelantarnos y tomar las medidas necesarias para que no se produjesen desabastecimientos de ciertos fármacos que, si bien multiplicaron su demanda, no han faltado en las farmacias». Es por esto por lo que, ahora, no solo se trabaja en la búsqueda de nuevas soluciones de lucha contra el desabastecimiento desde el propio sector, sino que también se trabaja en un modelo predictivo, a nivel paneuropeo, basado en el propio CISMED.
Otra de las innovaciones, basada en las similares incursiones francesas habidas con el Dossier Farmacéutico, es el proyecto conocido como Mi Farmacia Asistencial, que responde a la necesidad de tener un registro único de la información total sobre los tratamientos a los que se someten los pacientes. Es, por tanto, un intento de mejorar los resultados de los tratamientos de los pacientes. Estos, de hecho, podrían acudir a cualquier farmacia que estuviese adherida al programa, sin atender a su localización concreta. «Este proyecto permite a los farmacéuticos simplificar su intervención asistencial y hacerlo, además, de forma protocolizada y con todas las garantías de la protección de datos y la confidencialidad. Estamos convencidos del éxito de este programa porque no solo facilita el trabajo a los farmacéuticos, sino que también mejora la asistencia recibida por el ciudadano», señala Raquel Martínez, secretaria general del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Mi Farmacia Asistencial otorga, en definitiva, la posibilidad de crear un historial farmacoterapéutico completo, con independencia de donde sea prescrita –si en el sistema público o en el privado– la medicación en concreto. «Así, si el farmacéutico detecta algún problema lo puede resolver en comunicación con los médicos o profesionales sanitarios implicados en la asistencia médica, lo que mejoraría los resultados de la terapia», señala Martínez. Parte de la incidencia que busca acometer se dirige también hacia los tratamientos de pacientes crónicos. Tal y como ella misma afirma, «se estima que el 50% de los pacientes con enfermedades crónicas no siguen sus tratamientos como le han sido prescritos, un problema que no solo es grave para la salud de los propios pacientes, sino también para el gasto sanitario público, el cual se vuelve tremendamente ineficaz». Se trataría, así, de intentar usar las nuevas tecnologías para tratar de la forma más eficaz posible al paciente, cuyo protagonismo, como es obvio, es innegociable.
Por último, otro proyecto de largo alcance es la conocida como e-Receta Privada, del que durante la pandemia se habilitó un sistema de contingencia para responder a la seguridad y accesibilidad de los pacientes a su prescripción. Su nombre ya es altamente revelador. Cabe hacer hincapié que, ante la situación originada por la pandemia, se han reducido en alto grado los desplazamientos de los pacientes a las consultas físicas de los diversos centros sanitarios, sobre todo aquellos que encajan en la categoría de personas de riesgo. En este sentido, la telemedicina cobra un papel clave. Son ejemplos, todos, de la evolución no ya de una industria, sino de la propia sociedad: unas herramientas cuyo uso se dirige a hacer nuestro camino, de nuevo, transitable.
Fuente: Ethic
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