Las universidades están probando sus plataformas virtuales, y los docentes están usando aplicaciones gratuitas para reuniones con los estudiantes y para desarrollar iniciativas que les permita continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Mientras algunas experiencias se limitan a enviar lecturas vía correo electrónico y solicitar resúmenes o ensayos a partir de una lectura, otras han incursionado en utilizar herramientas digitales en su versión gratuita para reuniones grupales con los estudiantes.
Si bien todas o casi todas las universidades públicas cuentan con plataformas virtuales, pensadas para la educación superior con todos sus componentes, todavía es más fácil para estudiantes y docentes usar las aplicaciones de libre acceso, pensadas en facilitar la comunicación interpersonal que el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Puede aumentar la desigualdad
El profesor e investigador Mario Yapu es docente en la Universidad Mayor de San Francisco Xavier de Chuquisaca, donde se ha fomentado desarrollar la educación virtual en esta cuarentena, y tiene la experiencia de la Universidad del PIEB donde planificó y ejecutó programas de postgrado virtuales.
“Si bien Bolivia está urbanizada en 70%, de ese porcentaje el 30 a 40% tiene acceso a tecnología para una educación regular y en buenas condiciones, el resto tiene para chatear pero nada más, no para una educación sistemática”, explica Yapu. Ese es el problema todavía hoy: el acceso de calidad al servicio de Internet.
En esta cuarentena, relata, la Universidad Mayor de San Francisco Xavier de Chuquisaca instruyó utilizar la plataforma e-campus para continuar con el proceso de enseñanza aprendizaje. Sin embargo, junto a la imposibilidad de los estudiantes de acceder a la red Internet, el sistema se satura con el ingreso simultáneo de los docentes. Ante eso, muchos optaron por usar las aplicaciones abiertas como Zoom o Classroom.
“La coyuntura en que estamos es una oportunidad para reflexionar y comenzar estrategias de inclusión a través de la educación virtual, pero para que eso funcione tienes que pensar en acceder a una red Internet más o menos de calidad en todo el país porque si no, vas a reproducir la desigualdad de alguna forma”, dice el profesor Yapu. Esto implica que una minoría de estudiantes en las ciudades sí puede acceder a la educación vía plataformas virtuales, una mayoría no.
Más con el instrumento, menos con la reflexión
El otro problema que cita Yapu, y que fue estudiado en experiencias de educación virtual, es que “los docentes comienzan a confiar (más) en el instrumento y menos en su capacidad reflexiva”. Los maestros actúan mecánicamente a partir de sus diapositivas, y los estudiantes siguen esos esquemas como materia prima para sus evaluaciones. El ámbito reflexivo queda simplificado.
Para el docente e investigador de la UMSA, Roger Carvajal, es precisamente ese el problema de la actual enseñanza universitaria, con o sin instrumentos digitales de por medio: la enseñanza para resolver un examen y no para resolver problemas.
“No se olvide que en un CD cabe el contenido de la carrera de Medicina, excepto los aspectos prácticos. Si todo está ahí, qué hace el docente en las clases presenciales si eso mismo puede hacer en las clases virtuales. Lo que tiene que hacer, para ver si realmente ha habido aprendizaje, es resolver problemas. Hacer que la información elevada sea el insumo para resolver estos problemas”, dice Carvajal.
Fuente: PIEB
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