La presencia de la lengua latina en los Estados Unidos puede resultar sorprendente. Hay un legado del latín en el país que no puede pasarse por alto o simplemente ningunearse. Porque, si nos detenemos a observar los términos empleados allí, es posible comprobar que existe mucho vocabulario de origen latino.
Tomemos como ejemplo la toponimia. Un número significativo de lugares llevan un nombre de raíces latinas. Citaremos algunos de ellos. Comencemos por los estados. De entre los nombres dados por los españoles, encontramos los siguientes: California es el resultado de la unión de dos palabras, calida: “caliente”, y fornax: “horno”. Nevada y Montana son palabras españolas, derivadas a su vez del latín, al igual que Colorado. Oregon podría provenir de origanum: “orégano”. Florida, de foridus, a, um: “florido/a”, que fue territorio español hasta 1821. A su vez los ingleses emplearon términos latinos para denominar algunos territorios como Virginia que procede de virgo: “virgen, doncella”. Fue llamado así en honor de la reina Isabel I de Inglaterra, conocida como la “reina virgen”. Georgia o Carolina presentan también nombres latinos. Pennsylvania, unión del apellido de su colono más importante, William Penn, y sylvania, del sustantivo silva: “bosque”. Y también los franceses hicieron otro tanto con Indiana, “la tierra de los indios”.
En cuanto a las ciudades, derivan con claridad del latín Iberia (Missouri), Leon (Iowa y en Kansas), Montevideo (Minnesota y Virginia), Sacramento (California) San Antonio (Florida y Texas), Saint Augustine (Florida), San Buenaventura (California), San Jacinto (California), Santa Barbara (California), Sonora (California, Kentucky y Texas), Toledo (Ohio), Trinidad (California, Colorado y Texas), Ventura (California) o Victoria (Texas).
Hay un caso curioso que es la ciudad de Cincinnati (Ohio). Fundada como “Losantiville”, en 1790 el gobernador de esa zona cambió su nombre por el actual. Lo hizo en homenaje a la Society of the Cincinnati y a su presidente George Washington, una asociación que había sido creada por personalidades que contribuyeron de manera destacada a la fundación del nuevo país. Se inspiraban en el personaje legendario de la antigua Roma llamado Cincinato, Lucius Quinctius Cincinnatus. Según relata Tito Livio en Ab Urbe condita, 3,26-29, Roma se encontraba amenazada por un ejército de sabinos y en el año 458 a.C. el Senado decide nombrar a Cincinato dictador “para restablecer la apurada situación”. Cuando la delegación de senadores acude a comunicarle su nombramiento, Cincinato está arando su terreno al otro lado del Tíber. Accede a su petición y en seis días logra pacificar la ciudad y regresa a sus labores agrícolas. Es tomado como ejemplo de amor desinteresado a la patria, sin ningún apego por cargos y honores mundanos. Con él fue comparado George Washington, que en 1775 también asumió el mando del Ejército Continental, dejando su retiro en Mount Vernon. Una vez ganada la guerra y lograda la independencia, renunció a su puesto de comandante en jefe el 23 de diciembre de 1783, como había hecho Cincinato. Volvió de nuevo a Mount Vernon. Los dos fueron un modelo del ideal republicano de liderazgo ciudadano que rechaza el poder.
Como se puede apreciar, una parte de la toponimia del país proviene del idioma de los antiguos romanos. Resulta significativo que la lengua de uno de los más grandes imperios de la historia occidental continúe presente hoy en la que es todavía la mayor potencia del mundo.
Imagen: thoughtCo
Fuente: Notae Tironianae
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