La relación tecnología-infancia despierta en los padres continuos sentimientos enfrentados. Y ahora que llega el momento de volver a los estudios, nos replanteamos de nuevo si son más perjudiciales que beneficiosas, o viceversa. Sin duda, como apuntan los expertos, la tecnología es fundamental para potenciar el aprendizaje y las capacidades intelectuales de los niños.
Sin embargo, existen riesgos, habitualmente determinados por el (mal) uso que se hace de los dispositivos y herramientas electrónicas, que acaban afectando a la capacidad de atención y concentración. ¿Por qué es tan difícil de controlar? ¿Dónde está el equilibrio?
La insaciabilidad: criptonita de los más pequeños
La incorporación de las nuevas tecnologías al día a día de los niños pequeños produce cambios en su estructura y funcionamiento cerebrales. En este sentido, existen tres respuestas que la tecnología ofrece al sistema nervioso -gratificante, inmediata y repetitiva- que hacen que se vuelvan tecnológicamente insaciables, lo que afecta a su rendimiento escolar:
- Respuesta gratificante. Es un tipo de respuesta variable en cada persona, momento o edad y, por ello, cada niño tiene sus preferencias. La cantidad de opciones (ordenador, móvil, tableta…), su omnipresencia y el fácil acceso a los dispositivos hace que los niños y jóvenes tengan una respuesta a su voluntad sin necesidad de esfuerzo.
- Respuesta inmediata. La inmediatez de los dispositivos electrónicos estimula de forma intensa y directa nuestro mecanismo de recompensa (gratificación) cerebral. La impaciencia y la impulsividad son propios de los niños pequeños porque su mecanismo de autorregulación inmaduro les dificulta un correcto autocontrol sobre sí mismos. La tolerancia a la espera se va desarrollando con la edad.
- Respuesta repetitiva o ilimitada. Es lo que más dependencia produce. Una búsqueda en YouTube puede repetirse cuantas veces quieras sin problemas y podemos ver lo que queramos una y otra vez. Si lo unimos a la inmediatez, comprendemos la trascendencia de la situación: le podemos dar a nuestro cerebro lo que quiere inmediatamente y de forma indefinida con lo que, si no lo controlamos adecuadamente, podemos estar creando un cerebro dependiente que se aísle del entorno.
Los expertos advierten, por otro lado, que la hiperfocalización y dependencia a los dispositivos produce una hiperestimulación de nuestros sistemas de recompensa cerebral que limita la atención que prestamos al entorno y a nosotros mismos. Como esto afecta directamente al aprendizaje y la capacidad de estudio se recomienda un ‘détox tecnológico’ para que aprendan a gestionar y dar el uso correcto a esta tecnología. Algunas de las prácticas recomendadas son:
- Si estudias, la tecnología fuera de alcance: Las interrupciones ocasionadas por las llamadas, mensajes o tentaciones de mirar las redes sociales producen una bajada de rendimiento y, además, tenerlos al alcance da lugar a que, a la más mínima señal de cansancio o aburrimiento, se intente contactar con amigos y compañeros. Adiós la concentración y al esfuerzo.
- Minimizar y relativizar la ‘sensación de pérdida’: la ansiedad anticipatoria que se produce en el joven que siente una ‘perdida’ si no se conecta, debe corregirse con información racional y educación emocional. Es un aspecto fundamental que los padres tienen que trabajar con sus hijos de forma continua.
- Momentos para todo, y cada uno para lo suyo: una buena manera de poder educar a los niños en el uso de las nuevas tecnologías es haciéndoles comprender que hay tiempo para todo estableciendo horarios concretos. Por ejemplo, a la consola se juega una hora los sábados y el móvil se guarda en el cajón al entrar en casa y se saca solamente un rato antes de cenar, por ejemplo. Y por supuesto, sin excepciones. Esto les hará experimentar el esfuerzo y la recompensa de haber conseguido cumplir con todo, y también les ayudará a disminuir la sensación de pérdida antes comentada.
- Fomentar el esfuerzo como respuesta gratificante: se trata de una estrategia que ha de implantarse pronto en los más pequeños. Inculcar la dinámica del esfuerzo y dar ejemplo con las acciones propias no es siempre fácil en nuestra sociedad, y requiere mucha voluntad por parte de los padres. Se fundamenta en la explicación a los hijos de la importancia que como padre se le da al esfuerzo por encima de los resultados. Por ejemplo, valorando el tiempo dedicado al estudio por encima de los resultados y premiando el primero frente al segundo
- Desarrollo de la tolerancia a la espera: el especialista recomienda los programas de puntos. Estos programas establecen una serie de recompensas mediante puntos, que luego pueden canjear los chicos por gratificaciones.
- Si se hace uso de la tecnología, mejor compartida: el uso social de la tecnología tiene menos repercusiones negativas que el individual. Es igual que con los juegos de mesa. Conforma en sí misma una actividad muy enriquecedora a nivel intelectual.
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