Las imágenes hablan por sí solas: investigadores y trabajadores del Museo Nacional de Río de Janeiro saliendo del edificio que estaba siendo devorado por las llamas cargando en sus brazos los objetos que lograron rescatar del incendio.
El fuego, que comenzó en la tarde del domingo cuando el museo ya había cerrado, consumió una parte de la historia de Brasil y uno de los acervos más importantes de Latinoamérica, que contaba, entre otras cosas, con el esqueleto de Luzia, “la primera americana”, animales disecados, momias andinas, decenas de huesos de dinosaurios o registros de idiomas de pueblos indígenas que ya no existen.
Pero al menos medio centenar de funcionarios, investigadores, profesores y estudiantes no se resignaron a ver cómo su trabajo, en ocasiones de décadas, se convertía en cenizas. Al enterarse, muchos salieron corriendo hacia el museo situado en la Quinta da Boa Vista de Río de Janeiro y le plantaron cara a las llamas para tratar de rescatar tantos objetos como les fuera posible.
“Es una de las cosas más tristes que he visto en mi vida. Era desolador”, le dijo la funcionaria Tatianny Araújo, de 40 años, al diario Folha de Sao Paulo. La mujer, que estudia en la Universidad Federal de Río de Janeiro (responsable del museo), se enteró del incendio por la televisión y no dudó en dejar a su hijo de 6 años con una amiga y correr al lugar para tratar de salvar algunos de los valiosos objetos que albergaba el edificio.
“Cuando llegué allí ya había gente intentando salvar piezas desde hacía tiempo y yo estuve más de una hora todavía”, recuerda Araújo, quien asegura que trabajó con otro medio centenar de personas (entre ellas el rector de la universidad) tratando de rescatar objetos. “Vas cogiendo todo lo que puedes, pero en el fondo, conociendo el tamaño del museo, sabes que es una parte ínfima del total”, lamenta.
El profesor Paulo Buckup, investigador del Departamento de Vertebrados de la UFRJ, fue otro de los que se unió a un grupo que rompió puertas de gabinetes para rescatar cajones con miles de especímines de moluscos que fueron usados en las descripciones originales de especies de la fauna sudamericana.
“Ese material es único porque es la base para conocer las especies descritas a lo largo del último siglo. Sin eso, este registro está perdido”, afirmó Buckup en declaraciones a BBC Brasil. Sin embargo, el investigador lamentó la pérdida de “decenas de miles de insectos como, por ejemplo, todo el material de arañas y crustáceos”.
“Una metáfora de la ciencia en Brasil”
En la mañana del lunes, ya con las llamas apagadas, otros investigadores entraron a ver qué podían rescatar de entre las cenizas. La astrónoma Maria Elizabeth Zucolotto consiguió ingresar a una de las salas del museo y pudo recuperar 18 de las 24 piezas pequeñas expuestas que se habían librado de las llamas.
Además, Zucolotto aseguró que las piezas más grandes, como el meteorito de Bendegó, el mayor del país, descubierto en el Sertão de Bahia en 1784, también consiguieron salvarse. La pieza de 5.36 toneladas estaba intacta, así como el meteorito de Santa Luzia, de 1.98 toneladas.
La científica asegura que se enteró del incendio por una llamada telefónica y sentía como si un familiar hubiera muerto. “Encendimos la televisión, vimos la noticia y corrimos para acá”, afirma. Según cuenta la investigadora, algunos funcionarios de su equipo lograron rescatar la computadora y los microscopios de su sala.
Algunos han visto en las personas que entraron en el museo en llamas para rescatar algunos objetos una perfecta metáfora de la situación que enfrenta la ciencia en Brasil.
En la madrugada del lunes, después de seis horas de intenso trabajo, los bomberos consiguieron controlar el fuego en el interior del histórico edificio creado por el rey Juan VI de Portugal en 6 de junio de 1818. Las causas que desataron el fuego aún se desconocen.
La estructura del museo cumplió este año 200 años con goteras, infiltraciones, salas vacías y problemas en las instalaciones eléctricas. El ministro de Cultura de Brasil, Sérgio Sá Leitao, afirmó este domingo que el incendio es consecuencia de “años de negligencia” en un estado golpeado por la crisis económica y diversos escándalos de corrupción.
Según denunciaron funcionarios del museo, la institución había sufrido cortes en el presupuesto destinado a mantenimiento y la dirección llegó a crear una microfinanciación colectiva para recaudar dinero del público y abrir una de las salas más importantes, donde se encontraba la instalación del dinosaurio Dino Prata.
La falta de recursos para enfrentar un incendio sumado a los años de abandono financiero hacen que muchos en Brasil vieran en la destrucción del museo una tragedia anunciada.
“Los gobiernos sucesivos no proporcionaron fondos ni invirtieron en infraestructura”, lamentó Renato Rodríguez Cabral, profesor en el departamento de geología y paleontología. “Fue una tragedia anunciada”, afirmó en declaraciones a la agencia Reuters mientras abrazaba a estudiantes y compañeros de trabajo.
Según Cabral, el edificio recibió un nuevo cableado hace unos 15 años, pero claramente no había un plan suficiente para protegerlo de las llamas. “Los bomberos básicamente sólo pudieron mirar el incendio”, señaló. “Para la historia y la ciencia de Brasil, esta es una tragedia completa. No hay forma de recuperar lo que se perdió”.
Imagen: AP
Fuente: Univision
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