Todo tipo de mensajes circulan y se amplifican en las redes sociales. El investigador Marcelo Guardia explica que existe una manipulación del miedo de la gente a través de esos mensajes, aunque al final puede terminar consolidándose la verdad.
El docente e investigador Marcelo Guardia, de la Universidad Católica Boliviana en Cochabamba, fue uno de los expositores del Ciclo de Estudios Especializados en Comunicación, la semana pasada en La Paz, por impulso de la Asociación Boliviana de Investigadores en Comunicación (ABOIC).
El Periódico Digital del PIEB conversó con Guardia Crespo sobre algunos puntos que tocan su investigación y su tema de exposición.
¿Usted ha rastreado el discurso gubernamental sobre mentira y verdad desde el 2006?
Sí. Lo que ha cambiado es la visibilidad de esta lucha por la mentira y la verdad, antes del 2006 también era igual. Los políticos adecúan la realidad a su discurso, que no siempre es verdadero, y el contrario es el que se da cuenta. No es de ahora, lo que ha cambiado es el soporte, cuando hemos llegado a las redes sociales la cosa se ha hecho más fácil porque se ha visibilizado y la gente ha empezado a participar y a emitir su opinión. Claro, al haberse sofisticado el uso de los recursos tecnológicos, el marketing político ha empezado a aprovechar de manera más eficiente la información que se puede obtener de las redes, por eso es que Cambridge Analítica ha vendido datos de la subjetividad de los consumidores a los que han hecho las campañas de (Donald) Trump y las de Brexit. Ahí lo que se ha hecho es mejorar la técnica porque el marketing político siempre ha buscado saber qué piensa el receptor para mandarle mensajes y hacer campañas más efectivas.
¿Qué pasa con la opinión pública en ese campo donde pugnan dos versiones?
Tiene que hacer un esfuerzo por deducir. La gente tiene que hacer un esfuerzo para ver, por ejemplo, canal 7 y Unitel, digamos.
Eso implica conocer la posición política de las fuentes…
Sí, conocer la posición política de los medios y de las fuentes, pero también tener referentes. Lo bueno es que la gente no es un balde vacío, como las teorías en otro tiempo decían. Nuestra vida cotidiana, nuestro trabajo, el compañero, nuestra comadre, todo el mundo nos da ideas, vemos medios de comunicación, vemos redes, es una infinidad de posibilidades de poder construir, a partir de lo que vemos, y deducir. Ahí juega la inteligencia de las personas en la cual tengo mucha confianza. Todas las personas somos inteligentes y todos tenemos capacidad de deducir y darnos cuenta de las cosas.
Usted ha desarrollado una investigación sobre este tema, ¿cuánto pueden ayudar las investigaciones a esclarecer esta situación?
Mucho. Hay que empezar por desmitificar muchas cosas, por ejemplo que las redes sociales son malas, que el público no tiene capacidades para deducir, no es lo mismo ser desinformado que carecer de capacidad para deducir. El ejemplo de mensajes de niños robados de los brazos de sus papas, esos mensajes no son verdad, pero la gente rebota (el mensaje) porque tiene miedo. Esos miedos están siendo manipulados, tengo la hipótesis de que esos miedos son manipulados desde el poder. Solo así, por ejemplo Trump, ha ganado en las elecciones, él ha buscado los miedos de la gente de las ciudades de EEUU y ha detectado que a la gente no le gusta que los mexicanos hagan pis en su árbol, que los latinoamericanos boten basura. Ha cruzado esos datos con edades, gustos, etc., y ha mandado mensajes personalizados para decirles “si tú votas por Clinton, vas a tener un latino haciendo pis en tu patio”. Es en base a los miedos y fantasmas que la gente actúa a veces. Corren rumores de todo tipo de cosas, son fake news, que siempre ha habido, solo que ahora se ven más porque hay redes. La academia tiene la obligación de meterse a esos temas.
¿Lo está haciendo?
No mucho, la veo muy acrítica, la veo entrando a modas como ésta (el tema central del ciclo de estudios: la decolonización). Los estudiantes entran a estudiar para publicidad, comunicación para el desarrollo, productores audiovisuales, y estos marcos teóricos no les dan respuestas. Un poco creo que hay desactualización y no visualizar problemas que son más fuertes como el crecimiento productivo, temas vinculados con la economía.
Usted anuncio la investigación La vida política del meme…
Sí, es un análisis de redes sociales, en particular de Facebook, y cómo en ellas se ha producido estos procesos de construcción de verdad. Al final, lo que ocurre es que con todo ese panorama caótico que hay en redes sociales acerca de verdades, mentiras, falsedades, todo mezclado, de todas maneras llega un momento a niveles en que la gente empieza a cuajar verdades que son verdaderas. Empieza a decir cosas que son alimentadas por otros, empieza a crecer y generar opinión pública que esclarece las cosas.
Imagen: Der Blaue Mond's Blog
Fuente: Pieb
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