Uno de los conceptos más brillantes de los años sesenta para entender las incidencias de los medios masivos en la mente de las personas fue el de “apocalípticos e integrados” del italiano Umberto Eco. Este importante intelectual explicó elocuentemente que había dos tipos de visiones frente a las consecuencias de la televisión y la radio. Los apocalípticos veían con pesimismo cómo los públicos eran controlables hasta convertirse en idiotas manipulables por poderes invisibles. Los integrados apologizaban la democratización de la información y la cultura entre sectores populares que ejercitaban su criticidad en nuevas formas de consumo cultural.
La digitalización llegó a la comunicación y apareció la internet con sus redes sociales manejables desde los celulares. Eco volvió a pronunciarse esta vez frente a las redes sociales poco antes de morir. “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas (…) ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas". Uno de los más importantes semiólogos del siglo XX cayó dentro de su propio concepto. Se despidió en gran estilo ilustrado como apocalíptico.
No se puede ignorar las advertencias de quienes reconocen riesgos y peligros en las redes (incluidas post-verdades y fakenews) ni caer al lado de la defensa ciega de estos nuevos espacios de comunicación. Las interacciones han cambiado y generado nuevos sujetos que pueden producir y emitir contenidos en los códigos propios de sus culturas. Tal vez fue eso lo que molestó al destacado autor de El Nombre de la Rosa. Los sectores populares se apropiaron de las redes y comenzaron a emitir lo que consideran importante para sus necesidades inmediatas de relacionamiento social. No producen mensajes racionales y complejos para enseñar o educar a los semejantes. Al contrario. Exponen sus vidas particulares en lenguajes simples y vulgares para alimentar el clima de juego que se crea en redes como Facebook. Recurren al humor para representar la realidad y posicionarse políticamente ante los hechos que les afectan.
Los apocalípticos no dudan en reforzar la supuesta idiotez de los usuarios acusándolos de ignorantes y carentes de buen gusto. Rancia aristocracia cognitiva emerge de supuestos seres “cultos” que creen poseer la verdad sobre la realidad de la vida. La información que circula en redes es descalificada de raíz por no ajustarse a los parámetros racionales de la modernidad que se ha perpetuado en base a la exclusión de “los que no saben” por “los que saben”. Viejas formas retrógradas de dominación que persisten en decadentes élites pretendidamente letradas.
Mientras la gente simple se divierte y juega con imágenes y palabras para expresar su opinión sobre los mundos que le rodean. Recrea la realidad en lenguaje grotesco para denunciar lo que considera incorrecto o injusto dentro de sus parámetros. Ejerce su Libertad de Expresión y su conciencia crítica. Recurre a la sátira para manifestar su descontento y apuntar a los responsables del desorden. Expone su posición ridiculizando a políticos sinvergüenzas. Activa la inteligencia colectiva en base a conexiones similares a redes neuronales para indicar sus ideales y deseos de bienestar comunitario. Genera solidaridades y complementación en base a la construcción colectiva de significados y posición política.
Utiliza diversos tipos de mensajes digitales (posts) para contrarrestar lo que en el pasado fueron poderosos bombardeos persuasivos de la comunicación masiva. No hay forma de manipular apocalípticamente a los ciudadanos. Las fuentes de información se han multiplicado vertiginosamente. Los poderes autoritarios en todo el continente han quedado en jaque sin reacciones visibles más que sus propias post-mentiras. Las redes sociales son el escenario privilegiado para el debate y la construcción de conciencia crítica. Están conectadas con la calle. Eco perdió la lucidez antes de morir. En las redes también se dicen verdades inteligentes y creativas con pocas palabras. Los memes son su principal formato que genera y construye colectivamente la conciencia. Son peligrosos misiles que destruyen simbólicamente lo no deseado e imaginan un futuro libre de los vicios y enfermedades de decadentes poderes trasnochados.
Imagen: Publimetro
Fuente: Blog de Marcelo Guardia
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