lunes, 29 de enero de 2018

Avance espectacular de la humanidad

Muy poca gente cree que el mundo va cada vez a mejor. Uno de ellos es Max Roser, economista de la Universidad de Oxford. A finales de diciembre publicó seis gráficos en su web que muestran cómo en los últimos 200 años hemos mejorado, y mucho, en estos seis asuntos: pobreza extrema, educación básica, alfabetización, personas que viven en democracia, vacunas y mortalidad infantil.

Entonces, ¿por qué muchos seguimos con la idea de que todo va cada vez peor o, al menos, igual de mal que siempre? Según explica Roser a Verne en conversación telefónica, “los cambios positivos necesitan mucho tiempo”, ya que las tendencias se construyen a lo largo de décadas o incluso siglos. En cambio, nuestra psicología hace que prestemos más atención a los eventos negativos, ya que podrían suponer un peligro, y además los medios nos fijamos menos en las tendencias a largo plazo y más en eventos, que a menudo son negativos, como las crisis económicas, atentados, accidentes…

Roser no presenta este trabajo para que seamos complacientes. “No hay razón para pensar que esta evolución continuará y que no puede cambiar”, recuerda, antes de añadir que “por supuesto, debemos fijarnos en lo que sigue mal para intentar mejorarlo”. Eso sí, ver lo que va bien “nos anima a continuar” y a darnos cuenta de que podemos contribuir a mejorar las cosas, aunque no nos lo parezca.

De hecho, el cambio principal en estos 200 años es que “nos hemos dado cuenta de estos problemas se pueden solucionar”. En cambio, hace dos siglos “ni siquiera sabíamos que había un problema”.

1. Pobreza. “Hay 130.000 personas menos en situación de pobreza extrema que ayer”. Podríamos haber titulado así cada día desde 1990, según explica Roser en su web, en un artículo que acompaña a los gráficos, dando datos y contexto. “En 1820 solo una pequeña élite disfrutaba de estándares de vida elevados, mientras que la amplia mayoría vivía en condiciones que hoy calificaríamos de pobreza extrema” (menos de 1,90 dólares cada día). En 1950, eran tres cuartas partes y en 2016 el porcentaje había caído hasta el 10%. Todo, explica, gracias al crecimiento de la productividad, que ha compensado el hecho de que la población se haya multiplicado por siete en los últimos 200 años.

2. Alfabetización. En 1820, solo una de cada 10 personas mayores de 15 años sabía leer y escribir. En 1930 era una de cada tres. Y hoy el porcentaje llega al 85% en todo el mundo.

3. Salud. Hace solo 200 años, el 43% de los niños moría antes de llegar a su quinto cumpleaños. Desde entonces ha habido mejoras en la dieta, en los hogares y en la higiene, además de una salud pública cada vez más extendida y del desarrollo de antibióticos y vacunas. Roser admite que la crisis ha afectado a los sistemas públicos de salud de los países ricos, pero no se ha notado tanto en los pobres. Aunque avisa: “Sí ha habido menos ayuda al desarrollo en los últimos años”.

4. Libertad. El gráfico muestra la población mundial que vive en democracia y en dictaduras. En medio están las llamadas anocracias abiertas y cerradas, que son sistemas caracterizados por la mezcla de prácticas democráticas y autocráticas. También se puede ver, en lila, la cantidad de personas que vive (o vivía) en colonias. Actualmente, la mitad de la humanidad vive en una democracia (en verde en el gráfico).

Se trata del área que muestra una mejora menos espectacular. Roser recuerda que la consolidación de la democracia lleva más tiempo que otros de estos asuntos, “ya que es un cambio cultural, mientras que otras innovaciones, como las vacunas o los antibióticos, son más directas de aplicar”.

Además de eso, hay que tener en cuenta un factor importante: el 80% de las personas que viven bajo una dictadura lo hacen en China, que tiene 1.300 millones de habitantes.

5. Población. La población mundial experimentó su máximo crecimiento entre los años 1900 y 2000, cuando pasó de 1.500 a 6.100 millones de personas. Frente a los agoreros que temen una superpoblación del planeta, Roser recuerda dos factores. Primero, que el crecimiento de la población es consecuencia del mantenimiento de la fertilidad y de la caída de la mortalidad gracias a las mejoras en salud y calidad de vida. Segundo, que cuando la economía mejora, se tienen menos hijos. Esto significa que la población podría dejar de crecer en 2075, quedándose en torno a los 11.000 millones de personas.

Eso sí, corremos el peligro de que la media de edad aumente, al haber menos nacimientos: “Ciertamente es un reto, pero no irresoluble -explica Roser-. Antes de que el mundo se haga mayor, tenemos algunas décadas en las que la mayor parte de la población estará en edad de trabajar. Teniendo en cuenta la experiencia de muchos países, sabemos que este cambio (conocido como “dividendo demográfico“) a menudo lleva a un buen desarrollo”.

6. Educación. Los jóvenes reciben más y mejor educación que los mayores desde hace generaciones. Si sigue esta tendencia, en 2100 habrá más de 7.000 millones de personas con, al menos, educación secundaria.

La educación es uno de los principales motivos para ser optimistas respecto al futuro, nos dice Roser: “Tiene consecuencias en la mejora de la economía y, por tanto, en la reducción de la pobreza. También en la difusión de ideas democráticas y en la salud, ya que se conocen mejor los beneficios de prácticas como las vacunas”.

¿Todo va a mejor?

No todo está mejor que hace 200 años, claro. “El medio ambiente es el ejemplo obvio”, apunta Roser. No solo por el calentamiento global, sino también por la extinción de especies y la menor biodiversidad. “Pero no solo hay aspectos negativos”, asegura, recordando que se ha reducido la deforestación en los últimos años y que, ya más a largo plazo, el hecho de que se sustituyeran los combustibles sólidos por líquidos y por la electricidad ha llevado a una menor polución en los hogares.

No habla en su texto de la guerra, pero coincide con la tesis que explica el científico cognitivo Steven Pinker en Los ángeles que llevamos dentro: “Vivimos una época de paz extraordinaria”, tanto en lo que se refiere a conflictos bélicos como a homicidios, y no solo en Europa. Pero recuerda algo que es extrapolable al resto de áreas: “Por muy buenas que sean las estadísticas, siempre hay que recordar que la situación actual no es aceptable”.

El hecho de que muchas cosas vayan mejor que hace dos siglos no no significa que podamos conformarnos. Al contrario, tiene que ser un estímulo para seguir trabajando.

Fuente: enpositivo.com

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