Cuando Joseph Overton intentó explicar cómo ideas políticas que parecen tabú pueden volverse aceptables, creó un modelo que hoy es famoso y puede ayudar a entender la vorágine de cambios en distintos países.
“Él no tenía ni idea” de que aquello se volvería conocido internacionalmente, dice Joseph Lehman, quien escuchó por primera vez sobre ese modelo directamente de su amigo Overton en la década de 1990.
“De hecho, él quería articular la idea para crear un folleto de recaudación de fondos para el centro Mackinac”, agrega Lehman, que preside ese instituto conservador para políticas públicas en Michigan, Estados Unidos, al que perteneció Overton hasta su muerte en un accidente aéreo en 2003.
Aquel folleto incluiría una serie de políticas que en teoría pueden adoptarse democráticamente para un tema, ordenadas de mayor a menor intervención del gobierno, y un pequeño marco que se deslizaría en ese espectro encerrando en su interior las ideas admisibles en un determinado momento.
Su objetivo era ilustrar que, al cambiar lo que resulta aceptable para una sociedad, puede modificarse la política sobre un asunto. Y si bien el folleto nunca llegó a distribuirse porque era demasiado caro, nació así el concepto que se conocería como la “ventana de Overton”.
Desde la abolición de la esclavitud hasta cambios contemporáneos como la legalización del matrimonio del mismo sexo pueden concebirse a través de ese deslizamiento de ventanas, sostiene Lehman en una entrevista con BBC Mundo.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico:
—¿Cómo explica de forma sencilla la ventana de Overton?
—La ventana de Overton es un modelo de cambio político. Encierra ideas que son aceptables para el público, y por lo tanto aceptables para los políticos. Pero excluye las ideas que son inaceptables para el público, y por lo tanto inaceptables para los políticos.
Así que si tienes una idea que el público no quiere, y que los políticos no quieren, tienes que desplazar la ventana en la dirección de esa idea de tal forma que la opinión pública empieza a apoyarla.
—¿Es una explicación de cómo las políticas cambian en formas que habrían sido inimaginables antes?
—De hecho, nuestras políticas públicas más duraderas empezaron siendo impensables.
Podemos fijarnos en la historia de la esclavitud en el Imperio británico y en EE.UU. Fue una política pública muy duradera que algunas personas pudieran poseer a otras, obligarlas a trabajar y arrastrarlas a la esclavitud.
El cambio no ocurrió de la noche a la mañana; comenzó como una idea de filósofos, pensadores y otros que presentaron argumentos morales de que había que cambiar. Esa idea se extendió a la gente y, finalmente, los legisladores prohibieron la trata de esclavos y luego la esclavitud.
Todas las grandes políticas públicas duraderas se remontan a un movimiento social. La idea de que las mujeres deben poder votar es una política pública muy duradera: es difícil imaginar que se pueda deshacer.
Pero durante la mayor parte de la historia a las mujeres no les permitieron votar. Entonces hubo un movimiento por el sufragio femenino y quienes querían que las mujeres votaran debieron argumentarlo.
Se puede decir lo mismo del movimiento ecologista, del movimiento obrero o de los derechos civiles: todos ellos dieron lugar a cambios tan grandes de políticas que casi nos olvidamos de que solía ser lo contrario.
Eso ocurrió porque la ventana de Overton se desplazó por gente debatiendo, planteando argumentos morales, los hechos y lógica de que otras ideas eran mejores.
—¿El concepto se aplica a cualquier política pública en general?
—Correcto. En el centro Mackinac pensamos sobre todo en políticas económicas, pero quizás la mayoría de la gente pueda animarse más por ideales de política social.
Mira los cambios que han ocurrido recientemente en nuestras vidas, como la aceptación del matrimonio gay o la legalización de drogas en EE.UU. al menos: aplica la misma idea.
Un legislador no puede elegir sus políticas públicas favoritas como si pidiera platos de un menú de restaurante; está limitado. Si los votantes se enteran de que come algo que no les gusta, votarán en su contra.
Lo que cambia es la mente de los votantes sobre lo que es aceptable. Eso es lo que pasó con el matrimonio gay, con los derechos civiles y con todos los grandes cambios de política, incluso el Estado de bienestar.
—¿Diría que políticas promovidas por Donald Trump cuando fue presidente de EE.UU., como la construcción de un muro en la frontera con México o la separación de niños inmigrantes de sus padres, también se pueden explicar con el modelo de Overton?
—La mayoría de las veces no es cierto que los propios políticos desplazan la ventana de Overton. Puede ocurrir de vez en cuando que un político muy persuasivo sea capaz de cambiar la opinión de la gente.
Winston Churchill probablemente tenía esa capacidad de persuasión. Ronald Reagan también pudo haberla tenido.
Pero lo que ocurre la mayoría de las veces, y creo que esto también es cierto con Donald Trump, es que los políticos son muy buenos en entender lo que el público quiere y acepta, o al menos algún segmento del público, y luego hablan de esas políticas.
Esa fue la habilidad de Donald Trump incluso al hacer del muro fronterizo uno de los ejes de su política, al menos retóricamente: entendió que había suficientes personas que pensaban que el muro era una buena idea, que podía hablar de eso y le ayudaría a hacerse popular.
—¿Y qué dice de la decisión de la Corte Suprema de EE.UU. que el año pasado puso fin al derecho constitucional al aborto? Ese cambio, que también era impensable tiempo antes aunque siempre hubiera gente en contra del aborto, salió del Poder Judicial, no del Congreso ni de la Presidencia.
—Muy interesante. Debemos tener en cuenta que la ventana de Overton está diseñada principalmente para describir políticas que surgen del proceso legislativo tradicional en un sistema democrático.
La ventana de Overton no describe con la misma nitidez las decisiones de un tribunal de justicia cuyos miembros no son electos, sino que son nombrados por alguien que es electo, como ocurre con la Corte Suprema de EE.UU.
Pero si vemos la idea de la segregación racial en las escuelas públicas, hubo una decisión temprana de la Corte en la década de 1890 llamada “Plessy contra Ferguson” diciendo que la segregación racial era constitucional.
La gente lo recuerda por la frase de “separados pero iguales”. Es probable que en aquel momento la Corte reflejara la opinión de la mayoría de la gente en EE.UU.
Pero en 1954 una cuestión similar se presentó ante la Corte que tenía una composición nueva, el caso “Brown contra el Consejo de Educación”, y se decidió que las escuelas tienen que estar integradas para proteger los derechos constitucionales de todos.
Los jueces cambiaron el fallo con el tiempo, probablemente en la dirección hacia donde iba la opinión pública.
Aún no sabemos qué pasará con las diversas decisiones sobre el aborto en EE.UU., pero diré que la ventana de Overton no se aplica tan a fondo a los fallos judiciales como a la legislación que es votada y promulgada.
—Ya mencionó la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo o la aprobación del sufragio femenino como ejemplos de movimientos de la ventana de Overton. Ahora no sólo en EE.UU. sino en Europa y otras regiones hay empujes contra la igualdad de género y la diversidad sexual. En España, antes de las elecciones generales de este mes, un partido de extrema derecha planteó retirar de edificios públicos la bandera arco iris del movimiento LGBT. ¿Son intentos de desplazar la ventana de la posibilidad política en una guerra cultural?
—Son la pruebas de que la ventana es inestable en este momento. El desplazamiento de la ventana se produce mediante el acto de persuasión, no mediante el acto de legislar.
—Al fin y al cabo, la ventana de Overton dice que las políticas públicas pueden variar según los cambios de valores en las sociedades…
—Absolutamente. Overton nunca concibió su idea de la ventana como aplicable en países totalitarios o autocráticos. Fue diseñada para describir cómo las ideas influyen la política en democracias representativas o similares.
De una forma u otra, los líderes políticos electos tienen que responder ante el pueblo. Y si promulgan continuamente leyes impopulares, el pueblo los sustituirá por otros que sean más de su agrado. Pero eso no funciona si alguien llega al gobierno y lo utiliza para suprimir los derechos de la gente y mantenerse en el poder.
—Las redes sociales tienen una importancia en el debate político y las políticas públicas que era difícil de imaginar cuando Overton propuso su idea. ¿La tecnología hace menos o más relevante su modelo?
—Es una pregunta fascinante. La tecnología no hace su modelo menos relevante. Solo significa que cada vez más gente tiene más medios para desplazar la ventana de Overton más rápidamente y en distintas direcciones.
—¿Cómo afecta la polarización el movimiento de la ventana, no sólo en EE.UU. sino en Occidente en general?
—No he pensado mucho en ello, pero diría que la polarización significa que cuando la ventana cambia, lo hace más bruscamente.
Las ideas nuevas nunca se reciben con los brazos abiertos; todas han encontrado resistencia. Y cuando los bandos están tan polarizados como parece que lo están, creo que la gente que gusta del statu quo se aferrará más a él y aquellos que quieren cambiarlo presionarán más.
Entonces cuando la ventana se mueva será como si las placas tectónicas se deslizaran unas contra otras en un terremoto.
—¿Es posible que la ventana esté cambiando demasiado rápido en nuestras sociedades, provocando inestabilidad política y quizá mostrando que a veces es preferible tener límites sobre lo que es aceptable o inaceptable?
—No, creo que la única esperanza que tenemos de mantenernos al día con los cambios en las ideas o en la sociedad es más información, no menos.
Apliquemos esto al campo de la ciencia. ¿Qué pasaría si alguien tuviera el poder de decir: "hemos alcanzado un estado aceptable de avance científico y aunque podríamos seguir avanzando vamos a prohibir estudiar cosas nuevas porque no sabemos a dónde podrían llevarnos, podríamos ser incapaces de manejar esos avances y da un poco de miedo lo que pueda pasar”?
Si eso ocurriera, nos estancaríamos. Sabemos que no sería una buena idea en ciencia, o al menos sería una idea terrible especialmente si necesitas una cura para una enfermedad que aún no la tiene.
Si hacemos lo mismo controlando la expresión, suprimiendo la expresión, haciendo que ciertas ideas estén fuera de los límites por fuerza del gobierno, estaremos congelados en el tiempo socialmente y no habrá más progreso social.
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