miércoles, 30 de diciembre de 2020

Civismo tecnológico, o de cómo ser activista en tiempos modernos


A medida que las ciudades crecen imparablemente –sobre todo hacia arriba–, se vuelve más patente que el futuro será de las ciudades inteligentes: innovadoras, interactivas y repletas de inteligencia artificial. Ámsterdam, Barcelona y Nueva York son ya ejemplos incipientes de lo que serán estas smart cities. 

Pero, ¿las ciudades inteligentes tienen por descontado ciudadanos inteligentes?

Para muchos ese es el punctum dolens de los debates y definiciones sobre lo que es el desarrollo urbano en épocas del Big Data y la tecnología. En este sentido, la reflexión sobre si el civismo tecnológico debería ocupar un lugar fundamental en la agenda colectiva de las ciudades es obligada. Esto implicaría hablar sobre los bienes comunes, los espacios públicos y la participación ciudadana; así como en el destino de las urbes.  

Civismo tecnológico para el activismo del futuro

No existe una definición universal sobre lo que es el civismo tecnológico. Es una cuestión que en realidad está en construcción, y que toca a las nuevas y futuras generaciones dotar de contenido.

Pero a grandes rasgos, el civismo tecnológico refiere a una serie de tecnologías –digitales y de inteligencia artificial– usadas para mejorar o influenciar la gobernanza y las cuestiones políticas. En este sentido, incluso los usuarios digitales (influencers, twitstars, instagramers entre otros) podrían fungir como una especie de cívicos tecnológicos, donde su poder en medios es utilizado en favor de las sociedades, y opinando sobre temas colectivos que le conciernen a los ciudadanos. 

Otro ejemplo está en la tecnología usada en países como Brasil para las elecciones, donde los votos se hacen mediante dispositivos digitales y se cuentan con medios electrónicos. No obstante, la tecnología electoral electrónica es muy vulnerable, como ya se ha comprobado en países como Holanda, donde ha sido hackeada. 

Activismo del futuro

Es muy importante por ello retomar el civismo tecnológico para el activismo del futuro, pues el hecho de que la tecnología se utilice en las democracias necesita de nuestra participación: de nuestras propuestas y soluciones a las causas contemporáneas. Y también requiere de que se nos pregunte antes qué tanto queremos que la tecnología se inmiscuya en nuestras vidas, y que se nos enseñe a usarla para ello –lo que hasta ahora se ha dejado sólo en manos de una centena de compañías “tecno cívicas”.

De otra manera, la tecnología podría ocasionar una brecha aún más grande –y quizá más peligrosa– entre nosotros y nuestros gobernantes. Pero al contrario: debemos retomar el civismo tecnológico no para ser “tan inteligentes” como nuestras ciudades, sino para permanecer sensibles, empáticos y solidarios. Esos son tres valores que la tecnología no puede proveernos por sí sola, y que sólo podemos fomentar a través del compromiso colectivo.

Civismo tecnológico para evitar distopías urbanas

Algunas compañías high tech están interesadas en el civismo tecnológico. Es el caso de Google, a cuyos miembros les interesa poner la tecnología al servicio de crear economías circulares, para volver así a las ciudades mucho más sustentables. Esto podría ser fantástico, pues la economía circular es un sistema resiliente, basado en las necesidades sociales. Pero hasta que el debate no gire sobre el papel de nosotros en la construcción de las ciudades inteligentes y las economías circulares. Entonces, estaremos corriendo el riesgo de relegar nuestro papel a la tecnología y, con ello, de erosionar la democracia.

Porque las smart cities apuntan a automatizar los procesos sociales. Pero la democracia no debe automatizarse. Por eso, para el urbanista Dan Hill lo más urgente es pensar la tecnología en términos de cómo la podemos usar para fortalecer el civismo tecnológico. A lo que se debe apuntar es a terminar la desigualdad urbana. Promover una mayor participación de los ciudadanos en los problemas colectivos.

Las ciudades inteligentes serán aceptables en la medida en que sigan un enfoque de abajo hacia arriba, dirigido por los ciudadanos. 

Es cierto que vivir mejor a partir de las comodidades que ofrecerán las innovaciones tecnológicas es algo a lo cual aspirar. Pero nuestra mirada no debe estar enfocada sólo en la eficiencia y la optimización, sino en no perder nuestra humanidad. 

Fuente: Ecoosfera

martes, 29 de diciembre de 2020

¿Conexión entre cerebro y computadoras? El desafío ético de la neurotecnología


La neurotecnología viene a plantearnos un desafío ético. La privacidad de los pensamientos y las acciones se ve sobrepasada con los avances actuales. 

Los avances tecnológicos han ido en aumento, parece que con el transcurrir de los años tenemos un avance potencial más que lineal en cuestiones de tecnología. En todas las áreas vemos avances tecnológicos cada vez más sorprendentes y la neurociencia no es la excepción.

Implantes cocleares para ayudar a las personas sordas a escuchar, estimuladores del cerebro profundo para personas con Parkinson. En fin, no hay un límite para la tecnología, pero ¿cuál es la ética detrás de la neurotecnología?

La neurotecnología es nuestro intento de expandir el cerebro con dispositivos tecnológicos, para hacer frente a las desafíos de la vida moderna. Aunque muy útil, también resulta alucinante pensar que el cerebro se puede conectar de forma casi quimérica a una máquina o computadora.

Interfaces cerebro-computadora: Tecnología invasiva 

Las interfaces cerebro-computadora (BCI) son el corazón de la neurotecnología. Se encargan de recopilar, interpretar, inferir o modificar información generada por cualquier parte del sistema nervioso.

Existen distintos tipos de interfaces, algunos son invasivos, mientras que otros no. La tecnología no invasiva nos permite modificar ciertas respuestas del sistema nervioso. Por ejemplo, los investigadores de IBM junto con Boston Scientific, están aplicando el aprendizaje automático y la neurotecnología para mejorar las terapias contra el dolor crónico.

Aunque también está la otra parte. Las interfaces BCI invasivas implican, como su nombre lo dice, colocar microelectrodos u otro tipo de neurotecnología directamente en el cerebro. Con esto se detecta o modifica directamente la actividad neuronal.

Por ejemplo, existen prótesis capaces de hacer sentir al tacto, el calor o frío en personas con extremidades faltantes. También, recientemente Rodrigo Hübner que sufre paraplejia, condujo un auto con su mente a través de dispositivos de neurotecnología.

El desafío ético de la neurotecnología

Hasta aquí todo es ya de por sí bastante impresionante. No obstante, no existen límites para los investigadores que están indagando nuevas posibilidades. Rafael Yuste, quien es neurobiólogo de la Universidad de Columbia, está indagando en un estudio un tanto escabroso. Se trata de obligar a un ratón a realizar una acción mediante el control neuronal de ciertas zonas del cerebro.

Él y su equipo han registrado la actividad neuronal de un ratón que estaba realizando una acción, como lamer para obtener una recompensa. Posteriormente el equipo estimuló las misma zona neuronal y consiguieron que el ratón realizara la misma acción. Incluso cuando el roedor no tenía intención de hacerlo en ese momento.

Justamente es aquí cuando se abre el debate ético de la neurotecnología. Sobre todo porque avanza a una velocidad vertiginosa que no existe regulación alguna sobre su aplicación. Como avance emergente, esta desafía a las empresas, investigadores y personas para reafirmar el compromiso con la innovación responsable.

Es momento de pensar en los desafíos que nos traerá la posmodernidad, así como estar preparados para afrontarlos con la mayor ética posible. Pensar en el respeto a la privacidad de nuestros propios pensamientos ya es un hecho del mañana. Debemos aseguraros de que los derechos humanos de cada individuo sean respetados por las empresas encargadas del desarrollo de neurotecnología.

Al final del día, uno se pregunta: ¿Realmente nos gustaría estar conectados a una computadora?

Fuente: Ecoosfera

lunes, 28 de diciembre de 2020

Los problemas técnicos más comunes en clases virtuales con Zoom y Google Meet


Zoom es una aplicación para realizar videollamadas que, como cualquier otra plataforma, puede presentar problemas comunes a la hora de realizar la transmisión entre muchos usuarios. Son pequeños fallos, con soluciones inmediatas, que en muchos casos el propio usuario puede resolver sin esfuerzo.

A continuación presentamos algunos problemas más comunes que se han presentando al realizar una clase virtual, y lo mejor de todo, es que le mostraremos como solucionarlo.

Si el correo de verificación no llega

Aunque para participar en una videollamada no es necesario registrarse, sí que hay que hacerlo si se quiere iniciar una sala de reunión o contratar las opciones premium de Zoom. Cuando un usuario se registra en Zoom, debe recibir un email de aceptación por parte de la plataforma, para verificar su cuenta.

Sin embargo, si este tarda mucho y no llega, pueden ocurrir varias cosas. Una de las opciones es que haya colocado mal el email, otra es que el correo no ha llegado a la bandeja de entrada principal sino a publicidad, o incluso a la carpeta de SPAM, dependiendo de sus niveles de seguridad. Lo ideal es revisar en el buscador del correo colocando la palabra Zoom y ver qué notificaciones ha recibido, posiblemente el correo esté ahí. Si no se encuentra, lo mejor es volver a registrarse y, a ser posible, con otra dirección de correo.

Problemas con el vídeo o el micrófono

En Zoom se puede activar la videocámara y el sistema de audio, tanto en la versión móvil o de escritorio, con un solo «clic», lo que facilita el quedarse en modo «solo escucha» durante una reunión. Sin embargo, puede pasar que al iniciar la videollamada o que al tratar de volver a hablar, el sonido o la imagen no se active de nuevo.

¿Qué es lo que ha podido pasar? Puede que alguna de las dos opciones se hayan quedado deshabilitadas y solo es cuestión de mirar el panel inferior para saberlo. Si están tachadas con una línea roja, es porque están desconectadas. Con solo presionar sobre ellas se activan inmediatamente.

Hay mucho ruido de fondo

Si eres el anfitrión de la reunión, puedes eliminar el ruido exterior silenciando el micrófono de todos los participantes. Eso debería resolver el problema, o cambiarse de lugar. Sin embargo, si el ruido procede de algún participante, lo tienes más complicado. Puedes probar a salir y volver a ingresar, o notificarle a través del chat de la reunión para que trate de minimizar el ruido.

También se puede optar por usar alguna de las aplicaciones que eliminan sonidos externos, que se suelen usar para realizar grabaciones de vídeos o podcasts desde casa y que muchas de ellas son compatibles con Zoom y otras herramientas para hacer videollamadas. Una de ellas se llama Krisp y es compatible con Windows y Mac.

Cambia el fondo de pantalla

Cuando realices una videollamada con tus amigos, Zoom te da muchas opciones para personalizar el fondo de pantalla con miles de motivos divertidos o fotografías que tú mismo subas. Sin embargo, acuérdate de retirar ese fondo antes de finalizar la videollamada. Si no lo haces, aparecerá por defecto en la siguiente videollamada… y podría ser con tu jefe.

Personas no invitadas en la reunión

Uno de los fallos más comunes en Zoom, sobre todo al principio de la cuarentena, fue que personas ajenas a las videollamadas se colaban en ellas. Si se tiene Zoom actualizado a la última versión, en este caso la 5.0., esto es más difícil que pase, puesto que sus sistemas de seguridad son encriptados, lo que hace más difícil el acceso a cualquiera.

Obviamente, también se debe evitar compartir el enlace de la videollamada con terceras personas, y pedir a los invitados que no se reenvíen. Zoom permite crear también una lista de invitados, y los usuarios, para poder acceder, tendrán que colocar su nombre tal y como está registrado. Usar contraseñas, algo obligatorio en Zoom desde hace un mes, también añade una capa extra de seguridad para que nadie se cuele en la sala.

Además, cuando todos los usuarios en la lista estén ya conectados en la sala, desde Zoom se puede bloquear el acceso a nadie más a la reunión y así se evita que extraños intenten ingresar. En caso de equivocarse y aceptar a un extraño, también se le puede expulsar definitivamente seleccionado el botón de «retirar de la reunión».

La versión web está limitada

La aplicación de Zoom para móviles, para tabletas o de escritorio cuenta con todas las funciones activas. Sin embargo, cuando un usuario no quiere instalar la app y usa la versión web, se encontrará con limitaciones. De hecho, la versión web se recomienda sobre todo si solo se va a ser «oyente» para ver o escuchar a los demás.

Ecos durante una llamada

Otro problema común con Zoom es el eco de audio durante una reunión. Si escuchas eco o comentarios durante la videollamada, hay tres posibles razones.

Primero –la más obvia– alguien podría tener activo el audio de la computadora y del teléfono al mismo tiempo. En este caso, pídeles que lo desconecten. Tendrán que apagar el audio durante la conferencia haciendo clic en la flecha hacia arriba, junto al ícono del micrófono y seleccionando Dejar audio de la computadora.

Otra causa podría ser que las personas con altavoces de computadora o teléfono podrían estar demasiado cerca unas de otras. También, puede que varias computadoras con audio activo estén en la misma sala de conferencias.

Zoom se retrasa o congela durante las reuniones

El retraso y la congelación suelen deberse a problemas con la conexión a Internet. Si estás en un dispositivo móvil, intenta moverte a un área con una conexión más estable para ver si esto ayuda.

También debes tener en cuenta las velocidades de Internet adecuadas para un chat de video exitoso. En un entorno de equipo –y cuando hablas con varias personas– querrás contar con una velocidad de descarga de alrededor de 1 Mbps, así como una velocidad de carga de 800 kbps. Siempre puedes verificar tus velocidades actuales con una rápida prueba de velocidad de Internet.

También puedes mejorar la calidad del video cambiando la configuración de Zoom. Por ejemplo, deshabilitar las opciones de HD o la configuración Retocar mi apariencia, lo cual disminuirá la cantidad de ancho de banda que requiera tu conexión de video (y la sobrecarga en el hardware de tu sistema), ayudando de paso a solucionar problemas de retraso.

Problemas para compartir pantalla

Compartir tu pantalla es una parte importante de una llamada de Zoom, y es tan fácil de hacer como clicar en Compartir pantalla, en la parte inferior de la ventana

Si planeas compartir tu pantalla durante una llamada, es posible que primero debas verificar algunas configuraciones. La primera de todas: asegúrate de tener una conexión a Internet sólida, así como de estar conectado a la llamada. Quizá no lo sabías, pero compartir tu pantalla ocupa mucho ancho de banda.

También es una buena idea probar primero el Compartir pantalla en Zoom. Puedes hacerlo seleccionando Iniciar sin video en la pestaña Inicio, al comenzar o al unirse a una reunión. Tu participación comenzará con solo audioconferencia, liberando algo de ancho de banda.

Alternativamente, si ya estás en una llamada y necesita compartir tu pantalla, apaga primero tu video haciendo clic en el botón Detener video y luego eligiendo el botón verde Compartir pantalla.

Problemas con fondos virtuales

Si estás experimentando problemas con el uso del fondo virtual, es posible que puedas resolverlos si sigues las siguientes sugerencias que propone la compañía:
  • Si no tienes la pestaña Fondo virtual en el menú configuración de tu aplicación de escritorio después de haberla habilitado, cierra sesión y vuelva a iniciarla.
  • Elige manualmente el color de fondo para asegurarte de seleccionar el color correcto. Esta opción solo está disponible después de hacer clic en una imagen.
  • Asegúrate de que el fondo sea un color sólido con mínimas sombras, idealmente de color verde intenso. Asegúrate también de que el fondo tenga una iluminación uniforme.
Problemas con el control remoto al compartir pantalla

Cuando se comparte la pantalla, la persona que mira tu pantalla puede solicitar el control remoto para ayudarte a solucionar problemas o explicar un asunto con más claridad; en Opciones de visualización hay una herramienta para solicitar control remoto en cualquier momento mientras compartes la pantalla. Si deseas habilitar el control remoto –pero este no funciona correctamente– hay varias razones a considerar:
  • El participante no acepta la solicitud: aparecerá una notificación en tu pantalla y tendrás que elegir Permitir compartir pantallas.
  • El que comparte está interrumpiendo el proceso: técnicamente, la persona que comparte su pantalla puede detener el control remoto en cualquier momento haciendo clic con el mouse. En la práctica, a veces las personas siempre están haciendo alguna cosa que interrumpe la sesión de control remoto antes de que tú puedas hacer nada. Por ello, recuérdale siempre a las personas que dejen sus computadoras en paz mientras asumes el control remoto.
  • Podrías estar en el dispositivo equivocado: los dispositivos iPad y Android, por ejemplo, actualmente no permiten ni solicitar ni dar control remoto.

Fuente: Web del maestro

domingo, 27 de diciembre de 2020

Ver la tele ya no es lo que era: algoritmos, atracones y mileniales


A nadie se le escapa que cada vez se habla más de series que de películas, más de televisión que de cine. Y hablar de series es hablar de plataformas de streaming, servicios de pago, algoritmos, atracones de series y diversas siglas y anglicismos que se han incorporado a nuestras conversaciones. Claramente la televisión ha hecho un cambio radical que solamente se puede explicar con la aparición de Netflix, el famoso Binge Model y el estreno de golpe de las temporadas completas.

El lanzamiento de los canales de pago, como HBO a mediados de los noventa, acercó la televisión a la calidad cinematográfica, aumentó la complejidad narrativa y plantó la hibridación de formatos. Con series como Sex and the City (1998-2004), The Sopranos (1999-2007) o The Wire (2002-2008) puso la televisión en boca de todos. Esto generó un cambio de era para el medio que culminó cuando Cahiers du Cinéma nombró la tercera temporada de Twin Peaks (ABC, 1990-2017) como mejor película de la década (2010-2019). Aun así, las normas formales que definían la televisión siguieron intactas.

… y llegó Netflix

La llegada de Netflix hace que esta evolución se convierta en revolución. El cambio que propone esta compañía es total y afecta a todas los aspectos que intervienen en la creación de las series.

Para empezar, cambia el sistema de venta de productos. En el panorama anterior se seguía una estrategia en que la distribuidora compraba la serie por una parte de lo que había costado. Netflix propone el sistema cost plus en el que se cubre la totalidad de los gastos y, además, se añade un ingreso extra. Esto se debe a que la distribución por internet y bajo demanda desvincula las series de las parrillas y la programación convencional. El objetivo ya no es llenar un horario, sino generar el mayor número de productos posibles y especialmente tener los derechos ilimitados para su distribución.

Y, como una revolución no es revolución si no molesta a los poderosos y amenaza el statu quo, las empresas que dominaban el panorama televisivo se pusieron en pie de guerra. Los seis grandes conglomerados que lo controlaban todo (Comcast, 21st Century Fox, Disney, Viacom, Time Warner y CBS) han visto su negocio peligrosamente amenazado por la llegada de Netflix.

Un elemento imprescindible para entender el cambio que supone Netflix es la libertad que otorga a sus creadores, lo que ha permitido la creación de contenidos más autorales. Conectan con un nuevo público, joven y tecnologizado: la generación milenial.

La televisión milenial

Los mileniales (nacidos entre 1981 y 1995) rechazan la publicidad y se han desvinculado de la televisión lineal convencional. Para apelar a este público, las cadenas han adaptado sus métodos de distribución para favorecer la posibilidad de compartir digitalmente, eje fundamental en las interacciones mileniales.

Hay un elemento que apoya todo esto: el algoritmo. En plena era del big data, Netflix fue pionera en la aplicación de estas herramientas en el mundo del entretenimiento. Viendo el inmenso potencial que tenía el sistema de recomendaciones, en el año 2006 anunció el Netflix Prize. Netflix ofrecía un millón de dólares al individuo o equipo que mejorara su sistema de recomendaciones en un 10%. Más allá de la competición en sí, el concurso permitió que todos los investigadores digitales pusieran sus ideas en común. Este momento es clave porque el panorama televisivo, y en concreto las industrias digitales, tienen como seña de identidad el secretismo y la opacidad.

El algoritmo tiene un impacto que sobrepasa su función inicial vinculada a recomendar. Con la gestión del inmenso volumen de datos que producen todos los usuarios, Netflix abandona el sistema de targets tradicional estructurado únicamente por edades y géneros. De este modo aparece un sistema de micro nichos mucho más preciso, personalizado y rentable. Esta información sobre las preferencias de los espectadores también se usa para decidir qué se produce, dónde se programa, a quién se le muestra o cómo se le muestra. El algoritmo influye en todas las decisiones que toma Netflix.

¿Sigue siendo televisión?

Proclamar que las series de Netflix no son televisión es aventurado y poco preciso. La tecnología con la que se transmite un medio no tiene por qué reformular el medio en sí. Nadie discute que la literatura deje de ser literatura al consumirse a través del libro electrónico. Pero en este caso aparecen algunos factores que empujan los límites con una gran voluntad de romper con todo lo anterior.

Definir qué es un medio siempre supone un reto, y más aún en los tiempos tan cambiantes en los que vivimos. En el caso de la televisión, se instauró el flujo constante de contenido como elemento vertebrador. Como en otros medios (como la radio) la televisión no se detiene cuando el usuario apaga el aparato. Tecnologías como el VHS o el DVD ya desafiaron estos conceptos, pero las plataformas que operan a través de internet son las que han generalizado esta práctica.

Los atracones y sus efectos

Eliminar la publicidad y dejar que el usuario cree su propia parrilla incita a estos atracones a los que estamos tan acostumbrados. Esta práctica aporta un mayor grado de control sobre el producto y mejora la vinculación con la marca. También encaja con las costumbres mileniales. Y, a día de hoy, la televisión ya se consume más en soledad que en familia.

En cuanto a su efecto sobre la narrativa, el estreno único de Netflix también pone en entredicho uno de los elementos que define la serialidad: el capítulo como unidad. Si se estrena y se consume la temporada entera de una vez, ¿qué sentido tiene dividir las tramas para que coincidan con los episodios? De este modo, la nueva televisión también invalida algunas normas formales que habían sido fundamentales durante la historia del medio.

Las nuevas series son más cortas, con tramas que piden una mayor atención y con una apariencia narrativa que las acerca a los largometrajes. Sin embargo, el mundo de la televisión es cambiante y lleno de particularidades. Lo que hoy es revolucionario, mañana puede ser cliché.

Fuente: The Conversation

viernes, 25 de diciembre de 2020

Historia de la digitalización y automatización de la industria del chocolate


Nuestros granos provienen de Costa de Marfil, Camerún, Ecuador, República Dominicana, Perú, Colombia y de aquí mismo, de México. Como nos encontramos entre cosechas, estamos comprando todos los granos para el año que viene. Cuando planificamos la producción para el próximo año, sabemos exactamente cuántas toneladas necesitamos.

Empecé a trabajar aquí (fábrica de ECOM Cacao) en 2003. En aquel entonces nuestra capacidad era de 7.000 toneladas métricas al año, y actualmente procesamos 40.000 toneladas métricas anuales. En 2010, aumentamos considerablemente nuestra producción de productos de cacao. Luego, en 2016, comenzamos a producir ciertos productos de forma interna, como  nubes y almendras recubiertas de chocolate, lo que supuso un gran cambio. Vendemos a muchos clientes diferentes aquí en México, como Hershey, Mars, etcétera, y tenemos que ser competitivos. Es muy importante producir de manera eficiente, porque los productos de cacao son alimentos y el coste de producción es lo más importante. Los que no son competitivos, están fuera. Globalmente, ECOM maneja alrededor del 10 % del cacao del mundo; solo la fábrica de México procesa alrededor del 1% del total mundial.

Hay muchos procesos diferentes que ocurren en nuestras instalaciones y ya están casi todos automatizados: tostar los granos, moler el azúcar, derretir la manteca de cacao, crear cacao en polvo, templar, moldear, empaquetar. Trabajamos con máquinas europeas, principalmente. Todos los sistemas programables de control lógico [básicamente, ordenadores que indican a la máquina más grande qué debe hacer] son de Siemens de Alemania, y hace cinco años invertimos unos 2,5 millones de euros en las máquinas de Royal Duyvis Wiener de los Países Bajos. Esa es la mayor diferencia.

Esta fábrica arrancó hace unos 20 años con muchas máquinas antiguas que ECOM compró a Nestlé, cuando Nestlé cerró su fábrica en México, y sus máquinas eran casi 100 % manuales. Hoy en día, básicamente solo tenemos dos operadores en una sala de control observando todas las ventanas y pantallas, y aproximadamente el 95 % de nuestro trabajo en la fábrica se realiza con los ordenadores. Por lo tanto, el coste de personal también es menor en la actualidad. Tenemos unos 100 trabajadores en toda la fábrica. El tamaño del equipo también ha cambiado; un tostador grande hace 20 años podía tener la capacidad de media tonelada, pero ahora son cinco toneladas.

Fuente: MIT

jueves, 24 de diciembre de 2020

Las palabras de la pandemia


Pandemia es una palabra empleada en epidemiología para referirse a una epidemia que afecta a varios países, o continentes, independientemente de su tasa de mortalidad.

Salvo expertos, no era muy común el uso de este término hasta la llegada, a principios de año, del virus a España, a Europa, A Am´rica y a todo el mundo.

Igual que esta, nuevas palabras se han ido incorporando a nuestro vocabulario hasta convertirse en habituales en nuestras conversaciones.

La expansión del virus ha dejado un sinfín de neologismos, eufemismos y nuevos términos con los que ya nos hemos acostumbrado a convivir.

En las postrimerías del año, en EFEsalud repasamos qué palabras han marcado y definido el curso de la pandemia este 2020.

Coronavirus, COVID-19 y SARS-CoV-2

Estas tres palabras se han utilizado indistintamente durante la pandemia, pero no son lo mismo.

El término coronavirus procede del latín y etimológicamente hace referencia a la forma del virus; en este caso, su parte más externa se parece a una corona solar, de ahí el nombre.

Ahora bien, los coronavirus son una familia de virus que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos.

En los humanos, se sabe que algunos coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ser leves o graves como el síndrome respiratorio agudo severo (SARS en inglés).

Es por eso que, al inicio de la pandemia, cuando se sabía poco acerca del virus se le denominó como “nuevo coronavirus del 2019”.

COVID- 19 es, sin lugar a dudas, la gran palabra del 2020. Es un sustantivo femenino y no masculino, como muchos creen, porque es un neologismo abreviado del inglés: “Coronavirus + disease +2019”.

Es la enfermedad infecciosa, descubierta más recientemente, causada por el coronavirus y responsable de la mayor crisis sanitaria en los últimos cien años.

Se trata de una enfermedad muy contagiosa y extremadamente peligrosa que ha logrado paralizar al mundo entero.

Por último, SARS-Cov-2 es el nombre del virus: un coronavirus de tipo 2 causante del síndrome respiratorio agudo severo.

Fue el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV sus siglas en inglés) quien el 11 de febrero de 2020 anunció su nombre.

Según la OMS, el nombre se escogió por su relación genética con los coronavirus responsables del brote, en 2003, de SARS.

Estado de alarma, confinamiento y cuarentena

El 14 de marzo, tras más de siete horas de Consejo de Ministros extraordinario, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretó el estado de alarma a causa del virus.

El estado de alarma es un régimen excepcional que limita la movilidad de los ciudadanos en el territorio nacional, salvo casos de fuerza mayor y con excepciones como trabajar o hacer la compra.

Además, el Gobierno asumía el mando único de las medidas sanitarias, de transporte y seguridad.

El 25 de octubre de 2020 se declaró un nuevo estado de alarma, pero con medidas más flexibles que el primero.

Confinamiento no es una palabra nueva, pero nos transporta a la gripe de 1918 conocida como “la gripe española”, cuando para protegerse del virus la única solución fue resguardarse en casa.

En realidad, en eso consiste el confinamiento. Ante la falta de un tratamiento eficaz que proteja a la población, la medicina más eficiente fue permanecer en el domicilio restringiendo la movilidad al máximo posible.

Según algunos estudios, el confinamiento evitó la muerte de 3 millones de personas en Europa y de 450.000 en España por COVID-19.

Tampoco puede faltar en nuestra lista de palabras más escuchadas durante la pandemia cuarentena, es decir, el aislamiento preventivo al que se someten las personas durante un número variable de días.

Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la cuarentena se usa para mantener a quienes podrían haber estado expuestos al virus lejos de otras personas.

Como curiosidad, su origen etimológico viene del siglo XIV cuando se estableció que el tiempo óptimo de aislamiento fuesen 40 días.

Desescalada, nueva normalidad y PCR

Estas tres palabras ni siquiera formaban parte del imaginario colectivo hasta la llegada de la pandemia a nuestras vidas.

Desescalada, o también desconfinamiento, fue un término especialmente utilizado a partir del mes de junio que hace referencia al control, en parte, de la expansión del virus.

Estuvo marcada por 4 fases graduales en las que poco a poco la población fue abandonando el confinamiento para recuperar, en la medida de lo posible, la movilidad, los actos culturales, etc.

En relación a esto, surgió lo que se llamó “nueva normalidad“, es decir, la aceptación y adaptación de la sociedad al nuevo escenario impuesto por la COVID-19.

En esta etapa es en la que nos encontramos y es vital no rebajar las medidas de seguridad y protección para evitar rebrotes.

Y, ¿quién a estas alturas no ha escuchado hablar de las PCR?.  Son las siglas en inglés de “Reacción en Cadena de la Polimerasa” y es una prueba que permite la detección de un fragmento del material genético del virus.

En pocas palabras: permite saber si estás infectado de COVID o no. Es altamente sensible y detecta la infección prácticamente desde el inicio de la misma.

Otras que nos han acompañado estos meses…

La pandemia también ha traído consigo cambios estéticos para asegurar la protección de la población. Sin duda, la mascarilla ha sido uno de los grandes iconos.

Es la barrera protectora por excelencia frente a la COVID, pero siempre teniendo en cuenta otras medidas como el distanciamiento social (de 1,5 a 2 metros) y una adecuada higiene de manos.

De carácter obligatorio, debe tapar la boca y nariz para mayor efectividad. A día de hoy, no podemos salir de casa sin ella.

Igual que ocurre con el gel hidroalcohólico o desinfectante de manos. Antes asociado a los histéricos de la limpieza, este producto está presente en todos los establecimientos y evita la expansión del virus.

Ahora bien, está recomendado cuando no se pueda realizar una limpieza con agua y jabón y para que sea efectivo debe contener, al menos, un 70 % de alcohol.

Conseguir una vacuna ha sido, en estos meses, la gran meta de los científicos para acabar con la pandemia.

Esta palabra, ahora en boca de todos, representa la esperanza después de momentos tan duros. Ya se están distribuyendo las primeras dosis con todo un panorama de esperanza e inquietud sobre su efectividad y capacidad para acabar con el virus y devolver al mundo de 2019.

No terminamos esta lista de palabras claves durante la pandemia sin nombrar a una que ha revolucionado la forma de trabajar: webinar.

Este término es un neologismo que combina las palabras “web” y “seminario” y ha sido la tónica de trabajo de millones de personas en el mundo.

Con el objetivo de mantener la seguridad y protección en estos meses, innumerables congresos, ferencias, reuniones o debates se han realizado telemáticamente.

Fuente: EFE

martes, 22 de diciembre de 2020

Científicos han creado un dispositivo que puede recrear cualquier sabor del mundo


Un investigador japonés ha creado una “muestra de sabor” que podría cambiar la forma en que interactuamos con la tecnología.

La investigación ha desarrollado una pantalla que se puede lamer que permite a las personas probar lo que ven.

La máquina libera cinco geles, llamados “Norimaki Synthesize”, que permitirán a las personas probar sus pantallas. Homei Miyashita, investigador de la Universidad Meiji, ha publicado un estudio sobre la tecnología que puede combinar el sabor y los datos mediante el uso de geles diseñados para los diferentes sabores de la lengua como salado, ácido, amargo, dulce y umami.

Homei Miyashita explicó cómo se podría utilizar la tecnología en un artículo publicado en el sitio web de la Universidad Meiji:

Como una pantalla óptica que utiliza luces de tres colores básicos para producir colores arbitrarios, esta pantalla puede sintetizar y distribuir gustos arbitrarios junto con los datos adquiridos por los sensores de gusto.

El estudio logró darles a los participantes el sabor de los dulces y el sushi sin que la comida entrara en sus bocas. Esto podría tener repercusiones significativas en términos de cómo las personas interactúan con los alimentos y en la forma en que se recibe el sabor. La investigación también se ha diferenciado de otros estudios similares que han intentado replicar el gusto por los beneficios para la salud, ya que no produce electricidad en la lengua.

Se espera que los geles agreguen otro sentido cuando las personas usen tecnología. Sin embargo, aún está por verse si la gente querría probar sus noticias. Del mismo modo, a muchos les gustaría obtener el valor nutricional de sus alimentos, en lugar de simplemente probarlos.

Por otro lado, la simulación del sabor también podría tener beneficios para la producción de alimentos y disminuir la dependencia de ciertos tipos de alimentos. Una aplicación práctica aún no está en el horizonte, pero se espera que este trabajo pueda integrarse con otras técnicas para crear una experiencia sensorial completa.

El estudio concluyó que la tecnología podría brindar a los usuarios gustos básicos:

Proponemos una visualización del sabor mediante electroforesis iónica en cinco geles, y este sistema puede reproducir un sabor arbitrario suprimiendo individualmente la sensación de cada uno de los cinco sabores básicos.

Con esta tecnología en mente, la próxima vez que veas a alguien lamiendo su teléfono podría ser porque tiene la última tecnología, no solo un extraño amor por su dispositivo.

Fuente: Intriper

lunes, 21 de diciembre de 2020

Los gobiernos ya utilizan la inteligencia artificial para tomar decisiones


De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una de cada seis muertes en el mundo se debe al cáncer. Por ello, aunque aún estamos muy lejos, investigadores de todo el mundo están trabajando con el fin de prevenirlo y erradicarlo.

Herramientas como la inteligencia artificial (IA) pueden jugar un papel importantísimo en acercarles a dichos objetivos. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Nature explica que, analizando imágenes de rayos X, la inteligencia artificial ya es capaz de hacer incluso mejores diagnósticos de cáncer de mama que los expertos humanos.

Gracias al trabajo de los ingenieros informáticos, un dispositivo (un teléfono móvil, un ordenador o una aspiradora) puede percibir su entorno y realizar tareas maximizando su probabilidad de éxito. Entonces podemos decir que tiene inteligencia artificial. Un claro ejemplo actual son los coches autónomos que pueden circular por las carreteras sin necesidad de un conductor.

¿Cómo utilizan la IA los Gobiernos?

Los Gobiernos ya han comenzado a utilizar la inteligencia artificial como herramienta para tomar mejores decisiones. Lo hacen con diferentes objetivos: predicción de enfermedades, anticipación a una posible congestión en carreteras, identificación de fraudes, provisión de servicios sociales, procesamiento de documentos, control de fronteras, etc. A continuación detallo algunos ejemplos recientes y representativos.

En la ciudad estadounidense de San José, capital de Silicon Valley, la policía está a punto de probar OnSound Acoustic Gunshot Detection.

El sistema está basado en inteligencia artificial y sensores acústicos. Permite detectar la ubicación y la dirección de los disparos producidos por armas de fuego con una precisión superior al 90 %.

El programa es capaz de ubicar en Google Maps la ubicación del disparo y de enviar dicha información directamente a la policía. El principal objetivo es reducir la violencia. Permitir a la policía actuar más rápidamente en una ciudad donde en los últimos 8 años ha habido aproximadamente 13 000 avisos de disparos.

La covid-19 ha fomentado la creación de muchas herramientas que, aunque aparentemente pudiera parecer que no tienen nada que ver con el virus, ayudan a evitar su propagación.

Por ejemplo, en la ciudad canadiense de London (Ontario) se ha comenzado a utilizar el software Chronic Homelessness Artificial Intelligence (CHAI) para predecir cuándo alguno de sus ciudadanos podría quedarse sin hogar de forma crónica.

Las personas sin hogar corren un riesgo mayor de contraer la enfermedad y contagiar a otras personas. Hay dos motivos fundamentales: el debilitamiento de su sistema inmunológico y la falta de servicios sanitarios adecuados. Empleando CHAI, el Gobierno de la ciudad puede tomar decisiones para proteger a sus ciudadanos ofreciéndoles recursos antes de que sea demasiado tarde.

El Gobierno de Finlandia está haciendo pruebas con el que se considera el asistente público basado en inteligencia artificial más ambicioso del mundo, AuroraAI. El objetivo es ofrecer a los ciudadanos servicios personalizados y filtrarlos según las necesidades concretas de cada persona en los diferentes momentos de su vida.

El desarrollo pretende estar completamente finalizado en 2022. El proyecto busca integrar en una única plataforma servicios públicos y de empresas. Por ejemplo, si AuroraAI detectase que un ciudadano quiere cambiar de empleo, le ofrecería posibles empleos, tanto públicos como privados, que se pudieran ajustar a su perfil.

Controversias, sesgos y privacidad

No obstante, las aplicaciones basadas en inteligencia artificial necesitan tratar con información personal muy sensible, y eso nunca está exento de críticas.

Por ejemplo, para evitar las quejas de los ciudadanos, Santa Cruz (California) ha sido la primera ciudad que ha dejado de utilizar la herramienta de control policial PredPol. La asociación Human Rights denunció que los datos manejados por este programa no son datos objetivos y se centran en los barrios más pobres, discriminando a las comunidades afroamericanas e hispanas.

También hay quejas que acusan a las autoridades de utilizar datos personales de los ciudadanos en una herramienta de una compañía privada sin pedir ningún tipo de consentimiento.

PredPol es una compañía cuyo principal producto, PredPol, nació de un proyecto de investigación desarrollado por el Departamento de Policía de Los Ángeles y la Universidad de California-Los Ángeles.

La empresa ha desarrollado un algoritmo capaz de predecir dónde y cuándo será más probable que ocurra algún tipo de crimen. También selecciona los perfiles de las personas que más se pueden corresponder con un potencial delincuente. PredPol se basa en un historial de delitos pasados para crear un modelo predictivo mediante inteligencia artificial.

Cómo avanzar hacia el futuro

El uso de inteligencia artificial por parte de las autoridades gubernamentales está todavía en una etapa muy temprana. Aún quedan muchos caminos por descubrir y muchos retos que solucionar.

Son necesarias iniciativas como el AI Policy Forum, impulsado por el MIT. Su objetivo es proporcionar las herramientas adecuadas con las que Gobiernos y empresas puedan implementar soluciones de inteligencia artificial teniendo en cuenta aspectos éticos y sociales como la privacidad, la transparencia o la neutralidad.

Pronto veremos muchos más ejemplos de cómo la inteligencia artificial se utiliza con éxito para tomar decisiones que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos, que salven vidas y que, en definitiva, convierta este mundo en un lugar mejor para vivir.

Fuente: The Conversation

Reducir el CO2 a golpe de clic


El futuro más distópico –o utópico– que podamos imaginar suele estar envuelto por un manto tecnológico que lo cubre todo: desde los coches y monopatines voladores (o, más bien, planeadores) con los que se topa Marty McFly, hasta la USS Enterprise capitaneada por Pike, Kirk, Spock o Picard. La tecnología está (y estará) en todos los recovecos del universo descubierto y por descubrir. En la mayoría de esos futuros –a veces no tan lejanos– que describe la ciencia ficción, todo está interconectado a través de una gran red. Pero no hace falta irse tan lejos: nuestro día a día ya está hiperconectado. Internet ha ido adquiriendo un mayor protagonismo en nuestras vidas a lo largo de los años y ya es prácticamente imposible imaginarnos nuestra rutina sin redes sociales ni Google, sin Netflix o HBO, sin Amazon o sin la posibilidad de pedir comida a través de una app. Estamos inmersos en la era digital y, muchas veces por desconocimiento y otras tantas por elección propia, decidimos ignorar el impacto que ese mundo conectado supone para nuestro planeta.

Por todos es sabido que la industria automovilística o la aviación contaminan. Cada vez son menos las personas que tiran sus residuos en el monte o en la playa y cada vez son más las que optan por un consumo responsable o por adoptar hábitos más sostenibles. La economía circular empieza a hacerse hueco en las mentes de empresarios y consumidores. Sin embargo, todos hacemos uso de internet y generamos datos masivos sin control.

En tan solo un minuto, Google puede llegar a emitir más de 30.000 kilos de CO2 a la atmósfera, o al menos esa es la cifra que revela el proyecto CO2GLE de la artista e investigadora Joana Moll, consistente en una instalación online gratuita que calcula en tiempo real las emisiones del buscador en su actividad global. Según los datos recogidos por Moll, la emisión media es de 0,037 gramos de CO2 por visita. «Tenemos que ser conscientes, como sociedad, del uso que se hace de nuestros datos y de cuánta información estamos generando con nuestros dispositivos electrónicos; muchas veces el usuario de a pie no se da cuenta de cómo se almacena toda esa información que se genera al día, ni de su impacto», explica Enrique Onieva, coordinador del Grado en Ciencia de Datos e Inteligencia Artificial y del programa de Doctorado en Ingeniería para la Sociedad y el Desarrollo de la Universidad de Deusto.

Por sorprendente que parezca, Internet sí contamina. Un correo electrónico, por ejemplo, genera 10 gramos de CO2 al año: «Cada e-mail que llega a tu bandeja de entrada y se queda ahí, sin abrir, sin borrar, produce la misma contaminación que cada bolsa de plástico que decides no comprar cuando vas al supermercado», reconoce Louis Balladur, cofundador de CleanFox, una aplicación francesa que, a golpe de clic, ayuda a que los usuarios de la red reduzcan su huella (digital) de carbono. «El 80% de los correos enviados a diario no se llega a abrir, es decir, ocho de cada diez e-mails que se intercambian en el mundo son completamente inútiles y contaminan, cuando es algo evitable», asegura. La app gratuita fundada en París en 2016 tiene clara su misión: limpiar el buzón de entrada de sus usuarios y reducir su huella de carbono de manera drástica. Balladur afirma que en tres años han conseguido que tres millones de usuarios eliminen más de 1.500 millones de e-mails. «En otras palabras, hemos evitado que se emitan 15.000 toneladas de CO2 a la atmósfera», afirma.

De media, manifiesta Balladur, un usuario que utiliza CleanFox «reduce su huella medioambiental en 10 kg tan solo borrando correos». El proceso es bastante más complejo de lo que pudiese parecer, ya que no es el correo electrónico –o la búsqueda web, o el uso de una app– lo que contamina per se, sino los datos que cada clic en un ordenador, smartphone, tablet, reloj inteligente, etc. produce. «Es difícil ver el impacto ambiental que tiene la red, a diferencia del que tiene, por ejemplo, un coche, ya que uno echa gases por el tubo de escape que son visibles, mientras que en la red no lo es, pero eso no quiere decir que este sea menor», advierte Jose Luis Friebel, director en España y Latinoamérica de DataCenter Dynamics (DCD), portal especializado en formación y actualidad relacionada con los centros de datos en todo el mundo. Friebel, Onieva y Balladur coinciden: el principal causante de la huella medioambiental de internet es la energía necesaria para que la infraestructura de los data centers funcione adecuadamente. «Cada vez que recibimos un e-mail en nuestro correo, este se almacena en un centro de datos que consume cantidades ingentes de energía. Además, cada dato que se almacena tiene que ir, por seguridad, duplicado. Por tanto, cada vez que guardamos en el correo una newsletter o un correo antiguo que no utilizamos, o que nunca hemos abierto, o que no vamos a volver a abrir, estamos usando un montón de energía que genera CO2», explica Balladur.

A día de hoy, la huella ecológica de este tráfico digital equivale aproximadamente al consumo del 7% de la electricidad mundial. En 2025 se cree que toda la industria de las TIC utilizará el 20% de la producción de energía global y, como consecuencia, será responsable del 6% de las emisiones mundiales. «Si bien es un sector que no para de crecer y que lo seguirá haciendo en un futuro cercano, ese porcentaje no contempla los posibles avances tecnológicos para que se reduzca el consumo de energía. Quizá sea menor de lo esperado», predice Friebel. Estas incluyen, además de los servidores y las infraestructuras, todos esos dispositivos conectados a internet y en los que se almacenan fotografías de alta resolución, correos electrónicos, vídeos, notas… La nube, por muy abstracto que parezca el concepto, no deja de ser un lugar real, supercomputadores y servidores encerrados en cuatro paredes que requieren, en su conjunto, de más de 400 teravatios de electricidad para operar.

Sin embargo, para Juan Romero, director de Operaciones de Equinix, «la gestión masiva de información no tiene por qué estar conectada directamente con las mayores emisiones de CO2, ya que nos proporciona información muy interesante para hacer un uso más sostenible y razonable de nuestros hábitos». Con más de 200 centros de datos en 52 países del mundo, Equinix necesita una alimentación de potencia de 5.000 gigavatios que, en el 94% de los casos, proviene de energías renovables. En el caso de España, el uso de alternativas limpias por parte de este proveedor de interconectividad asciende al 100%. «De esta manera, compensamos las emisiones que genera el almacenamiento de datos masivos», asegura Romero.

Si bien es cierto que la transición de los centros de datos a las energías verdes es clave para reducir el impacto medioambiental que tiene internet, no podemos (ni debemos) olvidar nuestra responsabilidad como usuarios. Ya no hay dudas de que sea posible reducir nuestra huella de carbono gracias a aplicaciones que eliminan datos para reducir emisiones, como CleanFox, u otras como el buscador alemán Ecosia, que dona aproximadamente el 80% de sus ingresos a diferentes organizaciones sin ánimo de lucro de todo el mundo que luchan contra la deforestación. «Nuestros servidores utilizan energía 100% renovable, y, con cada búsqueda, los árboles que plantamos eliminan 1 kg de CO2 de la atmósfera», asegura la empresa, que ha aumentado la población forestal en más de 66 millones de árboles en zonas especialmente castigadas por la deforestación. Al igual que otras plataformas similares como el motor de búsqueda Lilo, que acumula «gotas de agua» con cada búsqueda que se transforman en dinero que el usuario puede donar a proyectos sociales o medioambientales, todas estas iniciativas tienen un objetivo común: compensar las emisiones que produce el uso de internet con acciones que generan un impacto positivo en el planeta, ya sea llevando agua a una zona aislada, equipando escuelas o protegiendo la selva amazónica. Con el uso de este tipo de herramientas, como usuarios, ayudamos a que los datos que generamos incesantemente sean más sostenibles y a que, en definitiva, se compensen las emisiones de los data centers.

Enrique Onieva tiene claro que, como usuarios y consumidores, no solo debemos adquirir comportamientos digitales más sostenibles –o aprender a apagar nuestros aparatos electrónicos cuando no los estamos utilizando y desconectarlos de la corriente una vez cargados– sino que debemos exigir a las empresas una gestión y almacenamiento responsable de toda la información que generamos online; «a fin de cuentas, es Netflix, Google o Instagram la que decide almacenar datos que a los usuarios no nos interesan», argumenta. En nuestra mano está reducir lo que Onieva llama «el Diógenes digital», es decir, «todos esos datos que la gente genera porque, supuestamente, no cuesta dinero». El profesor de Deusto reconoce que la única manera de avanzar en este sentido es a través de la educación y la concienciación, lo que supone un cambio cultural considerable: «Debemos aprender que no es necesario guardar toda la información, hay cosas que se pueden perder».

A pesar de que los expertos coinciden en señalar el almacenamiento de datos masivos como el culpable de la contaminación generada en la red, hay iniciativas que buscan darle la vuelta al problema y convertir ese Big data en una solución o, por lo menos, en una herramienta. «Nosotros no percibimos que los datos en sí mismos contaminen; por el contrario, son una herramienta que ayuda a empresas, gobiernos e instituciones a ser más sostenibles», explica Esther Morales, directora de Desarrollo de Negocio de PiperLab, empresa que ha concebido una solución de Green data que contribuye, a través del análisis de datos y el uso de inteligencia artificial, a alargar la vida útil de los objetos, darles una segunda vida y, además, reducir la contaminación atmosférica. «Dentro de la economía circular en la que estamos inmersos, utilizamos todos esos datos masivos que se almacenan en centros de datos para contaminar menos, ya sea a través de la reutilización y reciclaje de productos o a través del análisis de los mismos para predecir, por ejemplo, las restricciones de tráfico que habrá en una ciudad por altos niveles de contaminación», puntualiza Morales. Con Datóxido de Nitrógeno, un bot gratuito disponible en Twitter, la empresa recoge los datos que lanzan las estaciones meteorológicas de Madrid y dan alertas, en tiempo real, sobre las posibles restricciones de tráfico. «Es una manera de utilizar los datos masivos emitidos por las estaciones para reducir las emisiones en la ciudad, involucrando a las empresas de paquetería, a los transportistas y a la ciudadanía», explica.

Del mismo modo, el uso de la tecnología y el análisis de datos permite mejorar la gestión de residuos en las ciudades, por ejemplo, a través de contenedores inteligentes, que avisan cuando están llenos a través de sensores para crear rutas óptimas y eficientes y ahorrar tiempo y dinero. Es uno de los objetivos de SmartWaste, un proyecto desarrollado por Ecoembes e Indra que hasta el momento está en marcha en Logroño, La Rioja, La Palma y Cantabria.

«Nos acercamos a una sociedad más digitalizada y conectada, que depende de una tecnología que cada vez demanda más cantidad de energía, por lo que el reto consiste en equilibrar el almacenamiento y la demanda y asegurar que la energía sea fiable y limpia», reflexiona Jose Luis Friebel. Aunque se haya reducido el consumo de papel o apostemos por la compra de cercanía, no podemos asumir que nuestra huella de carbono desaparece automáticamente. Internet, esa alternativa al consumo tradicional, sigue siendo un potente contaminador. El reto hoy es cómo invertir la ecuación: ¿seremos capaces de convertirlo en un aliado para cuidar el planeta?

Fuente: Circle

sábado, 19 de diciembre de 2020

Sobre la (in)violabilidad de las comunicaciones


El derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones privadas es un derecho fundamental contemplado en las principales convenciones internacionales sobre derechos humanos. En Latinoamérica, la mayoría de sus países reconoce a nivel constitucional la inviolabilidad de las comunicaciones como un derecho fundamental y que, por tanto, solo puede ser suspendido en casos excepcionales y bajo las condiciones establecidas en una ley. O, al menos, así debería ser.

Los estudios, sin embargo, muestran que el uso de medidas investigativas intrusivas de la privacidad de las personas, entre ellas, la interceptación de las comunicaciones, es una práctica que está lejos de ser excepcional.

Interceptación de las comunicaciones

Dado su carácter de derecho fundamental, la regla general es que el derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones solo pueda ser limitado en los casos y bajo las circunstancias establecidas expresamente por ley, lo que se da, generalmente, en el marco de investigaciones penales o por motivos de seguridad del Estado.

Adicionalmente, estas medidas intrusivas suelen ir acompañadas por algunos mecanismos de control para evitar su principal riesgo: que terminen siendo ocupadas como herramientas de vigilancia estatal, especialmente en contra de ciudadanos y disidentes del gobierno de turno. Esto no es conspiranoia, la protección de las comunicaciones privadas frente a la vigilancia estatal se remonta a varios años en el pasado, siendo uno de los primeros antecedentes el caso de Giuseppe Mazzini, activista por la unificación italiana que descubrió que agentes estatales leían sus cartas.

Mecanismos de control de la vigilancia estatal

El principal mecanismo de control es la autorización judicial previa, pero algunos países han ido un poco más allá. Por ejemplo, en el caso de Brasil, una vez realizada la diligencia de interceptación, el juez debe decidir si los resultados son relevantes para la investigación. Otro caso interesante es el de Chile, cuya legislación exige, además de la autorización judicial previa, que la medida de interceptación sea notificada al afectado con posterioridad a su realización (artículo 224 del CPP). Sin embargo, la evidencia indica que los mecanismos de control existentes no son suficientes.

En el caso chileno, el mecanismo judicial ha mostrado ser mucho menos estricto de lo que debiera. De acuerdo a números recientes, se realizan alrededor de 66 interceptaciones diarias, por lo que es difícil que jueces estén analizando el mérito de las solicitudes. Estas  solo debieran ser autorizadas bajo sospechas fundadas, basadas en hechos determinados, y para persecución de delitos que merezcan pena de crimen). En cuanto a la notificación del artículo 224, tampoco se cumple.

Actualmente el único mecanismo fiable de control que existe para comprobar cómo funcionan las interceptaciones del CPP es la entrega voluntaria que las principales empresas de telecomunicaciones realizan de datos anonimizados, lo que ha permitido evidenciar los problemas del sistema.

Pero el proyecto de ley sobre delitos informáticos pondría en riesgo este último mecanismo, al aumentar la sanción que arriesgan las empresas en caso de incumplir el deber secreto respecto de los requerimientos de interceptación que reciben. Con las nuevas reglas, bajo la amenaza de una sanción penal – hoy, multa administrativa-, difícilmente las empresas querrán colaborar con instancias de control ciudadano, como la encuesta Quién Defiende Tus Datos.

Una explicación posible para la falta de cumplimiento de esta obligación legal es la falta de capacidades técnicas para realizar las notificaciones exigidas por la ley. De ser este el caso, la dificultad podría ser fácilmente solucionada con la ayuda de las mismas empresas de telecomunicaciones que reciben las órdenes de interceptación.

Estas empresas fácilmente podrían comunicar a sus usuarios el hecho de haber sido objeto de escuchas telefónicas, una vez terminado el plazo de la investigación. Pero actualmente están impedidas de hacerlo. Esto, porque mientras no se formalice la investigación en su contra, el usuario afectado por una escucha telefónica no tiene calidad de interviniente en el proceso penal y, por tanto, el deber de secreto que pesa sobre las empresas de telecomunicaciones alcanza al propio usuario afectado. Esto último, por aplicación del secreto relativo del proceso penal chileno: las investigaciones del Ministerio Público sólo pueden ser conocidas por los intervinientes del proceso (artículo 182 CPP), es decir, fiscal, imputado, defensor, víctima y querellante (artículo 12 CPP).

¿Significa esto que las personas afectadas por interceptaciones no tienen derecho a saberlo? En ningún caso. El artículo 224 establece el deber de notificar al “afectado”, no al “interviniente”. Pero la falta de mecanismos de control eficaces y el desconocimiento de los afectados por esta clase de medidas permite que las mismas sean abusadas, llegando a usarse incluso para la creación de pruebas. Lo anterior es particularmente grave, considerando que ni siquiera el Congreso ha logrado que el Ministerio Público informe sobre el cumplimiento de sus obligaciones legales.

La solución

Dado que el Ministerio Público no está cumpliendo con el deber de notificación del artículo 224, y que se niega a entregar información al respecto, en una sesión reciente de la Cámara de Diputados de Chile, donde se discute el proyecto de ley sobre delitos informáticos, se propuso un mecanismo de control que pareciera ser una solución eficaz y eficiente: que sean las telcos las que cumplan con el referido deber de notificación.

Sin embargo, tanto los representantes del Ministerio del Interior y Seguridad Pública como del Ministerio Público se opusieron a la medida, sin ofrecer una alternativa, aún cuando durante la misma sesión admitieron no estar cumpliendo con la obligación legal de notificar al afectado.

Ante la falta de soluciones alternativas, lo razonable sería que se volviera a discutir la que, hasta ahora, pareciera ser la única solución efectiva.

Ni conspiranoia ni exageración. No necesitamos viajar cientos de años en el tiempo, recordando a Mazzini para justificar nuestra preocupación. Basta pensar en Edward Snowden, cuyo caso –lejos de ser el único– permitió develar la extensión de la vigilancia estatal.

Fuente: Derechos Digitales

viernes, 18 de diciembre de 2020

Potosí pasa al primer lugar en la Memoria del Mundo - Bolivia


La apreciación de que Potosí es la región más histórica de Bolivia se hizo realidad ayer, cuando el programa Memoria del Mundo Bolivia, dependiente de su homónimo de la Unesco, inscribió 6 documentos originados en nuestro Departamento.

El comité se reunió virtualmente este jueves, luego de que su reunión anual, prevista para marzo, debió suspenderse por la emergencia sanitaria motivada por la pandemia. Se trata de la categoría 2019, la segunda que fue convocada desde que se constituyó la versión boliviana del comité de la Unesco.

El programa Memoria del Mundo (Mowlac, por su sigla en inglés) depende de la Unesco y es el equivalente del patrimonio mundial, pero para documentos.

En la primera versión, categoría 2018, se inscribió nueve documentos: cuatro de Potosí, cuatro de La Paz y uno de Sucre. Este último fue el Acta de Fundación de la República de Bolivia.

En la categoría 2019, fallada ayer, se aceptó a seis documentos presentados por instituciones potosinas, con lo que los inscritos en la Memoria del Mundo por esta región ya llegan a diez. En esta ocasión, La Paz solo inscribió uno, con lo que llega a cinco. Sucre, Cochabamba, Tarija y Oruro inscribieron a uno.

Hasta ahora, la Memoria del Mundo Bolivia ya lleva inscritos documentos bajo la siguiente relación numérica: Potosí, 10; La Paz, 5, y Sucre, 2. Cochabamba, Tarija y Oruro se suman a la lista con uno. Otro detalle que no pasó desapercibido es que la postulación de Cochabamba, presentada por el Centro Patiño, también se refería a Potosí, porque se trata de la edición príncipe de la guía de Cañete que fue editada por Armando Alba.

La Casa de Moneda y la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP) presentaron postulaciones en los dos años y lograron registrar los documentos propuestos.

El Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia postuló el Álbum de paisajes, tipos humanos y costumbres populares de Bolivia de Melchor María Mercado.

Fuente: El Potosi

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Debemos darle un toque humano a la economía de la inteligencia artificial


Desde hace años, les hemos ido dejando las tareas rutinarias a las tecnologías de automatización, robótica e inteligencia artificial. La pandemia de la Covid-19 aceleró esa tendencia, impulsada por tres necesidades: mayor productividad, menores costos y seguridad humana. En un giro repentino, el contacto humano ha dejado de ser recomendable, pero al mismo tiempo es más ansiado que nunca. Las empresas de entregas a domicilio, los plomeros e incluso algunos proveedores de equipo médico ahora alardean sobre su servicio “sin contacto”, pero todos disfrutamos cada oportunidad que se nos presenta para compartir una comida en vivo y en directo o una reunión en persona.

En los albores de una economía de inteligencia artificial, 2020 nos ha mostrado cuán importante es la conexión humana.

Cuando comenzaba mi carrera en inteligencia artificial en 1983, en mi solicitud para el programa de doctorado de la Universidad Carnegie Mellon describí esa disciplina como “la cuantificación del proceso mental humano, la explicación del comportamiento humano” y el “paso definitivo” para comprendernos a nosotros mismos.

En cierto sentido estaba equivocado, y en cierto sentido, en lo correcto. Los programas de inteligencia artificial pueden imitar, e incluso superar, al cerebro humano en la realización de muchas tareas. Pero si la inteligencia artificial nos permite de verdad comprendernos a nosotros mismos, será porque nos libera del pesado trabajo mecánico de las tareas rutinarias para que podamos concentrarnos en nuestra humanidad y en las conexiones compasivas de unos con otros.

Ya sabemos que muchos de los trabajos remplazados no se recuperarán, pues la inteligencia artificial puede realizarlos mucho mejor que las personas y casi sin ningún costo. Esta situación generará un tremendo valor económico, pero también causará un desplazamiento laboral sin precedentes. Como señalo en mi libro titulado A.I. Superpowers: China, Silicon Valley, and the New World Order, según mis cálculos, para 2033 la inteligencia artificial y la automatización serán capaces de realizar entre el 40 y el 50 por ciento de nuestros trabajos.

Si queremos empezar a prepararnos desde ahora para los millones de trabajos desplazados y abocarnos a la capacitación para adquirir las habilidades nuevas que serán necesarias cuando la inteligencia artificial no solo sea una herramienta, sino también una compañera de trabajo, mi propuesta se resume en tres palabras con R: reaprender, recalibrar y renacer. Este enfoque debe formar parte de un colosal esfuerzo por cambiar nuestra manera de pensar sobre la vida y el trabajo para poder lidiar con el problema económico central de nuestros tiempos: la revolución de la inteligencia artificial.

Lo primero (y quizá lo más sencillo) será prevenir a las personas cuyos trabajos peligran y establecer programas para que reaprendan sus disciplinas con el uso de inteligencia artificial. La buena noticia es que hay muchas habilidades “humanas” que la inteligencia artificial no puede perfeccionar: la creatividad, la interacción social, el trabajo de cierta complejidad física o que requiere destreza y, por supuesto, el uso de las herramientas de inteligencia artificial que requieren operadores humanos.

Las escuelas vocacionales deben rediseñar sus programas de estudios y ofrecer más cursos relacionados con empleos sostenibles. Los gobiernos podrían encabezar estos esfuerzos y ofrecer incentivos y subvenciones para ese tipo de cursos, en vez de apoyar ciegamente medidas económicas generales como el salario básico universal. Las empresas también podrían ofrecer cursos, como el programa de Amazon designado Career Choice. Este programa paga hasta 12.000 dólares al año durante cuatro años para que los empleados que trabajan por hora en Amazon obtengan grados en ocupaciones de gran demanda como mecánica de aeronaves, diseño asistido por computadora y enfermería.

Con pandemia o sin ella, la importancia y el número de los trabajos centrados en servicios para los seres humanos, como la enfermería, aumentará a medida que también lo hagan la riqueza y la esperanza de vida. La Organización Mundial de la Salud predice que para 2030 nos faltarán alrededor de 18 millones de los trabajadores de la salud necesarios para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas de “vida saludable y bienestar para todas las personas”. Existe una necesidad apremiante de reevaluar este tipo de empleos vitales pero menospreciados que ofrecen servicios a los seres humanos, no solo en lo referente a la percepción que tenemos de ellos, sino también a los sueldos que perciben quienes los realizan. Estos empleos sentarán las bases para la nueva economía de la inteligencia artificial.

Como parte de la preparación de las personas para la transición final hacia una economía impulsada por la inteligencia artificial, también tendremos que recalibrar muchos de los empleos actuales. Al igual que hizo el software hace algunas décadas, la inteligencia artificial puede multiplicar el pensamiento creativo de los seres humanos gracias a la capacidad implacable de las computadoras para manejar enormes cantidades de datos, crear hipótesis correspondientes a distintas alternativas y optimizar resultados. No existirá una herramienta genérica única de inteligencia artificial, sino herramientas específicas hechas a la medida para cada profesión y aplicación. Podríamos tener un programa de generación de moléculas basado en inteligencia artificial para los investigadores de fármacos, un planeador publicitario con inteligencia artificial para los mercadólogos o un verificador de datos con inteligencia artificial para los periodistas.

Combinar la optimización de la inteligencia artificial y el toque humano nos permitirá transformar muchos empleos y crear muchos más. La inteligencia artificial realizará las tareas rutinarias junto con los seres humanos, quienes se encargarán de las tareas que requieren precisamente algo de humanidad. Por ejemplo, los futuros médicos todavía serán el principal punto de contacto de los pacientes, pero utilizarán herramientas de diagnóstico con inteligencia artificial para identificar el mejor tratamiento. Gracias a esta colaboración, el papel del médico se transformará en el de un prestador de cuidados compasivo, que tendrá más tiempo para dedicarse a sus pacientes.

Al igual que el internet móvil condujo a la creación de trabajos como el de conductor de Uber, la llegada de la inteligencia artificial creará empleos que todavía ni siquiera nos imaginamos. Algunos ejemplos actuales son los ingenieros en inteligencia artificial, los científicos de datos, los etiquetadores de datos y los mecánicos de robots. Debemos estar pendientes del surgimiento de este tipo de trabajos, darlos a conocer y ofrecer capacitación para cumplirlos.

Por último, al igual que las adineradas ciudades italianas y sus comerciantes financiaron el Renacimiento en ese país, nuestra esperanza debe ser que la inteligencia artificial inspire su propio renacimiento. Conforme les dejemos más responsabilidades y tareas a las máquinas en la nueva economía, la inteligencia artificial les inyectará flexibilidad a los patrones tradicionales de trabajo, lo que nos permitirá diseñar otra forma de equilibrio entre trabajo y vida personal y transformar tanto la rutina de los días laborales como las edades de retiro. Gracias a que este nuevo contrato social nos dará más libertad y tiempo, las personas podrán dar rienda suelta a sus pasiones, a su creatividad y a sus talentos, y esa exploración personal, a su vez, impulsará su carrera profesional como nunca antes.

Los pintores, escultores y fotógrafos podrán utilizar herramientas de inteligencia artificial para hacer composiciones, experimentar, enumerar y redefinir sus obras de arte. Los novelistas, periodistas y poetas emplearán nuevas tecnologías para desarrollar el arte de escribir en direcciones que nunca antes habían pensado. Los educadores, liberados del arduo trabajo de calificar y cumplir requisitos administrativos, por fin podrán canalizar su energía al diseño de sesiones que despierten la curiosidad, el pensamiento crítico y la creatividad. Los programas de inteligencia artificial pueden ayudar a enseñar hechos y cifras, y así los maestros podrán dedicar más tiempo a desarrollar la inteligencia emocional de los estudiantes.

Las tres “R” representan una misión sin igual para la humanidad. Las empresas necesitarán capacitar de nuevo a un enorme número de trabajadores desplazados. Los gobiernos deberán recaudar cantidades astronómicas de dinero y redistribuirlo para financiar esta transición. Las escuelas tendrán que darle un nuevo giro a la educación para producir egresados creativos, sociales y multidisciplinarios. Todo debe redefinirse: la ética de trabajo de la sociedad, los derechos de los ciudadanos, las responsabilidades de las empresas y el papel de los gobiernos.

En todas estas áreas, el papel de las tecnologías de inteligencia artificial es vital. Si lo hacemos bien, la inteligencia artificial nos liberará de tal forma que podamos explorar no solo nuestra creatividad y compasión recíproca, sino también nuestra humanidad.

Fuente: NYT

martes, 15 de diciembre de 2020

Llamadas spam van en aumento, este es el top de países más afectados en 2020


¿Cuántas llamadas de números desconocidos recibes al día? No es una coincidencia que en el 2020 haya aumentado el número de estas llamadas porque la realidad es que tu información cada año está más insegura. En el 2019, países de Sudamérica lideraron la lista de llamadas spam y este 2020 parece que las cosas no han cambiado mucho.

De acuerdo con el informe de 2020 publicado por TrueCaller, en el 2020 Europa se vio más afectado por las llamadas no deseadas. Sin embargo, Sudamérica sigue liderando el conteo. Pero ¿de dónde vienen todas estas llamadas o cuál es su objetivo?  

Un análisis mundial a las llamadas spam o desconocidas

Según la información recabada por la empresa más de una quinta parte de las llamadas spam son estafas, muchas de ellas relacionadas con la pandemia de Covid-19. Por otro lado, el 32% del total son llamadas de publicidad y un 23% de operadoras, todo esto en el caso de España.

Para Brasil, las cosas son aún más complicadas debido a que el 48% de las llamadas son estafas, mientras el 42% son de servicios financieros y el resto de proveedores de telefonía o telemarketing. 

No obstante, parece que Europa va camino a convertirse en el mercado favorito de las llamadas spam o desconocidas, ya que distintos países de la zona registraron un aumento increíble de este tipo de contacto.

Por ejemplo, Hungría experimentó un 1132% de aumento, Alemania 685%, Bélgica subió con un 557% y Rumanía se quedó en los últimos lugares con un 395%. Del otro lado del mundo, Estados Unidos es el segundo país con más spam del mundo con un aumento del 56% en comparación al 2019. 

¿Qué pasa con Latinoamérica y las llamadas de estafa?

En Hispanoamérica, Chile, México, Perú y Colombia se encuentran entre los países más afectados por este tipo de prácticas. Aunque, las cuatro naciones experimentaron un descenso en los casos lo cual les permitió bajar en el ranking mundial.

En México, por ejemplo, las llamadas spam se redujeron un 40%, y aún así, los mexicanos recibieron una media de 15,5 llamadas cada uno. Los principales objetivos de las llamadas desconocidas en este país son de servicios financieros, seguidos de estafas. 

Perú, por su parte, experimentó una reducción del 59%, cayendo a la posición número 14 en el tip 20 de países más afectados del 2020. Colombia redujo sus llamadas no deseadas en un 49% y esto se traduce en mayor seguridad para los usuarios. 

En general, las llamadas spam o desconocidas son en su mayoría fraudulentas. En 2020, la pandemia se convirtió en el tema esencial para estafar económicamente a las personas. Tan sólo en Estados Unidos se estima una pérdida de 19,700 millones de dólares por llamadas de estafa relacionadas a la covid-19.

Por esta razón, queremos que pongas mucha atención al compartir tus datos y de preferencia no contestar ningún número que sea desconocido entre tus contactos. Asimismo, intenta no brindar datos personales en alguna llamada y, sobre todo, acércate a instituciones oficiales para mayor información acerca de la pandemia o alguna llamada fraudulenta.

Fuente: Ecosfera

lunes, 14 de diciembre de 2020

Los empleados de todo el mundo han descubierto el teletrabajo y el 72% quiere quedarse en él


El teletrabajo es ya una realidad en todo el mundo. Si en el pasado poder ejercer tu actividad laboral desde casa era casi un privilegio para el trabajador, la pandemia del coronavirus ha forzado que una práctica aún no establecida ni clara entre las empresas encuentre un fuerte arraigo en los tiempos que corren. Y los trabajadores parecen estar más que encantados con el cambio de paradigma. Tanto, que la satisfacción laboral ha aumentado en todo el mundo en consecuencia.

Predisposición. Una muestra de que el sistema está funcionando, al menos para los trabajadores, es que el 72% de los empleados del mundo espera poder seguir teletrabajando regularmente una vez la crisis derivada de la pandemia haya finalizado, según el informe Reimaginando la experiencia humana. Cómo adoptar las nuevas prioridades de la vida laboral y las expectativas de una fuerza de trabajo líquida, elaborado por Jones Lang LaSalle (JLL).

No obstante, la mayoría descarta la idea de abandonar las oficinas para siempre. Como si su presencia nos recordara que nuestra relación contractual con la empresa sigue intacta. Que la existencia de una sede respaldase nuestra condición de trabajadores activos. Solo un 26% de los encuestados está satisfecho con la idea de borrar del mapa las oficinas. Y el 50% opta por un sistema híbrido, donde se alternen las actividades en remoto desde los hogares y las funciones presenciales en las oficinas.

El cambio. Y es que la pandemia ha roto los moldes a los que estabamos acostumbrados y las ya extintas ideas de estar atado a la oficina. Desde el primer confinamiento, el 21% ya cree que la mejor fórmula para desarrollar el teletrabajo es dos veces a la semana, en comparación con el 7% que elegía esta opción antes de la llegada del virus, cuando un único día de la semana era lo ideal para la mayoría.

Ahora, la opción de dejar la jornada a distancia en un día ha caído hasta la tercera posición y solo es elegida por el 11% de los encuestados.

Satisfacción. Aunque era predecible, la satisfacción laboral en el mundo ha mejorado con la llegada del teletrabajo. Un 76% de los empleados ha señalado que su jornada ha sido más flexible, según un estudio de Cigna International Markets. En España, la cifra sube hasta un 80%. Además, sorprendentemente, los índices de soledad no se han visto afectados. De hecho, el sentimiento de conexión social se ha incrementado desde enero un 10%. Las personas también sienten que las relaciones con sus colegas de trabajo se han vuelto más cercanas durante la crisis. El 64% está de acuerdo en que trabajar desde casa y usar tecnología para comunicarse ha simplificado las conexiones con sus compañeros.

Además, no hay que olvidarse del tiempo que los empleados pierden en trasladarse al lugar de trabajo: cuatro de cada diez europeos tardan más de 45 minutos en llegar a la oficina.

Problemas. Pero no todo puede ser de color de rosa. Pese a todo, el 79% de los encuestados sienten que han de estar “siempre conectados”, algo que ha aumentado en la mayoría de los países. Es el coste del teletrabajo: la no desconexión. Y no solo eso. Las jornadas de trabajo se han alargado: un 59% de los encuestados ha afirmado trabajar más tiempo que antes.

Precisamente, una de las principales causas de que los empleados se encuentren desbordados es que la vida laboral se inmiscuye irremediablemente en la vida familiar: el 74% de quienes teletrabajan revisa su correo fuera del horario laboral, frente al 59% de quienes no trabajan desde casa. De hecho, un análisis de NordVPN indica que desde el confinamiento comenzamos antes la jornada y, sin embargo, no dejamos de trabajar más temprano. Los datos de Surfshark —otro proveedor de VPN— recogidos en Bloomberg mostraban incluso picos de actividad entre las 00 y las tres de la madrugada, que para nada eran frecuentes antes del inicio de la pandemia.

En el pasado. ¿Pero cómo era la situación de los empleados antes del teletrabajo? Basta con comparar los datos actuales con los de hace un año para ver que su satisfacción laboral ha mejorado. La tasa de satisfacción en España en 2019 era de un 71%, aún mayor que las registradas en países como Reino Unido (69%), Francia (67%) o Alemania (65%), según Randstad. Este análisis revelaba entonces que la tasa de satisfacción de los profesionales españoles había caído tres puntos porcentuales desde 2018 (74%).

El coste. A pesar de todas las virtudes que parece tener el teletrabajo, resulta un hecho que muchas personas no cuentan con una oficina, un estudio o un lugar adecuado en el que poder trabajar cómodamente en su casa. Este escenario ha provocado que muchos trabajadores se hayan visto en la obligación de invertir para poder acondicionar su espacio laboral. Un estudio del portal Idealo apunta que el precio mínimo para acondicionar una mesa de trabajo son 200 euros.

Así, los empleados consideran que el teletrabajo no debería salirle gratis a las empresas: el 75% espera que la compañía les apoye de alguna manera. En concreto, el 47% requiere que esta le proporcione las herramientas y materiales que necesita para el desempeño de sus tareas; el 36%, una asignación económica que se pueda usar libremente con el objetivo de crear un ambiente de trabajo adecuado; el 33%, que cubra sus gastos de electricidad y el 25%, la instalación de una estación de trabajo ergonómica en casa.

El conflicto. Y ahí es donde entra en juego la ley de regulación del teletrabajo en la que Gobierno, patronal y sindicatos se ven inmersos. Una de las preguntas que aún sigue en el aire es: ¿Quién paga la factura de la luz, la conexión a Internet o los equipos utilizados? La ley señala a los empresarios. Ahora bien, el borrador aún no fija umbrales ni porcentajes concretos, a determinar por empleadores y empleados en el marco de la negociación colectiva. Aunque sí indica que el empleador no tendrá la obligación de sufragar los "gastos indirectos", ni tampoco tendrá que compensar "la totalidad de los gastos".

Fuente: Magnet

domingo, 13 de diciembre de 2020

Los retos de las citas virtuales


Cuando Casey Boykins, una actriz de 24 años de Brooklyn, Nueva York, empezó a salir con Allie, una actriz de 26 años, en marzo, la química entre ellas era innegable. Se habían conocido dos semanas antes en el Magnet Theater Training Center de Manhattan, cuando fueron elegidas para participar en la misma obra.

Sin embargo, antes de que tuvieran la oportunidad de convivir fuera del trabajo, el cierre del coronavirus obligó a Boykins a pasar la cuarentena en Chicago con su padre. Decidió enviarle un mensaje a Allie en Instagram y entablar una conversación que esperaba que diera como resultado una relación.

Organizaron una cita por FaceTime con tragos caseros. “Se sintió exactamente como una primera cita, excepto que no puedes besar a la persona al final”, dijo Boykins. “No pasábamos más de dos o tres días sin vernos por videollamada. Y también hablábamos por teléfono durante horas”.

Después de cuatro meses de videollamadas, la comodidad que sentían aumentó y sus conversaciones se volvieron más íntimas.

“No creo que haya hablado por teléfono tanto tiempo con alguien desde que estaba en la secundaria”, dijo Boykins. “Aprendimos mucho la una de la otra y pasamos tanto tiempo hablando que parecía que estábamos en una relación”.

Cuando Boykins regresó a Nueva York en julio, invitó a Allie a una cita en su departamento. De manera sorprendente, la química en persona no coincidió con la que se sintió durante los cuatro meses de citas por videollamadas.

“Había hablado con ella durante tanto tiempo que parecía que nos conocíamos”, dijo. “Lo único raro fue cuando me pregunté cómo nos íbamos a tomar de la mano o cómo sería el primer movimiento”.

No obstante, cuando llegó el momento de abrazarse, Boykins notó instantáneamente que algo se sentía fuera de lugar. Durante el resto de la noche, no se tocaron. Cuando la cita terminó, se encontró con un mensaje de texto de Allie en el que le decía que su energía en persona se sentía amistosa.

“No creo que trate de enamorarme de alguien de esa manera otra vez”, dijo. “Fue muy triste y también confuso, porque sentí que estaba siendo yo misma. Pero no todo el mundo es la misma persona por teléfono y en la vida real”.

La química que se desarrolló por video, pero que no está presente en la vida real, no es poco común para los solteros que optaron por las citas por videollamadas durante la pandemia. Las habilidades de selección no son el tema en ese tipo de desconexión, sino más bien los límites de un escenario bidimensional.

“Lo que sucede es que cuando conocemos a alguien por primera vez después de una cita por video, ya hay algo de familiaridad”, dijo Jacqueline Mendez, terapeuta matrimonial y familiar, y terapeuta sexual certificada en Los Ángeles. “Sentimos que conocemos a esa persona pero, en realidad, solo conocemos la fachada de la persona.

“El video solo nos da una vista de alguien”, dijo. “Hay una pieza faltante de la energía física de la persona. Por eso, lo que termina sucediendo es que empezamos a desarrollar una fantasía del otro solo con la información que tenemos. Y entonces la ilusión toma el control, y empezamos a imaginar cómo será esa persona, cómo será cuando finalmente nos encontremos, y comenzamos a alimentar y nutrir la fantasía”.

Boykins aprendió la importancia de la interacción física para decidir si realmente hay una conexión. “Hay tantos detalles que se suman para que me guste una persona, y tiene que ver con la manera en que mueve su cuerpo, la manera en que te toca el brazo cuando te habla y cómo te mira y te hace sentir cuando está cerca”, agregó. “Pero no creo que puedas entender nada de eso por teléfono”.

Aunque saber si te gusta el sonido de la voz de alguien o su sentido del humor puede suceder a través de videollamadas, Boykins cree que la compatibilidad o una chispa tiene que suceder cuando dos personas están frente a frente, cuando están haciendo contacto visual.

Otra desventaja de las citas por videollamada es la imposibilidad de ver el cuerpo completo y los gestos de una persona.

“Nos gusta mucho el movimiento; eso tiene que ver con nuestra corteza visual”, dijo Anne-Maartje Oud, una experta en comportamiento y asesora que vive en Ámsterdam. “Queremos ver a la gente, pero el video es solo un escenario en 2D, y eso es muy difícil para nuestro cerebro porque deseamos ver todo lo demás. Así que no es la interacción que necesitas cuando realmente quieres conectarte con alguien, porque no vemos todas las partes del cuerpo”.

Oud también señala la importancia de la proximidad en las citas. Con el video, no hay una distancia establecida. “Si gentilmente quiero acercarme un poco para tocarte, tal vez en la vida real dirías: ‘Oye, vete’”, comentó. “O tal vez lo aceptes y te guste. Pero toda esa compenetración y establecer lo que cada uno prefiere no tiene lugar en video”.

Otro problema con las citas por video son las expectativas físicas no satisfechas. Cuando Catalina Mejía, una periodista bilingüe de 24 años en Washington, se encontró con un hombre con el que se había estado comunicando regularmente en FaceTime durante un mes y medio, se sorprendió al descubrir que era más bajo de lo que ella esperaba. “Si hubiera sido una situación diferente en la que lo hubiera conocido en persona, tal vez su altura no hubiera sido un problema porque sé en lo que me estoy metiendo”, dijo.

Aunque sus conversaciones parecían fluir fácilmente a través de FaceTime, al hablar en persona comenzó a sentir una vibra inesperada e incómoda. “En un momento, me dijo: ‘Creo que deberíamos pasar al siguiente nivel’”, explica Mejía. “Y yo le dije: ‘¿De qué estás hablando?’. Luego me preguntó si podía tomar mi mano y empecé a pensar: ¿estamos en el jardín de infantes, acaso? Esperaba que tomara la iniciativa, porque ya habíamos hablado por bastante tiempo. Me parecía que, hasta cierto punto, mi interés era evidente”.

Mejía admite que, a partir de sus interacciones en video, se hizo una imagen de cómo sería el chico en persona, algo que Oud describe como una respuesta natural al conocer a alguien virtualmente. “Analizamos todo y analizamos a una persona de la cabeza a los pies”, dijo Oud. “Y luego eso te brinda información y datos que te hacen algo, ese es tu filtro. Puede ser que te guste una persona pero, si no tienes toda la información, probablemente te la imagines de alguna manera”.

Que la química pueda establecerse a través de videollamadas depende únicamente de lo mucho que ambas partes se esfuercen para que su conexión virtual imite una conexión en persona. Oud sugiere mostrarse completamente de pie y darse la vuelta para tener una visión clara de cómo te ves, incluso si eso resulta incómodo. También sugiere no solo escuchar y hacer preguntas, sino crear más interacción. “Reúnanse lo antes posible cuando sea seguro y, si no pueden, traten de entender cómo obtener más información sobre esa persona no solo hablando cara a cara”, sugirió Oud. “Tal vez quieras ver lo que llevan puesto o qué libros tienen, pero cuando se trata de lenguaje corporal y comportamiento, necesitas mucha más información que una sola conversación”.

Fuente: NYT