Son las 8 a. m. cuando las dos entramos a Zoom para hablar de este artículo. Varios musicales de Disney suenan en el fondo de nuestras conversaciones mientras bebemos café y tenemos problemas para recordar la vida antes del coronavirus. Tan solo hace semanas, ver a nuestros niños pequeños embobados por las pantallas a primera hora de la mañana habría causado pánico. ¿Ahora? Es un martes cualquiera. De hecho, las pantallas están encendidas mientras escribimos este artículo. ¿De qué otra manera podríamos hacerlo?
Conforme los confinamientos del coronavirus se propagan por todo el país, muchos padres están recurriendo a la televisión, las tabletas y los videojuegos más de lo que habitualmente lo harían. De hecho, la televisión, las plataformas de transmisión en continuo y las descargas de aplicaciones han visto aumentos notables en su uso desde que comenzó la pandemia. Aunque parte de este tiempo frente a las pantallas se relaciona con la enseñanza remota en salones virtuales de clases, el tiempo frente al televisor de los niños se ha disparado desde el inicio de la pandemia. Canales como Cartoon Network, Disney Channel, Boomerang y Nickelodeon han informado sobre aumentos en las audiencias de hasta casi un 60 por ciento en una sola semana.
Como madres y científicas que estudiamos y tratamos enfermedades en niños (una de nosotras es epidemióloga y la otra, pediatra), entendemos lo irritante que es ver a nuestros hijos de pronto pegados a la pantalla para ver “Frozen 2” a las 8 a. m. Y, tras años de seguir lineamientos para limitar la exposición a los medios, es difícil no preguntarse si todo ese tiempo frente a las pantallas está bien. ¿Los dañará pasar de las restricciones estrictas del tiempo que pasan nuestros hijos consumiendo medios a un periodo de libertad de visualización? ¿Qué no se supone que el tiempo frente a las pantallas de todos modos es malo?
No necesariamente, dijo Jenny Radesky, pediatra y experta en materia de niños y medios del Hospital Infantil C.S. Mott de la Universidad de Míchigan. Dijo que los padres deben dejar de pensar en el tiempo frente a las pantallas de manera negativa. “Incluso la frase ‘tiempo frente a las pantallas’ es problemática”, dijo, pues implica que algunas personas creen que todas las pantallas son malas. “Reduce el debate a un asunto de extremos, cuando en realidad se trata de algo mucho más matizado”.
El 17 de marzo, la Academia Estadounidense de Pediatría publicó un comunicado en respuesta al nuevo coronavirus que reflejaba un enfoque distinto en torno al tiempo frente a las pantallas. El comunicado reconocía que “el consumo infantil de medios en pantallas probablemente aumentará” durante la pandemia del coronavirus, pero no ofrecía límites de tiempo específicos. En cambio, el comunicado enfatizaba que los límites al tiempo en pantalla “aún son importantes” y animaba a los padres a “preservar las experiencias fuera de línea”.
Este enfoque de los límites de tiempo era deliberado. “Estamos tratando de evitar que los padres sientan que no están cumpliendo algún tipo de estándar”, dijo Radesky, quien ayudó a redactar el comunicado. “No hay ciencia detrás de esto ahora mismo. Si estás buscando límites específicos de tiempo, entonces diría: no vean la televisión todo el día”.
Es comprensible que los padres quieran algunos lineamientos concretos acerca de cómo asegurar que la exposición de los niños a las pantallas sea sana y equilibrada. Sin embargo, en vez de enfocarse en la cantidad de tiempo que pasan los niños frente a una pantalla, Radesky sugirió que podría ser mejor abordar su uso de medios de entretenimiento en términos de quiénes son, qué están viendo y cómo están interactuando con ellos. Eso es a lo que Radesky y otros se refirieron como el marco “el niño, el contenido y el contexto”.
“Tú conoces a tu hijo mejor que a nadie más y, por lo tanto, eres la mejor persona para decidir qué medios y cuánto consumo son los adecuados”, comentó. Así que, por ejemplo, si tu hijo se siente ansioso, evita las noticias o un video aterrador. Si a tu hijo le gusta la música, encuentra programación que incorpore el canto, como un musical con una banda sonora que puedan escuchar juntos más tarde.
En términos de contenido, la calidad importa más que la cantidad de tiempo o el tamaño de las pantallas que se usen. Esto es cierto si hablamos de niños de todas las edades. Para los niños más pequeños trata de dar prioridad al contenido desarrollado por fuentes prestigiosas, como PBS Kids. Organizaciones como Common Sense Media ofrecen recomendaciones basadas en la edad para películas, programas de televisión, libros, aplicaciones y juegos, y pueden ser buenos puntos de inicio para buscar ideas o saber más sobre los medios que tus hijos ya están usando. El Acuario de la Bahía de Monterey y el Zoológico de Cincinnati también ofrecen cámaras en vivo que entretienen y educan, además de ser buenas distracciones para los más pequeños.
Las cámaras en vivo también imitan la vida real a un ritmo realista, lo cual ha demostrado reducir la sobreestimulación, es decir, cuando los cerebros en desarrollo se sobreexcitan debido a un torrente de experiencias sensoriales. Algunos investigadores creen, por ejemplo, que es más probable que programas con un ritmo veloz y estimulantes, como “PJ Masks”, a largo plazo detonen problemas de atención en los niños, a diferencia de los medios con un ritmo más lento y que son más familiares y causan menos distracción, como “Mister Rogers’ Neighborhood”.
Los niños mayores quizá recurran a los videojuegos, que, según muchos expertos, no están asociados con comportamientos violentos. Recuerda que los adolescentes que juegan títulos como Fortnite u Overwatch también están manteniendo relaciones sociales durante una época en que están limitadas las interacciones cara a cara.
Finalmente, el contexto —la manera en que interactuamos con nuestros hijos en torno a los medios— también es importante. Radesky animó a los padres a participar con sus hijos durante su tiempo frente a las pantallas. Interesarse en lo que están haciendo tus hijos ayudará a mejorar su idea de autoestima. Evidentemente, eso no será posible si esperas que la televisión evite que tu pequeño se concentre en tu videoconferencia en Zoom. En esos momentos, los niños también pueden conectarse en tiempo real con amigos u otros familiares usando aplicaciones como Caribu, que permite que tu hijo lea un libro o coloree con alguien de manera remota.
Cuando puedas, ayuda a conectar el uso de medios de tu hijo con experiencias en la vida real haciéndole preguntas acerca de lo que está aprendiendo o viendo. Radesky sugirió, por ejemplo, ver un video de cocina y después llevar a cabo una actividad de cocina en familia.
Para evitar las batallas, recomendamos establecer y comunicar límites antes de que tus hijos comiencen a usar dispositivos, y apegarse a esos límites en la medida de lo posible. Los niños, sobre todo los más pequeños, a menudo quieren una estructura, especialmente durante épocas poco predecibles. Aún es bueno, por ejemplo, que todos eliminen su uso de pantallas durante al menos una o dos horas antes de ir a dormir para evitar impactar los ciclos de sueño. De ser posible, pasen algo de tiempo afuera. Las investigaciones sugieren que estar en el exterior puede aliviar el estrés, promover la salud cardiovascular y proteger a los niños de la fatiga visual debido a las pantallas.
Finalmente, recuerda que puede ser útil para los padres ser el ejemplo del comportamiento que les piden a sus hijos. Hay muchas razones por las que te sentirás tentado a no soltar tu celular, pues tú también anhelas las interacciones sociales y las actualizaciones instantáneas de las noticias. Considera tomar una pausa de tus propias pantallas para dar un buen ejemplo.
Esta pandemia podría extenderse durante mucho tiempo, así que, mientras creas nuevas rutinas, enfócate en las costumbres sustentables y prácticas. Sobre todo, no te sientas culpable de acudir a las pantallas más de lo que solías. Aunque el internet está lleno de consejos no relacionados con las pantallas para ayudar a que los padres entretengan a sus hijos que están atrapados en el interior, la verdad es que los horarios con códigos de colores y los juguetes tienen sus límites. Y, francamente, no ayudan cuando los padres tienen sus propias responsabilidades de trabajo remoto.
Fuente: NYT
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