En estos días se ha abierto un importante debate en el ámbito educativo en Bolivia. Las preguntas principales han girado en torno a: ¿Qué entendemos por educación virtual? ¿Nuestra sociedad está preparada para este tipo de educación? ¿Qué implicancias trae a nuestro quehacer educativo? ¿Qué contenidos o temáticas vamos a enseñar por medio de la educación virtual? ¿Nos ayuda o no este tipo de educación? ¿Es posible recuperar y promover auténticos procesos formativos virtuales y experiencias de vida? ¿Incluye o excluye la educación virtual y/o a distancia? y, no la menos importante ¿Se podrá educar verdaderamente de manera virtual?
En la obra de García Aretio (2014), encontramos una interesante aproximación sobre la educación virtual: “un sistema tecnológico de comunicación bidireccional (multidireccional), que puede ser masivo, basado en la acción sistemática y conjunta de recursos didácticos y el apoyo a una organización y tutoría, que separados físicamente de los estudiantes, propician en estos un aprendizaje independiente y cooperativo”. Algo que nos permite contrastar con el hecho es que los involucrados en el asunto deben ser plenamente conscientes del proceso. De igual manera, la Comisión Especial de Estudio para el Desarrollo de la Sociedad de la Información (2003), señala que hablar de la educación virtual es referirse a “un estadio de desarrollo social caracterizado por la capacidad de sus miembros… para obtener, compartir y procesar cualquier información por medios telemáticos instantáneos, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera”. Esta última concepción pone en evidencia que este tipo de educación está asociado a unos procesos de desarrollo en el cual se ubican un nivel necesario para sus actores. Por lo cual, la educación virtual requiere muchas condiciones previas que quizá en Bolivia todavía no están dadas.
Del mismo modo, cabe resaltar que, como se sabe, la educación virtual no se ha diseñado para la educación primaria o secundaria, de hecho, es un tipo de educación concebida para complementar u ofertar la educación superior. Ciertamente planeada para aquellos que ya cuentan con estudios mínimos y que persiguen metas formativas más extensas. Sin embargo, son las circunstancias actuales las que obligan a utilizar la educación virtual: el transporte público está prohibido y existe la limitación de reunirse en grupos. La cuarentena de este año 2020, condiciona el actuar de todos los ciudadanos y eso significa que se debe buscar estrategias para atender a las o los estudiantes. Surge, entonces, la demanda de nuestra sociedad populista, incluso la alteña, que va pidiendo a gritos que se continúe con el desarrollo pedagógico, aunque sea de manera virtual. De ahí el brote de responder desde la educación virtual.
Por otro lado, partimos de la premisa de que como derecho fundamental de todo ser humano, la educación debe estar al alcance y no debe ser negada a ninguna persona. Ello se convierte en una circunstancia que nos obliga a cuestionar si con este tipo de educación ¿no se habrá encontrado otra manera de seguir ahogando a los más desfavorecidos? Asimismo, en las circunstancias actuales, es verdad que nos enfrentamos a diversas complejidades en el ámbito social y familiar que rodea a cada estudiante por ejemplo: miembros de la familia que están enfermos, situaciones en donde estén experimentando la muerte de un ser querido, la sobrecarga y agotamiento provocado a estudiantes mediante estas actividades. Por ello se oyen voces discordantes que están proponiendo alternativas, como: la radio-educación, la tele-educación, la educación a distancia y/o modular con textos (digitales o impresos). En fin es el otro lado de la moneda que busca que no se cercene el carácter general de la educación.
Si, a lo anteriormente descrito, le agregamos el surgimiento y la eclosión de las redes sociales no sólo en Bolivia sino también en el mundo, nos encontramos realmente ante un panorama muy complicado. Esto debido a que, en buena medida, estas otras conformaciones, ya habituales o generalizadas en nuestra población, son la representación de una nueva estructura social, conocida como “la sociedad virtual”. Una sociedad que se caracteriza por existir en paralelo, cual historia de ciencia ficción, en medio de la realidad que vivimos. Esta “sociedad virtual” hace posible que cada día millones de personas estén interconectadas, discutiendo, escribiendo y compartiendo información de la más diversa índole. Y Bolivia no está extensa de la misma.
Cabe señalar que una de las ventajas de la educación virtual es que rápidamente se podrá avizorar que las posibilidades del aprendizaje generalizado se amplían adquiriendo nuevas dimensiones, más aún si están vinculadas a las redes sociales. Otra ventaja es la que hace referencia a las posibilidades de potenciar el aprendizaje grupal y colaborativo. No se puede negar que las redes sociales son potencialmente ricas para generar grupos de interés o comunidades de aprendizaje en las cuales “todos aprenden de todos” de manera colaborativa.
Pero no se pueden negar que existen errores a la hora de evocar la educación virtual. Pensar por ejemplo, que sólo se reduce a los aspectos técnicos: la conexión a internet, tener un dispositivo electrónico, contar con una aplicación para hacer funcionar todo, etcétera. En efecto, la educación virtual no se reduce a una videollamada grupal o a dar clases por video.
Para hablar de una educación virtual satisfactoria existen elementos básicos que se tienen que considerar, incluso en nuestro país. Estos elementos son: un programa o una plataforma que nos permita trabajar medianamente (por ejemplo, una que permita manejar, aparte de una videollamada grupal, contenidos interactivos). Igualmente, se necesita tener bastante flexibilidad en el horario del desarrollo de actividades, reducir al máximo la necesidad de tener clases en vivo. También se debe contar con la accesibilidad atemporal, lo que significa ubicar un “lugar digital” en donde todo esté organizado y al alcance de los estudiantes para que ellos puedan ver o utilizar este material posteriormente: imágenes, videos, documentos, aplicaciones…
Además, algo vital en este tipo de educación, es que se requiere de la independencia del estudiante; que éste, de manera autónoma y conciencial, busque e investigue sobre el material suministrado y sobre las posibilidades del mismo para su aprendizaje. Este aspecto es un punto de quiebre, debido a que para que el estudiante estudie o aproveche mejor el material que se le ha dado, tendrá que tener una gran determinación, por lo que se dice que es más difícil mientras son más pequeños los estudiantes. Por eso, se necesita que se involucren los padres de familia en la educación de los hijos; porque, si realizan la educación virtual, deben motivarlos y orientarlos en el desarrollo de estas asignaciones. Sin esta ayuda la educación de niños o adolescentes, con la modalidad virtual, conlleva un fracaso seguro.
Algo que vale la pena rescatar es que ya hace algunos años atrás la UNESCO y otras entidades han ido descubriendo que la educación virtual tiene mucho de semejante a la educación a distancia. En realidad en los últimos años la educación a distancia se ha transformado en la educación virtual. Lo que da a entender que los lineamientos de esta educación valen para lo virtual y, sin embargo, no olvidemos que el enfoque de esta última era principalmente una educación para los adultos. Por lo que, de ser implementada, será necesaria una profunda revisión y replanteamiento en función a buenas estrategias para su implementación, especialmente con niños y adolescentes.
Queda claro que, no importando si las maestras y los maestros asumieran el desafío de impartir o dar la educación virtual, se busca cuidar lo humano y que no se dé un quiebre relacional. A pesar de la compleja situación que se vive, con todo y cuarentena, el deseo del maestro es conservar lo humano por sobre lo virtual-digital. Esto se convertirá en una constante que se irá viviendo día a día en el quehacer educativo.
Paso a compartir dos interesantes testimonios de dos directores de unidades educativas de la ciudad de El Alto que nos permite situar esta problemática. En sus miradas podemos observar el sentir de mucha gente y ellas nos permiten también situarnos en lo complejo de este tema.
Para el director Doroteo Condo Villca “la educación virtual debe implicar interacción entre el docente y los estudiantes, debe implicar réplicas creativas y contestatarias a través de imágenes, videos y otros recursos”. El profesor también señala que “esta etapa de formación virtual para los maestros nos hace obviamente líderes, porque la cosa no se detiene ahí, sino que un día aprendes una cosa y otro día otra, con mejores bondades que te permite un mayor desenvolvimiento”. Es una visión positiva que no deja de lado una cierta resistencia que tienen muchos maestros, casi natural, a los entornos que están asociados a la educación virtual. Por ello, también desde sus vivencias, se ve expresada la necesaria interpelación constante a maestras y maestros, para que vean esta situación como una oportunidad del liderazgo que les toca asumir.
Por otro lado, el director Carlos Alberto Tórrez Mitta nos señala que “la educación virtual puede tener varias definiciones, lo cierto es que, la gran preocupación que tenemos todos los profesionales de la educación es que a través de esta modalidad no se garantiza que llegue al cien por ciento de los estudiantes, por problemas económicos principalmente. Me parece que ese es el tema que hay que debatir y sugerir posibles soluciones aunque creo que es un poco complicado, pero hay que trabajar en ello, principalmente a la cabeza del Ministerio de Educación”. En este último aporte, se puede entender la situación que señalamos respecto a lo humano por sobre lo virtual-digital, además de tomar muy en cuenta el contexto económico en el que se ven sumergidos los estudiantes y sus familias. No deja de ser llamativo que el director refleja el temor también de la cobertura al estudiantado. Con esta modalidad no se garantiza la continuidad y, posiblemente, se esté gestando una importante cantidad de abandono escolar que podría repercutir considerablemente en los aspectos que ya habíamos superado en los últimos años. La mesa está servida y sabemos que aunque todos están invitados, no todos podrán llegar a ella. Si fuese así, es importante repensar y diversificar las posibilidades, porque no podemos limitar la educación sólo para aquellos que puedan acceder a ella.
Entonces ¿Qué podemos decir sobre la educación virtual? Es un camino muy estrecho, tanto para la educación regular de niños y adolescentes como para aquellos que no tienen los medios suficientes para su utilización. Por todo ello, se requerirá ensanchar (en alguna medida) esta vía sino queremos hacerla privilegio para unos cuantos.
Fuente: Jicha
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