San Francisco, la ciudad que se precia de estar en la avanzadilla tecnológica del mundo, aprobó este martes la primera legislación que prohíbe el uso de tecnología de reconocimiento facial. Esta herramienta usa inteligencia artificial a través de las cámaras para reconocer rostros. En una votación aprobada por mayoría (ocho a uno), en un pleno del Ayuntamiento, la junta de supervisores de la ciudad decidió que debe primar el derecho a la privacidad y a la protección de las minorías, especialmente si esa herramienta es usada por agencias del orden.
Varios representantes de diferentes organizaciones de derechos civiles presentes en la sala durante la votación celebraron la decisión de la junta asegurando que este tipo de tecnología puede hacer que la policía se equivoque al realizar arrestos.
“Es un disparate usar ese programa, que ya se ha visto que se equivoca mucho al identificar a personas de pieles más oscuras,” aseguró a EL PAÍS Tim Kingston, un investigador de la Oficina de Defensa del Público de San Francisco, tras la votación. “Estamos extremadamente contentos del resultado de esta votación. La cara es algo que nadie se puede cambiar o quitar, no queremos un estado o una ciudad policía que pueda seguir todos nuestros movimientos y quizá ver si participamos en determinados actos políticos y arrestarnos por eso.”
Un estudio del Centro de Georgetown para la Privacidad y la Tecnología asegura que la tecnología de reconocimiento facial utilizada por varios departamentos tiene mucho más margen de error con afroamericanos. Según el mismo estudio, esta tecnología no está regulada y tampoco es obligatorio que esté sometida a ningún control local ni federal, por lo que cada departamento de policía la usa a su propia discreción.
La normativa aprobada fue redactada por el supervisor Aaron Peskin, quien argumentó que el reconocimiento facial supondría un paso adelante hacia una mayor represión estatal. Durante el debate, Peskin puso como ejemplo a China y el empleo de dicha tecnología para mantener bajo control a algunas minorías musulmanas.
Este tipo de herramienta también sirve para mejorar la seguridad en eventos o lugares públicos como conciertos o aeropuertos, donde se producen grandes aglomeraciones. Los críticos con la normativa de Peskin replican, en lugar de prohibir esta técnica por completo, habría que estudiar antes con detalle sus efectos negativos y positivos. La policía de Boston, por ejemplo, logró arrestar a los dos terroristas que atentaron en 2013 durante la maratón de Boston, en buena parte, gracias a programas de reconocimiento facial.
Peskin también alertó de la influencia que la herramienta puede tener sobre los consumidores. Miles de establecimientos de todo el mundo echan mano de ella para averiguar las emociones de los clientes ante determinados productos o para identificar a posibles ladrones.
Otras ciudades de California, como Oakland, se preparan para votar esta medida. Y el Estado de Massachussetts analiza una moratoria para revisar sus efectos sobre la seguridad y la privacidad.
Fuente: El Pais
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