La Cuarta revolución industrial está llevando la tecnología a su nivel más complejo, a gran escala y velocidad, haciendo converger estos avances digitales, físicos y biológicos.
Pero como en todos procesos de gran transformación se une el entusiasmo con la incertidumbre.
Amber Case es una de esas voces de autoridad que puede arrojar luz sobre el contexto. Autodenominada cíborg antropóloga, miembro del Centro Berkman Klein para Internet de la Universidad de Harvard y colaboradora del MIT Center for Civic Media. Case ha estado en España con motivo del relanzamiento de la revista TELOS por la Fundación Telefónica.
Su visita se ha acompañado de una interesante charla acerca de la relación cada vez más estrecha entre los seres humanos y la tecnología y cómo está cambiando las estructuras de la sociedad.
Case aboga por el concepto de la “calm technology” (tecnología tranquila) para una sana cooperación en que las máquinas ayuden al ser humano a potenciar sus virtudes, tener más tiempo libre, ser más creativo y solidario.
En el año 2020 en todo el mundo habrá 50.000 millones de dispositivos móviles, luego se necesitará una mejor relación con la tecnología para que de verdad mejore nuestras vidas.
Al respecto Case incide en la parte ética de la tecnología: “No necesitamos una tecnología tan compleja, sino personas más inteligentes, en vez de centrarnos tanto en dispositivos inteligentes”.
En vez de articular una tecnología que nos haga dependientes e hiperconectados, recibiendo constantemente notificaciones, hay que mantener un equilibrio para no parecer supeditados por las constantes actualizaciones.
Necesitamos de una era de la tecnología tranquila, que nos permite vivir en serenidad, que ayude y no absorba nuestra atención.
Como ejemplo Case explica la funcionalidad de la electricidad como tecnología invisible y que no requiere ninguna atención, salvo en contadas ocasiones por fallos eléctricos.
Case parafrasea al estudioso en computación Mark Weisen “una buena herramienta es una herramienta invisible” que nos permita centrarnos en la tarea y no en la herramienta en sí.
Como principios fundamentales esta tecnología tranquila en ciertas esferas como las relaciones personales no deberían estar sujetas a la automatización, según explica Case.
Y con esto no quiere decir que en otros ámbitos como en el trabajo dicha automatización puede mejorar la productividad y hacer la vida laboral más fácil a los empleados.
La tecnología debería contribuir a mejorar la humanidad, su creatividad y sensibilidad.
“Nunca la tecnología va a reemplazar al ser humano, es la tecnología que necesita a las personas” concluye Case.
Imagen: Indigo AI
Fuente: En Positivo
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