Una selfie. Pon tu mejor mirada. El conductor de Uber sube a su automóvil, enciende el motor de la máquina y antes de poder usar el servicio para buscar pasajeros, debe subir un archivo al smartphone con su mejor rictus. La exigencia de la aplicación no es parte de una simpática campaña de comunicación interna de la compañía, sino un sistema especializado para comprobar la correspondencia exacta entre el chofer que creo el perfil de usuario y quien se acaba de ajustar el cinturón de seguridad, pasó primera, fijó el dial en la frecuencia de su radio preferida y ahora acelera optimista hacia la gran noche.
La tecnología tras el sistema de reconocimiento facial de Uber no es exclusiva de la empresa de transporte. En la industria cervecera, la compañía Carlsberg ya usa sensores inteligentes para detectar diferencias entre sabores y aromas en sus cervezas, y así controlar la calidad de estas a través de la interpretación de datos. Y esa tecnología también hace posible el buen trabajo de “Rose”, la chica de voz sensual del casino y complejo hotelero The Cosmopolitan, en Las Vegas, a quien lamentablemente nadie puede subirle el sueldo, pese a que ya ha logrado incrementar en 39% el consumo de los clientes y estadísticamente se sabe que interactuó con el 82% de los usuarios, de los que el 90% la recomendaría a otros clientes y el 98% de sintió satisfecho con sus servicios. “Rose” es un chatbot con quien los huéspedes se pueden comunicar a través de una tarjeta que se les entrega junto con la llave en el mostrador de recepción. Mediante el smartphone, se los anima a chatear con ella para que conozcan secretos y sorpresas que un huésped podría no advertir, como su mundialmente renombrada colección de restaurantes. ¿Cómo lo hace? “Rose” contiene más de 1.000 temas de conversación para ofrecer a los huéspedes distintas formas de reserva de actividades, ofertas gastronómicas o tratamientos de spa.
La base de cada uno de estos servicios es la misma, la inteligencia artificial (IA), una tecnología bautizada en 1956 por el informático estadounidense John McCarthy, pero que hoy, 62 años después, se perfila para ser una de las industrias tecnológicas más lucrativas de la próxima década, de la mano de otra disrupción reciente: la computación en la nube. Es que inteligencia artificial, junto a su ayudante oculto, los servicios cloud, son también el nuevo campo de batalla de multinacionales tecnológicas como Amazon, Alibaba, Google, Baidu, Microsoft, IBM o SAP, que intentarán obtener el liderazgo en la provisión de los servicios de IA en la nube, un mercado que para algunos, como Rajen Seth, director senior de Gestión de Productos en la unidad de Cloud AI de Google, podría duplicar el tamaño del mercado de la computación en la nube, para llegar a cerca de 211.000 millones de euros en los próximos años.
“La IA no es una tecnología exactamente nueva. Pero la gran novedad actual es la disponibilidad de capacidad de procesamiento elástica, por demanda, instantánea y a bajo costo que cloud computing volvió posible. Gracias a esto, se ha visto que la adopción de esta innovación se ha acelerado tremendamente en los últimos cinco años”, cuenta Hermann Pais, head of Digital Marketing, Infrastructure and Core Products de Amazon Web Services (AWS). El ejecutivo reconoce dos factores que permiten este fenómeno. Por un lado, la disponibilidad de computación a bajo costo, que además está instantáneamente disponible; y paralelamente, la existencia de un ambiente colaborativo que permite que “un investigador en Chile pueda usar un sistema creado en Alemania, y que fue optimizado en Singapur, y que está disponible en tiempo real, a través de la nube”, ejemplifica Pais.
La moda por la inteligencia artificial, según Jesús Mantas, chief Strategy Office & Managing Partner para IBM Global Business, también está provocando que “se vuelve a reforzar la demanda por analytics y big data, porque todo el mundo está diciendo IA, pero lo primero que se preguntan es dónde están los datos de entrenamiento” para los sistemas inteligentes.
¿Qué ventajas hacen tan atractiva esta tendencia? Tom Helou, senior VP Leonardo y Analítica para SAP América Latina, explica en términos generales que la IA consiste en “la utilización de modelos matemáticos para permitir que una máquina sea capaz de tomar decisiones acertadas como si fuera un ser humano, solo que de manera automatizada y mucho más precisa”. Mejoras que nos traen a la cabeza nuevamente a “Rose” o al chofer de Uber intentando poner una carita feliz, y que funcionan sobre un sistema que depende de tres pilares en específico, según Eduardo Mangarelli, director de Ingeniería e Innovación en Microsoft Latinoamérica: la disponibilidad de datos, la investigación científica del área y la capacidad de cómputo. “Hoy las empresas, sean pequeñas, medianas o grandes, necesitan adquirir hardware para procesar esos datos y generar inteligencia, lo que es muy ineficiente en términos de costos. Entonces, es aquí donde el cloud tiene un enorme valor, ya que es el que da esa agilidad y eficiencia de costos y permite utilizar la capacidad de cómputo cuando la necesito y dejar de utilizarla cuando no”, explica en términos sencillos Mangarelli.
Hermann Pais, de AWS, asegura que existen otras ventajas para el uso conjunto de estas tecnologías. “La inteligencia artificial es un área de desarrollo que recibe innovaciones en un ritmo extremadamente rápido con los nuevos algoritmos, las nuevas soluciones, los nuevos modelos entrenados para resolver problemas; son publicados en un ritmo diario. Y si tú como usuario usas una solución que compras para tu máquina, estás limitado a lo que adquiriste. En comparación, si estás en la nube, puedes aprovechar las innovaciones, los desarrollos que son publicados diariamente por los proveedores”, resalta. Esto es posible, según Víctor Toscanini, gerente de Ingeniería de Cisco Chile, gracias a la agilidad que generan ambas tecnologías al fusionarse. “Agilidad en la implementación y agilidad en la elasticidad de recursos de cómputo necesarios. En la medida que crecen las aplicaciones y variables a considerar en el análisis, la cantidad de recursos disponible es importante”, dimensiona.
A esto se suma, según Helou, de SAP América Latina, la mayor ventaja de la IA, su núcleo, porque “lo que tiene la IA es que, junto con el machine learning, permite que las máquinas vayan aprendiendo del comportamiento de los seres humanos, procesando una grandísima cantidad de volúmenes de datos que es lo que el ser humano, a diferencia de las máquinas, no puede hacer tan rápidamente”, sentencia.
Pero ¿cuál es el estado del cloud, la plataforma que albergará esta innovación en el futuro cercano? La nube se ha convertido en una gran aliada de negocios para miles de empresas en los últimos años. En mayor o menor medida, es el factor común para quienes se adentran en ansiada transformación digital. Cada vez más servicios se ofrecen mediante esta plataforma y por lo mismo, le ha generado millonarias ganancias a clientes y proveedores. A nivel mundial, el último reporte de la consultora IDC da cuenta de que el mercado de servicios en la nube pública creció 29% en 2017, alcanzando un total de US$117.000 millones.
El cloud privado también crece a doble dígito en América Latina, aunque las cifras no son tan altas aún. Para los analistas de IDC, estas soluciones tendrán una tasa compuesta, para 2021, de 17% aproximadamente. En tanto, los servicios de integración (nube híbrida), tendrán las tasas más altas para el 2021, bordeando el 32% de tasa compuesta. O sea, excelentes números para esta gran “gran caja de herramientas”, en palabras de Christian Sfeir, director de Tecnologías Cloud de Microsoft Chile, quien explica que “la nube la va usando el cliente según su necesidad”. Allí encontramos infraestructura, máquinas virtuales, almacenamiento, servicios de streaming para videos, desarrollo, productividad y servicios de inteligencia artificial.
Pero esos no son los únicos beneficios que entrega la distribución de esta tecnología mediante la nube. Nardy cuenta entre ellos que acelera la puesta en marcha de aplicaciones y servicios, permite centrarse en la gestión del negocio, generar valor e innovar, mantener las versiones siempre actualizadas y poder escalar el servicio, creciendo en cualquier momento gracias a que no hay que hacer inversiones adicionales de hardware o software.
El consenso es evidente. Y para colmo de bondades Sfeir, de Microsoft, explica que la flexibilidad de la nube te permite usarla cuanto quieras y en los momentos que estimes conveniente. Habilitar, por ejemplo, servicios que en un principio estaban pensados solo para Latinoamérica, para llevarlos luego a Europa. Y finalmente, un factor fundamental que asoma como ventajoso son las opciones de pago: “Uno puede elegir desde pagar por uso o en una modalidad parecida a los planes de celulares. En la nube cada cliente elige lo que más le acomode, según su realidad”, detalla el directivo cloud para Chile.
Ahora bien, ¿qué otra alternativa hay para acceder a la inteligencia artificial si no es mediante la nube? Helou, el directivo de SAP, comenta que “hay soluciones de IA que permiten que el cliente compre inversión en tecnología en forma de software y eso se constituya en un bien de capital, que era como en el pasado consumíamos tecnología”. Pero “la nube nos permite consumir tecnología según lo que necesitemos. Entonces, cuando tú utilizas un servicio de IA, ni siquiera tienes que estar suscrito a un contrato anual para la utilización de la tecnología”.
Christian Sfeir menciona que otra alternativa para una empresa que quiere incorporar IA es desarrollarla ella misma o con una empresa asociada. Esto involucra entrenar y diseñar programas complejos. Por ejemplo, para enseñarle a identificar un gato, el sistema debe ver y analizar millones de fotos de gatos. Hoy por hoy, ese entrenamiento ya fue realizado por los grandes proveedores de ese servicio, por lo que pueden entregar un producto listo a los clientes, ahorrándose muchas horas de trabajo informático.
Por eso y todo lo anterior, la conclusión de Jesús Mantas es taxativa: “Esta es la plataforma idónea para la inteligencia artificial, porque esta tecnología requiere mucha capacidad de computación, y la mejor forma de obtener esa capacidad, a un punto económico bajo, es en la nube”.
Fuente: America economia
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