martes, 28 de septiembre de 2021

El wichí, una lengua originaria de Argentina y Bolivia, ya tiene su diccionario bilingüe digital


La comunidad wichí o wenhayek, del norte de Argentina y sur de Bolivia, ya tiene un diccionario digital, gracias a un arduo trabajo de diferentes investigadoras y especialistas en esta lengua de al menos 32.000 hablantes. La situación de su uso es delicada si no se toman medidas de promoción para evitar su desaparición, según los expertos.

En las provincias argentinas de Formosa, Chaco y Salta, además del departamento de Tarija en Bolivia, la diversidad y amplitud de esta lengua permitieron la resistencia cultural. Y es que el wichí también sufrió persecución y violencia –al igual que decenas de otras lenguas autóctonas- en los procesos de castellanización de América Latina.

Y llegó a un siglo XXI, adaptándose a los requerimientos de esta era, sin perder identidad o valor. Por ello es que, tras un proceso de varios años y con un nutrido grupo de investigadoras, expertos, nativos y nativas de este pueblo, se construyó el Wichi-siwele lhayhilh / Diccionario castellano-wichí o DIWICA.

En materia científica, el trabajo permitió cuestionamientos muy importantes para el estudio de la morfología, la formación de las palabras y el léxico wichí. En términos sociales, es la victoria de una cultura que evoluciona y se transforma, sin perder su esencia o caer en academicismos de moda.

El diccionario es un trabajo coordinado entre el Instituto de Investigaciones sobre Lenguaje, Sociedad y Territorio, de la Universidad Nacional de Formosa, y el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas “Amado Alonso”, de la Universidad de Buenos Aires.

Para profundizar sobre este material y sobre la cultura wichí, Ciencia del Sur entrevistó a la Dra. Verónica Nercesian, la coordinadora de la investigación y proyecto. La investigadora es licenciada en letras y profesora de enseñanza media y superior en letras. Y tiene un doctorado en lingüística por la Universidad de Buenos Aires.

Es investigadora adjunta del CONICET, docente en la Universidad Nacional de Formosa y en la Universidad de Buenos Aires. Sus temas de investigación giran en torno a la morfología y la interacción de niveles lingüísticos. Tiene varios trabajos científicos publicados.

Aquí conversamos con ella sobre la resistencia al monolingüismo, los conflictos territoriales históricos que todavía persisten y de qué manera el diccionario ayudará a la misma comunidad wichí.

-¿Cuál es la situación actual de la lengua wichí o mataco?

-El wichí (o weenhayek del lado boliviano) es el término con el que se autodenomina el pueblo y la lengua que hablan. “Mataco” es un término que se ha dejado de usar por las connotaciones peyorativas que tiene, un término impuesto desde afuera.

Actualmente, el pueblo wichí se ubica en tres provincias argentinas: Formosa, Chaco y Salta, y en el departamento de Tarija, Estado Plurinacional de Bolivia, en la ribera del río Pilcomayo.

La lengua wichí/weenhayek es hablada en un amplio territorio por aproximadamente 32.000 personas en el área del Gran Chaco (29.066 hablantes en Argentina, según el censo nacional argentino del INDEC-ECPI (2004-2005), y 4.115, según la organización wichí ORCAWETA, aunque se especula que el número sea aún mayor.

La lengua tiene un grado de vitalidad alto, se transmite intergeneracionalmente, se habla dentro y fuera de las comunidades, se escribe, se enseña en escuelas con modalidad intercultural y bilingüe. También se usa en medios radiales locales, hay circulación de materiales escritos en lengua wichí aunque fuera del circuito comercial, y se usa en nuevos dispositivos electrónicos como smartphones y computadoras, así como también en redes sociales como Facebook, WhatsApp, otros.

En Argentina, es lengua cooficial en las provincias de Chaco y Salta. No obstante, el grado de alfabetización en la lengua nativa sigue siendo bajo todavía, y hay zonas en las que la lengua wichí se encuentra en retracción.

-En Bolivia está en peligro, ¿cuál es el caso de la Argentina?

-La cantidad de hablantes de wichí es considerablemente mayor en Argentina que en Bolivia porque la población también es mayor. Sin embargo, en ambos países, la situación de uso de la lengua es delicada si no se toman medidas de promoción a tiempo para evitar un desplazamiento total a largo plazo.

Hay algunas pocas comunidades en las que el desplazamiento del wichí por el español es total, otras en las que este desplazamiento empieza a darse y varias otras en las que el uso del wichí es todavía altamente predominante.

-¿El wichí también evolucionó o cambió mucho para adaptarse al siglo XXI?

-Los cambios tecnológicos que se dan a lo largo de la historia de los pueblos siempre traen consigo cambios en las lenguas, por ejemplo, la creación de términos para nombrar los objetos culturalmente nuevos.

La creación de palabras nuevas puede hacerse con recursos de la propia lengua y con la incorporación de palabras de otras lenguas que ya tienen un término para nombrarlo.

En el caso del castellano rioplatense, por ejemplo, hemos incorporado términos del inglés como mouse para nombrar al aparato que permite mover el cursor y dar órdenes a la computadora usado manualmente, mientras que en el caso del español peninsular se ha optado por un calco semántico al denominarlo ratón.

En wichí, pasa algo similar. Para nombrar objetos culturalmente nuevos, a veces crearon palabras nuevas (p.ej. mediante la combinación de fwiy’et ‘frío’ + lahi ‘recipiente’ se formó la palabra fwiy’ethi para nombrar la ‘heladera’) y a veces se tomaron términos prestados del castellano (p.ej. la palabra wichí kaslula ‘cacerola’ viene del castellano cacerola).

En este sentido, los cambios tecnológicos que se asocian con el siglo XXI han tenido algún efecto en el wichí, tal como ocurre en todas las lenguas. Además, las lenguas en general cambian a lo largo del tiempo por su uso, pueden cambiar la forma de pronunciar ciertos sonidos, ciertas expresiones y palabras.

Estos cambios son internos a la lengua, y no se deben al contacto con otras lenguas y culturas, sino simplemente por su uso cotidiano. En definitiva, el cambio en las lenguas es un “síntoma saludable”, porque supone que se usan para la comunicación cotidiana.

-En general, nuestras lenguas autóctonas latinoamericanas sufren una asimetría gigante con respecto al castellano, ¿el wichí también sufrió discriminación, ninguneo o violencia?

-El wichí no está exceptuado de la situación general de las lenguas originarias en la región. La estigmatización de las lenguas indígenas fue una estrategia ligada a las políticas de invisibilización y exterminio de los pueblos que las hablan, en Argentina, por lo menos, por intereses sobre el territorio que habitaban y habitan (porque los conflictos territoriales todavía continúan).

La estrategia de castellanización en Argentina fue muy fuerte e involucró también a las lenguas de inmigración. Este proceso estuvo estrechamente ligado al proceso de conformación del Estado nacional durante el siglo XIX, el cual incluyó la construcción de un modelo económico agroexportador que consistía, entre otras cosas, en la apropiación y concentración de tierras, con lo que se creaban las oligarquías terratenientes.

Esta construcción socio-económica productiva de país necesitó de una construcción simbólica y cultural del “indio salvaje” y “de la tierra desierta” que “habilitara o justificara” ante la mirada de la sociedad tremenda avanzada sobre los pueblos originarios.

Las políticas lingüísticas de castellanización en este contexto fueron funcionales a la construcción del Estado nacional y la invisibilización del indígena, construyendo el binomio civilización y barbarie y la idea de un Estado “monolingüe, civilizado y castellano-parlante”.

La construcción de este imaginario de país tenía como correlato consecutivo que la población indígena y las lenguas que hablan constituían una amenaza a la unidad de un país que se conformaba bajo el imaginario europeizante, civilizado, trabajador y monolingüe. La diversidad de lenguas atentaba contra la unidad monolingüística y la unidad nacional.

Si bien se ha avanzado en la transformación de este viejo esquema, todavía sigue vigente en distintas formas. Pero también se mantiene activa la resistencia al monolingüismo y al esquema que vincula un modelo económico de concentración de capitales con un modelo simbólico-cultural en el que las lenguas indígenas representan una amenaza para la construcción nacional.

Esta resistencia vigente es la que tracciona la transformación histórica que de a poco se va logrando. En definitiva, la transformación de las asimetrías lingüísticas es también una transformación de las condiciones socioeconómicas de los pueblos que hablan esas lenguas, una transformación de las asimetrías sociales.

-¿De qué trata el nuevo diccionario que acaban de presentarlo?

-El Wichi-siwele lhayhilh / Diccionario castellano-wichí o DIWICA, disponible en este link, tiene dos características principales: es de autoría colectiva y de construcción permanente y dinámica.

Además del trabajo lexicográfico constante de los autores/traductores de los términos y del equipo técnico, esperamos que los usuarios nos envíen las palabras que no encontraron para incorporarlas. De este modo, esta primera edición se irá actualizando y ampliando permanentemente.

El DIWICA es un diccionario bilingüe, es decir, contiene las correspondencias entre palabras del wichí y del castellano, cuya búsqueda puede hacerse desde cualquiera de las dos lenguas.

Además, este diccionario es pluridialectal. Contiene variantes de los complejos dialectales pilcomayeño y bermejeño. En algunos casos, además, contiene variantes de subvariedades dentro de esos dos complejos. Con esto, procuramos respetar la pluricentralidad de la lengua y la tendencia a la simetría entre las variedades que el pueblo wichí siempre ha defendido.

Asimismo, dado que la ortografía wichí se encuentra en proceso de estandarización, actualmente coexisten variantes ortográficas para una misma palabra. Cuando esas son sistemáticas, también están representadas en las entradas léxicas, a fin de representar esta convivencia de tendencias ortográficas y acompañar el proceso de estandarización en curso.

No obstante, por ahora, contiene solo las variantes ortográficas empleadas en Argentina. El DIWICA contiene, además, notas gramaticales del wichí y del castellano.

-¿Fue un trabajo entre el CONICET, la UBA y otras instituciones? ¿Cuánta gente estuvo involucrada?

-Sí, efectivamente. El diccionario fue desarrollado desde el Instituto de Investigaciones sobre Lenguaje, Sociedad y Territorio, de la Universidad Nacional de Formosa y el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas “Amado Alonso”, de la Universidad de Buenos Aires. Además, contó con el auspicio del Laboratorio de Documentación e Investigación en Lingüística y Antropología DILA del CAICYT-CONICET.

También participaron instituciones y organizaciones del territorio: la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Desarrollo (APCD) de Las lomitas, provincia de Formosa, la agrupación de Estudiantes Universitarios Wichí “Fundación Manos de Hermanos” de la Universidad Nacional de Formosa y la Organización Interwichí de Formosa (que nuclea representantes de las comunidades del centro de la provincia).

El financiamiento provino del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina, y de la Agencia Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (AGENCIA), Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, Argentina, en el marco de proyectos de investigación sobre la lengua wichí y sus variedades dialectales.

Participaron 47 hablantes nativos y nativas de las tres provincias, Formosa, Chaco y Salta, para la traducción de los términos. Además, se conformó un equipo técnico de 9 especialistas en distintas áreas y particularmente, en lingüística, hablantes nativos y nativas de las lenguas wichí y castellano.

Este equipo técnico está encargado del trabajo lexicográfico (revisión, definición de formas de cita, redacción de información gramatical y enciclopédica de las entradas del diccionario) y del desarrollo de la base de datos léxica que es el corazón del diccionario, el trasfondo.

Los programadores estuvieron a cargo de la conversión de la base de datos a la web en un entorno amigable para los usuarios.

-¿Cuál es el proceso para trabajar en este tipo de diccionarios? ¿Cuánto tiempo les tomó?

-La verdad es que tomó muchos años. Es un proceso largo, que requiere de mucho trabajo territorial y “de laboratorio”. Es territorial porque participan miembros de diversas comunidades en zonas geográficas dispares del territorio de habla wichí en Argentina, a fin de garantizar mayor representatividad de la diversidad de habla.

El wichí presenta variación dialectal según las zonas geográficas donde se habla, y uno de nuestros objetivos era que las variaciones más importantes estuvieran incluidas en el diccionario con un mismo estatus en las entradas del diccionario. Esto implicó mucho tiempo de análisis para encontrar las mejores estrategias de representar la variación dialectal y la variación ortográfica al mismo tiempo respetando la simetría lingüística.

Se incorporaron complementariamente listas de palabras de un vocabulario básico recolectadas para estudios lingüísticos, términos extraídos de textos orales, términos de ciertos vocabularios específicos (como apicultura y ornitología trabajados con especialistas en esas áreas), algunos vocabularios que ciertos autores wichí ya tenían anotados, entre otros.

Todos estos producidos por hablantes nativos y nativas wichí de distintas comunidades y provincias en los últimos años. Las listas de palabras fueron revisadas por los propios autores/traductores en distintas zonas a fin de ajustar las traducciones y tomar nota de las variaciones dialectales que surgían. Desde el equipo técnico, sistematizamos esta información y la organizamos para incluirla en el diccionario.

Al mismo tiempo, estas listas de palabras, que se trabajaron en papel, fueron cargadas en un programa de software diseñado para la creación de vocabularios bilingües. En ese programa todos los miembros del equipo técnico cargamos información: la palabra en wichí, la correspondiente en castellano, la información gramatical de cada entrada, alguna información enciclopédica y etimológica, imágenes, etc.

Terminada una primera edición de la base de datos léxica, los programadores trabajaron en su conversión al entorno que se puede ver cuando los usuarios ingresan al sitio web del diccionario, así como también trabajaron junto con el equipo técnico la edición del sitio.

Paralelamente, miembros del equipo técnico se encargaron de redactar las notas gramaticales tanto del wichí como del castellano atendiendo a los tipos de palabras que se pueden encontrar y las formas en que pueden aparecer.

En definitiva, este fue un proceso de investigación lexicográfica profundo de carácter colectivo que demuestra que investigación y aplicación científica pueden ir de la mano. En términos científicos, este proceso disparó interrogantes muy importantes para el estudio de la morfología, la formación de palabras y el léxico wichí.

-Los hablantes de wichí, ¿pueden usar este instrumento que construyeron?

-Sí, en su gran mayoría sí. Un diccionario virtual de este tipo tiene muchas ventajas, pero fundamentalmente la de ser de acceso libre y gratuito. El uso de los smartphones es cada vez más extendido en la población, así como también las notebooks y netbooks.

Estas últimas, fundamentalmente, gracias al programa “Conectar Igualdad” que se lanzara en 2010 durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que entregaba computadoras a los alumnos y docentes de secundaria de escuela pública, educación especial y de institutos de formación docente.

Lamentablemente, este programa se interrumpió en 2018, durante la presidencia de Mauricio Macri. Y recién el año pasado, el programa fue relanzado en la gestión actual de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

No obstante, puede resultar en ocasiones una limitación la conexión a internet, que si bien cada vez tiene un mayor alcance, todavía hay zonas en las que la señal no es tan buena o puede accederse a internet en ciertos momentos del día. Pero este problema tiene una solución al alcance nuestro en la que ya estamos trabajando: la creación de una versión en pdf que contenga la lista de palabras disponible para descargar, y el desarrollo de una aplicación para consultar el diccionario sin necesidad de estar conectados todo el tiempo.

Desde ya que, como pasa con todo avance tecnológico, los más ancianos posiblemente no puedan alcanzar un dominio fluido del diccionario en este formato. Y en ese sentido, es una herramienta que apunta fundamentalmente a las generaciones de adultos y jóvenes y a las potencialidades tecnológicas que la creación de una base de datos como esta ofrece para el desarrollo de softwares y plataformas para el uso de las lenguas.

Pero lo cierto es que, una versión impresa traía, a nuestro juicio, problemas de mayor alcance y menos resolubles (al menos a nuestra mano). La impresión del diccionario solo podía hacerse con algún subsidio, y la cantidad de ejemplares para repartir que se podrían imprimir es siempre limitada, surgiría entonces la cuestión de cómo se reparte, cómo acceden al diccionario los que no lo tienen, etc.

Si el diccionario entraba en el circuito comercial, tampoco iba a estar disponible precisamente en las zonas en las que más se necesita, porque son muchos los pueblos de las provincias en las que no hay librerías. Y además, es un formato estático que presenta grandes limitaciones: no se puede actualizar con la misma frecuencia con la que podremos actualizar la base de datos digital, no se puede incluir el audio de las pronunciaciones (algo a lo que apuntamos a hacer en adelante).

El impreso no se puede corregir tampoco con la misma facilidad con la que se puede hacer en el formato digital, las referencias cruzadas son mucho menos ágiles en formato en papel, y el formato papel limita la posibilidad de que los usuarios también participen del diccionario como proponemos en esta publicación, entre otras cosas.

Por eso, luego de mucho análisis, hemos concluido que la versión en línea era la mejor opción. La mayoría de las personas sean o no wichí usan redes sociales, consultan páginas web, completan formularios, hoy en día todo tiende a ser vía web, y además se puede acceder desde cualquier dispositivo con conexión a internet (celular, notebook, Tablet, netbook, PC, etc.).

-En la Argentina, ¿están bien protegidas las lenguas autóctonas o no tanto? Más allá de la legislación, ¿están realmente cuidadas?

-Hay una serie de políticas que favorecen el uso de las lenguas, desde la Modalidad de Educación Intercultural y Bilingüe en el sistema educativo, que se institucionalizó a nivel nacional en 2006 (durante la presidencia de Néstor Kirchner), hasta políticas culturales y educativas de revalorización de la diversidad de pueblos y lenguas en el país que contribuyen al fortalecimiento de las lenguas. (Al menos promovidas desde gobiernos nacionales y populares, muchas de estas políticas fueron suspendidas durante el gobierno neoliberal de Mauricio Macri 2015-2019 en Argentina, por ejemplo, en ese período, se eliminó la Modalidad Intercultural y Bilingüe a nivel nacional).

Todavía hay mucho por hacer. Es muy importante lograr una transformación estructural de fondo desde la concepción de Estado y de Nación para pensarlos plurilingües y pluriculturales, porque a partir de esa transformación es que se pueden llevar a cabo políticas inclusivas en términos lingüísticos que atraviesen todas las áreas.

-¿Qué políticas, programas o proyectos se pueden tener en la región para mejorar la visibilización y educación de las lenguas originarias?

-¡Ay… sí! ¡Sueño con tantas ideas al respecto! La tecnología nos ofrece una cantidad de posibilidades que solo requiere de nuestra imaginación. Posicionados sobre el presupuesto plurilingüe, todo se puede hacer. El problema es querer integrar desde una estructura monolingüe.

Por un lado, creo que como región deberíamos pensar en una Plataforma Lingüística Sudamericana que además de contener información relativa a las lenguas de la región sirva de marco programático para el diseño de políticas lingüísticas integradoras comunes en la región (en tanto muchas lenguas atraviesan los límites nacionales).

Estoy pensando en la coordinación de censos lingüísticos nacionales con criterios comunes y cronogramas censales coordinados; plataformas lexicográficas para diccionarios bilingües que permitan la selección de las lenguas de búsqueda y de traducción; disponibilidad de materiales de enseñanza de lenguas originarias, castellano y portugués como lenguas segundas (lo que podría incluir programas de enseñanza, no sólo la disposición de los materiales); programas de investigación de cooperación internacional; redes de archivos lingüísticos; programas de diseño de políticas educativas bilingües (esta es una realidad compartida y un tema aún no resuelto en la región), entre otras tantas posibilidades. Como decía Amílcar Herrera, la ciencia tiene una capacidad transformadora.

Claro está, que para esto es necesario una articulación política de los estados nacionales en la región y una decisión política que ponga como parte de la resolución de la integración sudamericana y el desarrollo social la integración lingüística de nuestras sociedades.

La problemática de pérdida de las lenguas es parte de la problemática de las condiciones socioeconómicas de los pueblos que las hablan. Cuando se pierden lenguas, los pueblos pierden derechos.

Fuente: Ciencia del Sur

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