Las posibilidades, potencial y desafíos de la economía creativa en el país son explorados en el libro “Creatividad y emprendimiento: nuevas economías en Bolivia”, que reúne diferentes investigaciones que presentan un panorama actualizado del sector y que fue presentado en el marco del II Foro Internacional de Economía Creativa, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz en la ciudad de Cochabamba.
“Este libro reúne los aportes de investigadores que han aportado desde sus distintas perspectivas con el objeto de responder a la pregunta de cómo promover la economía creativa en nuestro país y se han identificado varias soluciones a corto plazo, como flexibilizar las normas económicas para ayudar a promover la empresa privada, reducir impuestos o generar estímulos. Sin embargo, creemos que la única manera de promover la economía creativa en Bolivia, a largo plazo, es mediante la educación creativa”, explica Santiago Laserna, director de Proyectos del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) y coordinador de la publicación.
Educación como motor de la economía creativa
Durante la presentación del libro, los investigadores Mauricio Moscoso y Diego Boulocq compartieron los hallazgos más importantes de su investigación “Innovación y educación: Una mirada a los modelos educativos desde la economía creativa” según la cual, la adopción de nuevos modelos educativos es una de las claves para el fomento de la economía creativa.
“Hemos explorado nuestra investigación sobre la relación entre economía creativa y modelos educativos por diferentes razones, principalmente el rol que juega la educación como un factor catalizador de la innovación y la creatividad”, señala Moscoso.
Por su parte, Boulocq apunta que existe una contradicción entre dos paradigmas. El primero es un modelo tradicional de educación, que es rígido, memorista, poco flexible y autoritario. En contraposición, encontramos un modelo de innovación, que es más flexible, experiencial y dialogante. Ante esta contraposición, los investigadores se plantean acciones a tomar para promover la innovación en los modelos educativos.
Esta evolución, sugiere la investigación, puede ser lograda a través de un cambio en las políticas públicas, pero también a través de la voluntad de cambio y de la implementación de nuevas visiones pedagógicas.
“La educación debe ser un motor de transformación social y económica para generar una economía más sostenible y creativa y para imaginar futuros mejores”, puntualiza.
La moda como un elemento de inclusión e igualdad de género
La economista Valeria Salinas-Maceda, por su parte, presentó el artículo científico «La industria de la moda en Bolivia: alta participación de la mujer, equidad de género y competitividad», el cual aborda la economía creativa desde una perspectiva de género en la industria de la moda.
De acuerdo con datos de la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 72% de la fuerza laboral en esta industria de la moda son mujeres, en su mayoría jóvenes y empleadas en microempresas.
“Aunque esto parece positivo, los salarios promedio de las mujeres son significativamente inferiores al salario mínimo nacional y al de sus homólogos masculinos, evidenciando una gran desigualdad de género”, indica.
El estudio revela que, a pesar de la alta competitividad en la comercialización de productos, persiste un «techo de cristal» en la industria de la moda en Bolivia. Las mujeres perciben mayores dificultades para acceder a puestos de liderazgo y enfrentan desigualdades salariales en comparación con los hombres, por lo que es necesario generar políticas públicas que promuevan el empoderamiento y legitimen la producción creativa de las mujeres.
El software, una oportunidad de crecimiento creativo
Los investigadores Alex Ojeda y Valeria Peredo, presentaron un adelanto de su trabajo La programación de software en Bolivia, en el cual abordan las características y el potencial de la industria del desarrollo de programas informáticos en el país.
“Aunque la industria de software es dominante en economías avanzadas como Estados Unidos, también hay espacio para el Sur global, incluyendo Bolivia. En Cochabamba, por ejemplo, se han identificado empresas locales orientadas al mercado exterior, mostrando que la programación de software puede ser una alternativa viable para diversificar la economía del país y reducir la dependencia en sectores extractivos”, explica Ojeda.
Por su parte, Peredo abordó el perfil de los programadores, considerados los «rockstars» de esta industria, quienes requieren habilidades de concentración y resolución de problemas lógicos.
La mayoría de ellos son jóvenes varones, solteros y sin hijos, y muchos provienen de colegios privados, lo que sugiere una mejor formación en matemáticas y ciencias en estas instituciones. Además, aunque el sector valora más las competencias y habilidades que los títulos formales, el dominio del inglés es crucial debido a la naturaleza internacional del trabajo.
En cuanto a las condiciones laborales, la mayoría de los programadores trabajan en el sector privado o como freelancers. El promedio laboral es de 40 horas semanales, generando ingresos con un salario medio de 7.500 bolivianos por mes, significativamente más altos que el promedio salarial de la Población Económicamente Activa (PEA) que es de 2.300 bolivianos por el mismo tiempo trabajado.
“Esto muestra que el sector ofrece oportunidades económicas atractivas que pueden ser explotadas en el país, más aún, considerando que la mayor parte del trabajo que se realiza, se exporta al exterior”, apunta la investigadora.
Ocio, recreación y economía creativa en Bolivia
Daniel Moreno Morales y Wara Moreno Barroso presentaron un estudio correspondiente al ocio y las actividades recreativas en el país y su potencial como factor de creación de riqueza.
“Estas actividades, aunque consideradas juegos, no han sido tomadas en serio por las ciencias sociales en Bolivia. Esta investigación exploratoria busca responder cuatro preguntas: la frecuencia de estas actividades, quiénes las practican, cómo contribuyen al capital social y su impacto económico. Utilizando datos de una encuesta representativa a nivel nacional, realizada en agosto de 2024, abordamos estas cuestiones”, explica Moreno Morales.
Por su parte, Moreno Barroso indica que la investigación halló que más de la mitad de los bolivianos participa en actividades de ocio al menos una vez al mes, siendo el fútbol la más común. Sin embargo, existen desigualdades en la participación según el género y la edad, con menor participación de mujeres y adultos de mediana edad.
“Además, las actividades de ocio permiten construir capital social, aunque principalmente entre personas conocidas, y tienen un impacto económico significativo, con un gasto mensual promedio de 52 bolivianos por persona”.
En conclusión, el estudio descubrió que hay una alta participación en actividades recreativas, sin embargo, existe una elevada desigualdad en función del género y edad.
“A pesar de estas limitaciones, las actividades de ocio no solo son una forma de disfrute y socialización, sino también un motor económico importante”.
La importancia de las investigaciones
El gestor cultural y exsecretario municipal de Culturas de La Paz, Andrés Zaratti, realizó el comentario final sobre el libro, en el cual resaltó la importancia de los estudios sobre economía creativa que permita visibilizar a otros sectores aparte de los tradicionales.
“Es esencial discutir los conceptos de economía creativa e industrias culturales. Esta publicación no solo se enfoca en estudios estadísticos y metodologías, sino que también ofrece propuestas para el Estado en cuanto a políticas y modificaciones necesarias en el sistema educativo y emprendedor. Busca interpelar otros sectores y generar información para la toma de decisiones del Estado”, expresa.
Para Zaratti, es crucial que el Estado desempeñe un papel más activo en la promoción de las economías culturales, generando normas, incentivos y procesos formativos que compensen las debilidades del sector creativo.
La segunda jornada del Foro de Economía Creativa de Bolivia contará con ponencias de Felipe Buitrago, investigador colombiano y creador del término economía naranja; la reconocida chef Valentina Arteaga; la diseñadora Edita Vojtkova y el director del Colegio Alberto Blest Gana, Ricardo Román. Además, se tendrá un panel de análisis sobre la importancia de impulsar la economía creativa como alternativa de producción en tiempos de crisis, con los destacados periodistas Angélica Lazarte, John Arandia, Juan Cristobal Soruco y Beatriz Cahuasa.
Fuente: Unifranz