Gene Sharp es profesor de ciencias políticas, catedrático y fundador de la Institución Albert Einstein, conocida especialmente por su trabajo en favor de la lucha pacífica para derrocar a las dictaduras. Su libro «De la dictadura a la democracia» se ha convertido en un manual de referencia durante la primavera árabe. Pero no solo las revueltas árabes, el propio Hugo Chávez, presidente de Venezuela, acusó a esta Institución de estar detrás de las conocidas como revoluciones de colores que lograron la caída de Slobodan Milosevic en Serbia y Viktor Yanukovych en Ucrania. Este pequeño ensayo «ofrece una guía para asistir en el pensamiento y planificación para producir movimientos de liberación». Sharp proporciona en sus libros una lista de 198 «armas no violentas», que van desde el uso de símbolos, o colores a la organización de boicots.
Sitio donde descargar libro
Imagen: nuestropais.mx
Fuente: http://ebiblioteca.org/
Sitio para difundir investigaciones, analisis y opiniones sobre las TIC en Bolivia, sus connotaciones sociales culturales y economicas. Invitamos a comentar.
jueves, 31 de octubre de 2019
domingo, 27 de octubre de 2019
Carlos Rangel: contra la mitología del resentimiento
¿Qué es lo que somos? ¿Personas? ¿O animales? ¿O salvajes?
William Golding: El señor de las moscas (1954)
Encontraron menos receptividad los filósofos que trataron de hacer esa misma advertencia a nivel conceptual. Un buen ejemplo de esto fue Raymond Aron, quien denunció el carácter opiáceo de la ideología, y mostró cuál era la moral apropiada para un intelectual democrático. Lamentablemente, su estilo prudente y moderado quedó apocado por la demencial glorificación de la violencia revolucionaria de Sartre.
Una excepción fue Albert Camus, quien unió a su trabajo filosófico un gran talento literario para denunciar las amenazas de las ideologías mesiánicas. Pero igualmente, su gran libro, El hombre rebelde, fue muy desprestigiado por la intelectualidad de izquierda y no logró producir el impacto que se merecía.
Las glorificaciones de la violencia redentora, tal como la sartreana, se alimentan del resentimiento. Si alguna cosa buena tiene Nietzsche es una profunda agudeza psicológica. En tal sentido, uno de sus mayores aciertos fue el determinar que el resentimiento era la peor enfermedad para el alma. Lo formula de genialmente en La genealogía de la moral como el “paralogismo del corderito”. Un paralogismo es un argumento falaz donde me engaño a mí mismo. El corderito piensa que el águila que se lo va a comer es malvada, mientras que él se considera bueno porque no come corderitos. Esta es la lógica del victimismo.
El victimismo puede afectar a una sola persona, pero también puede afectar toda una civilización, tal como lo muestra el éxito de un libro: Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, texto que ha promovido el resentimiento hasta conducirlo al cauce de la tentación totalitaria.
Existe un verdadero bloqueo mental para entender que somos responsables de nuestras acciones, y con ellas, de nuestro destino. Es mucho más fácil culpabilizar a otros de nuestros fracasos. En este sentido, los sospechosos habituales son el fantasma del imperialismo norteamericano, y lo que Antonio Negri llama “el Imperio”, como conjunto difuso de todo el capitalismo mundial. Estos son los chivos expiatorios que le dan sentido a nuestras desdichas, en vez de asumir la responsabilidad de que somos dueños de nuestro destino.
La ingrata tarea de inducirnos a reconocer y asumir nuestra responsabilidad histórica ha sido asumida por egregios intelectuales. Entre ellos, destaca el venezolano Carlos Rangel (1929-1988), periodista y ensayista, sobre todo, en su libro Del buen salvaje al buen revolucionario, publicado por Monte Ávila en 1976. Una obra que ya cumplió más de cuarenta años y cuya pertinencia histórica se ha hecho evidente con el paso del tiempo. Lamentablemente, todo eso no parece compadecerse con su poco éxito de lectura en las universidades latinoamericanas.
El origen del mito
El trabajo crítico de Rangel comienza con la genealogía de la mitología del resentimiento. En primer lugar, nos aclara que los mitos sobre América no son autóctonos, son un producto europeo, como el relato griego de la Edad de Oro. En definitiva, son proyecciones del inconsciente colectivo del viejo continente sobre el nuevo. En nuestros hombros recae la carga de la utopía de Tomás Moro y de otros muchos escritores que pensaban escapar a las miserias europeas a través del hallazgo del paraíso perdido en las tierras recientemente descubiertas.
“Cuando los latinoamericanos despiertan (en el siglo XIX) a la conciencia nacional, van a encontrar hecha una base mítica que les servirá para intentar reivindicar como propio el pasado precolombino de América; y más recientemente, hoy mismo, para intentar excusar o enmascarar el fracaso relativo de Latinoamérica, hija del Buen Salvaje, esposa del Buen Revolucionario, madre predestinada del Hombre Nuevo.” (Del buen Salvaje, p. 28).
Si bien Marx comparte el mito que supone que con la revolución se recuperará la sociedad originaria anterior a la lucha de clases, en este autor no hay rastro de justificación de que el atraso secular de algunos países se deba al desarrollo de otros.
“(A Marx) no se le ocurrió jamás sostener que el desarrollo de los países imperialistas y el atraso de los territorios coloniales se debiera en forma sensible a las relaciones (por otra parte odiosas, quién lo duda) de dominación de los primeros sobre los segundos, nexos en los cuales veía más bien Marx la única promesa de progreso para las áreas que hoy llamamos “Tercer Mundo”. (Del buen salvaje, p. 173).
Para un pensamiento de estirpe roussoniana, nuestros aborígenes, aunque no eran civilizados, poseían almas nobles. Ellos representaban la inocencia perdida por el pecaminoso devenir de la civilización. A partir de allí, es fácil fantasear que la inocencia originaria puede ser recuperada por la vía de la violencia redentora. De ese modo, el inicio de la historia se reconectará con la recuperación del paraíso perdido. Tal advenimiento será posible gracias a la acción liberadora del moderno revolucionario como heredero legítimo del buen salvaje.
“Para entender la transmutación del Buen Salvaje en el Buen Revolucionario, notemos que hay no sólo relación, sino identidad entre el estado del hombre antes de la caída y después de la salvación. El intermedio es un paréntesis en la beatitud natural. Los últimos días, serán como los primeros; el fin de la historia será el regreso a la Edad de Oro.” (Del buen salvaje, p. 37).
Tras la idea del cambio social mesiánico hay toda una teología histórica, la cual parece copiada del filósofo medieval Joaquín de Fiore, quien profetizó que la historia humana culminará en una etapa de paz perpetua debido a la realización perfecta del Espíritu Santo.
Las distorsiones
Rangel reconoce la prepotencia política y económica de los Estados Unidos de América sobre todo el continente, pero también considera que esa primacía no es la causa del retraso latinoamericano. Debemos estar alerta acerca de que uno de los recursos de la ideología es invertir las relaciones de causalidad, es decir, poner los caballos detrás de la carreta:
“El imperialismo norteamericano en América Latina no es, desde luego, ningún mito. Sólo que es una consecuencia y no una causa del poder norteamericano y de nuestra debilidad. Hasta el despojo más inicuo, por reprobable que sea, no excusa de buscar una explicación racional para la fuerza del ladrón y la debilidad de su víctima.” (Del buen salvaje, p. 55)
Desde que la América Española comenzó su vida independiente, ha tenido problemas para encauzarse en sociedades republicanas saludables. No ha logrado formas de gobiernos democráticos estables, sino que su historia ha estado plagada de caudillos militares y revoluciones que han conspirado contra su evolución política, económica y social:
“Hacia fines de 1822, la independencia de la América Española estaba prácticamente consumada. A la vez, la debilidad, vulnerabilidad y nula preparación para la vida autónoma de las nuevas repúblicas, eran perfectamente aparentes para los contemporáneos, y preocuparon a los norteamericanos.” (Del buen salvaje, p. 57).
Rangel enfatiza cómo el atraso de la región ha sido un problema no solo para nosotros, los directamente afectados, sino también para los mismos Estados Unidos, pues eso causa un desequilibro regional.
La inversión de los valores
Después de la independencia, hubo muchas guerras civiles en la América Española, las cuales tomaron la forma de confrontación entre liberales y conservadores. Dichas denominaciones eran más nominales que reales. Así que los liberales resultaron tan retrógrados como sus rivales conservadores.
“No surgió, no podía surgir ninguna burguesía ilustrada de esas reformas liberales, puramente teóricas, letra muerta en códigos importados, y en ningún caso reflejo de las verdaderas relaciones de producción y de las verdaderas estructuras de poder.” (Del buen salvaje, p. 130).
La ausencia de un sector realmente ilustrado, que fuese capaz de liderar a nuestras naciones, provocó que nos convirtiésemos en adictos a las mitologías resentidas y a las ideologías antiliberales.
“La verdad es demasiado desagradable, y por eso Latinoamérica es extremadamente vulnerable a las interpretaciones históricas y a los proyectos políticos construidos sobre la mentira, o que apelan a la verdad sólo a medias. Y en esa forma llegamos a declarar execrable a lo mejor de nosotros mismos (e.g. Sarmiento o Jorge Luis Borges) y admirable lo peor (e.g. Juan Manuel de Rosas o Perón).” (Del buen salvaje, p. 133).
El miedo a la verdad, y también a la libertad, han conducido a un tóxico resultado en nuestra cultura: hemos terminado glorificando a nuestros villanos, a los destructores, y despreciando todo aquello que buscase una fórmula de superación.
Educación para la libertad
En estos momentos, cuando muchas ciudades latinoamericanas arden en el resentimiento populista, el pensamiento de Carlos Rangel tiene un peso inobjetable para evitar quedar atrapado por las pasiones políticas.
Rangel coadyuva a pensar el porvenir desde el liberalismo político, la ideología más benigna de todas, pues la democracia es, tal como afirmaba Churchill, el menos malo de los sistemas de gobierno. Es difícil pensar una vida civilizada sin los logros históricos del pensamiento ilustrado: elecciones libres, parlamentos, separación entre iglesia y Estado, y, sobre todo, las libertades.
Es importante señalar que Rangel no parece ser neoliberal, o lo que es lo mismo, un defensor a ultranza de los privilegios capitalistas a costa del bien común. Más bien se presenta preponderadamente como un liberal político. El neoliberal está más preocupado de las libertades del mercado que del bienestar social y de las libertades políticas. Este no es el caso de Rangel, quien hace una defensa histórica del APRA, partido peruano que se erigió en decano de la socialdemocracia latinoamericana. Un neoliberal ortodoxo no se permitiría expresar tal tipo de simpatías.
Tanto el populismo como neoliberalismo piensan en términos de “enemigos complementarios”, en el sentido que le asigna Todorov: o ustedes o nosotros. Por eso, a la larga, son peligros para la democracia. Esto pone en riesgo el Ethos democrático, el cual está constituido por el respeto mutuo, la compasión y el diálogo.
Las nuevas generaciones pueden aprender de Rangel a distinguir y neutralizar las ideologías mesiánicas, que aspiran a la utopía, al costo de sacrificar la ética en nombre del poder, lo cual tiene como resultado tanto la tiranía como el genocidio.
En contraste, desde la perspectiva del humanismo y el liberalismo político, Carlos Rangel denunció la mitología autoritaria que constituye un peligro para los derechos humanos. En conclusión, este importante pensador venezolano nos ha enseñado a no añorar el salvajismo resentido, cuando lo que necesitamos es preservar la dignidad propia de la civilización democrática.
Fuente: Prodavinci
viernes, 25 de octubre de 2019
"Sobre los mentirosos" por Michel de Montaigne
Saint-Michel-de-Montaigne, fue un filósofo, escritor, humanista y moralista francés del Renacimiento, autor y creador del género literario conocido en la Edad Moderna como ensayo.
No hay hombre al que le siente menos ponerse a hablar de la memoria. Ya que no reconozco casi ninguna traza de ella en mí, y no creo que haya en el mundo otra tan prodigiosa por lo que respecta a su insuficiencia. Todas mis otras cualidades son vulgares y ordinarias. Pero en lo que respecta a ésta creo ser singular y poco común y digno de ganar gracias a ello fama y reputación.
Además de la desventaja natural que padezco por esta causa, ya que, considerada su necesidad, Platón tiene razón en llamarla grande y poderosa diosa, como en mi comarca cuando se quiere decir que un hombre carece de juicio se dice que no tiene memoria, cuando yo me quejo de la falta de ésta, me corrigen y se niegan a creerlo, como si hubiese dicho que estoy loco. No ven ninguna diferencia entre memoria y entendimiento. Es agravar mucho mi caso. Lo cual me desmerece ya que, por el contrario, la experiencia nos muestra que las excelentes memorias suelen ir al par de los juicios débiles. También esto me desmerece: yo que no sé hacer nada tan bien como el ser amigo, ya que las mismas palabras que denuncian mi enfermedad sirven para designar la ingratitud. Hacen a la memoria responsable de mis sentimientos y transforman un defecto natural en un defecto de conciencia. Ha olvidado, dicen, aquel ruego o aquella promesa. No se acuerda en absoluto de sus amigos. Se olvidó de decir, de hacer, de callar aquello por consideración a mí. Por supuesto que puedo olvidar fácilmente, pero abandonar en la negligencia la tarea que mi amigo me ha dado, eso no lo hago. Que se conformen con mi desgracia sin hacer de ella una suerte de maldad, y una maldad tan enemiga de mi carácter.
Yo me consuelo un poco. Tomando en cuenta, en primer lugar, que es un mal del cual he sacado en gran medida la manera de corregir uno peor que hubiese podido producirse en mí; a saber: la ambición que es un defecto insoportable en quien se ocupa en relaciones mundanas; ya que, probablemente, como lo dicen diversos ejemplos de procesos naturales, este defecto ha fortificado en mí otras facultades a medida que aquella se debilitaba; y yo iría fácilmente haciendo languidecer mi espíritu y mis pensamientos y reclinándolos en el ejemplo ajeno, como hace el mundo, sin ejercer sus propias fuerzas, si tuviese presentes las invenciones y opiniones ajenas gracias al privilegio de la memoria; mi habla es gracias a esto más corta, ya que el almacén de la memoria está naturalmente más provisto de materia que el de la invención; si hubiese podido contar con ella, hubiese aturdido a mis amigos con mi parloteo, cada tema despertando esta facultad que poseo de manejarlos y de emplearlos, excitando y provocando mis discursos. Es algo penoso. Lo compruebo gracias a la experiencia de algunos amigos íntimos: a medida que la memoria les procura la cosa entera y presente, retroceden tan atrás en su relato y lo cargan con tantas vanas circunstancias que si el cuento es bueno sofocan todo mérito, y si no lo es terminas por maldecir o la dicha de su memoria o la desdicha de su sensatez. Y es una cosa difícil cerrar un tema y cortarlo una vez que se está en camino. Y en nada se conoce tanto la fuerza de un caballo como cuando se lo detiene brusca y completamente. Incluso entre los que hablan con discernimiento veo a quienes quieren y no pueden deshacerse de su carrera. Mientras buscan la manera de cerrar sus pasos van diciendo tonterías, arrastrándose como hombres que desfallecen de debilidad. Los ancianos son peligrosos sobre todo, a quienes resta el recuerdo de las cosas pasadas y que han perdido el recuerdo de sus repeticiones. He visto como relatos muy agradables se volvían aburridos en la boca de un señor cuyos oyentes habían sido saturados cien veces de ellos.
En segundo lugar, me acuerdo menos de las ofensas recibidas -como decía aquel antiguo, me haría falta un apuntador como el de Darío, el cual para no olvidar la ofensa que le habían hecho los atenienses, había dispuesto, cada vez que se sentaba a la mesa, que un paje le dijese tres veces al oído: Señor, acordaos de los atenienses- y los lugares y los libros que vuelvo a ver me sonríen siempre con fresca novedad.
No es sin razón que se dice que el que no se siente bastante firme en cuanto a su memoria no debe inmiscuirse en ser mentiroso. Sé bien que los gramáticos establecen una diferencia entre mentira y mentir y dicen que decir una mentira es decir algo falso pero que se toma como verdadero; y que la definición de mentir en latín, de donde sale nuestro francés, es algo así como ir en contra de su conciencia, por consiguiente esto no se refiere sino a quienes dicen algo contrario de lo que saben, y es de estos de quienes hablo. Estos, entonces, o bien inventan completamente o bien disfrazan y alteran un fondo verdadero. Cuando disfrazan y cambian, si se les hace contar a menudo lo mismo, es difícil que no se desenmascaren ellos mismos, puesto que la cosa tal cual es, habiendo penetrado primero en la memoria y habiéndose grabado en ella gracias al conocimiento y a la experiencia, es difícil que no se represente a la imaginación desalojando la falsedad que no puede estar allí tan sólidamente establecida, y que las circunstancias de la primera experiencia deslizándose a cada momento en el espíritu no hagan perder el recuerdo de los elementos agregados, falsos o envilecidos. Por lo que respecta a quienes inventan completamente, tanto más que no hay ninguna impresión que contraríe su falsedad, parece que deben tener menos temor a equivocarse. De todas formas, aún esto escapa fácilmente a la memoria, ya que es un cuerpo vano y sin asas, si ésta no está bien asegurada. De esto he visto a menudo la experiencia, y de una manera cómica, en detrimento de quienes profesan no formar un discurso sino en la medida en que es útil a los asuntos que negocian y que agrada a los grandes con quienes hablan. Ya que esas circunstancias, a las que éstos quieren someter su fe y su conciencia, estando sujetas a diversos cambios, es necesario que su discurso se diversifique de acuerdo con aquellas, de lo que resulta que dicen de una misma cosa ora gris ora amarilla, a un hombre de una forma, a otro de otra; y si por azar esos hombres se llevan como un botín tan contrarias afirmaciones ¿en qué se transforma tan hermoso arte? Sin contar que imprudentemente se desenmascaran a ellos mismos; en efecto ¿qué memoria podría bastar para recordar todas las distintas formas que han forjado a partir de un asunto? En mis tiempos he visto a muchos que envidiaban la reputación que se le otorga a esta linda especie de sagacidad, sin ver que, a pesar de su reputación, no tiene efecto.
Mentir es, en realidad, un maldito vicio. No somos hombres y no estamos unidos unos a otros sino por la palabra. Si conociésemos el horror y el peso de la mentira, la castigaríamos con el fuego con más justicia que en lo que respecta a otros crímenes. Me parece que nos entretenemos en castigar en los niños errores inocentes, sin razón, y que los atormentamos a causa de actos impremeditados que no dejan rastros ni tienen consecuencia. Solamente la mentira, y en menor medida la terquedad, me parece formar parte de los errores cuyo nacimiento y cuyo progreso deberíamos combatir con sumo cuidado. Estas crecen a medida que el niño crece. Y una vez que se le ha dado a la lengua estas maneras falsas es algo increíble hasta que punto es difícil hacerla despojarse de ellas. Por esto ocurre que vemos a hombres, correctos por lo demás, sometidos y dominados por ellas; conozco un aprendiz de sastre al cual no le escuchado nunca decir una verdad, ni siquiera cuando ésta se ofrece para servirle útilmente.
Si, como la verdad, la mentira no tuviese sino una cara, correríamos menos riesgos. Ya que tomaríamos por cierto lo opuesto de lo que dijese el mentiroso. Pero el reverso de la verdad tiene cien mil formas y un campo indefinido.
Los pitagóricos dicen que el bien es algo cierto y preciso, el mal, impreciso e incierto. Mil caminos nos desvían del blanco, uno solo nos conduce a él. Ciertamente no estoy seguro que no pudiere llegar a protegerme de un peligro evidente y extremo mediante una mentira solemne y desvergonzada.
Un Padre antiguo dice que estamos mejor en la compañía de un perro conocido que en la de un hombre cuya lengua desconocemos. Ut externus alieno non sit hominis vice. (Plinio, Historia natural, VII, 1: “De modo que un extranjero no es un hombre para nosotros”.) Y cuánto menos sociable que el silencio es una lengua falsa.
El rey Francisco I se jactaba de haber, de esta manera, desconcertado a Francesco Taverna, embajador de Francesco Sforza, duque de Milán, hombre célebre en la ciencia de la conversación. Este había sido enviado de prisa para disculpar a su señor con Su Majestad con respecto a un hecho de gran consecuencia que era el siguiente: al rey, a fin de mantener algunos contactos en Italia de donde había sido expulsado recientemente, incluso del ducado de Milán, se le había ocurrido conservar allí un gentilhombre a su servicio, embajador de hecho, pero hombre privado en cuanto a las apariencias, que aparentaba permanecer sólo por sus asuntos particulares; y esto tanto más que el duque que dependía cada vez más del emperador (sobre todo en ése momento en el que se encontraba en tratos para casarse con su sobrina, hija del rey de Dinamarca y hoy soberana viuda de Lorena) no podía revelar sin perjuicios que mantenía algún tipo de conversación y comercio con nosotros. Para cumplir esta misión se juzgó apropiado a un gentilhombre milanés, caballero de la caballeriza del rey, llamado Merveille. Este, enviado con cartas secretas de acreditación e instrucciones de embajador, y con otras cartas de recomendación para el duque respecto de sus asuntos particulares, como máscara y para salvar las apariencias, estuvo tanto tiempo junto al duque que la cosa inquietó al emperador, lo cual fue causa de lo que se produjo luego, así como lo pensamos, que fue que, con la excusa de que Merveille había cometido algún asesinato, el duque le hizo cortar la cabeza en mitad de la noche, al cabo de un proceso que duró dos días. Micer Francesco habiendo llegado dispuesto a hacer un largo relato lleno de falsedad de esta historia, ya que el rey se había dirigido a todos los príncipes de la cristiandad y al duque mismo exigiendo explicaciones, fue escuchado en audiencia matinal y habiendo establecido y construido para justificar su causa muchas hermosas apariencias del hecho; a saber: que su señor sólo había tomado a nuestro hombre como un gentilhombre particular y súbdito suyo que había venido a Milán por sus propios asuntos y que no había vivido allí bajo otra apariencia; negando incluso haber sabido que estuviese ligado a la corte ni fuese conocido del rey, mucho menos que fuese considerado en calidad de embajador. El rey, a su vez, hostigándolo con distintas objeciones y preguntas lo empujó hasta llegar al punto de la ejecución nocturna y hecha como en secreto. A lo que el pobre hombre, desconcertado, respondió para no perder la compostura, que el duque, por respeto a Su Majestad, hubiera lamentado mucho que la ejecución se hubiese llevado a cabo durante el día. Cualquiera puede imaginarse el efecto que produjo tamaña contradicción, y en presencia de alguien tan perspicaz como el rey Francisco.
El papa Julio II habiendo despachado un embajador al rey de Inglaterra para indisponerlo con el rey Francisco, habiendo sido el embajador escuchado respecto de su cometido, y el rey de Inglaterra poniendo reparos debido a la dificultad en que se hallaba de hacer los preparativos que serían necesarios para hacer la guerra a un rey tan poderoso, y alegando sobre esto otras razones, el embajador contestó inoportunamente que, por su parte, él también las había considerado y se las había dicho al papa. A causa de estas palabras tan alejadas de su propósito que era de inducirlo con prontitud a hacer la guerra, el rey de Inglaterra dedujo un primer motivo para creer lo que después vio confirmado por los hechos, que este embajador en su fuero interno se inclinaba del lado de Francia. Y habiendo advertido de esto a su señor, sus bienes fueron confiscados y estuvo a punto por ello de perder la vida.
Fuente: Bloghemia
No hay hombre al que le siente menos ponerse a hablar de la memoria. Ya que no reconozco casi ninguna traza de ella en mí, y no creo que haya en el mundo otra tan prodigiosa por lo que respecta a su insuficiencia. Todas mis otras cualidades son vulgares y ordinarias. Pero en lo que respecta a ésta creo ser singular y poco común y digno de ganar gracias a ello fama y reputación.
Además de la desventaja natural que padezco por esta causa, ya que, considerada su necesidad, Platón tiene razón en llamarla grande y poderosa diosa, como en mi comarca cuando se quiere decir que un hombre carece de juicio se dice que no tiene memoria, cuando yo me quejo de la falta de ésta, me corrigen y se niegan a creerlo, como si hubiese dicho que estoy loco. No ven ninguna diferencia entre memoria y entendimiento. Es agravar mucho mi caso. Lo cual me desmerece ya que, por el contrario, la experiencia nos muestra que las excelentes memorias suelen ir al par de los juicios débiles. También esto me desmerece: yo que no sé hacer nada tan bien como el ser amigo, ya que las mismas palabras que denuncian mi enfermedad sirven para designar la ingratitud. Hacen a la memoria responsable de mis sentimientos y transforman un defecto natural en un defecto de conciencia. Ha olvidado, dicen, aquel ruego o aquella promesa. No se acuerda en absoluto de sus amigos. Se olvidó de decir, de hacer, de callar aquello por consideración a mí. Por supuesto que puedo olvidar fácilmente, pero abandonar en la negligencia la tarea que mi amigo me ha dado, eso no lo hago. Que se conformen con mi desgracia sin hacer de ella una suerte de maldad, y una maldad tan enemiga de mi carácter.
Yo me consuelo un poco. Tomando en cuenta, en primer lugar, que es un mal del cual he sacado en gran medida la manera de corregir uno peor que hubiese podido producirse en mí; a saber: la ambición que es un defecto insoportable en quien se ocupa en relaciones mundanas; ya que, probablemente, como lo dicen diversos ejemplos de procesos naturales, este defecto ha fortificado en mí otras facultades a medida que aquella se debilitaba; y yo iría fácilmente haciendo languidecer mi espíritu y mis pensamientos y reclinándolos en el ejemplo ajeno, como hace el mundo, sin ejercer sus propias fuerzas, si tuviese presentes las invenciones y opiniones ajenas gracias al privilegio de la memoria; mi habla es gracias a esto más corta, ya que el almacén de la memoria está naturalmente más provisto de materia que el de la invención; si hubiese podido contar con ella, hubiese aturdido a mis amigos con mi parloteo, cada tema despertando esta facultad que poseo de manejarlos y de emplearlos, excitando y provocando mis discursos. Es algo penoso. Lo compruebo gracias a la experiencia de algunos amigos íntimos: a medida que la memoria les procura la cosa entera y presente, retroceden tan atrás en su relato y lo cargan con tantas vanas circunstancias que si el cuento es bueno sofocan todo mérito, y si no lo es terminas por maldecir o la dicha de su memoria o la desdicha de su sensatez. Y es una cosa difícil cerrar un tema y cortarlo una vez que se está en camino. Y en nada se conoce tanto la fuerza de un caballo como cuando se lo detiene brusca y completamente. Incluso entre los que hablan con discernimiento veo a quienes quieren y no pueden deshacerse de su carrera. Mientras buscan la manera de cerrar sus pasos van diciendo tonterías, arrastrándose como hombres que desfallecen de debilidad. Los ancianos son peligrosos sobre todo, a quienes resta el recuerdo de las cosas pasadas y que han perdido el recuerdo de sus repeticiones. He visto como relatos muy agradables se volvían aburridos en la boca de un señor cuyos oyentes habían sido saturados cien veces de ellos.
En segundo lugar, me acuerdo menos de las ofensas recibidas -como decía aquel antiguo, me haría falta un apuntador como el de Darío, el cual para no olvidar la ofensa que le habían hecho los atenienses, había dispuesto, cada vez que se sentaba a la mesa, que un paje le dijese tres veces al oído: Señor, acordaos de los atenienses- y los lugares y los libros que vuelvo a ver me sonríen siempre con fresca novedad.
No es sin razón que se dice que el que no se siente bastante firme en cuanto a su memoria no debe inmiscuirse en ser mentiroso. Sé bien que los gramáticos establecen una diferencia entre mentira y mentir y dicen que decir una mentira es decir algo falso pero que se toma como verdadero; y que la definición de mentir en latín, de donde sale nuestro francés, es algo así como ir en contra de su conciencia, por consiguiente esto no se refiere sino a quienes dicen algo contrario de lo que saben, y es de estos de quienes hablo. Estos, entonces, o bien inventan completamente o bien disfrazan y alteran un fondo verdadero. Cuando disfrazan y cambian, si se les hace contar a menudo lo mismo, es difícil que no se desenmascaren ellos mismos, puesto que la cosa tal cual es, habiendo penetrado primero en la memoria y habiéndose grabado en ella gracias al conocimiento y a la experiencia, es difícil que no se represente a la imaginación desalojando la falsedad que no puede estar allí tan sólidamente establecida, y que las circunstancias de la primera experiencia deslizándose a cada momento en el espíritu no hagan perder el recuerdo de los elementos agregados, falsos o envilecidos. Por lo que respecta a quienes inventan completamente, tanto más que no hay ninguna impresión que contraríe su falsedad, parece que deben tener menos temor a equivocarse. De todas formas, aún esto escapa fácilmente a la memoria, ya que es un cuerpo vano y sin asas, si ésta no está bien asegurada. De esto he visto a menudo la experiencia, y de una manera cómica, en detrimento de quienes profesan no formar un discurso sino en la medida en que es útil a los asuntos que negocian y que agrada a los grandes con quienes hablan. Ya que esas circunstancias, a las que éstos quieren someter su fe y su conciencia, estando sujetas a diversos cambios, es necesario que su discurso se diversifique de acuerdo con aquellas, de lo que resulta que dicen de una misma cosa ora gris ora amarilla, a un hombre de una forma, a otro de otra; y si por azar esos hombres se llevan como un botín tan contrarias afirmaciones ¿en qué se transforma tan hermoso arte? Sin contar que imprudentemente se desenmascaran a ellos mismos; en efecto ¿qué memoria podría bastar para recordar todas las distintas formas que han forjado a partir de un asunto? En mis tiempos he visto a muchos que envidiaban la reputación que se le otorga a esta linda especie de sagacidad, sin ver que, a pesar de su reputación, no tiene efecto.
Mentir es, en realidad, un maldito vicio. No somos hombres y no estamos unidos unos a otros sino por la palabra. Si conociésemos el horror y el peso de la mentira, la castigaríamos con el fuego con más justicia que en lo que respecta a otros crímenes. Me parece que nos entretenemos en castigar en los niños errores inocentes, sin razón, y que los atormentamos a causa de actos impremeditados que no dejan rastros ni tienen consecuencia. Solamente la mentira, y en menor medida la terquedad, me parece formar parte de los errores cuyo nacimiento y cuyo progreso deberíamos combatir con sumo cuidado. Estas crecen a medida que el niño crece. Y una vez que se le ha dado a la lengua estas maneras falsas es algo increíble hasta que punto es difícil hacerla despojarse de ellas. Por esto ocurre que vemos a hombres, correctos por lo demás, sometidos y dominados por ellas; conozco un aprendiz de sastre al cual no le escuchado nunca decir una verdad, ni siquiera cuando ésta se ofrece para servirle útilmente.
Si, como la verdad, la mentira no tuviese sino una cara, correríamos menos riesgos. Ya que tomaríamos por cierto lo opuesto de lo que dijese el mentiroso. Pero el reverso de la verdad tiene cien mil formas y un campo indefinido.
Los pitagóricos dicen que el bien es algo cierto y preciso, el mal, impreciso e incierto. Mil caminos nos desvían del blanco, uno solo nos conduce a él. Ciertamente no estoy seguro que no pudiere llegar a protegerme de un peligro evidente y extremo mediante una mentira solemne y desvergonzada.
Un Padre antiguo dice que estamos mejor en la compañía de un perro conocido que en la de un hombre cuya lengua desconocemos. Ut externus alieno non sit hominis vice. (Plinio, Historia natural, VII, 1: “De modo que un extranjero no es un hombre para nosotros”.) Y cuánto menos sociable que el silencio es una lengua falsa.
El rey Francisco I se jactaba de haber, de esta manera, desconcertado a Francesco Taverna, embajador de Francesco Sforza, duque de Milán, hombre célebre en la ciencia de la conversación. Este había sido enviado de prisa para disculpar a su señor con Su Majestad con respecto a un hecho de gran consecuencia que era el siguiente: al rey, a fin de mantener algunos contactos en Italia de donde había sido expulsado recientemente, incluso del ducado de Milán, se le había ocurrido conservar allí un gentilhombre a su servicio, embajador de hecho, pero hombre privado en cuanto a las apariencias, que aparentaba permanecer sólo por sus asuntos particulares; y esto tanto más que el duque que dependía cada vez más del emperador (sobre todo en ése momento en el que se encontraba en tratos para casarse con su sobrina, hija del rey de Dinamarca y hoy soberana viuda de Lorena) no podía revelar sin perjuicios que mantenía algún tipo de conversación y comercio con nosotros. Para cumplir esta misión se juzgó apropiado a un gentilhombre milanés, caballero de la caballeriza del rey, llamado Merveille. Este, enviado con cartas secretas de acreditación e instrucciones de embajador, y con otras cartas de recomendación para el duque respecto de sus asuntos particulares, como máscara y para salvar las apariencias, estuvo tanto tiempo junto al duque que la cosa inquietó al emperador, lo cual fue causa de lo que se produjo luego, así como lo pensamos, que fue que, con la excusa de que Merveille había cometido algún asesinato, el duque le hizo cortar la cabeza en mitad de la noche, al cabo de un proceso que duró dos días. Micer Francesco habiendo llegado dispuesto a hacer un largo relato lleno de falsedad de esta historia, ya que el rey se había dirigido a todos los príncipes de la cristiandad y al duque mismo exigiendo explicaciones, fue escuchado en audiencia matinal y habiendo establecido y construido para justificar su causa muchas hermosas apariencias del hecho; a saber: que su señor sólo había tomado a nuestro hombre como un gentilhombre particular y súbdito suyo que había venido a Milán por sus propios asuntos y que no había vivido allí bajo otra apariencia; negando incluso haber sabido que estuviese ligado a la corte ni fuese conocido del rey, mucho menos que fuese considerado en calidad de embajador. El rey, a su vez, hostigándolo con distintas objeciones y preguntas lo empujó hasta llegar al punto de la ejecución nocturna y hecha como en secreto. A lo que el pobre hombre, desconcertado, respondió para no perder la compostura, que el duque, por respeto a Su Majestad, hubiera lamentado mucho que la ejecución se hubiese llevado a cabo durante el día. Cualquiera puede imaginarse el efecto que produjo tamaña contradicción, y en presencia de alguien tan perspicaz como el rey Francisco.
El papa Julio II habiendo despachado un embajador al rey de Inglaterra para indisponerlo con el rey Francisco, habiendo sido el embajador escuchado respecto de su cometido, y el rey de Inglaterra poniendo reparos debido a la dificultad en que se hallaba de hacer los preparativos que serían necesarios para hacer la guerra a un rey tan poderoso, y alegando sobre esto otras razones, el embajador contestó inoportunamente que, por su parte, él también las había considerado y se las había dicho al papa. A causa de estas palabras tan alejadas de su propósito que era de inducirlo con prontitud a hacer la guerra, el rey de Inglaterra dedujo un primer motivo para creer lo que después vio confirmado por los hechos, que este embajador en su fuero interno se inclinaba del lado de Francia. Y habiendo advertido de esto a su señor, sus bienes fueron confiscados y estuvo a punto por ello de perder la vida.
Fuente: Bloghemia
lunes, 21 de octubre de 2019
Está por comenzar el MOOC de Acceso Abierto
Aprender 3C es un proyecto dirigido a estudiantes, docentes, editores científicos, jóvenes investigadores y profesionales latinoamericanos. Organizamos regularmente webinars, webcast y serie de webinar temáticos gratuitos sobre tematicas relativas al mundo de las Ciencias de la Información. Además, desarrollamos cursos pagos y gratuitos, como éste.
El MOOC de Acceso Abierto está por comenzar y tú eres una parte importante del mismo. A lo largo de 5 semanas estaremos trabajando e interactuando de diversas maneras, procurando promover el autoestudio y el trabajo colaborativo.
Lanzamos las inscripciones al MOOC durante la Semana Internacional de Acceso Abierto (OpenWeek 2019), cuyo lema este año es «¿Abierto para quién? Equidad en el conocimiento abierto”. La Semana Internacional del Acceso Abierto se celebra desde hace 12 años y es una oportunidad para tomar medidas para hacer que la apertura sea el valor predeterminado para la investigación, para aumentar la visibilidad de esa producción, acelerar la investigación y convertir los avances en vidas mejores. Esta es una nueva acción de la comunidad de #Aprender3C en post de construir y fortalecer el acceso democrático, sustentable y abierto al conocimiento científico, financiado con fondos públicos en América Latina.
El curso comienza el lunes 28 de octubre y tiene una duración aproximada de 5 semanas, con una carga de trabajo de entre 4 y 6 horas semanales. Respecto a los contenidos, durante la primera semana nos centraremos en hacer una introducción al movimiento de acceso abierto, definición, vías para lograrlo, objetivos y beneficios. En la clase 2 revisaremos el concepto de repositorio digital, los tipos de repositorios que existen, y estudiaremos el protocolo OAI-PMH, la interoperabilidad, la visibilidad y la evaluación. En la tercera semana comenzaremos a hablar de revistas de acceso abierto, tipos, características y gestión. En esta clase, al igual que en la de repositorios, les ofreceremos diferentes recursos para que conozcan: cosechadores, directorios, servicios de indexación y algunos sitios de interés de distintas universidades. En la cuarta semana haremos una reseña de la situación en Argentina y el resto del mundo en cuanto a la legislación. También abordaremos temas relacionados con el derecho de autor y las licencias creative commons. Por último nos introduciremos en el concepto de ciencia abierta y sobre cuales son los desafíos del acceso abierto para la región.
En cuanto a la metodología, el curso es abierto y autoguiado. Todo el material se publicará en la plataforma virtual de Aprender 3C y tendrán acceso las 24 horas del día los 7 días de la semana. Cada semana abriremos una clase con sus diferentes contenidos y recursos. Al finalizar cada clase podrán completar la evaluación autoguiada a modo de checklist (cuestionario verdadero o falso).
Las vías de comunicación habilitadas entre los docentes y estudiantes serán los foros de consulta, sesiones de chat y webinar y el mail interno en la plataforma LMS de Aprender 3C.
Recibirán un certificado digital de APROBACIÓN aquellos estudiantes que cumplan con la totalidad de las actividades y las autoevaluaciones propuestas.
Imagen: E-Historia
Fuente: Aprender 3C
El MOOC de Acceso Abierto está por comenzar y tú eres una parte importante del mismo. A lo largo de 5 semanas estaremos trabajando e interactuando de diversas maneras, procurando promover el autoestudio y el trabajo colaborativo.
Lanzamos las inscripciones al MOOC durante la Semana Internacional de Acceso Abierto (OpenWeek 2019), cuyo lema este año es «¿Abierto para quién? Equidad en el conocimiento abierto”. La Semana Internacional del Acceso Abierto se celebra desde hace 12 años y es una oportunidad para tomar medidas para hacer que la apertura sea el valor predeterminado para la investigación, para aumentar la visibilidad de esa producción, acelerar la investigación y convertir los avances en vidas mejores. Esta es una nueva acción de la comunidad de #Aprender3C en post de construir y fortalecer el acceso democrático, sustentable y abierto al conocimiento científico, financiado con fondos públicos en América Latina.
El curso comienza el lunes 28 de octubre y tiene una duración aproximada de 5 semanas, con una carga de trabajo de entre 4 y 6 horas semanales. Respecto a los contenidos, durante la primera semana nos centraremos en hacer una introducción al movimiento de acceso abierto, definición, vías para lograrlo, objetivos y beneficios. En la clase 2 revisaremos el concepto de repositorio digital, los tipos de repositorios que existen, y estudiaremos el protocolo OAI-PMH, la interoperabilidad, la visibilidad y la evaluación. En la tercera semana comenzaremos a hablar de revistas de acceso abierto, tipos, características y gestión. En esta clase, al igual que en la de repositorios, les ofreceremos diferentes recursos para que conozcan: cosechadores, directorios, servicios de indexación y algunos sitios de interés de distintas universidades. En la cuarta semana haremos una reseña de la situación en Argentina y el resto del mundo en cuanto a la legislación. También abordaremos temas relacionados con el derecho de autor y las licencias creative commons. Por último nos introduciremos en el concepto de ciencia abierta y sobre cuales son los desafíos del acceso abierto para la región.
En cuanto a la metodología, el curso es abierto y autoguiado. Todo el material se publicará en la plataforma virtual de Aprender 3C y tendrán acceso las 24 horas del día los 7 días de la semana. Cada semana abriremos una clase con sus diferentes contenidos y recursos. Al finalizar cada clase podrán completar la evaluación autoguiada a modo de checklist (cuestionario verdadero o falso).
Las vías de comunicación habilitadas entre los docentes y estudiantes serán los foros de consulta, sesiones de chat y webinar y el mail interno en la plataforma LMS de Aprender 3C.
Recibirán un certificado digital de APROBACIÓN aquellos estudiantes que cumplan con la totalidad de las actividades y las autoevaluaciones propuestas.
Imagen: E-Historia
Fuente: Aprender 3C
sábado, 19 de octubre de 2019
De los ciudadanos inútiles
Efectivamente, uno de los aspectos de lo que podría llamarse la crisis de las democracias modernas es que, en nuestro Estado de Derecho, los ciudadanos consideran que cada vez tienen más derechos y menos deberes frente a la colectividad.
Jean-François Revel
Cuando, como lo hizo Kant, nos preguntamos acerca de qué debemos hacer, las alternativas son varias. Siguiendo a Epicuro, podríamos pensar en el placer, considerándolo un criterio determinante para orientar nuestras actuaciones. Asimismo, observando enseñanzas de los estoicos, se podría tener una vida virtuosa, lo cual implicaría obrar según la naturaleza, evitando toda disconformidad sobre desgracias o fortunas. Son apenas dos de las distintas ideas que se han formulado; desde la Edad Antigua hasta hoy, estos debates no merecen conclusión. En cualquier caso, me interesa destacar una última opción. Aludo a una conocida escuela de filosofía que fue fundada por Jeremy Bentham, el utilitarismo. Lo señalo porque, más allá del significado que se le asigna en términos doctrinarios, hay una palabra capital, utilidad, capaz de ayudarnos a tomar decisiones.
En la lógica ya expuesta, el interrogante central tiene que ver con si servimos o no a una causa específica. Por supuesto, no es lo mismo pensar en ser útiles para nuestra vida individual, familiar o profesional, verbigracia, que hacerlo desde un punto de vista ciudadano. Sucede que esta condición de individuo con derechos políticos, conseguida tras numerosas luchas, debería hacernos reflexionar sobre cuánto aportamos a una convivencia más o menos civil. Se lo advierte porque hay personas sin ningún interés de contribuir al mantenimiento del sistema que habría sido instalado para nuestro beneficio. Es que, aunque se nos ofrezca, en caso de agresión, la protección a nuestras libertades, las normas que lo establecen pueden sernos indiferentes. Peor todavía, algunos sujetos, además de caracterizarse por despreciar lo referente a ese orden institucional, podrían militar en su contra. Hablo de quienes son tan inútiles cuanto peligrosos.
El ciudadano que no se preocupa por los problemas sociales, cuestionando decisiones del gobernante, pero también promoviendo, en la medida de sus capacidades, soluciones, podría ser presentado como inútil. No ayuda, pues, en absoluto, a encontrar una mejor manera de convivir. No se demanda que cada minuto sea consagrado a estos menesteres. Sería una soberana estupidez que, teniendo tantas otras dimensiones, nuestra vida fuese reducida a esa única parcela. Lo que parecería condenable es su desdén, creyendo en la imposibilidad de ser afectado por las medidas gubernamentales. La historia está recargada de casos en los que apáticos, tibios y cobardes fueron víctimas del poder. De modo que se exige nuestra vigilancia, mas igualmente un ejercicio reflexivo, así sea sensato, de los derechos. No basta con reclamar por el sufragio; debemos estar a la altura del desafío, usando nuestro cerebro para elegir sin ser marionetas de nadie.
Los electores que votan bajo el impulso de antipatías, prejuicios, rencores o hasta envidias, por citar algunos supuestos, cuentan con aquel vicio en cuestión, la inutilidad. No es suficiente con levantarse del lecho, soportar las demoras de una cola y sufragar. El cumplimiento de esta labor tiene que ser acompañado por una tarea informativa, investigativa, aun crítica. La elección desprovista de conocimientos sobre propuestas, programas, verosimilitudes o ilusiones que desencadenan los candidatos no justifica ninguna celebración. Lejos de fortalecer la cultura democrática, pueden perjudicarla, puesto que su participación como votantes nos hace creer en un meritorio compromiso del ciudadano. Suponemos que hay convicción en donde sólo existe desgano.
Fuente: Independent
viernes, 18 de octubre de 2019
El Vaticano acaba de lanzar un rosario inteligente para llevar tus rezos a otro nivel
El mundo de las pulseras inteligentes es bastante amplio, y cuenta entre sus filas con productos como el Amazfit X. Sin embargo, también hay a la venta una serie de pulseras muy peculiares, como aquella que te electrocuta si no cumples con tus objetivos o el nuevo producto lanzado por el Vaticano: un rosario inteligente compatible con Android para llevar tus rezos a otro nivel.
El Vaticano ha presentado de forma oficial Click To Pray eRosary, un rosario inteligente que lleva tus rezos a otro nivel. El objetivo de este producto no es otro que enseñar a las personas a rezar el Rosario por la paz en el mundo. Se trata de una pulsera inteligente que dispone de un diseño similar al de un rosario tradicional que, además de ayudar a rezar, también ofrecerá datos sobre la salud del usuario.
Un producto que ofrece una manera innovadora de rezar el Rosario por la paz en el Mundo y que une la tradición con la modernidad gracias a un diseño de cuentas de ágata negra y hematites que se combinan con una cruz cuidadosamente terminada, simbolizando la fe humana. Además, también cuenta con su propia aplicación tanto para dispositivos iOS como Android.
Un rosario inteligente que ayudará a rezar
Con la ayuda de dicha aplicación los usuarios podrán rezar el rosario guiados por contenidos audiovisuales especiales. Además, para emparejar el dispositivo con un smartphone, el usuario deberá realizar una señal de la cruz con dicha pulsera. Una vez realizada la conexión se podrá escoger el rosario que más se ajuste a las necesidades de cada uno, como el rosario estándar, rosario contemplativo o el rosario temático.
Se trata de una iniciativa para que las personas aprendan a rezar el rosario y encontrar el camino hacia su fe. Pero eso no es todo, ya que también ofrece una audioguía para contemplar y escuchar el Evangelio o rezar desde un Padre Nuestro hasta el Ave María. De la misma manera, el rosario inteligente también registra y proporciona los datos de salud del usuario, para animarle a tener un mejor estilo de vida.
Por último, la aplicación ofrece tanto música como imágenes exclusivas para que los usuarios se puedan concentrar a la hora de rezar. Igualmente, la propia app ofrecerá datos tales como el número total de rosarios realizados desde la descarga de la aplicación. Este rosario inteligente se puede adquirir por un precio de 99 euros, mientras que la aplicación para móviles se puede instalar gratis.
Fuente: Andro4all
El Vaticano ha presentado de forma oficial Click To Pray eRosary, un rosario inteligente que lleva tus rezos a otro nivel. El objetivo de este producto no es otro que enseñar a las personas a rezar el Rosario por la paz en el mundo. Se trata de una pulsera inteligente que dispone de un diseño similar al de un rosario tradicional que, además de ayudar a rezar, también ofrecerá datos sobre la salud del usuario.
Un producto que ofrece una manera innovadora de rezar el Rosario por la paz en el Mundo y que une la tradición con la modernidad gracias a un diseño de cuentas de ágata negra y hematites que se combinan con una cruz cuidadosamente terminada, simbolizando la fe humana. Además, también cuenta con su propia aplicación tanto para dispositivos iOS como Android.
Un rosario inteligente que ayudará a rezar
Con la ayuda de dicha aplicación los usuarios podrán rezar el rosario guiados por contenidos audiovisuales especiales. Además, para emparejar el dispositivo con un smartphone, el usuario deberá realizar una señal de la cruz con dicha pulsera. Una vez realizada la conexión se podrá escoger el rosario que más se ajuste a las necesidades de cada uno, como el rosario estándar, rosario contemplativo o el rosario temático.
Se trata de una iniciativa para que las personas aprendan a rezar el rosario y encontrar el camino hacia su fe. Pero eso no es todo, ya que también ofrece una audioguía para contemplar y escuchar el Evangelio o rezar desde un Padre Nuestro hasta el Ave María. De la misma manera, el rosario inteligente también registra y proporciona los datos de salud del usuario, para animarle a tener un mejor estilo de vida.
Por último, la aplicación ofrece tanto música como imágenes exclusivas para que los usuarios se puedan concentrar a la hora de rezar. Igualmente, la propia app ofrecerá datos tales como el número total de rosarios realizados desde la descarga de la aplicación. Este rosario inteligente se puede adquirir por un precio de 99 euros, mientras que la aplicación para móviles se puede instalar gratis.
Fuente: Andro4all
De mentir a sus padres para salir, a inventar una excusa para quedarse en casa: el miedo de la generación Z
Los intereses y el comportamiento de los más jóvenes fueron cambiando con el tiempo. Hoy todo se rige por las apariencias en las redes sociales. Y es que para la generación más joven que nació con un dispositivo móvil en la mano, todas las interacciones están mediadas por la pantalla, incluso sus verdaderos deseos, en pos de no confrontar ni hacer nada que ponga en juego sus apariencias.
En este contexto, una investigación, realizada por Berenberg Research en 2018, reveló que el consumo de alcohol disminuyó en las generaciones más jóvenes. La tendencia empezó con los millennials. Sin embargo, son los miembros de la generación Z (nacidos de 1997 en adelante) los que marcan la diferencia. En la actualidad, solo un 30,2% de los jóvenes en torno a los 17-18 años reconoce consumir este tipo de bebidas, frente a al 54% que lo hacía en 1991, según reflejan los datos del estudio.
Sin embargo los cambios de paradigma van más allá del consumo de alcohol. Y es que también existe una disminución de las actividades consideradas como adultas entre los adolescentes de la generación posmillennial. También prefieren no conducir y tienen menos relaciones sexuales en comparación a las generaciones anteriores a su edad, según dio a conocer un estudio llevado a cabo por la Universidad de San Diego y el Bryan Mawe College.
A modo de conclusión, la investigación demostró que en general, los miembros de la generación Z prefieren quedarse sentados en casa que salir a la calle, y que la clave de su entretenimiento son las redes sociales.
De este modo, lo que antes se consideraba algo habitual para una generación, como salir a bailar, juntarse con amigos por el solo hecho de estar juntos o asistir a un compromiso, parece haber quedado atrás. De la mano de la disminución de las actividades consideradas como adultas entre los adolescentes de la generación posmillennial y de no saber decir que no, la generación Z es la que se rehúsa a decir que no y opta por mentir para evitar la confrontación.
“Es verdad que los tiempos cambiaron, también los límites. Antes era muy común que los chicos les mientan a sus padres para ir a una fiesta o ir a lo de un amigo. Hoy parece que es al revés, no saben decir que no tienen ganas de ir o hacer algo e inventan cualquier excusa”, explicó a este medio la psicóloga y escritora Beatriz Goldberg.
Esconder lo negativo y mostrar el éxito en las pantallas ha producido un descenso en la valoración que se tienen a sí mismos aquellos que están con problemas o que consideran que a los otros les va mejor. Lejos de sentirse acompañados, perciben mucho más el aislamiento y la diferencia porque se comparan con ese espejo y siempre se sienten perdedores. Por eso, muchos deciden mostrar una faceta que escapa a lo vulnerable.
Por otro lado, la psicóloga explicó que todo está relacionado con el miedo al qué dirán: “Los adolescentes analizan todo muchas veces. Y son más temerosos que la generación anterior. Por eso prefieren quedarse en sus casas conectados en una pantalla que conectar en la vida real. En vez de tomar las riendas prefieren evitarlo mintiéndose a ellos mismos”.
“Hoy se comportan muy distinto, en muchos casos, prometen hacer algo que no van a poder cumplir, prefieren evitar la discusión a toda costa. Hoy es todo un arte decir que no. Les cuesta enfrentar sus miedos, hacerse cargo en la vida”, apuntó Goldberg.
A nivel familiar, la psicóloga argumentó que lo importante que es acompañar y estar atento al posible aislamiento de los jóvenes así como apostar al diálogo.
Fuente: Infobae
En este contexto, una investigación, realizada por Berenberg Research en 2018, reveló que el consumo de alcohol disminuyó en las generaciones más jóvenes. La tendencia empezó con los millennials. Sin embargo, son los miembros de la generación Z (nacidos de 1997 en adelante) los que marcan la diferencia. En la actualidad, solo un 30,2% de los jóvenes en torno a los 17-18 años reconoce consumir este tipo de bebidas, frente a al 54% que lo hacía en 1991, según reflejan los datos del estudio.
Sin embargo los cambios de paradigma van más allá del consumo de alcohol. Y es que también existe una disminución de las actividades consideradas como adultas entre los adolescentes de la generación posmillennial. También prefieren no conducir y tienen menos relaciones sexuales en comparación a las generaciones anteriores a su edad, según dio a conocer un estudio llevado a cabo por la Universidad de San Diego y el Bryan Mawe College.
A modo de conclusión, la investigación demostró que en general, los miembros de la generación Z prefieren quedarse sentados en casa que salir a la calle, y que la clave de su entretenimiento son las redes sociales.
De este modo, lo que antes se consideraba algo habitual para una generación, como salir a bailar, juntarse con amigos por el solo hecho de estar juntos o asistir a un compromiso, parece haber quedado atrás. De la mano de la disminución de las actividades consideradas como adultas entre los adolescentes de la generación posmillennial y de no saber decir que no, la generación Z es la que se rehúsa a decir que no y opta por mentir para evitar la confrontación.
“Es verdad que los tiempos cambiaron, también los límites. Antes era muy común que los chicos les mientan a sus padres para ir a una fiesta o ir a lo de un amigo. Hoy parece que es al revés, no saben decir que no tienen ganas de ir o hacer algo e inventan cualquier excusa”, explicó a este medio la psicóloga y escritora Beatriz Goldberg.
Esconder lo negativo y mostrar el éxito en las pantallas ha producido un descenso en la valoración que se tienen a sí mismos aquellos que están con problemas o que consideran que a los otros les va mejor. Lejos de sentirse acompañados, perciben mucho más el aislamiento y la diferencia porque se comparan con ese espejo y siempre se sienten perdedores. Por eso, muchos deciden mostrar una faceta que escapa a lo vulnerable.
Por otro lado, la psicóloga explicó que todo está relacionado con el miedo al qué dirán: “Los adolescentes analizan todo muchas veces. Y son más temerosos que la generación anterior. Por eso prefieren quedarse en sus casas conectados en una pantalla que conectar en la vida real. En vez de tomar las riendas prefieren evitarlo mintiéndose a ellos mismos”.
“Hoy se comportan muy distinto, en muchos casos, prometen hacer algo que no van a poder cumplir, prefieren evitar la discusión a toda costa. Hoy es todo un arte decir que no. Les cuesta enfrentar sus miedos, hacerse cargo en la vida”, apuntó Goldberg.
A nivel familiar, la psicóloga argumentó que lo importante que es acompañar y estar atento al posible aislamiento de los jóvenes así como apostar al diálogo.
Fuente: Infobae
jueves, 17 de octubre de 2019
Cómo Adolf Hitler fue pionero de las noticias falsas
El 16 de octubre de 1919, Adolf Hitler se convirtió en propagandista. Sería su principal ocupación por el resto de su vida. Sin propaganda, nunca podría haberse convertido en una figura pública, y mucho menos haber llegado al poder. Fue como propagandista que hizo posible una segunda guerra mundial, y definió a los judíos como el enemigo de Alemania. La forma de su propaganda era inseparable de su contenido: la ficcionalización de un mundo globalizado en consignas simples, que se repetían hasta que se exterminaba a un enemigo así definido.
Antes de 1919, Hitler era un holgazán y un soldado. Era un súbdito del Imperio Habsburgo, nacido en 1889 en el lado austriaco de la frontera con la Alemania imperial. Estudiante indiferente, adorado por su madre, pasó su juventud soñando con la fama y manteniéndose alejado de otras mujeres. Sin haber terminado la escuela se trasladó a Viena en 1907, con la esperanza de ser admitido en la academia de arte. Fracasó en su examen de ingreso, y luego su madre murió. Pasó los siguientes seis años en Viena cobrando su pensión de orfandad. Vendió algunos cuadros y contó historias sobre sus planes para convertirse en arquitecto.
En 1913, ya sin derecho a la pensión de orfandad de Austria, se trasladó a Munich, la capital de Baviera, en el sur de Alemania. Restableció su rutina vienesa: leer en la cama, dormir hasta tarde, pintar un poco, contar sus fantasías a otros huéspedes. Su primera decisión significativa como adulto fue ofrecerse como voluntario en el ejército bávaro al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
La guerra se convirtió para él en la causa de las causas, la fuente del sentido de la vida. Hitler sirvió con valentía como mensajero y fue condecorado. Fue gaseado por los británicos el 14 de octubre de 1918, cerca de la frontera franco-belga. Cuando la guerra terminó en noviembre, estaba en un hospital en Alemania, recuperándose de una ceguera temporal.
Después de cuatro años de lucha, Alemania perdió por razones simples. Aunque victoriosa en el este, donde el Imperio Ruso había colapsado en revolución, Berlín no pudo transformar sus colonias allí en las canastas de pan necesarias para alimentar a Europa Central y resistir a tres potencias mundiales - Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos - amasadas hacia el oeste. En el verano y el otoño de 1918, cuando Alemania intentó ganar una batalla decisiva en el frente occidental, fue como si cada soldado alemán muerto fuera reemplazado por uno estadounidense vivo. Sin embargo, los alemanes no habían sido preparados por su gobierno para la derrota, y Hitler lo encontró particularmente chocante. Su trabajo en 1919 sería encontrar la manera de culpar a los demás.
Lo hizo en condiciones particularmente revolucionarias. La guerra liberó las restricciones de la política, haciendo que las fantasías se hicieran realidad a través de la cúspide. La Revolución Bolchevique de 1917 trajo una guerra civil a Rusia - una forma de conflicto que se repitió en menor escala en toda Europa. Los imperios alemán y austríaco dejaron de existir y fueron reemplazados por repúblicas.
El nuevo gobierno socialista de Alemania fue desafiado desde la derecha por los insatisfechos con la paz, y desde la extrema izquierda por los que querían avanzar hacia la revolución. Como en gran parte de Europa, los intentos de revolución de izquierdas fueron recibidos con una reacción más dura de la derecha. En abril, en Munich, un grupo de izquierdistas radicales intentó establecer un régimen comunista. El gobierno central de Berlín, aunque socialista en sí mismo, aplastó la rebelión con soldados y paramilitares derechistas saqueadores; al menos 600 personas fueron asesinadas. La experiencia enseñó a los comandantes del ejército en Baviera que tendrían que planear una participación activa en la política.
Hitler mantuvo un perfil bajo durante estos eventos hasta que su resultado fue claro, y luego tomó una postura agresiva que definiría su posterior trayectoria.
Cuando regresó del hospital a Munich el 21 de noviembre de 1918, encontró las barracas, un lugar que siempre había encontrado cómodo, gobernado por consejos de soldados de izquierda. Era importante para Hitler permanecer en uniforme, ya que su paga del ejército era su única fuente de ingresos. Elegido como representante por sus camaradas, trabajó con estos consejos.
Cuando la revolución de abril de 1919 los dividió, Hitler parece haberse mantenido al margen de la acción. Sólo cuando la reacción de la derecha prevaleció, escogió un bando y denunció a los soldados de izquierda ante los oficiales. Mostró las cualidades deseadas por un ejército que ahora estaba decidido a adelantarse a los acontecimientos políticos y darles forma.
El 11 de mayo de 1919, se formó en Munich un nuevo comando de elementos del ejército que habían aplastado la revolución. Incluía un departamento de información, destinado a penetrar e influir en la sociedad civil y los partidos políticos. Los soldados serían entrenados como activistas políticos, actuando encubiertos como agentes de las fuerzas armadas para moldear la opinión pública. Esta era la misión de posguerra de Hitler.
En junio asistió a cursos especiales en la Universidad de Munich, diseñados para proporcionar a los futuros agentes la formación ideológica necesaria. A Hitler le gustó especialmente la conferencia de economía de Gottfried Feder, quien le enseñó a distinguir entre capital productivo (nacional) e improductivo (judío).
En agosto, Hitler fue asignado a reeducar a los soldados alemanes que habían estado recluidos en campos de prisioneros de guerra. Ese mes participó en una discusión sobre la responsabilidad por el estallido de la guerra, mostrando, como informó un oficial, un estilo de hablar “animado y accesible”. Sus propias charlas sobre temas como la emigración de alemanes y los términos de la paz de la posguerra fueron bien recibidas. El 28 de agosto, su tema fue el capitalismo, que asoció con los judíos.
Al mes siguiente, su comandante le ordenó infiltrarse en un pequeño grupo de derecha conocido como el Partido Obrero Alemán (Deutsche Arbeiterpartei, o DAP). Se había fundado en enero y contaba con un centenar de miembros en ese momento. Hitler asistió a una de sus reuniones en una cervecería el 12 de septiembre, y por casualidad se pronunció ante la multitud al final. El líder del DAP quedó impresionado por el esplendor oratorio de Hitler y lo instó a unirse al partido.
Este era también, aparentemente, el deseo de los oficiales superiores de Hitler. En su solicitud escrita, dijo que quería ser propagandista: “La gente me dice que tengo talento para ello”. Se unió, pero permaneció en la nómina del ejército.
Como resume el maestro biógrafo de Hitler, Ian Kershaw, el ejército “convirtió a Hitler en un propagandista”. Debido a que Hitler era pagado por el ejército y no tenía otro trabajo, podía dedicarse a tiempo completo a esta tarea. La situación era ideal para él. El DAP ya existía, por lo que Hitler no tenía que fundar su propio grupo, algo que le habría parecido aburrido y poco poético. Pero debido a que el DAP era tan pequeño, inmediatamente se destacó como su principal orador público.
Se dedicó a planificar y practicar sus actuaciones en la cervecería, utilizando un espejo para perfeccionar las expresiones y los gestos. Se estaba convirtiendo en un artista. Como dijo el propio Hitler unos años después en Mein Kampf: “El uso correcto de la propaganda es un verdadero arte”.
En septiembre de 1919, en respuesta a una carta de uno de sus estudiantes soldados, Hitler definió su actitud hacia la cuestión judía. Todo lo que pudiera parecer un objetivo superior (“religión, socialismo, democracia”) era para los judíos una forma de ganar dinero. Los judíos no debían ser tratados como semejantes, sino como un problema objetivo, como una enfermedad (“tuberculosis racial”) que necesitaba ser resuelta.
En Mein Kampf, Hitler llevaría estos puntos un paso más allá. Todas las ideas de bondad universal eran simples trampas mentales puestas por los judíos para lavar los débiles cerebros alemanes. La única manera de restaurar la fe alemana en la virtud alemana era la eliminación física de los judíos. Lo mismo ocurría con las ideas de la verdad universalmente accesible. Como dijo Benjamin Carter Hett en un excelente estudio reciente sobre el ascenso de Hitler al poder, “la clave para entender por qué muchos alemanes lo apoyaron radica en el rechazo de los nazis a un mundo racional y objetivo”.
En sus discursos de finales de 1919, Hitler fue pionero en un estilo de propaganda que ha definido gran parte del siglo desde entonces (y que el filósofo Jason Stanley ha descrito de manera sofisticada). Comienza con una devoción total a la técnica persuasiva, pasa por la creación de un mito puro y termina con el orador que dirige a su país en una persecución de fantasmas falsos que termina en tumbas reales. En Mein Kampf, Hitler escribió que la propaganda “debe limitarse a unos pocos puntos y repetirlos una y otra vez”.
En su primer discurso ante el DAP como uno de sus miembros, en una cervecería de Munich el 16 de octubre, pareciera que ya había comprendido esta técnica. En “palabras fuertes”, como recordó un oyente, exigió una acción decisiva contra el “enemigo del pueblo” judío. Reservó una furia especial para los periódicos, exigiendo que fueran reemplazados por órganos de propaganda que hablasen de las emociones alemanas. Poco después, el ejército ayudó a Hitler y a su partido (entonces conocido como NSDAP, abreviatura de Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, o los “nazis”) a adquirir un periódico para difundir su mensaje.
Lo que Hitler ofreció en 1919 fue una respuesta a la globalización. En una nueva y poderosa biografía, Brendan Simms sostiene que Hitler quedó impresionado en el Frente Occidental por el poderío global de Gran Bretaña y Estados Unidos. Hitler tenía razón, por supuesto, en que el destino de Alemania estaba sellado por el poder de los imperios capitalistas, especialmente una vez que los estadounidenses habían entrado en la guerra. Pero en lugar de llegar a la conclusión de que una guerra no estaba en el interés de Alemania, Hitler en 1919 prefirió un retrato emocional de los alemanes como víctimas inocentes del mal mundial.
Para el 13 de noviembre, en otro discurso en la cervecería, estaba culpando a los judíos no sólo por el capitalismo sino también por el comunismo. Hubo una conspiración global contra los alemanes, por lo que los alemanes tuvieron que desenmascarar a sus agentes judíos para defenderse. Habló, como recordó un miembro de la audiencia, “de una manera extremadamente hábil”, invocando “imágenes” de injusticia para los alemanes “que hacían latir los corazones”.
Los biógrafos de Hitler luchan con la cuestión de cuándo se convirtió en antisemita. Antes de 1919 no tuvo dificultades para llevarse bien con los judíos, incluidos los de su unidad en la guerra, uno de los cuales era el comandante que lo condecoró. Sus ideas antisemitas surgieron en público junto con el giro hacia la propaganda como forma de vida.
El antisemitismo de Hitler produjo una respuesta simple a cada pregunta complicada. O, mejor dicho, transformó las preguntas sobre lo que podría ser mejor para los alemanes en una sesión de fuerzas misteriosas que gobernaban el mundo. Una solución ya no significaba abordar eficazmente un problema específico, sino la eliminación de esas fuerzas misteriosas, personificadas como judíos. Para los pensadores contemporáneos que consideraron a Hitler como propagandista, como Victor Klemperer y Hannah Arendt, la cuestión no era cuándo había llegado a ciertas convicciones internas, sino más bien lo que la expresión de la propaganda hitleriana hacía en la vida pública.
En 1919, Hitler era conocido sólo en unas pocas cervecerías de Munich. En 1923, obtuvo cierta notoriedad nacional por su fallido intento de golpe de estado, recordado como el Putsch de la Cervecería. Después, en la cárcel, compuso Mein Kampf.
La forma de política de Hitler obtuvo un apoyo masivo cuando la Gran Depresión trajo a Alemania una nueva serie de choques globales. Una de las consecuencias de esa crisis económica (así como la de 2008) fue el colapso de los periódicos independientes, una institución que Hitler siempre denunció como un “enemigo del pueblo” judío. Al debilitarse las voces de los periodistas, los propagandistas dieron el golpe de gracia. Para entonces, Hitler y los nazis habían encontrado la simple consigna que repitieron una y otra vez para desacreditar a los periodistas: “Lügenpresse”. Hoy la extrema derecha en Alemania ha revivido este término, que en inglés significa “fake news”.
Fuente: The New York Times Company
Antes de 1919, Hitler era un holgazán y un soldado. Era un súbdito del Imperio Habsburgo, nacido en 1889 en el lado austriaco de la frontera con la Alemania imperial. Estudiante indiferente, adorado por su madre, pasó su juventud soñando con la fama y manteniéndose alejado de otras mujeres. Sin haber terminado la escuela se trasladó a Viena en 1907, con la esperanza de ser admitido en la academia de arte. Fracasó en su examen de ingreso, y luego su madre murió. Pasó los siguientes seis años en Viena cobrando su pensión de orfandad. Vendió algunos cuadros y contó historias sobre sus planes para convertirse en arquitecto.
En 1913, ya sin derecho a la pensión de orfandad de Austria, se trasladó a Munich, la capital de Baviera, en el sur de Alemania. Restableció su rutina vienesa: leer en la cama, dormir hasta tarde, pintar un poco, contar sus fantasías a otros huéspedes. Su primera decisión significativa como adulto fue ofrecerse como voluntario en el ejército bávaro al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
La guerra se convirtió para él en la causa de las causas, la fuente del sentido de la vida. Hitler sirvió con valentía como mensajero y fue condecorado. Fue gaseado por los británicos el 14 de octubre de 1918, cerca de la frontera franco-belga. Cuando la guerra terminó en noviembre, estaba en un hospital en Alemania, recuperándose de una ceguera temporal.
Después de cuatro años de lucha, Alemania perdió por razones simples. Aunque victoriosa en el este, donde el Imperio Ruso había colapsado en revolución, Berlín no pudo transformar sus colonias allí en las canastas de pan necesarias para alimentar a Europa Central y resistir a tres potencias mundiales - Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos - amasadas hacia el oeste. En el verano y el otoño de 1918, cuando Alemania intentó ganar una batalla decisiva en el frente occidental, fue como si cada soldado alemán muerto fuera reemplazado por uno estadounidense vivo. Sin embargo, los alemanes no habían sido preparados por su gobierno para la derrota, y Hitler lo encontró particularmente chocante. Su trabajo en 1919 sería encontrar la manera de culpar a los demás.
Lo hizo en condiciones particularmente revolucionarias. La guerra liberó las restricciones de la política, haciendo que las fantasías se hicieran realidad a través de la cúspide. La Revolución Bolchevique de 1917 trajo una guerra civil a Rusia - una forma de conflicto que se repitió en menor escala en toda Europa. Los imperios alemán y austríaco dejaron de existir y fueron reemplazados por repúblicas.
El nuevo gobierno socialista de Alemania fue desafiado desde la derecha por los insatisfechos con la paz, y desde la extrema izquierda por los que querían avanzar hacia la revolución. Como en gran parte de Europa, los intentos de revolución de izquierdas fueron recibidos con una reacción más dura de la derecha. En abril, en Munich, un grupo de izquierdistas radicales intentó establecer un régimen comunista. El gobierno central de Berlín, aunque socialista en sí mismo, aplastó la rebelión con soldados y paramilitares derechistas saqueadores; al menos 600 personas fueron asesinadas. La experiencia enseñó a los comandantes del ejército en Baviera que tendrían que planear una participación activa en la política.
Hitler mantuvo un perfil bajo durante estos eventos hasta que su resultado fue claro, y luego tomó una postura agresiva que definiría su posterior trayectoria.
Cuando regresó del hospital a Munich el 21 de noviembre de 1918, encontró las barracas, un lugar que siempre había encontrado cómodo, gobernado por consejos de soldados de izquierda. Era importante para Hitler permanecer en uniforme, ya que su paga del ejército era su única fuente de ingresos. Elegido como representante por sus camaradas, trabajó con estos consejos.
Cuando la revolución de abril de 1919 los dividió, Hitler parece haberse mantenido al margen de la acción. Sólo cuando la reacción de la derecha prevaleció, escogió un bando y denunció a los soldados de izquierda ante los oficiales. Mostró las cualidades deseadas por un ejército que ahora estaba decidido a adelantarse a los acontecimientos políticos y darles forma.
El 11 de mayo de 1919, se formó en Munich un nuevo comando de elementos del ejército que habían aplastado la revolución. Incluía un departamento de información, destinado a penetrar e influir en la sociedad civil y los partidos políticos. Los soldados serían entrenados como activistas políticos, actuando encubiertos como agentes de las fuerzas armadas para moldear la opinión pública. Esta era la misión de posguerra de Hitler.
En junio asistió a cursos especiales en la Universidad de Munich, diseñados para proporcionar a los futuros agentes la formación ideológica necesaria. A Hitler le gustó especialmente la conferencia de economía de Gottfried Feder, quien le enseñó a distinguir entre capital productivo (nacional) e improductivo (judío).
En agosto, Hitler fue asignado a reeducar a los soldados alemanes que habían estado recluidos en campos de prisioneros de guerra. Ese mes participó en una discusión sobre la responsabilidad por el estallido de la guerra, mostrando, como informó un oficial, un estilo de hablar “animado y accesible”. Sus propias charlas sobre temas como la emigración de alemanes y los términos de la paz de la posguerra fueron bien recibidas. El 28 de agosto, su tema fue el capitalismo, que asoció con los judíos.
Al mes siguiente, su comandante le ordenó infiltrarse en un pequeño grupo de derecha conocido como el Partido Obrero Alemán (Deutsche Arbeiterpartei, o DAP). Se había fundado en enero y contaba con un centenar de miembros en ese momento. Hitler asistió a una de sus reuniones en una cervecería el 12 de septiembre, y por casualidad se pronunció ante la multitud al final. El líder del DAP quedó impresionado por el esplendor oratorio de Hitler y lo instó a unirse al partido.
Este era también, aparentemente, el deseo de los oficiales superiores de Hitler. En su solicitud escrita, dijo que quería ser propagandista: “La gente me dice que tengo talento para ello”. Se unió, pero permaneció en la nómina del ejército.
Como resume el maestro biógrafo de Hitler, Ian Kershaw, el ejército “convirtió a Hitler en un propagandista”. Debido a que Hitler era pagado por el ejército y no tenía otro trabajo, podía dedicarse a tiempo completo a esta tarea. La situación era ideal para él. El DAP ya existía, por lo que Hitler no tenía que fundar su propio grupo, algo que le habría parecido aburrido y poco poético. Pero debido a que el DAP era tan pequeño, inmediatamente se destacó como su principal orador público.
Se dedicó a planificar y practicar sus actuaciones en la cervecería, utilizando un espejo para perfeccionar las expresiones y los gestos. Se estaba convirtiendo en un artista. Como dijo el propio Hitler unos años después en Mein Kampf: “El uso correcto de la propaganda es un verdadero arte”.
En septiembre de 1919, en respuesta a una carta de uno de sus estudiantes soldados, Hitler definió su actitud hacia la cuestión judía. Todo lo que pudiera parecer un objetivo superior (“religión, socialismo, democracia”) era para los judíos una forma de ganar dinero. Los judíos no debían ser tratados como semejantes, sino como un problema objetivo, como una enfermedad (“tuberculosis racial”) que necesitaba ser resuelta.
En Mein Kampf, Hitler llevaría estos puntos un paso más allá. Todas las ideas de bondad universal eran simples trampas mentales puestas por los judíos para lavar los débiles cerebros alemanes. La única manera de restaurar la fe alemana en la virtud alemana era la eliminación física de los judíos. Lo mismo ocurría con las ideas de la verdad universalmente accesible. Como dijo Benjamin Carter Hett en un excelente estudio reciente sobre el ascenso de Hitler al poder, “la clave para entender por qué muchos alemanes lo apoyaron radica en el rechazo de los nazis a un mundo racional y objetivo”.
En sus discursos de finales de 1919, Hitler fue pionero en un estilo de propaganda que ha definido gran parte del siglo desde entonces (y que el filósofo Jason Stanley ha descrito de manera sofisticada). Comienza con una devoción total a la técnica persuasiva, pasa por la creación de un mito puro y termina con el orador que dirige a su país en una persecución de fantasmas falsos que termina en tumbas reales. En Mein Kampf, Hitler escribió que la propaganda “debe limitarse a unos pocos puntos y repetirlos una y otra vez”.
En su primer discurso ante el DAP como uno de sus miembros, en una cervecería de Munich el 16 de octubre, pareciera que ya había comprendido esta técnica. En “palabras fuertes”, como recordó un oyente, exigió una acción decisiva contra el “enemigo del pueblo” judío. Reservó una furia especial para los periódicos, exigiendo que fueran reemplazados por órganos de propaganda que hablasen de las emociones alemanas. Poco después, el ejército ayudó a Hitler y a su partido (entonces conocido como NSDAP, abreviatura de Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, o los “nazis”) a adquirir un periódico para difundir su mensaje.
Lo que Hitler ofreció en 1919 fue una respuesta a la globalización. En una nueva y poderosa biografía, Brendan Simms sostiene que Hitler quedó impresionado en el Frente Occidental por el poderío global de Gran Bretaña y Estados Unidos. Hitler tenía razón, por supuesto, en que el destino de Alemania estaba sellado por el poder de los imperios capitalistas, especialmente una vez que los estadounidenses habían entrado en la guerra. Pero en lugar de llegar a la conclusión de que una guerra no estaba en el interés de Alemania, Hitler en 1919 prefirió un retrato emocional de los alemanes como víctimas inocentes del mal mundial.
Para el 13 de noviembre, en otro discurso en la cervecería, estaba culpando a los judíos no sólo por el capitalismo sino también por el comunismo. Hubo una conspiración global contra los alemanes, por lo que los alemanes tuvieron que desenmascarar a sus agentes judíos para defenderse. Habló, como recordó un miembro de la audiencia, “de una manera extremadamente hábil”, invocando “imágenes” de injusticia para los alemanes “que hacían latir los corazones”.
Los biógrafos de Hitler luchan con la cuestión de cuándo se convirtió en antisemita. Antes de 1919 no tuvo dificultades para llevarse bien con los judíos, incluidos los de su unidad en la guerra, uno de los cuales era el comandante que lo condecoró. Sus ideas antisemitas surgieron en público junto con el giro hacia la propaganda como forma de vida.
El antisemitismo de Hitler produjo una respuesta simple a cada pregunta complicada. O, mejor dicho, transformó las preguntas sobre lo que podría ser mejor para los alemanes en una sesión de fuerzas misteriosas que gobernaban el mundo. Una solución ya no significaba abordar eficazmente un problema específico, sino la eliminación de esas fuerzas misteriosas, personificadas como judíos. Para los pensadores contemporáneos que consideraron a Hitler como propagandista, como Victor Klemperer y Hannah Arendt, la cuestión no era cuándo había llegado a ciertas convicciones internas, sino más bien lo que la expresión de la propaganda hitleriana hacía en la vida pública.
En 1919, Hitler era conocido sólo en unas pocas cervecerías de Munich. En 1923, obtuvo cierta notoriedad nacional por su fallido intento de golpe de estado, recordado como el Putsch de la Cervecería. Después, en la cárcel, compuso Mein Kampf.
La forma de política de Hitler obtuvo un apoyo masivo cuando la Gran Depresión trajo a Alemania una nueva serie de choques globales. Una de las consecuencias de esa crisis económica (así como la de 2008) fue el colapso de los periódicos independientes, una institución que Hitler siempre denunció como un “enemigo del pueblo” judío. Al debilitarse las voces de los periodistas, los propagandistas dieron el golpe de gracia. Para entonces, Hitler y los nazis habían encontrado la simple consigna que repitieron una y otra vez para desacreditar a los periodistas: “Lügenpresse”. Hoy la extrema derecha en Alemania ha revivido este término, que en inglés significa “fake news”.
Fuente: The New York Times Company
miércoles, 16 de octubre de 2019
La autopublicación creció a un ritmo del 40% en 2018, sin signos de desaceleración
Según el último informe de Bowker, filial de ProQuest, la autoedición creció a un ritmo del 40 por ciento en 2018, y no muestra signos de desaceleración. El estudio anual de Bowker, “Self-Publishing in the United States, 2013-2018”, destaca las tendencias de auto-publicación basadas en el número de ISBNs registrados en la base de datos Bowker Books In Print®.
El informe documenta el crecimiento continuo de esta industria dinámica. basado en el número de ISBNs registrados en la base de datos Bowker Books In Print®. En 2018, las cifras demuestran que la industria de la autoedición continúa su crecimiento constante, con más de 1,6 millones de títulos publicados, un 40% más que el año anterior. Esta tendencia de crecimiento se ha mantenido desde 2013, cuando el número de libros impresos y libros electrónicos con ISBNs registrados era de 461.438. El incremento en los 5 últimos años fue de un 263%. Los libros impresos autopublicados también continúan mostrando fuerte crecimiento, un 45% más en 2018, y los libros electrónicos representaban casi el 8% de todos los títulos autoeditados del año.
El total combinado de libros impresos y libros electrónicos auto-publicados con ISBNs registrados creció de casi 1,2 millones en 2017 a más de 1,6 millones en 2018. La gran mayoría de estos libros procedían de las tres principales plataformas de publicación independiente con 1.677.841 ISBNs asignados.
La industria de la autoedición está dominada por tres proveedores de servicios que, en conjunto, representan más del 92% de todos los títulos impresos y de libros electrónicos autoeditados publicados el año pasado: CreateSpace, Smashwords y Lulu.
Es probable que esta tendencia continúe, ya que muchas de las obras autopublicadas que rivalizan en la actualidad con la de las obras editadas de manera tradicional. Los autores disponen de acceso a una amplia gama de servicios profesionales. Con estos recursos, sumados a los recursos en línea herramientas de marketing y distribución ya disponibles, los autores que se autoeditan están posicionados como nunca antes.
Fuente: Universo Abierto
El informe documenta el crecimiento continuo de esta industria dinámica. basado en el número de ISBNs registrados en la base de datos Bowker Books In Print®. En 2018, las cifras demuestran que la industria de la autoedición continúa su crecimiento constante, con más de 1,6 millones de títulos publicados, un 40% más que el año anterior. Esta tendencia de crecimiento se ha mantenido desde 2013, cuando el número de libros impresos y libros electrónicos con ISBNs registrados era de 461.438. El incremento en los 5 últimos años fue de un 263%. Los libros impresos autopublicados también continúan mostrando fuerte crecimiento, un 45% más en 2018, y los libros electrónicos representaban casi el 8% de todos los títulos autoeditados del año.
El total combinado de libros impresos y libros electrónicos auto-publicados con ISBNs registrados creció de casi 1,2 millones en 2017 a más de 1,6 millones en 2018. La gran mayoría de estos libros procedían de las tres principales plataformas de publicación independiente con 1.677.841 ISBNs asignados.
La industria de la autoedición está dominada por tres proveedores de servicios que, en conjunto, representan más del 92% de todos los títulos impresos y de libros electrónicos autoeditados publicados el año pasado: CreateSpace, Smashwords y Lulu.
Es probable que esta tendencia continúe, ya que muchas de las obras autopublicadas que rivalizan en la actualidad con la de las obras editadas de manera tradicional. Los autores disponen de acceso a una amplia gama de servicios profesionales. Con estos recursos, sumados a los recursos en línea herramientas de marketing y distribución ya disponibles, los autores que se autoeditan están posicionados como nunca antes.
Fuente: Universo Abierto
Ciencia sin ficción: un experimento colectivo entre la literatura y el periodismo
Al margen de los papers, manuales y monografías de los propios investigadores, en España los textos sobre ciencia se concentran en unos pocos géneros: la noticia, el reportaje y la entrevista. Escasean las crónicas y la crítica, al igual que los obituarios, los editoriales, los sueltos, las columnas y los artículos de opinión.
En el formato libresco la uniformidad es todavía más acusada: solo se publican obras divulgativas de un único ensayista (la novela gráfica sobre ciencia es una asignatura pendiente). La única novedad la aportan los blogueros duchos en esas lides que, con el estilo usual en la red, mezclan con resultado dispar la información, la interpretación y la opinión.
Ese panorama excesivamente uniforme acrecienta la originalidad de un libro como Ciencia sin ficción, coordinado por el periodista científico Jesús Méndez. En el prólogo, remonta el origen de la obra al momento en que tomó conciencia de que no existe en España una literatura de no ficción que tenga a la ciencia como argumento principal.
Con la intención de paliar esa carencia, reunió a cuatro colegas de larga trayectoria y a una novelista prestigiosa. Del empeño común salieron los cinco textos que integran un volumen inusual en nuestro entorno editorial y periodístico.
Encabeza la compilación una pieza del coordinador. En ella refiere sus encuentros y conversaciones en Alicante con Francisco Mojica, el microbiólogo cuyas pesquisas allanaron el camino a la técnica de edición genética CRISPR.
Jesús Méndez reconstruye la historia de la invención, repasa con ojo crítico la guerra de patentes librada por los científicos que pusieron a punto la metodología CRISPR, pondera las posibilidades de Mojica de ganar el Nobel, y concluye con una valoración del asombroso potencial de la edición genética. Todo ello relatado con una diestra alternancia de frases cortas y largas, a contrapelo del abuso de oraciones extensas y subordinadas en la escritura periodística habitual.
Pere Estupinyà, comunicador fogueado en la divulgación audiovisual, reconstruye el vuelo de Pedro Duque en el transbordador Discovery. La elección del personaje no puede ser más oportuna, ya que se trata del actual ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. Apeándose del pedestal heroico, Duque rememora su viaje de 1998 con lujo de detalles y, pese al esfuerzo de Estupinyà por imprimir dramatismo a la experiencia, pone de manifiesto cuánto se ha rutinizado el oficio de astronauta.
Javier Salas, miembro del equipo de Materia, se centra en los casos de Mario Rodríguez y Rosa Pulido, fallecidos por someterse a pseudoterapias en vez de seguir el tratamiento oncológico preceptivo. Dos casos que le tocan muy de cerca, ya que la cobertura que les dio tuvo el efecto de abrir un debate nacional sobre los efectos nocivos de las terapias alternativas. Combinando el making of de los artículos que publicó al respecto con el análisis del auge de las pseudociencias —patente en el uso de la fraudulenta pulsera Power Balance por la mismísima exministra de Sanidad, Leyre Pajín—, el periodismo comprometido de Salas transmite su indignación por esas muertes y la maraña de circunstancias que las permitieron.
La única pega es su clasificación como pseudociencias de fenómenos de muy distinta índole (curanderismo, homeopatía, errores científicos, negacionismo climático, etc.), lo que resta poder explicativo a la categoría.
Le sigue Sergio Fanjul, un licenciado en astrofísica que simultanea la poesía, la información científica y el periodismo cultural. Su cometido: tender un puente entre la investigación básica en física a principios del siglo XX y los horizontes de la computación del siglo XXI. A caballo de la cultura científica y la humanística, su amena narración, aderezada con apuntes al paso de la intrahistoria de Silicon Valley y de los choques de personalidad entre los cerebrines de la revolución informática en los años 50 y 60, consigue mostrar cómo lo cuántico impregna nuestras vidas.
La novelista Belén Gopegui cierra el volumen con la entrevista ficticia de un profesor en inteligencia artificial a una investigadora en computación devenida hacker. En un alejado pueblo palentino, los dos expertos españoles se reúnen para aclarar el sentido de las acciones disruptivas de ella. Trufando el diálogo con bien insertadas referencias a especialistas, la narradora contrasta el rígido modo de pensar del primero con la fluidez conceptual de la segunda. La figura de la hacker que perturba los sistemas informáticos con fines políticos facilita el examen crítico de las implicaciones éticas y sociales del algoritmo digital, la minería de datos, el empirismo desaforado de sus gurús y la concepción deshumanizada de la ciencia y la tecnología al servicio del poder.
Ninguno de los temas tratados es novedoso, la novedad radica en su presentación. En sus mejores momentos, la escritura ágil con voluntad de estilo, las explicaciones claras y sucintas del intríngulis científico-técnico y la fuerte presencia autorial de los cuatro primeros textos justifican la apuesta del compilador por la literatura non fiction. El relato de Gopegui, por su parte, demuestra la eficacia de la ficción pura y dura para plantear debates científicos de gran calado.
Sería deseable que la senda abierta por esta obra colectiva sea ensanchada por otros autores, y, en igual medida, que los medios se abran a los modelos narrativos que, como estos, se apartan de moldes convencionales.
Fuente: Agencia Sinc
En el formato libresco la uniformidad es todavía más acusada: solo se publican obras divulgativas de un único ensayista (la novela gráfica sobre ciencia es una asignatura pendiente). La única novedad la aportan los blogueros duchos en esas lides que, con el estilo usual en la red, mezclan con resultado dispar la información, la interpretación y la opinión.
Ese panorama excesivamente uniforme acrecienta la originalidad de un libro como Ciencia sin ficción, coordinado por el periodista científico Jesús Méndez. En el prólogo, remonta el origen de la obra al momento en que tomó conciencia de que no existe en España una literatura de no ficción que tenga a la ciencia como argumento principal.
Con la intención de paliar esa carencia, reunió a cuatro colegas de larga trayectoria y a una novelista prestigiosa. Del empeño común salieron los cinco textos que integran un volumen inusual en nuestro entorno editorial y periodístico.
Encabeza la compilación una pieza del coordinador. En ella refiere sus encuentros y conversaciones en Alicante con Francisco Mojica, el microbiólogo cuyas pesquisas allanaron el camino a la técnica de edición genética CRISPR.
Jesús Méndez reconstruye la historia de la invención, repasa con ojo crítico la guerra de patentes librada por los científicos que pusieron a punto la metodología CRISPR, pondera las posibilidades de Mojica de ganar el Nobel, y concluye con una valoración del asombroso potencial de la edición genética. Todo ello relatado con una diestra alternancia de frases cortas y largas, a contrapelo del abuso de oraciones extensas y subordinadas en la escritura periodística habitual.
Pere Estupinyà, comunicador fogueado en la divulgación audiovisual, reconstruye el vuelo de Pedro Duque en el transbordador Discovery. La elección del personaje no puede ser más oportuna, ya que se trata del actual ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. Apeándose del pedestal heroico, Duque rememora su viaje de 1998 con lujo de detalles y, pese al esfuerzo de Estupinyà por imprimir dramatismo a la experiencia, pone de manifiesto cuánto se ha rutinizado el oficio de astronauta.
Javier Salas, miembro del equipo de Materia, se centra en los casos de Mario Rodríguez y Rosa Pulido, fallecidos por someterse a pseudoterapias en vez de seguir el tratamiento oncológico preceptivo. Dos casos que le tocan muy de cerca, ya que la cobertura que les dio tuvo el efecto de abrir un debate nacional sobre los efectos nocivos de las terapias alternativas. Combinando el making of de los artículos que publicó al respecto con el análisis del auge de las pseudociencias —patente en el uso de la fraudulenta pulsera Power Balance por la mismísima exministra de Sanidad, Leyre Pajín—, el periodismo comprometido de Salas transmite su indignación por esas muertes y la maraña de circunstancias que las permitieron.
La única pega es su clasificación como pseudociencias de fenómenos de muy distinta índole (curanderismo, homeopatía, errores científicos, negacionismo climático, etc.), lo que resta poder explicativo a la categoría.
Le sigue Sergio Fanjul, un licenciado en astrofísica que simultanea la poesía, la información científica y el periodismo cultural. Su cometido: tender un puente entre la investigación básica en física a principios del siglo XX y los horizontes de la computación del siglo XXI. A caballo de la cultura científica y la humanística, su amena narración, aderezada con apuntes al paso de la intrahistoria de Silicon Valley y de los choques de personalidad entre los cerebrines de la revolución informática en los años 50 y 60, consigue mostrar cómo lo cuántico impregna nuestras vidas.
La novelista Belén Gopegui cierra el volumen con la entrevista ficticia de un profesor en inteligencia artificial a una investigadora en computación devenida hacker. En un alejado pueblo palentino, los dos expertos españoles se reúnen para aclarar el sentido de las acciones disruptivas de ella. Trufando el diálogo con bien insertadas referencias a especialistas, la narradora contrasta el rígido modo de pensar del primero con la fluidez conceptual de la segunda. La figura de la hacker que perturba los sistemas informáticos con fines políticos facilita el examen crítico de las implicaciones éticas y sociales del algoritmo digital, la minería de datos, el empirismo desaforado de sus gurús y la concepción deshumanizada de la ciencia y la tecnología al servicio del poder.
Ninguno de los temas tratados es novedoso, la novedad radica en su presentación. En sus mejores momentos, la escritura ágil con voluntad de estilo, las explicaciones claras y sucintas del intríngulis científico-técnico y la fuerte presencia autorial de los cuatro primeros textos justifican la apuesta del compilador por la literatura non fiction. El relato de Gopegui, por su parte, demuestra la eficacia de la ficción pura y dura para plantear debates científicos de gran calado.
Sería deseable que la senda abierta por esta obra colectiva sea ensanchada por otros autores, y, en igual medida, que los medios se abran a los modelos narrativos que, como estos, se apartan de moldes convencionales.
Fuente: Agencia Sinc
martes, 15 de octubre de 2019
Cómo trabajar la ortografía a través de la escritura en redes sociales
No lo voy a negar: no me preocupa que los adolescentes utilicen redes sociales; me preocupa cómo las utilizan. Y como profesor de Lengua tampoco voy a esconder una cierta inquietud por la manera despreocupada con la que se escribe a través de las comunicaciones digitales. Una alumna me dijo que de tanto ver palabras mal escritas se estaba empezando a acostumbrar: decía que cada vez le costaba más distinguir cuál estaba bien y cuál no. Así que, para dar respuesta a esta situación, desarrollé una actividad para trabajar la ortografía a partir de la realidad y desde una nueva óptica.
Nada más empezar la clase, les formulé la siguiente pregunta: ¿Consideráis que la escritura, por ejemplo en Instagram, es un reflejo de cómo se escribe en la actualidad o, simplemente, responde a una forma relajada de expresarse en ese contexto? Entonces, alguien respondió que hay quien se relaja y escribe mal; pero otros escriben así porque no dominan el lenguaje.
Tras esa intervención, decidí lanzarles otro dardo y les pregunté si alguna vez habían enviado un correo electrónico a un profesor como si se tratara de un comentario de Instagram. Al principio, hubo susurros porque nadie quería ser el primero en responder. Así que les proyecté un correo real que había recibido días antes de parte de un alumno. Por supuesto, fallaba la coherencia, no había ni cohesión ni corrección lingüística y tampoco presentaba un registro adecuado. Pero lo más grave era que parecía más un comentario vertido en una red social que un correo académico.
Un debate ortográfico
Tras ello, iniciamos un debate y muchos acabaron reconociendo que les resultaba complicado saber cuándo una situación exige un registro formal y cuando pide otro grado más relajado.
Quise plantarles esta misma pregunta mediante un cuestionario de Instagram en el que podían escoger entre tres opciones: “Cuando comento en público escribo bien, pero en mensajes privados ni me fijo”; “Procuro escribir siempre bien, en público y en privado”; y “Suelo escribir mal. Me da pereza y no me preocupa”. Las respuestas fueron variadas y bastante sorprendentes. La mayoría optó por la primera opción: se esfuerzan por escribir bien en público, pero en privado se relajan.
Tras un interesante debate, les pregunté si escribían mal de manera consciente o sin querer. Como no podía ser de otra forma, aceptaron que a veces cometían errores que ni sabían que lo eran. Precisamente, ese es el quid de la cuestión y la razón de esta actividad. A fin de cuentas, el lenguaje de las redes es el que más utilizan y no puede quedar al margen de las clases. Les sugerí que todo el mundo domina de sobra la escritura informal, pero ¿qué pasa con la formal?
Y a partir de aquí comentamos qué errores de escritura nos parecían más habituales en el día a día. Les insistí en que pensaran en conversaciones reales y en textos escritos a través de las redes sociales. Quería dejar clara la separación entre las redacciones académicas y la escritura de la comunicación cotidiana. Completaron una lista de posibles errores y, a continuación, les entregué una recopilación de comentarios reales que había encontrado en algunas redes sociales. Deberían ponerse en la piel de un profesor y corregirlos poco a poco. Por supuesto, había faltas de acentuación, ausencia de signos de puntuación, uso inadecuado de la h y confusiones léxicas como ‘a ver’ y ‘haber’, entre otros.
Usando el móvil en clase
Primera parte acabada, tocaba lo mejor: “Podéis sacar los móviles y buscar errores reales en vuestras conversaciones de WhatsApp, en los comentarios que hayáis escrito o que os hayan dejado en vuestra cuenta de Instagram o en cualquier otra red social”. Hubo un gran ajetreo. “Pero, abro el Instagram, ¿eh?”, preguntó alguien sembrando la duda. “Sí, sí, claro. A medida que vayáis encontrando los errores, los podréis ir clasificando según su tipología”, respondí.
Y, móvil en mano, se ruborizaban al reconocer errores garrafales que se les habían pasado por alto antes. Gritaban y los comentaban entre sí porque en el peor de los casos el autor del error estaba sentado justo en la mesa de al lado. “A partir de ahora os podría sorprender igual cada vez que veáis mensajes mal escritos”, espeté con sarcasmo.
Siempre es complicado saber a ciencia cierta si una actividad ha calado o no en los alumnos. De todas maneras, de esta me quedaría con el debate intenso que surgió. Estoy convencido de que antes no se habían detenido a analizar el lenguaje que usan en las redes sociales y qué imagen de sí mismos están proyectando al escribir de una determinada manera. Al acabar la actividad, hubo quien gritó que a partir de ahora sería la revolución porque no toleraría ningún error. Aunque sé que no será así del todo, me sirve la intención. A fin de cuentas, escribir bien no solo sirve para aprobar un trabajo de clase.
Fuente: Educacion 3.0
Nada más empezar la clase, les formulé la siguiente pregunta: ¿Consideráis que la escritura, por ejemplo en Instagram, es un reflejo de cómo se escribe en la actualidad o, simplemente, responde a una forma relajada de expresarse en ese contexto? Entonces, alguien respondió que hay quien se relaja y escribe mal; pero otros escriben así porque no dominan el lenguaje.
Tras esa intervención, decidí lanzarles otro dardo y les pregunté si alguna vez habían enviado un correo electrónico a un profesor como si se tratara de un comentario de Instagram. Al principio, hubo susurros porque nadie quería ser el primero en responder. Así que les proyecté un correo real que había recibido días antes de parte de un alumno. Por supuesto, fallaba la coherencia, no había ni cohesión ni corrección lingüística y tampoco presentaba un registro adecuado. Pero lo más grave era que parecía más un comentario vertido en una red social que un correo académico.
Un debate ortográfico
Tras ello, iniciamos un debate y muchos acabaron reconociendo que les resultaba complicado saber cuándo una situación exige un registro formal y cuando pide otro grado más relajado.
Quise plantarles esta misma pregunta mediante un cuestionario de Instagram en el que podían escoger entre tres opciones: “Cuando comento en público escribo bien, pero en mensajes privados ni me fijo”; “Procuro escribir siempre bien, en público y en privado”; y “Suelo escribir mal. Me da pereza y no me preocupa”. Las respuestas fueron variadas y bastante sorprendentes. La mayoría optó por la primera opción: se esfuerzan por escribir bien en público, pero en privado se relajan.
Tras un interesante debate, les pregunté si escribían mal de manera consciente o sin querer. Como no podía ser de otra forma, aceptaron que a veces cometían errores que ni sabían que lo eran. Precisamente, ese es el quid de la cuestión y la razón de esta actividad. A fin de cuentas, el lenguaje de las redes es el que más utilizan y no puede quedar al margen de las clases. Les sugerí que todo el mundo domina de sobra la escritura informal, pero ¿qué pasa con la formal?
Y a partir de aquí comentamos qué errores de escritura nos parecían más habituales en el día a día. Les insistí en que pensaran en conversaciones reales y en textos escritos a través de las redes sociales. Quería dejar clara la separación entre las redacciones académicas y la escritura de la comunicación cotidiana. Completaron una lista de posibles errores y, a continuación, les entregué una recopilación de comentarios reales que había encontrado en algunas redes sociales. Deberían ponerse en la piel de un profesor y corregirlos poco a poco. Por supuesto, había faltas de acentuación, ausencia de signos de puntuación, uso inadecuado de la h y confusiones léxicas como ‘a ver’ y ‘haber’, entre otros.
Usando el móvil en clase
Primera parte acabada, tocaba lo mejor: “Podéis sacar los móviles y buscar errores reales en vuestras conversaciones de WhatsApp, en los comentarios que hayáis escrito o que os hayan dejado en vuestra cuenta de Instagram o en cualquier otra red social”. Hubo un gran ajetreo. “Pero, abro el Instagram, ¿eh?”, preguntó alguien sembrando la duda. “Sí, sí, claro. A medida que vayáis encontrando los errores, los podréis ir clasificando según su tipología”, respondí.
Y, móvil en mano, se ruborizaban al reconocer errores garrafales que se les habían pasado por alto antes. Gritaban y los comentaban entre sí porque en el peor de los casos el autor del error estaba sentado justo en la mesa de al lado. “A partir de ahora os podría sorprender igual cada vez que veáis mensajes mal escritos”, espeté con sarcasmo.
Siempre es complicado saber a ciencia cierta si una actividad ha calado o no en los alumnos. De todas maneras, de esta me quedaría con el debate intenso que surgió. Estoy convencido de que antes no se habían detenido a analizar el lenguaje que usan en las redes sociales y qué imagen de sí mismos están proyectando al escribir de una determinada manera. Al acabar la actividad, hubo quien gritó que a partir de ahora sería la revolución porque no toleraría ningún error. Aunque sé que no será así del todo, me sirve la intención. A fin de cuentas, escribir bien no solo sirve para aprobar un trabajo de clase.
Fuente: Educacion 3.0
Internet Archive amplía su colección de juegos de MS-DOS con más de 2.500 títulos
Internet Archive no es sólo un lugar donde podemos acceder a las diferentes versiones de sitios web a lo largo de los años, también ofrece multitud de colecciones de archivos, incluyendo archivos de juegos clásicos basados en el sistema DOS que pudimos llegar a jugar en ordenadores del siglo pasado.
La plataforma señala que su colección de juegos clásicos bajo MS-DOS comenzó en el año 2015, pero es ahora cuando van a realizar su mayor actualización mediante la incorporación de más de 2.500 títulos diferentes.
Los usuarios podemos usar nuestros equipos actuales para probar los diferentes juegos clásicos que conforman su colección. Para ello deberemos disponer de un ordenador con navegador web y conexión a Internet, teniendo en cuenta que tenemos la posibilidad a jugar a estos juegos mediante emulación por navegador.
Desde la plataforma con conscientes de diversas incompatibilidades que presentan algunos de estos títulos, teniendo en cuenta que han sido rescatados de soportes como los antiguos CD-ROMs, y que no siempre las emulaciones se ejecutarán de la manera más adecuada, encontrando diversos conflictos con los equipos actuales. Muchos de estos títulos también llevan aparejados sus correspondientes manuales.
Los usuarios también deberemos tener en cuenta el posible tamaño elevado de descarga que puede suponernos la ejecución de algunos juegos seleccionados, ya que pueden llegar a ocupar incluso más de 100 MB, lo que puede notarse en conexiones no muy altas, llevándonos a altas demoras hasta finalizar las descargas, algo que veremos visualmente en el emulador.
Quizás en el futuro, los tamaños de los juegos clásicos puedan ser insignificantes con las mejoras en los emuladores para navegadores web, con la potencia de los ordenadores, y en las velocidades a Internet más elevadas.
Entre los nuevos títulos encontraremos desde pequeñas producciones independientes hasta grandes lanzamientos actualmente olvidados. Entre los 2.500 títulos agregados está Mr. Blobby, Super Munchers: The Challenge Continues, Street Rod y Digger, entre muchos otros.
Ya sólo queda sumergirnos en la experiencia de los juegos clásicos bajo MS-DOS y conocer, si no lo llegamos a conocer, cómo fueron los juegos de antaño.
Fuente: Wwwhat's new?
La plataforma señala que su colección de juegos clásicos bajo MS-DOS comenzó en el año 2015, pero es ahora cuando van a realizar su mayor actualización mediante la incorporación de más de 2.500 títulos diferentes.
Los usuarios podemos usar nuestros equipos actuales para probar los diferentes juegos clásicos que conforman su colección. Para ello deberemos disponer de un ordenador con navegador web y conexión a Internet, teniendo en cuenta que tenemos la posibilidad a jugar a estos juegos mediante emulación por navegador.
Desde la plataforma con conscientes de diversas incompatibilidades que presentan algunos de estos títulos, teniendo en cuenta que han sido rescatados de soportes como los antiguos CD-ROMs, y que no siempre las emulaciones se ejecutarán de la manera más adecuada, encontrando diversos conflictos con los equipos actuales. Muchos de estos títulos también llevan aparejados sus correspondientes manuales.
Los usuarios también deberemos tener en cuenta el posible tamaño elevado de descarga que puede suponernos la ejecución de algunos juegos seleccionados, ya que pueden llegar a ocupar incluso más de 100 MB, lo que puede notarse en conexiones no muy altas, llevándonos a altas demoras hasta finalizar las descargas, algo que veremos visualmente en el emulador.
Quizás en el futuro, los tamaños de los juegos clásicos puedan ser insignificantes con las mejoras en los emuladores para navegadores web, con la potencia de los ordenadores, y en las velocidades a Internet más elevadas.
Entre los nuevos títulos encontraremos desde pequeñas producciones independientes hasta grandes lanzamientos actualmente olvidados. Entre los 2.500 títulos agregados está Mr. Blobby, Super Munchers: The Challenge Continues, Street Rod y Digger, entre muchos otros.
Ya sólo queda sumergirnos en la experiencia de los juegos clásicos bajo MS-DOS y conocer, si no lo llegamos a conocer, cómo fueron los juegos de antaño.
Fuente: Wwwhat's new?
Humanizar la tecnología para construir una convivencia digital
Vivimos rodeados de pantallas. Ordenadores, notebooks, tablets, smartphones… Las aplicaciones, redes sociales y videojuegos influyen en nuestra manera de pensar, comunicar, estudiar, trabajar y también en los vínculos que establecemos con los demás.
Ante la “sociedad de plataformas” que plantea la investigadora José Van Dijck, se nos presenta como adultos el enorme desafío de cómo ejercer nuestro rol de cuidadores, formadores y guías de niños, niñas y jóvenes. Con el objetivo de que estos últimos puedan utilizar estas herramientas de manera responsable, crítica y creativa.
Para desentramar las distintas problemáticas que están presentes en la red, aparece la idea de humanizar la tecnología. Para ello, deberíamos realizar una distinción conceptual, en la que consideremos a Internet como una herramienta (en vez de un fin en sí misma) que brinda un gran caudal de oportunidades (acceso, empoderamiento, educación, participación, expresión, etc.) pero que también conlleva riesgos (sobreexposición, discriminación, abuso sexual, robo de identidad, viralización de contenidos sin consentimiento del titular, etc).
Existen numerosos tipos de problemáticas relacionadas con el uso de internet pero todas ellas pueden dividirse en tres grandes grupos:
Cabe destacar que los adultos (padres, madres, maestros, docentes, tutores) no tenemos por qué tener todas las respuestas para poder contribuir a la formación y al acompañamiento de los y las jóvenes en su vida digital. En otras palabras, no hace falta ser especialistas en herramientas digitales para poder constituirnos como referentes o fuentes de consulta o apoyo de los más pequeños. Esto sucede ya que muchas de las problemáticas o tensiones que aparecen en estos espacios son propias de la construcción de las identidades, de las relaciones o vínculos con los otros y del uso (cada vez mayor) que hacemos de estas herramientas.
Escuchar, para poder comprender
Para poder interesarse y conocer, es necesario primero escuchar y aprender. Animarse a romper los miedos que tenemos respecto a lo digital constituye el primer paso para poder participar e influir en la vida digital de los jóvenes. Ocuparse de conocer qué les gusta, qué les molesta, qué desearían cambiar, qué les gustaría aprender, qué cosas no comprenden, qué los angustia o deprime. Esto es, el entendimiento de las distintas percepciones de la juventud respecto de su vida social-digital. Una búsqueda para que padres, madres, maestros, docentes o tutores puedan constituirse como referentes o fuentes de consulta ante cualquier problema que surja.
En los talleres con niños y niñas que llevamos a cabo en Faro Digital, buscamos poner a los protagonistas en el centro. Esto permite generar experiencias participativas, en donde los jóvenes no solo se entretienen sino que también aprenden de manera colaborativa. Por otro lado, los resultados de estos trabajos nos dejan datos reveladores de cómo sienten, viven y perciben el mundo digital y sus conflictos. El desafío está en la formación de estos canales de diálogo, en donde prima la horizontalidad, escucha y debate.
Una vida digital responsable
Con la inauguración de espacios para el diálogo y la incorporación de los jóvenes en el proceso de entendimiento del mundo digital se pueden formar sujetos libres, autodeterminados y conscientes que piensen críticamente mientras usan las distintas aplicaciones, juegos o redes y que construyan de manera activa y reflexiva su identidad digital.
Sujetos que velen por sus derechos y los de los demás, que desarrollen empatía, que cuiden a la comunidad, que estén atentos a posibles engaños, que incorporen usos creativos para producir información (y no solo la consuman), y lo más importante, que consideren a sus adultos de confianza como ayuda y apoyo ante cualquier inconveniente que surja (siendo esto también una responsabilidad de los propios adultos).
No existe un botón que solucione mágicamente las tensiones que se generan en internet. Lo positivo es que, desde los antiguos saberes y la experiencia de vida de los adultos, se puedan hallar diferentes caminos que nos acerquen al objetivo de conocer más la realidad de niños, niñas y jóvenes en el mundo digital. Quizás los resultados no sean inmediatos o definitivos. Tal vez haya que incorporar de manera permanente la educación mediática a la rutina escolar (y a la vida en general). Por eso, más que buscar resultados definitivos es que se tendrá que poner el acento en hacer las preguntas correctas.
Fuente: Nobbot
Ante la “sociedad de plataformas” que plantea la investigadora José Van Dijck, se nos presenta como adultos el enorme desafío de cómo ejercer nuestro rol de cuidadores, formadores y guías de niños, niñas y jóvenes. Con el objetivo de que estos últimos puedan utilizar estas herramientas de manera responsable, crítica y creativa.
Para desentramar las distintas problemáticas que están presentes en la red, aparece la idea de humanizar la tecnología. Para ello, deberíamos realizar una distinción conceptual, en la que consideremos a Internet como una herramienta (en vez de un fin en sí misma) que brinda un gran caudal de oportunidades (acceso, empoderamiento, educación, participación, expresión, etc.) pero que también conlleva riesgos (sobreexposición, discriminación, abuso sexual, robo de identidad, viralización de contenidos sin consentimiento del titular, etc).
Existen numerosos tipos de problemáticas relacionadas con el uso de internet pero todas ellas pueden dividirse en tres grandes grupos:
- La construcción de identidad en internet: Los jóvenes empiezan a crear sus perfiles de usuarios en las redes a muy temprana edad. Exhiben sus vidas en espacios públicos, compartiendo datos personales e interactuando con otras personas. Construyen correlatos de sí mismos en la web, creando una reputación o huella digital que administran con gran atención.
- Las cuestiones desencadenadas por las relaciones que mantenemos con los demás en las redes. El acoso o la discriminación en internet (ciberbullying), el abuso sexual (grooming) y el compartir imágenes íntimas de otros (sexting) son las principales problemáticas que los más jóvenes reconocen vivir a diario.
- Los conflictos que surgen del propio uso de estas tecnologías. Los niños crean un vínculo con lo digital, generalmente de manera individual, donde los adultos no suelen tener presencia. A edades más avanzadas, los usos de tablets y de dispositivos móviles van en aumento, siendo necesario poder establecer conductas y límites de uso para el correcto desarrollo de las personas. Más aún en el contexto de la “economía de datos”, el proceso mediante el cual las plataformas (redes sociales, apps, buscadores) compiten entre ellas por capturar la atención de los usuarios. Es decir, quienes utilizamos estos servicios (no solo los más jóvenes) estamos expuestos al desarrollo de tecnologías cada vez más sofisticadas que buscan que pasemos más tiempo en sus espacios para poder obtener más datos y así hacer crecer sus negocios.
Cabe destacar que los adultos (padres, madres, maestros, docentes, tutores) no tenemos por qué tener todas las respuestas para poder contribuir a la formación y al acompañamiento de los y las jóvenes en su vida digital. En otras palabras, no hace falta ser especialistas en herramientas digitales para poder constituirnos como referentes o fuentes de consulta o apoyo de los más pequeños. Esto sucede ya que muchas de las problemáticas o tensiones que aparecen en estos espacios son propias de la construcción de las identidades, de las relaciones o vínculos con los otros y del uso (cada vez mayor) que hacemos de estas herramientas.
Escuchar, para poder comprender
Para poder interesarse y conocer, es necesario primero escuchar y aprender. Animarse a romper los miedos que tenemos respecto a lo digital constituye el primer paso para poder participar e influir en la vida digital de los jóvenes. Ocuparse de conocer qué les gusta, qué les molesta, qué desearían cambiar, qué les gustaría aprender, qué cosas no comprenden, qué los angustia o deprime. Esto es, el entendimiento de las distintas percepciones de la juventud respecto de su vida social-digital. Una búsqueda para que padres, madres, maestros, docentes o tutores puedan constituirse como referentes o fuentes de consulta ante cualquier problema que surja.
En los talleres con niños y niñas que llevamos a cabo en Faro Digital, buscamos poner a los protagonistas en el centro. Esto permite generar experiencias participativas, en donde los jóvenes no solo se entretienen sino que también aprenden de manera colaborativa. Por otro lado, los resultados de estos trabajos nos dejan datos reveladores de cómo sienten, viven y perciben el mundo digital y sus conflictos. El desafío está en la formación de estos canales de diálogo, en donde prima la horizontalidad, escucha y debate.
Una vida digital responsable
Con la inauguración de espacios para el diálogo y la incorporación de los jóvenes en el proceso de entendimiento del mundo digital se pueden formar sujetos libres, autodeterminados y conscientes que piensen críticamente mientras usan las distintas aplicaciones, juegos o redes y que construyan de manera activa y reflexiva su identidad digital.
Sujetos que velen por sus derechos y los de los demás, que desarrollen empatía, que cuiden a la comunidad, que estén atentos a posibles engaños, que incorporen usos creativos para producir información (y no solo la consuman), y lo más importante, que consideren a sus adultos de confianza como ayuda y apoyo ante cualquier inconveniente que surja (siendo esto también una responsabilidad de los propios adultos).
No existe un botón que solucione mágicamente las tensiones que se generan en internet. Lo positivo es que, desde los antiguos saberes y la experiencia de vida de los adultos, se puedan hallar diferentes caminos que nos acerquen al objetivo de conocer más la realidad de niños, niñas y jóvenes en el mundo digital. Quizás los resultados no sean inmediatos o definitivos. Tal vez haya que incorporar de manera permanente la educación mediática a la rutina escolar (y a la vida en general). Por eso, más que buscar resultados definitivos es que se tendrá que poner el acento en hacer las preguntas correctas.
Fuente: Nobbot
lunes, 14 de octubre de 2019
Hay que enseñar Inteligencia Artificial desde los primeros niveles educativos
Es inevitable hacer mención a la Inteligencia Artificial cuando se habla de progreso y futuro. Pero, ¿cómo se puede explicar a los estudiantes de qué trata esta tecnología? Para hacerlo posible, Jorge Calvo, director de proyectos educativos en European Valley, confía en hacerlo a través de la gamificación. En SIMO EDUCACIÓN, que se celebra del 5 al 7 de noviembre en IFEMA, comentará a los docentes diferentes herramientas para enseñar esta tecnología desde primeros niveles educativos y trabajarla en el aula de manera transversal.
Pregunta: ¿De qué tratará su taller en SIMO EDUCACIÓN 2019?
Respuesta: Contaremos cómo incluir una tecnología como la inteligencia Artificial (en adelante IA) a las aulas, pero no desde el punto de vista del usuario o administrador, si no como una actividad de aula. Además, enseñaremos a los docentes a crear y usar diferentes metodologías en clase basadas en los beneficios de la IA.
Acercaremos la idea de cómo una máquina es capaz de ‘pensar’ y ‘aprender’ por sí misma y qué lugar ocupa la persona en su funcionamiento.
P: ¿Cómo lo pueden aplicar los docentes presentes en su día a día en el aula?
R: La IA es hoy en día una tecnología compleja desde el punto de vista más técnico y, por ese motivo, cuando hablamos de trasladarla al aula, debemos descenderla hasta el punto más práctico o empírico en el que tanto los profesores como estudiantes se sientan cómodos en su uso y resultado.
Para ello, hay muchos ámbitos de la vida cotidiana y del día a día de las aulas donde la IA ya se usa, aunque no seamos consciente de ello. Con este taller usaremos actividades reales de aula en las que usan aplicaciones y dispositivos conectados a internet para explicar, mostrar y enseñar diferentes contenidos. Además, veremos cómo el uso de esta tecnología nos abre un abanico de recursos para ser aún más transversales y efectivos en esas nuevas líneas de aprendizaje.
P: ¿Qué conocimientos debe adquirir un docente que quiera trabajar con Inteligencia Artificial?
R: La IA aún es compleja en su parte más técnica, pero realmente ese no es el objetivo o foco cuando la llevamos al aula. La idea es no cargar al profesor con grandes conocimientos de esta tecnología, si no verla desde un punto de vista más práctico. Mi objetivo es que cualquier docente pueda aplicar este tipo de actividades en su aula con unos conocimientos básicos de las TICs.
P: ¿Cómo es posible aunar gamificación con Inteligencia Artificial?
R: La inteligencia artificial es un recurso educativo más, no es una metodología de trabajo como tal. Por tanto, debe ir siempre unida a una actividad o método de trabajo diseñado por el profesor y unificarla con procesos lúdicos nos hace tener un abanico más amplio de herramientas. El uso del reconocimiento facial en juegos de identidad o de retratos en la clase de arte, el uso de reconocimientos de patrones en los dibujos o incluso la predicción de terremotos, nos permite crear nuevas gamificaciones con nuevas perspectivas que antes no se podían alcanzar.
P: ¿Por qué es importante enseñar a los estudiantes a manejar la Inteligencia Artificial?
R: En mi opinión creo que debemos empezar a dar conocer la IA desde los cursos más pequeños y seguir un proceso escalar en los cursos sucesivos, pasando no solo por enseñar la IA, sino mostrar y hacer entender que es una gran herramienta para mejorar y trabajar en cualquier entorno de la vida cotidiana y laboral. Debemos ofrecer a nuestros estudiantes la enseñanza de un gran conjunto de recursos para que con su conocimiento, creatividad y actitud puedan aplicarlas de una manera correcta y efectiva en el futuro ámbito donde se desenvolverán.
Fuente: Educacion 3.0
Pregunta: ¿De qué tratará su taller en SIMO EDUCACIÓN 2019?
Respuesta: Contaremos cómo incluir una tecnología como la inteligencia Artificial (en adelante IA) a las aulas, pero no desde el punto de vista del usuario o administrador, si no como una actividad de aula. Además, enseñaremos a los docentes a crear y usar diferentes metodologías en clase basadas en los beneficios de la IA.
Acercaremos la idea de cómo una máquina es capaz de ‘pensar’ y ‘aprender’ por sí misma y qué lugar ocupa la persona en su funcionamiento.
P: ¿Cómo lo pueden aplicar los docentes presentes en su día a día en el aula?
R: La IA es hoy en día una tecnología compleja desde el punto de vista más técnico y, por ese motivo, cuando hablamos de trasladarla al aula, debemos descenderla hasta el punto más práctico o empírico en el que tanto los profesores como estudiantes se sientan cómodos en su uso y resultado.
Para ello, hay muchos ámbitos de la vida cotidiana y del día a día de las aulas donde la IA ya se usa, aunque no seamos consciente de ello. Con este taller usaremos actividades reales de aula en las que usan aplicaciones y dispositivos conectados a internet para explicar, mostrar y enseñar diferentes contenidos. Además, veremos cómo el uso de esta tecnología nos abre un abanico de recursos para ser aún más transversales y efectivos en esas nuevas líneas de aprendizaje.
P: ¿Qué conocimientos debe adquirir un docente que quiera trabajar con Inteligencia Artificial?
R: La IA aún es compleja en su parte más técnica, pero realmente ese no es el objetivo o foco cuando la llevamos al aula. La idea es no cargar al profesor con grandes conocimientos de esta tecnología, si no verla desde un punto de vista más práctico. Mi objetivo es que cualquier docente pueda aplicar este tipo de actividades en su aula con unos conocimientos básicos de las TICs.
P: ¿Cómo es posible aunar gamificación con Inteligencia Artificial?
R: La inteligencia artificial es un recurso educativo más, no es una metodología de trabajo como tal. Por tanto, debe ir siempre unida a una actividad o método de trabajo diseñado por el profesor y unificarla con procesos lúdicos nos hace tener un abanico más amplio de herramientas. El uso del reconocimiento facial en juegos de identidad o de retratos en la clase de arte, el uso de reconocimientos de patrones en los dibujos o incluso la predicción de terremotos, nos permite crear nuevas gamificaciones con nuevas perspectivas que antes no se podían alcanzar.
P: ¿Por qué es importante enseñar a los estudiantes a manejar la Inteligencia Artificial?
R: En mi opinión creo que debemos empezar a dar conocer la IA desde los cursos más pequeños y seguir un proceso escalar en los cursos sucesivos, pasando no solo por enseñar la IA, sino mostrar y hacer entender que es una gran herramienta para mejorar y trabajar en cualquier entorno de la vida cotidiana y laboral. Debemos ofrecer a nuestros estudiantes la enseñanza de un gran conjunto de recursos para que con su conocimiento, creatividad y actitud puedan aplicarlas de una manera correcta y efectiva en el futuro ámbito donde se desenvolverán.
Fuente: Educacion 3.0
Servicios funerarios online: ¿el futuro del más allí?
En la era de la digitalización se ve con poco a poco más frecuencia la migración de una multitud de servicios al Internet. Prueba de ello es la start-up eFuneraria, la primera funeraria cien por ciento on-line que deja entre otras muchas cosas equiparar costos de diferentes servicios funerarios. En España es la vanguardista de esta migración, que ha transformado el duelo en un proceso digital.
La nueva propuesta en servicios funerarios
La plataforma https://efuneraria.com/ es una página que ofrece servicios funerarios en prácticamente toda España, posicionándose como un servicio único en su especie. A través de esta plataforma es posible buscar entre diferentes opciones de servicios funerarios (que difieren en nivel de copmlejidad) para localizar el que más se acomode a las necesidades personales de cada familia.
Los comienzos de la start-up
Esta start-up brotó para atestar un vacío en el ámbito de los servicios funerarios, puesto que ya antes no existía la posibilidad de buscar y organizar un velorio completo desde una plataforma digital interactiva. Los ideales de comodidad, trasparencia y acceso a la información son los que dieron fruto a efuneraria.com.
Relación con el cliente del servicio
Para brindar un buen servicio en un campo personal y comercial, tal como lo son los entierros, es esencial que se establezca una relación de respeto y honradez entre empresa y cliente del servicio. Por esto, y por el hecho de que efuneraria.com es un servicio absolutamente digital, la start-up ofrece una pluralidad de métodos de contacto, incluyendo asistencia telefónica.
Diferentes ritos
Una de las funciones que incorpora efuneraria.com a su plantilla es la opción de buscar servicios mortuorios a través de criterios de selección. El primero de estos criterios es el género de rito que se quiere realizar. En el orden de especificaciones, este es el paso inicial en la busca, puesto que consigue reducir drásticamente el número de opciones libres.
Hay 2 formas de darle a nuestros seres queridos el reposo eterno: la inhumación (esto es, el enterramiento del cadáver en una fosa o bien tumba) y la incineración (esto es, la calcinación completa del cadáver hasta quedar hecho cenizas, que por su parte son guardadas en distintas urnas). Después de haber escogido el género de rito, se sigue a buscar la localidad.
Buscador de localidades
Las localidades en que se pueden contratar los servicios de efuneraria.com se hallan por toda España. Como es de aguardarse, esto incluye a las grandes urbes como la capital de España, Barna y Sevilla, aparte de incluir otras como Zaragoza, Bilbao y Valencia. Otras localidades más pequeñas asimismo están incluidas en el repertorio, como lo están las islas Canarias.
Esto es una parte del gran atrayente que tiene el servicio, puesto que pone a predisposición de los usuarios toda la información precisa para poder organizar el acontecimiento desde la distancia, delegando las labores más dolorosas al prestador del servicio. Ahora es posible organizar un velatorio en otra urbe desde la comodidad del hogar, todo al hacer unos simples clicks.
Comparación de costes
El comparador de costos que tiene efuneraria.com en su web es el último elemento en la busca de los servicios mortuorios. Una vez el cliente del servicio tenga la localidad y el género de rito que se quiera hacer, solo faltaría seleccionar una de las opciones que ofrece esta start-up. Generalmente se ofrecen 3 diferentes costos, que dependen del nivel de dificultad (o bien del alcance) del rito mortuorio.
Las opciones más económicas corresponden a los servicios funerarios más sobrios y personales, en los que se espera la asistencia de muy realmente pocas personas. Esto es igual tanto para la inhumación para la incineración. En ciertos casos este servicio no ofrece una liturgia mortuoria.
El próximo nivel de costos es el intermedio. En esta clase de servicio funerario se ofrece una liturgia tradicional y también íntima; otra vez, igual para los dos géneros de ritos mortuorios. El tercer nivel es el más costoso, mas asimismo es el más complejo, puesto que ofrece un entierro completo en el que se espera la asistencia de mucha gente.
Atención al usuario
Uno de los puntos que más resalta en la oferta comercial de efuneraria.com es la completa disponibilidad que le ofrecen a sus clientes del servicio. En el sitio web se puede hallar un teléfono de asistencia que marcha las 24 horas del día, por el hecho de que el fallecimiento de un ser querido puede acontecer en cualquier instante.
Además de esto, es posible subscribirse a través de un e mail para percibir información sobre el servicio funerario que se ha contratado. Esto es por el hecho de que en el buscador de la start-up hay que rellenar unos campos de información personal ya antes de llegar a la pantalla de los costos (si bien solo el teléfono es obligatorio, para los que no deseen compartir más que eso).
Resolución de dudas
Finalmente, es pertinente mentar que efuneraria.com ofrece integrado a su plataforma un weblog lleno de artículos que charlan sobre diferentes aspectos del luto y de de qué forma soportar este duro proceso. Esto es una parte de la filosofía de la start-up, que pretende darle toda la información posible a sus clientes del servicio a fin de que tomen la mejor resolución posible.
Los artículos prueban una enorme pluralidad, englobando tópicos como el saber dar el pésame, el qué hacer con las redes sociales de un finado y el desglose de las clases de camposantos y sepulturas que existen. Verdaderamente es una fuente de información de enorme utilidad para aquellos clientes del servicio que precisan todos y cada uno de los detalles para sentirse cómodos.
Imagen: PNGOcean
Fuente: REPlanet
La nueva propuesta en servicios funerarios
La plataforma https://efuneraria.com/ es una página que ofrece servicios funerarios en prácticamente toda España, posicionándose como un servicio único en su especie. A través de esta plataforma es posible buscar entre diferentes opciones de servicios funerarios (que difieren en nivel de copmlejidad) para localizar el que más se acomode a las necesidades personales de cada familia.
Los comienzos de la start-up
Esta start-up brotó para atestar un vacío en el ámbito de los servicios funerarios, puesto que ya antes no existía la posibilidad de buscar y organizar un velorio completo desde una plataforma digital interactiva. Los ideales de comodidad, trasparencia y acceso a la información son los que dieron fruto a efuneraria.com.
Relación con el cliente del servicio
Para brindar un buen servicio en un campo personal y comercial, tal como lo son los entierros, es esencial que se establezca una relación de respeto y honradez entre empresa y cliente del servicio. Por esto, y por el hecho de que efuneraria.com es un servicio absolutamente digital, la start-up ofrece una pluralidad de métodos de contacto, incluyendo asistencia telefónica.
Diferentes ritos
Una de las funciones que incorpora efuneraria.com a su plantilla es la opción de buscar servicios mortuorios a través de criterios de selección. El primero de estos criterios es el género de rito que se quiere realizar. En el orden de especificaciones, este es el paso inicial en la busca, puesto que consigue reducir drásticamente el número de opciones libres.
Hay 2 formas de darle a nuestros seres queridos el reposo eterno: la inhumación (esto es, el enterramiento del cadáver en una fosa o bien tumba) y la incineración (esto es, la calcinación completa del cadáver hasta quedar hecho cenizas, que por su parte son guardadas en distintas urnas). Después de haber escogido el género de rito, se sigue a buscar la localidad.
Buscador de localidades
Las localidades en que se pueden contratar los servicios de efuneraria.com se hallan por toda España. Como es de aguardarse, esto incluye a las grandes urbes como la capital de España, Barna y Sevilla, aparte de incluir otras como Zaragoza, Bilbao y Valencia. Otras localidades más pequeñas asimismo están incluidas en el repertorio, como lo están las islas Canarias.
Esto es una parte del gran atrayente que tiene el servicio, puesto que pone a predisposición de los usuarios toda la información precisa para poder organizar el acontecimiento desde la distancia, delegando las labores más dolorosas al prestador del servicio. Ahora es posible organizar un velatorio en otra urbe desde la comodidad del hogar, todo al hacer unos simples clicks.
Comparación de costes
El comparador de costos que tiene efuneraria.com en su web es el último elemento en la busca de los servicios mortuorios. Una vez el cliente del servicio tenga la localidad y el género de rito que se quiera hacer, solo faltaría seleccionar una de las opciones que ofrece esta start-up. Generalmente se ofrecen 3 diferentes costos, que dependen del nivel de dificultad (o bien del alcance) del rito mortuorio.
Las opciones más económicas corresponden a los servicios funerarios más sobrios y personales, en los que se espera la asistencia de muy realmente pocas personas. Esto es igual tanto para la inhumación para la incineración. En ciertos casos este servicio no ofrece una liturgia mortuoria.
El próximo nivel de costos es el intermedio. En esta clase de servicio funerario se ofrece una liturgia tradicional y también íntima; otra vez, igual para los dos géneros de ritos mortuorios. El tercer nivel es el más costoso, mas asimismo es el más complejo, puesto que ofrece un entierro completo en el que se espera la asistencia de mucha gente.
Atención al usuario
Uno de los puntos que más resalta en la oferta comercial de efuneraria.com es la completa disponibilidad que le ofrecen a sus clientes del servicio. En el sitio web se puede hallar un teléfono de asistencia que marcha las 24 horas del día, por el hecho de que el fallecimiento de un ser querido puede acontecer en cualquier instante.
Además de esto, es posible subscribirse a través de un e mail para percibir información sobre el servicio funerario que se ha contratado. Esto es por el hecho de que en el buscador de la start-up hay que rellenar unos campos de información personal ya antes de llegar a la pantalla de los costos (si bien solo el teléfono es obligatorio, para los que no deseen compartir más que eso).
Resolución de dudas
Finalmente, es pertinente mentar que efuneraria.com ofrece integrado a su plataforma un weblog lleno de artículos que charlan sobre diferentes aspectos del luto y de de qué forma soportar este duro proceso. Esto es una parte de la filosofía de la start-up, que pretende darle toda la información posible a sus clientes del servicio a fin de que tomen la mejor resolución posible.
Los artículos prueban una enorme pluralidad, englobando tópicos como el saber dar el pésame, el qué hacer con las redes sociales de un finado y el desglose de las clases de camposantos y sepulturas que existen. Verdaderamente es una fuente de información de enorme utilidad para aquellos clientes del servicio que precisan todos y cada uno de los detalles para sentirse cómodos.
Imagen: PNGOcean
Fuente: REPlanet
domingo, 13 de octubre de 2019
Los secretos de nuestra big data
“Venía de pasear y terminé en un penal en Bahía Blanca. Una pesadilla. Me tocó a mí, como le puede tocar a cualquiera. Fue por error de una máquina. Nunca cometí un delito. Trabajé toda mi vida. Pero me la podrían haber arruinado. A mí y a mi familia. Tengo tres hijas, nietas, mi madre, mi abuela de 95 años. Mi novia, que estuvo todo el tiempo. Después de estar detenido seis días, me llevaron a un penal. Si te llevan a un penal, te puede pasar cualquier cosa. Hoy estoy feliz porque salí. Pero pasé una semana de terror”.
En julio de 2019, Guillermo Ibarrola se bajó de un tren en Retiro y terminó alejado de su mundo durante casi una semana. Una cámara de videovigilancia de la estación, a la que el gobierno porteño le había agregado un software de reconocimiento facial cuatro meses antes, lo señaló como responsable de un robo agravado en Bahía Blanca, un lugar en el que él nunca había estado. La policía lo retuvo esposado y con cadenas, pero reconocía que sus órdenes provenían “del sistema” dado que ellos mismos no tenían la información completa del caso. Cuando se estaba por cumplir una semana de limbo, una fiscal intervino y detectó un error en la base de datos. El verdadero prófugo del delito se llamaba igual que Guillermo, pero su segundo nombre era Walter y su DNI era distinto. Su foto también era diferente y el software también había fallado en reconocerla. La tecnología para cuidarlo había puesto en riesgo su vida.
Ese mismo mes, mientras Guillermo permanecía detenido esperando que alguien detectara el error en la base de datos, más de cien millones de personas hacían crecer otra biblioteca de fotografías digitales. En todo el mundo, FaceApp, una aplicación para celulares que envejecía caras vía reconocimiento facial, experimentaba un aumento inusitado de usuarios. El programa ya existía desde 2016, pero en pocos días miles de artistas, deportistas, políticos en campaña y hasta padres con hijos sin capacidad de decidir, si querían participar de la diversión encontraban sus rostros avejentados compartidos en las redes sociales. Todas las caras fueron a parar a los servidores de la empresa rusa Wireless Lab.
Ante las alarmas del almacenamiento de los datos por fuera del control de las personas, Yaroslav Goncharov, fundador de la compañía, dijo en esos días de excitación por su invento que no había que preocuparse porque las imágenes no estaban en el país de Putin sino en servidores de Amazon en Estados Unidos. Es decir, según sus declaraciones, el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos (cuya empresa tiene contratos tecnológicos conocidos con el Pentágono), estaría más dispuesto a cuidar de nuestra identidad que el presidente ruso.
Los dos ejemplos anteriores son recientes, entre los muchos, diversos y contradictorios, que muestran la convivencia de nuestras vidas duplicadas producto de las tecnologías.
En el primer caso –el de Guillermo, que es también el de cualquiera que viva en una ciudad monitoreada–, nuestra identidad digital se encuentra en una base de datos estatal y su proveedor privado que, a su vez, los utilizan para la seguridad ciudadana (en este caso, mal implementada y con errores). En el otro caso, nuestros datos biométricos están en la base de datos de una compañía de entretenimientos porque decidimos cedernos voluntariamente a cambio de cierta diversión. En otros casos, realizamos intercambios que pensamos útiles, o más o menos beneficiosos para nuestras vidas. Por ejemplo, como cuando le damos a Twitter nuestra información de perfil, ubicación, gustos y amigos a cambio de conectarnos con otra gente, leer las noticias y opinar. O a Google, nuestros datos para vendernos cosas a cambio de tener mail súper eficiente, usar Google Docs, hacer búsquedas, su navegador Chrome, sus teléfonos Android, su sitio de videos YouTube, su calendario y sus mapas. También canjeamos comodidad con nuestro banco cuando vamos dejando de ir a la sucursal física y confiamos en nuestra actividad en el homebanking. O cuando le avisamos a la secretaria del laboratorio médico que preferimos que nos envíe los resultados por mail para no ir a retirarlos.
El capitalismo del like
En cada uno de intercambios firmamos –rápido y casi siempre sin leer– términos y condiciones, que hacen que nuestra identidad digital duplicada tenga (no siempre pero casi) un consentimiento de nuestra parte. Según un estudio realizado por el escritor Marcus Moretti y el especialista en derechos digitales Michael Naughton, sobre los 50 sitios más importantes de Estados Unidos, sumados, esas constituciones digitales ocuparían 145.641 palabras. Es decir, unas 250 carillas de Word. Si quisiéramos leer todas esas palabras que usamos año a año, tendríamos que dedicar entre 181 y 304 horas. Y repetir este procedimiento todos los años, dado que la mayoría de los sitios las renuevan anualmente. A estos intercambios, en los últimos años tenemos que sumar toda una nueva capa de información que proveemos a nivel biométrico: con nuestra voz (a través de asistentes como Siri o Alexa), con nuestra cara o nuestras huellas dactilares, que van generando perfiles cada vez más detallados de nuestra persona.
En cada caso, los intercambios son distintos. Algunos podrán decir que unos son más necesarios que otros: que la necesidad de tener una cuenta de banco no es la misma que la de bajarse una aplicación de moda para hablar con una nariz de perrito. O que los datos personales que guarda el Estado para pagar asignaciones familiares son más necesarios que las bases de datos de un negocio de maquillaje online.
Lo cierto es que nuestra identidad en la era de la big data es una convivencia de bases de datos en manos de muchas personas, empresas y responsables (a veces poco responsables). También, que, como señala el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, no se trata de que cuando cedemos esa soberanía de nuestros datos en favor de esas grandes empresas tecnológicas seamos individualmente insensatos (se trata, a su vez, de las empresas más ricas y mejor valuadas del mundo). En palabras de Han, se trata del capitalismo del like, la religión de nuestra época, en la que nos creemos libres mientras concedemos poder en forma de meta y microdatos. Y esto sucede sin guerras ni derramamientos de sangre. Porque justamente la psicopolítica del poder actual es lo que muta para hacerse invisible: cuanto menos lo percibimos operando, más fuerte es. O, como repite el periodista y activista australiano Julian Assange: nosotros, los ciudadanos, somos demasiado transparentes para el sistema, mientras que el poder que lo controla es muy oscuro. Por eso, el verdadero objetivo político es pensar cómo volvernos menos transparentes para la autoridad y desenmascarar eso que ellos ocultan: que sus discursos de nitidez no son más que palabras vacías.
En definitiva, la próxima vez que hagamos un intercambio y dupliquemos nuestra vida digital en manos de otros, la primera tarea será no flagelarnos. ¿Por qué lo hacemos? Porque es divertido, “porque todos los hacen”, porque tenemos dos o tres trabajos y llegamos cansados de viajar mal en el subte y gastar más que ayer por la misma compra en el supermercado. Ese mismo sistema que nos precariza y nos hace viajar mal nos ofrece la app como su parque de diversiones. Y nosotros, cansados, ya en casa, la usamos. Chau culpa.
Entre el progreso técnico y la democracia
Mientras tanto, nuestras huellas quedan impresas en algún servidor, que generalmente desconocemos. Entonces, la segunda tarea será pensar qué nos dicen los poderosos. Los gurúes de la tecnología, sus vendedores y publicistas hablan de su avance inevitable. La idea, hija del liberalismo, hace una relación directa entre el progreso técnico y la democracia: cuanto más de cada uno, más civilizados seremos. Tenemos que aceptarlos siempre. Uno de sus abanderados es Kevin Kelly, fundador de la revista Wired, que sostiene que “la tecnología es el acelerador de la humanidad” y que “a largo plazo la tecnología la deciden los optimistas”. En su libro Lo inevitable, Kelly clasifica las tendencias del futuro y nos avisa que, queramos o no, ellas van a ocurrir. “No significa que sea un destino, pero sí que vamos en ese camino”, que en el final es una gran matrix global donde todos estaremos conectados (y monitoreados). Está convencido de que nos hace un favor: hay que saber que esto va a ocurrir para ver cómo enfrentarlo. Kelly y otros autores tecno-optimistas comparten un credo: siempre hay que adoptar las tecnologías y luego corregir sus consecuencias. Sino, quedaremos fuera del progreso.
Cuando se les pregunta sobre los efectos negativos del control excesivo de las personas, la respuesta es que las empresas tienen un límite, que es que no llegarían a dañar sus propios negocios y clientes. Sin embargo, ejemplos recientes como la multa por 5 mil millones de dólares a Facebook por utilizar datos personales de sus usuarios en colaboración con Cambridge Analytica, la firma de estadísticas eleccionarias, de 200 millones de euros a British Airways por robo de datos, de Francia por 50 millones de euros a Google por no cumplir con el reglamento de protección de datos, solo por nombrar tres escándalos de los últimos meses, dan por tierra esta hipótesis. Y, en cambio, sostienen la contraria: somos nosotros, los ciudadanos, quienes debemos hacer valer la soberanía de nuestros datos. Primero, individualmente pero, sobre todo, colectivamente. Porque aunque nos cansemos de hablar de big data, inteligencia artificial y algoritmos, lo cierto es que todavía no existe la big data para la gente común, es decir, un reparto más equitativo de las cosas por el cual las ganancias económicas de las empresas de tecnología no terminen siempre decidiendo y haciendo más desiguales las decisiones en contra de las personas.
No obstante, se puede cambiar. Cathy O´Neil, una doctora en matemáticas de Harvard, trabajaba como científica de datos en fondos de inversión y startups, donde construía modelos para predecir los consumos y los clics de las personas. Tras esa experiencia, comprendió que la economía de los grandes datos de la que ella había sido parte se estaba olvidando del componente social de la ecuación. Los modelos matemáticos solo buscaban la eficiencia, pero se olvidaban de la ética y la justicia en el camino. O´Neil se convirtió en divulgadora de las desigualdades que producen los algoritmos en nuestras vidas y escribió Weapons of Math Destruction (Armas de destrucción matemática), un libro que hoy es un bestséller y que la transformó en una activista de lo que hoy se conoce como el movimiento por la “transparencia de los algoritmos”.
Académicos, investigadores de la sociedad civil y periodistas hoy trabajan en proyectos para descifrar las fórmulas que toman decisiones por nosotros pero nos son ocultadas por las corporaciones y, en general, por los Estados. En medio de esas decisiones están nuestros datos: nuestras caras en una base de datos, la performance de desempeño de un médico al que se despide luego de contratar a una “consultora de big data” que decide en un sistema de salud, o incluso las vacantes en un sistema escolar cuyas fallas siempre son “técnicas”.
Para demostrar que las decisiones de la big data no son tecno-políticas ni técnicas a secas (la tecnología no es buena ni mala ni tampoco neutral), organizaciones como la alemana Algorithm Watch construyen equipos de investigación para determinar, por ejemplo, si la aseguradora más grande del país, Shufa, tenía una fórmula que no discriminaba a sus clientes (spoiler: descubrieron que sí lo hacía). En la Argentina, desde el lanzamiento del sistema de reconocimiento facial para prófugos, la Asociación por los Derechos Civiles ha reiterado pedidos de informes al gobierno porteño para que explique si antes de implementarlo se evaluaron las tasas de error, si se llevaron a cabo análisis sobre la discriminación (tanto racial como de género) que puede resultar de los falsos positivos, y si se aplicaron las auditorías técnicas, necesarias para que no ocurran errores como los que sucedieron en el caso de Guillermo Ibarrola. La base de las preguntas, que por ahora obtienen respuestas poco precisas, es que el software de reconocimiento facial puede llegar a tener altos porcentajes de falsos positivos, como en el caso de las pruebas realizadas por la Metropolitan Police de Londres entre 2016 y 2018, las cuales resultaron en un 96% de personas mal identificadas como presuntas criminales. Es decir, que la tecnología se aplica masivamente aunque no esté madura como para hacerlo. Las empresas la venden a los gobiernos porque esa es su función. Pero los gobiernos tienen el mandato de proteger a sus ciudadanos para que sus derechos no se vean afectados. De lo contrario, la big data queda para pocos.
Fuente: Clarin
En julio de 2019, Guillermo Ibarrola se bajó de un tren en Retiro y terminó alejado de su mundo durante casi una semana. Una cámara de videovigilancia de la estación, a la que el gobierno porteño le había agregado un software de reconocimiento facial cuatro meses antes, lo señaló como responsable de un robo agravado en Bahía Blanca, un lugar en el que él nunca había estado. La policía lo retuvo esposado y con cadenas, pero reconocía que sus órdenes provenían “del sistema” dado que ellos mismos no tenían la información completa del caso. Cuando se estaba por cumplir una semana de limbo, una fiscal intervino y detectó un error en la base de datos. El verdadero prófugo del delito se llamaba igual que Guillermo, pero su segundo nombre era Walter y su DNI era distinto. Su foto también era diferente y el software también había fallado en reconocerla. La tecnología para cuidarlo había puesto en riesgo su vida.
Ese mismo mes, mientras Guillermo permanecía detenido esperando que alguien detectara el error en la base de datos, más de cien millones de personas hacían crecer otra biblioteca de fotografías digitales. En todo el mundo, FaceApp, una aplicación para celulares que envejecía caras vía reconocimiento facial, experimentaba un aumento inusitado de usuarios. El programa ya existía desde 2016, pero en pocos días miles de artistas, deportistas, políticos en campaña y hasta padres con hijos sin capacidad de decidir, si querían participar de la diversión encontraban sus rostros avejentados compartidos en las redes sociales. Todas las caras fueron a parar a los servidores de la empresa rusa Wireless Lab.
Ante las alarmas del almacenamiento de los datos por fuera del control de las personas, Yaroslav Goncharov, fundador de la compañía, dijo en esos días de excitación por su invento que no había que preocuparse porque las imágenes no estaban en el país de Putin sino en servidores de Amazon en Estados Unidos. Es decir, según sus declaraciones, el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos (cuya empresa tiene contratos tecnológicos conocidos con el Pentágono), estaría más dispuesto a cuidar de nuestra identidad que el presidente ruso.
Los dos ejemplos anteriores son recientes, entre los muchos, diversos y contradictorios, que muestran la convivencia de nuestras vidas duplicadas producto de las tecnologías.
En el primer caso –el de Guillermo, que es también el de cualquiera que viva en una ciudad monitoreada–, nuestra identidad digital se encuentra en una base de datos estatal y su proveedor privado que, a su vez, los utilizan para la seguridad ciudadana (en este caso, mal implementada y con errores). En el otro caso, nuestros datos biométricos están en la base de datos de una compañía de entretenimientos porque decidimos cedernos voluntariamente a cambio de cierta diversión. En otros casos, realizamos intercambios que pensamos útiles, o más o menos beneficiosos para nuestras vidas. Por ejemplo, como cuando le damos a Twitter nuestra información de perfil, ubicación, gustos y amigos a cambio de conectarnos con otra gente, leer las noticias y opinar. O a Google, nuestros datos para vendernos cosas a cambio de tener mail súper eficiente, usar Google Docs, hacer búsquedas, su navegador Chrome, sus teléfonos Android, su sitio de videos YouTube, su calendario y sus mapas. También canjeamos comodidad con nuestro banco cuando vamos dejando de ir a la sucursal física y confiamos en nuestra actividad en el homebanking. O cuando le avisamos a la secretaria del laboratorio médico que preferimos que nos envíe los resultados por mail para no ir a retirarlos.
El capitalismo del like
En cada uno de intercambios firmamos –rápido y casi siempre sin leer– términos y condiciones, que hacen que nuestra identidad digital duplicada tenga (no siempre pero casi) un consentimiento de nuestra parte. Según un estudio realizado por el escritor Marcus Moretti y el especialista en derechos digitales Michael Naughton, sobre los 50 sitios más importantes de Estados Unidos, sumados, esas constituciones digitales ocuparían 145.641 palabras. Es decir, unas 250 carillas de Word. Si quisiéramos leer todas esas palabras que usamos año a año, tendríamos que dedicar entre 181 y 304 horas. Y repetir este procedimiento todos los años, dado que la mayoría de los sitios las renuevan anualmente. A estos intercambios, en los últimos años tenemos que sumar toda una nueva capa de información que proveemos a nivel biométrico: con nuestra voz (a través de asistentes como Siri o Alexa), con nuestra cara o nuestras huellas dactilares, que van generando perfiles cada vez más detallados de nuestra persona.
En cada caso, los intercambios son distintos. Algunos podrán decir que unos son más necesarios que otros: que la necesidad de tener una cuenta de banco no es la misma que la de bajarse una aplicación de moda para hablar con una nariz de perrito. O que los datos personales que guarda el Estado para pagar asignaciones familiares son más necesarios que las bases de datos de un negocio de maquillaje online.
Lo cierto es que nuestra identidad en la era de la big data es una convivencia de bases de datos en manos de muchas personas, empresas y responsables (a veces poco responsables). También, que, como señala el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, no se trata de que cuando cedemos esa soberanía de nuestros datos en favor de esas grandes empresas tecnológicas seamos individualmente insensatos (se trata, a su vez, de las empresas más ricas y mejor valuadas del mundo). En palabras de Han, se trata del capitalismo del like, la religión de nuestra época, en la que nos creemos libres mientras concedemos poder en forma de meta y microdatos. Y esto sucede sin guerras ni derramamientos de sangre. Porque justamente la psicopolítica del poder actual es lo que muta para hacerse invisible: cuanto menos lo percibimos operando, más fuerte es. O, como repite el periodista y activista australiano Julian Assange: nosotros, los ciudadanos, somos demasiado transparentes para el sistema, mientras que el poder que lo controla es muy oscuro. Por eso, el verdadero objetivo político es pensar cómo volvernos menos transparentes para la autoridad y desenmascarar eso que ellos ocultan: que sus discursos de nitidez no son más que palabras vacías.
En definitiva, la próxima vez que hagamos un intercambio y dupliquemos nuestra vida digital en manos de otros, la primera tarea será no flagelarnos. ¿Por qué lo hacemos? Porque es divertido, “porque todos los hacen”, porque tenemos dos o tres trabajos y llegamos cansados de viajar mal en el subte y gastar más que ayer por la misma compra en el supermercado. Ese mismo sistema que nos precariza y nos hace viajar mal nos ofrece la app como su parque de diversiones. Y nosotros, cansados, ya en casa, la usamos. Chau culpa.
Entre el progreso técnico y la democracia
Mientras tanto, nuestras huellas quedan impresas en algún servidor, que generalmente desconocemos. Entonces, la segunda tarea será pensar qué nos dicen los poderosos. Los gurúes de la tecnología, sus vendedores y publicistas hablan de su avance inevitable. La idea, hija del liberalismo, hace una relación directa entre el progreso técnico y la democracia: cuanto más de cada uno, más civilizados seremos. Tenemos que aceptarlos siempre. Uno de sus abanderados es Kevin Kelly, fundador de la revista Wired, que sostiene que “la tecnología es el acelerador de la humanidad” y que “a largo plazo la tecnología la deciden los optimistas”. En su libro Lo inevitable, Kelly clasifica las tendencias del futuro y nos avisa que, queramos o no, ellas van a ocurrir. “No significa que sea un destino, pero sí que vamos en ese camino”, que en el final es una gran matrix global donde todos estaremos conectados (y monitoreados). Está convencido de que nos hace un favor: hay que saber que esto va a ocurrir para ver cómo enfrentarlo. Kelly y otros autores tecno-optimistas comparten un credo: siempre hay que adoptar las tecnologías y luego corregir sus consecuencias. Sino, quedaremos fuera del progreso.
Cuando se les pregunta sobre los efectos negativos del control excesivo de las personas, la respuesta es que las empresas tienen un límite, que es que no llegarían a dañar sus propios negocios y clientes. Sin embargo, ejemplos recientes como la multa por 5 mil millones de dólares a Facebook por utilizar datos personales de sus usuarios en colaboración con Cambridge Analytica, la firma de estadísticas eleccionarias, de 200 millones de euros a British Airways por robo de datos, de Francia por 50 millones de euros a Google por no cumplir con el reglamento de protección de datos, solo por nombrar tres escándalos de los últimos meses, dan por tierra esta hipótesis. Y, en cambio, sostienen la contraria: somos nosotros, los ciudadanos, quienes debemos hacer valer la soberanía de nuestros datos. Primero, individualmente pero, sobre todo, colectivamente. Porque aunque nos cansemos de hablar de big data, inteligencia artificial y algoritmos, lo cierto es que todavía no existe la big data para la gente común, es decir, un reparto más equitativo de las cosas por el cual las ganancias económicas de las empresas de tecnología no terminen siempre decidiendo y haciendo más desiguales las decisiones en contra de las personas.
No obstante, se puede cambiar. Cathy O´Neil, una doctora en matemáticas de Harvard, trabajaba como científica de datos en fondos de inversión y startups, donde construía modelos para predecir los consumos y los clics de las personas. Tras esa experiencia, comprendió que la economía de los grandes datos de la que ella había sido parte se estaba olvidando del componente social de la ecuación. Los modelos matemáticos solo buscaban la eficiencia, pero se olvidaban de la ética y la justicia en el camino. O´Neil se convirtió en divulgadora de las desigualdades que producen los algoritmos en nuestras vidas y escribió Weapons of Math Destruction (Armas de destrucción matemática), un libro que hoy es un bestséller y que la transformó en una activista de lo que hoy se conoce como el movimiento por la “transparencia de los algoritmos”.
Académicos, investigadores de la sociedad civil y periodistas hoy trabajan en proyectos para descifrar las fórmulas que toman decisiones por nosotros pero nos son ocultadas por las corporaciones y, en general, por los Estados. En medio de esas decisiones están nuestros datos: nuestras caras en una base de datos, la performance de desempeño de un médico al que se despide luego de contratar a una “consultora de big data” que decide en un sistema de salud, o incluso las vacantes en un sistema escolar cuyas fallas siempre son “técnicas”.
Para demostrar que las decisiones de la big data no son tecno-políticas ni técnicas a secas (la tecnología no es buena ni mala ni tampoco neutral), organizaciones como la alemana Algorithm Watch construyen equipos de investigación para determinar, por ejemplo, si la aseguradora más grande del país, Shufa, tenía una fórmula que no discriminaba a sus clientes (spoiler: descubrieron que sí lo hacía). En la Argentina, desde el lanzamiento del sistema de reconocimiento facial para prófugos, la Asociación por los Derechos Civiles ha reiterado pedidos de informes al gobierno porteño para que explique si antes de implementarlo se evaluaron las tasas de error, si se llevaron a cabo análisis sobre la discriminación (tanto racial como de género) que puede resultar de los falsos positivos, y si se aplicaron las auditorías técnicas, necesarias para que no ocurran errores como los que sucedieron en el caso de Guillermo Ibarrola. La base de las preguntas, que por ahora obtienen respuestas poco precisas, es que el software de reconocimiento facial puede llegar a tener altos porcentajes de falsos positivos, como en el caso de las pruebas realizadas por la Metropolitan Police de Londres entre 2016 y 2018, las cuales resultaron en un 96% de personas mal identificadas como presuntas criminales. Es decir, que la tecnología se aplica masivamente aunque no esté madura como para hacerlo. Las empresas la venden a los gobiernos porque esa es su función. Pero los gobiernos tienen el mandato de proteger a sus ciudadanos para que sus derechos no se vean afectados. De lo contrario, la big data queda para pocos.
Fuente: Clarin
Suscribirse a:
Entradas (Atom)