“La participación ciudadana es clave en procesos de cambio y restauración ecológica”, sostiene Claudia Romero, PhD en ecotoxicología por la Technische Universität Berlin, de Alemania. Ella está inmersa en una cruzada personal: descontaminar el lago Amatitlán, ubicado en Ciudad de Guatemala, a más de 5.000 metros, formado hace miles de años por los movimientos tectónicos de 4 volcanes y cuyas aguas son empleadas actualmente por más de 20 mil personas para regar sus cultivos.
En ese afán, desarrolló un método natural de descontaminación biológica que puede usarse en diversos cuerpos de agua y hasta en construcciones urbanas e industriales, por el que fue galardonada (noviembre 2018) por la Academia Mundial de Ciencias con un premio destinado a científicos menores de 40 años.
Actualmente es directora del Centro de Estudios de Atitlán, además de ser docente en la Universidad de San Carlos de Guatemala, y está convencida de que el mal manejo de los recursos hídricos puede conducir al fin de la humanidad. Hoy, que se celebra el Día Mundial del Agua, su testimonio es de especial relevancia pues, como bien señala, todos los esfuerzos que se hagan globalmente para conocer, estudiar, manejar y preservar el agua “son vitales y urgentes”.
¿A qué se debe la contaminación del lago Amatitlán?
Lamentablemente, el lago sufre los efectos del mal manejo de los desechos residuales y sólidos por parte de siete municipalidades del casco urbano y alrededores de la ciudad de Guatemala. Por eso recibe los desechos de casi 400 mil personas. Por otra parte, las malas prácticas agrícolas y el avance de la frontera agrícola con la reducción de bosques influyen en el ingreso de contaminantes que incrementan el crecimiento de microorganismos llamados cianobacterias, conocidos popularmente como algas verdes azules.
¿Cuánto tiempo llevaría sanearlo?
El lago ha atravesado un prolongado proceso de degradación en las últimas cuatro décadas, pasando de un estado eutrófico (reportado en 1970 por Pérez et al., 2013) a uno hipereutrófico. Esto significa que la composición y abundancia de los microorganismos llamados fitoplancton ha cambiado favoreciendo a los más pequeños, las cianobacterias. Cuando estas colonizan los ambientes naturales, inhiben el crecimiento de otros microorganismos, con serias repercusiones en el balance ecológico de los cuerpos de agua.
Para sanearlo, necesitamos restaurar ese equilibrio y potencializar procesos naturales de recuperación junto con la implementación de tecnología de bajo costo, fácil manejo, tal como el uso de plantas acuáticas o “tecnología verde” a lo largo de los afluentes de mayor ingreso de contaminantes al lago, como el río Villalobos.
De la mano de un control en el manejo de la descarga de contaminantes en el curso de agua por parte de las instancias responsables y competentes, y el desarrollo de una estrategia integral de manejo de cuenca, se podría esperar que el lago regresara a su estado eutrófico en el término de 10-20 años. Es necesario realizar estudios para saber si el consumo de peces representa un riesgo para la salud.
Luego de la recepción del premio, ¿sigue vigente el apoyo al proyecto?
Lamentablemente, por el momento no se realizan actividades relacionadas a este proyecto. Algo que si es cierto es que en el lago existen varias iniciativas para su recuperación e investigación.
En cuanto a mi trabajo, junto con la Dirección General de Investigación de la Universidad de San Carlos de Guatemala y el Centro de Estudios Atitlán, de la Universidad del Valle de Guatemala, estamos desarrollando un proyecto de investigación con el cual esperamos conocer la presencia de la contaminación humana en los últimos 50-70 años.
Adicionalmente, colaboramos estrechamente con las Universidades de Auburn y Florida, con fondos de National Geographic, para conocer la presencia histórica de los florecimientos de cianobacterias y cianotoxinas.
¿Qué papel juega la participación ciudadana en el éxito de este proyecto?
La participación ciudadana es clave en procesos de cambio y restauración ecológica. Creo que el fracaso de varios proyectos reside en que los esfuerzos se concentran solamente en la parte técnica.
Considero que para la implementación exitosa de tecnología verde con fines de recuperación del lago de Amatitlán la educación, apropiamiento, desarrollo y monitoreo debería ser realizado por los mismos pobladores y beneficiarios del recurso agua.
Luego del trabajo de laboratorio el siguiente paso será llevar al terreno los resultados obtenidos. Para ello necesitaremos apoyo local así como institucional de los entes reguladores de las distintas municipalidades que impactan negativamente al lago.
¿Es extrapolable su proyecto al tratamiento de otros recursos hídricos?
Si, este método puede aplicarse tanto a aguas naturales (ríos, lagos, humedales) como a embalses artificiales y hasta a construcciones urbanas e industriales, porque se basa en el principio de eliminación de contaminantes por medio de las capacidades presentes en organismos naturales, tales como las plantas macrófitas, que actúan como un filtro verde viviente.
Usted podría haber estudiado una infinidad de temas. ¿Por qué eligió el agua?
El agua dulce constituye solamente alrededor de 44.700 Km3/año del área total sobre la tierra (4,5 por ciento de la superficie total) y solamente 1.341 Km3/año es agua disponible en fuentes extraíbles (lagos, ríos y reservorios). Al conocer estos datos, identifiqué prontamente que es un recurso que si se maneja mal podría significar, sin exagerar, el fin de la humanidad. De manera que me interesé y me intereso en este tema hasta el día de hoy, ya que los esfuerzos por conocer, estudiar, manejar y preservar el recurso agua ─no solo para humanos sino para la biodiversidad y los procesos naturales─ son vitales y urgentes.
¿Cómo percibe la actitud de los guatemaltecos en general en cuanto a la necesidad de cuidar el agua? ¿Cuál es la problemática en Guatemala con respecto al agua?
En general, un poco indiferentes. Esto sin duda, por la falta de información y porque realmente nunca han sido confrontados con la realidad y a datos puntuales de lo que el mal manejo representa para su salud y economía.
Lamentablemente, hasta el día de hoy, Guatemala no cuenta con una reglamentación o ley para el uso y manejo del agua. Se han propuesto diferentes iniciativas que no han prosperado, esencialmente porque carecen de fundamento técnico/científico y el agua es reconocida como un derecho y no como un servicio. Se necesita más educación e institucionalidad para impulsar leyes que velen por el manejo de este recurso.
¿Cómo ha transcurrido su carrera como científica? ¿Siente que le ha dificultado aún más el hecho de ser mujer? Si es así, ¿cómo enfrentó la discriminación y la inequidad?
Mi carrera científica ha sido un privilegio. Primero por ser parte del 1 por ciento de la población guatemalteca que tiene acceso a educación universitaria. Seguidamente por acceder a dos becas, una del gobierno sueco y otra del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD), para realizar estudios de maestría y doctorado.
En alguna ocasión me indicaron que para ser una científica reconocida, no debería mezclar la maternidad con mi profesión. Específicamente, no ser madre mientras desarrollaba mis estudios. Este tipo de trato a nivel científico es bastante común, lamentablemente. Sin embargo, mi caso demuestra que en nuestra sociedad ser madre, mujer, esposa, amiga, colega, jefa, hija, hermana y científica es compatible.
Durante la fase final de mis estudios de doctorado di a luz dos felices gemelos y logré culminar mis estudios con éxito. Lo enfrenté demostrando lo que es posible cuando como familia hay colaboración, amor y posibilidades.
Fuente: Sci Dev
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