La fundación de La Época marca un hito importante en la historia de la prensa nacional, porque significa la aparición del periodismo cotidiano en Bolivia; permaneció en la palestra desde 1845 hasta 1857 y desde 1866 hasta 1868, aunque es cierto que con "alternativas e interrupciones".
La Época es, además, un periódico "tipo" del gobierno de Belzu (1848-1855), como lo fue de los regímenes de Ballivián (1841-1847), Velasco (1848), Córdoba (1855-1857) o Melgarejo (1866-1868).
No hay que perder de vista que La Época estuvo junto a Belzu durante toda su administración, al haber sido el único órgano de prensa que circuló diariamente en todo el período que este mandatario detentó el poder.
La circulación del cotidiano al que nos referimos, no estaba, además, restringida a la ciudad de La Paz, sino que abarcaba a varios distritos del interior, por lo menos, Oruro, Cochabamba y Potosí, ciudades en las que tenía un encargado de recibir suscripciones y vender el periódico.
La Época, un referente en el periodismo nacional
La Época fue creada por el controvertido periodista y político Juan Ramón Muñoz Cabrera (1800-1879). Gabriel René Moreno (1834-1908), al esbozar la relación de este inquieto personaje con el primer diario boliviano dice: “En 1845 lo tenemos en La Paz como redactor-fundador de ‘La Época’, diario comercial, político, literario, oficioso respecto del Gobierno, independiente como empresa industrial, gran parte sostenido por el favor del público (…) Otro argentino, D. Wenceslao Paunero [1805-1871] era el dueño. Es la gaceta cotidiana primeramente fundada en Bolivia. Muñoz Cabrera le imprimió carácter.
“En verdad, para los tiempos aquellos, —dice, por su parte, el preclaro historiador Rigoberto Paredes (1870-1951)— tal publicación era de mucha importancia y exigía para no fracazar [sic]; que la empresa venciera en sus primeros pasos dificultades sin cuento, ‘siendo quizá la principal que se les ofrezca la escasa suscripción a que deben estar preparados’ […].— Sin embargo de esos temores, ‘La Época’ circuló desde el 1º de mayo de 1845 con éxito brillante para la empresa por el número suficiente de suscriptores que tuvo, que sostuvieron el periódico con independencia y crédito”, durante algún tiempo, porque luego acudió a la suscripción gubernativa.
El paso de Juan Ramón Muñoz Cabrera por La Época —en esta etapa— fue de tan sólo cinco meses, según el propio periodista. En efecto, este órgano inició sus ediciones el 1 de mayo de 1845, y el 29 de septiembre del mismo año se anunciaba el cambio de redactor. Decía, entonces, Cabrera: “La Época va a mudar de redactor: ella se desprende de nuestros brazos débiles para apoyarse en otros más fuertes y seguros […] Por espacio de cinco meses que han durado nuestros trabajos periodísticos no hemos capitulado una vez sola, ni con los abusos, ni con las pretensiones autocráticas de algunos magistrados, no acostumbrados á oir el eco adusto de la verdad. Hemos atacado los abusos, defendido á la humanidad y salido á la arena cuando nos lo ha exigido el honor de la patria. No lo negaremos jamás. Cuando se nos pregunte dónde están nuestros títulos, diremos sin vacilar: —‘ahí están cinco meses de tarea en las columnas de La Época’…”.
“Tenemos asimismo la alta gloria de haber contribuido, —añadía Muñoz en la referida nota explicativa de su actividad— de algún modo, al movimiento social que se empieza a sentir por todas partes. ‘El Amigo del Pueblo’ redactado por una sociedad de jóvenes paceños, es otro de los gloriosos resultados de nuestro humilde esfuerzo. No moriremos, pues, supuesto que ‘La Época’ debe seguir imperturbable y que ‘El Amigo del Pueblo’, elevándose como el Fénix de Troya, sobre nuestras cenizas, va á empezar á cantar los triunfos de la prensa y las victorias de la humanidad…”.
De esa manera Muñoz Cabrera se despedía de La Época y cambiaba su residencia para establecerse temporalmente en Cochabamba donde vivían algunos familiares. A partir de entonces, la conducción de La Época recayó en Domingo de Oro (1800-1879).
En torno a las generalidades del contenido de La Época, este periódico, en un principio, "buscaba propalar el programa gubernamental [de Ballivián] y convertirse en centro de los exiliados argentinos anti-rosistas. De esa manera, estuvo marcado, desde sus comienzos, por el signo del oficialismo, que llevó consigo hasta el momento de su desaparición, cuando estuvo junto al gobierno de Melgarejo (1864-1871).
Contó, desde su fundación, con la participación de destacados intelectuales tanto nacionales, cuanto extranjeros. Sobre el particular, León M. Loza (1878-1955) apunta lo siguiente:
"Durante la administración del primer Ballivián, vino la implantación del verdadero diarismo, con la fundación de 'La Época', cuyo primer director fue Juan Ramón Muñoz Cabrera, y editor o empresario, Wenceslao Paunero. Recibía el apoyo del gobierno Ballivián, bien que mereció desde un principio la protección del público, en razón de su avanzada factura y de la altura de sus escritos. Fueron sus redactores, además de los nombrados, Domingo Oro, Mariano Ramallo [1817-1883], Manuel José Cortés [1815-1865], Félix Reyes Ortíz [1822-1900] que inició allí su carrera literaria.
Escribieron también la mayor parte sino todos los hombres públicos que participaban en la administración pública, a comenzar de Casimiro Olañeta [1795-1860]. Su número inicial apareció el primero de mayo de 1845 y el último que corresponde al 2,990, el 9 de julio de 1868. Fue el periódico más serio y mejor informado de su tiempo. Desfilaron por las salas de su redacción, personalidades de alto merecimiento, ya del país, ya del extranjero, como Bartolomé Mitre [1821-1906], después presidente de su patria y fundador y propietario de 'La Nación' de Buenos Aires".
Ramallo fue director de La Época hasta el 29 de julio de 1847, fecha en la cual renunció a ese cargo "esperando que 'una pluma más avezada se consagre a la noble tarea de mejorar las costumbres e ilustrar al pueblo'. Esa pluma avezada era la de Bartolomé Mitre".
Nicolás Acosta (1844-1893) indica que La Época en los primeros tres años de vida (1845-1847), fue redactada por "don Juan Ramón Muñoz que pretendía ser su fundador; después por don Domingo Oro, don Bartolomé Mitre [1821-1906], don Wenceslao Paunero, don Mariano Ramallo, don Manuel José Cortés y otros". Añade que en este órgano de prensa publicó varios artículos Casimiro Olañeta.
A la nómina de periodistas y escritores que colaboraron con este periódico, debemos añadir los nombres de Melitón Solá, que colaboró desde 1846 y José María Molina, desde 1853.
Cuando el general Manuel Isidoro Belzu se hizo cargo del gobierno (6 de diciembre de 1848), contó, desde un principio, en columnas de La Época con el apoyo del periodista Pedro Barrios Casa Mayor.
“Desde 1852 —sostiene Percy Brun— mejoró el contenido del texto de comentario u opinión de la primera página, texto identificado con el título de sección: “La Época”. Para entonces, Félix Reyes Ortiz (1828-1884) se había hecho cargo de la redacción. Reyes fue uno de los más importantes intelectuales de La Paz en el siglo XIX. Se inició como periodista en La Época; fue el más remarcable redactor que tuvo el diario entre 1849 y 1853 y en 1857. No obstante, fue desterrado en marzo de 1853 a causa del artículo Moralización del ejército. Quedó en vez de él: José María Molina. En 1857 también figuraba Francisco Muñoz”.
De acuerdo con Gabriel René Moreno, La Época "se presentó como cualquier diario de clase entonces en Montevideo, Valparaiso ó Lima; con lectura variada y nueva, revistas del exterior, informaciones é indicaciones locales y generales de toda especie, despachos de aduana, itinerarios de vapores en el Pacífico, crónica religiosa, noticias de policía, avisos de comercio, etc., etc. Aquello fue una novedad en la encerrada república y llovieron las suscripciones de todos los puntos del territorio".
Siempre en términos del ilustre polígrafo cruceño, "lo más notable de este diario [La Época] es el criterio liberal y sensato con que trataba los intereses nacionales así externos como domésticos. Se apartó ante todo del acatamiento sumo al poder reinante; no sacó a puja los gaznates de las otras gacetas para gorgoritear en coro la grandeza opulenta, la gloria heroica y el buen sentido admirable del pueblo boliviano; rompió con el gusto de las disertaciones morosísimas, circunscriptas a personas ó genéricas en tratándose de cosas, eximias politiqueadoras, aferradas á cien rutinas del lugar ó de la nación, etc. Junto con todo lo oficial, componían ellas el guisado uniforme y la sazón invariable de los periódicos del país".
Carlos Gregorio Taborga (1909-1990) corrobora las palabras de Gabriel René Moreno, al manifestar que "La Época, a semejanza de los diarios de Montevideo, Santiago o Buenos Aires, introdujo otro estilo de tratamiento a los problemas nacionales, con expresión de un lenguaje de altura y mutuo respeto a las opiniones ajenas. Además, innovó el material de informaciones con la inclusión de crónicas, comentarios, noticias extranjeras y nacionales, dando campo a la vez, a las expresiones literarias en boga, proviniera de firmas consagradas del país o de autores foráneos".
Por su parte, Rodolfo Salamanca Lafuente (1914-1998), brinda sobre el diario que nos sirve de referencia, la siguiente descripción:
Fuente: Urgente
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